Vie. 26 Abril 2024 Actualizado 11:57 am

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La armada naval iraní en despliegue durante los ejercicios Gran Profeta 14, el 28 de julio de 2020 (Foto: Sepahnews)
Indicios sobre la política de Biden en Medio Oriente

¿Movimientos defensivos o preparación para la guerra contra Irán?

Estados Unidos ha decidido desplegar el sistema israelí de interceptación de misiles Iron Dome, adquirido en 2019, en los países de Europa del Este y en los países del Golfo donde opera el Mando Central de Estados Unidos (US-CENTCOM) y tiene bases militares operativas. Este paso coincide con la decisión de Estados Unidos de que Israel se incorpore al CENTCOM (junto con Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Jordania, Irak, Egipto, Sudán, Afganistán, Kuwait, Qatar, Omán y Pakistán, entre otros) tras la normalización de relaciones comerciales y diplomáticas entre varios países árabes y musulmanes y Tel Aviv. 

Irán considera que el traslado de las actividades operativas israelíes del EUCOM al US-CENTCOM es una medida agresiva que permite a Israel utilizar todas las bases militares estadounidenses desplegadas alrededor de la "República Islámica". Irán cree que la decisión de desplegar el Iron Dome israelí podría ser un paso previo hacia un posible ataque preventivo contra Irán. Los ataques contra objetivos selectivos en Irán son posibles si Estados Unidos vuelve al acuerdo nuclear sin condiciones. Israel también podría atacar a Irán si el presidente Joe Biden frena una posible vuelta al acuerdo nuclear y no levanta todas las sanciones impuestas a Irán. Irán respondería entonces, primero, aumentando su enriquecimiento de uranio, retirándose de los tratados, impidiendo el acceso de los inspectores a sus instalaciones nucleares y aumentando el número y la calidad de sus centrifugadoras. Este esperado movimiento iraní cruzaría las líneas rojas de Israel. ¿Se dirige Oriente Próximo hacia la guerra o son estos movimientos en última instancia defensivos?

Un funcionario iraní declaró que "Irán no tiene intención de atacar ningún objetivo estadounidense o israelí mientras estos no inicien una guerra o ataquen objetivos selectivos en Irán". El Parlamento iraquí se ha pronunciado, ordenando la retirada de todas las fuerzas extranjeras. Por ello, no hay necesidad de una nueva venganza del asesinato del general Qassem Soleimani por parte de Estados Unidos en Bagdad en enero de 2020. El bombardeo (iraní) de la base estadounidense de Ayn al-Assad en Irak fue nuestra respuesta. Aún así, vemos cómo Israel se une a las bases militares del CENTCOM que rodean a Irán, donde se desplegarán misiles de interceptación israelíes en muchos países de Oriente Medio. ¿Por qué desplegaría Estados Unidos estos misiles si no fuera por temor a un bombardeo iraní? ¿Y por qué iba Irán a bombardear las bases de Estados Unidos e Israel a menos que estos muestren la intención de bombardear primero a Irán? ¿Están planeando los estadounidenses y los israelíes atacar las instalaciones nucleares, pensando que pueden destruir nuestras capacidades? No pueden", dijo la fuente.

Prosigue: "Irán ha demostrado que tiene cientos de lanzadores de misiles estratégicos subterráneos y silos. Esta capacidad fue demostrada durante las recientes maniobras para crear disuasión y convencer a nuestros enemigos de que eviten atacar a Irán. Miles de misiles están repartidos por todo nuestro territorio, por lo que Estados Unidos e Israel no pueden destruirlos todos. Irán puede absorber un primer impacto que no logre paralizar nuestra capacidad misilística, y tomar represalias contra todas las bases militares estadounidenses repartidas por Asia Occidental, incluso atacar el corazón de Israel. El Iron Dome demostró que podía interceptar un gran número de misiles, lo que significa que unos pocos misiles pasarán, lo que resulta suficiente cuando estos misiles llevan una ojiva destructora. Sin embargo, el sistema israelí puede hacer muy poco ante una avalancha de múltiples misiles lanzados simultáneamente desde diferentes lugares", confirmó el responsable iraní.

Puede que Irán tenga sus aprensiones, pero ese no es el único escenario (pesimista) que asolará Oriente Medio en el futuro. Y si la preocupación iraní es correcta, el riesgo de dirigirse hacia una grave escalada es real. No obstante, es poco probable que la nueva administración de Biden se esté preparando para una nueva guerra en Oriente Medio. Biden tiene otras cuestiones prioritarias en la agenda, empezando por la unificación interna del país, los daños causados por la covid, los problemas con China, Rusia y la restauración de una relación positiva con sus aliados. Esa es al menos la primera parte de la agenda de este año, que incluye el inicio de las negociaciones con Irán y la cuestión de la presencia de las fuerzas estadounidenses en Irak. Se trata de una agenda muy cargada y agitada en la que Irán ocupa solo un pequeño lugar. Hay otras preocupaciones, por supuesto, como pueden ser Turquía, Siria y América Latina. Sin embargo, veremos cómo se establece el orden de prioridad en esta administración.

Sin embargo, hay muchos indicios que justifican la alarma iraní, empezando por la advertencia israelí (del jefe del Estado Mayor de Israel, Aviv Kochavi) y pasando por las declaraciones de la intención de la nueva administración de no volver al acuerdo nuclear firmado por Barack Obama en 2015 sin modificaciones ex post. De hecho, tanto el secretario de Defensa, Lloyd Austin, como el de Asuntos Exteriores, Antony Blinken, han expresado claramente que el comportamiento de Irán en Oriente Medio es peligroso y que Biden no tiene ninguna prisa por precipitarse hacia un acuerdo nuclear. La administración estadounidense parece creer que el acuerdo nuclear necesita una renegociación que incluya a los socios de Oriente Medio y que aborde el programa de misiles iraní y los aliados de Irán. Estos son los puntos exactos que Irán rechaza categóricamente; ya se dejaron aparte durante las negociaciones con Obama antes de 2015. Irán quiere que Estados Unidos levante primero las duras sanciones impuestas por Trump, y no aceptará "negociar bajo fuego" (bajo sanciones).

Es fundamental que Occidente escuche las declaraciones del líder de la revolución Sayyed Ali Jamenei: "Irán no tiene prisa por concluir el acuerdo nuclear, pero quiere que se levanten todas las sanciones". No negociará ninguna cuestión adicional y no renunciará a sus amigos ni a su deber de apoyarlos.

Parece ser que Biden no tiene prisa por volver al acuerdo nuclear y que no levantará todas las sanciones antes del 21 de febrero, fecha que Irán ha puesto como límite para que Estados Unidos cumpla. Después de esta fecha, si no se levantan las sanciones, se ha comprometido a avanzar en el aumento del enriquecimiento de uranio hasta el 20% y a suspender su aplicación voluntaria del Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Es improbable que Biden ceda ante el ultimátum iraní, para no parecer débil. Sin embargo, el presidente estadounidense podría acabar levantando algunas de las sanciones impuestas por su predecesor, Donald Trump, como muestra de buena voluntad y como medida para pedir más tiempo y estudiar el acuerdo nuclear iraní, con el pretexto de que las prioridades internas requerían este retraso y que se necesitaba tiempo para explorar el siguiente paso hacia Irán.

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Misiles desplegados durante la inauguración de una nueva base militar de Irán en el Golfo Pérsico (Foto: Sepahnews)

Sin embargo, Irán ha decidido adoptar otro enfoque hacia Arabia Saudí para contrarrestar la maniobra estadounidense-israelí. Ambos bandos en Irán, pragmáticos y partidarios de la línea dura, comprenden el peligro que suponen las acciones estadounidense-israelíes, y desearían ver el fin de su odio con los saudíes. Por ello Irán ha lanzado, principalmente a través de Kuwait, pero también de Omán, Qatar y Rusia, una iniciativa para abrir una brecha en el impasse y abogar por un diálogo directo que garantice la seguridad del Golfo Pérsico y responda a las inquietudes saudíes respecto a las intenciones de Irán para con la región. No obstante, los saudíes creen erróneamente que los iraníes piden diálogo porque se espera que Arabia Saudí forme parte de la negociación del acuerdo nuclear. Los saudíes informaron a los mediadores que Irán debería primero dejar de apoyar a sus aliados en Líbano, Siria, Irak y Yemen. Para Irán, la petición saudí es inaceptable porque ello supondría abandonar a sus aliados.

Irán cree que Estados Unidos no permitirá a Arabia Saudí mantener un diálogo constructivo y directo con Irán. Los saudíes son los primeros y más generosos compradores de armas estadounidenses a nivel mundial, y el fin de la animosidad saudí-iraní sería un mal negocio para Estados Unidos. Además, ello significaría el fin de la justificación para muchas bases militares estadounidenses en Oriente Medio. Por tanto, es pronto para esperar un acercamiento entre Irán y Arabia Saudí, y es poco probable que se produzca en los próximos años.

El Mando Central estadounidense está ampliando su capacidad operativa en Arabia Saudí para "poder mover fuerzas en cualquier escenario de conflicto armado con Irán" y explorar "el puerto industrial de Yanbu, en la parte occidental de la península arábiga y el Mar Rojo".

Según la fuente, Irán cree que "los estadounidenses han convencido a los saudíes de que el Golfo Pérsico es una zona muy volátil y peligrosa para operar debido a los planes de expansión de Irán. Por lo tanto, no es de extrañar que Estados Unidos amplíe su presencia en Arabia Saudí y bloquee cualquier intento de que los países de la región resuelvan sus problemas por sí mismos. Irán ha probado sus drones armados y sus misiles balísticos de hasta 2 mil km. Eso no significa que hayamos dejado de hacerlo; nuestros objetivos finales consisten en producir armas defensivas para alcanzar una distancia mucho mayor. Al igual que los estadounidenses, también tenemos nuestro posible escenario bélico y debemos procurar cubrir todas las zonas en las que pueden estar nuestros enemigos", concluyó la fuente.

Solo el presidente Biden puede tomar una decisión firme, independientemente de lo que sugieran sus aliados e incluso su administración. Desgraciadamente, desde Oriente Medio, surgen pocas señales para el optimismo. Biden dice que es sionista. Ha apoyado a Israel durante los últimos 50 años y repite sin cesar que apoya la seguridad de Israel. Este término tan elástico significa hacer oídos sordos ante muchos de los actos de Israel, a la vez que ofrece todo el apoyo por parte de Estados Unidos. Aún así, la relación Obama-Netanyahu no fue tan buena en los últimos años del mandato del (ex) presidente. ¿Conseguirá Biden reducir la tensión y satisfacer a Irán, Israel y Arabia Saudí? ¿Podrá levantar todas las sanciones como (en teoría) hizo Obama, y firmar el acuerdo nuclear tal y como está sin modificaciones? Quizá sea demasiado pronto para saberlo, pero los indicios hasta ahora no son prometedores.


Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Elijah J. Magnier el 28 de enero de 2021, la traducción fue hecha por Eli C. Casas.

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