Dom. 22 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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Los historiadores saben que las utopías no fueron solo un hecho de la vida literaria, sino también un arma en la lucha psicohistórica (Foto: Archivo)

Cómo los digitalizadores hackean nuestra conciencia

En el corazón del nuevo orden mundial, tal como los ultraglobalistas lo ven y hacen su mejor esfuerzo para implementarlo, está el control precisamente sobre lo inmaterial, sobre los medios para modificar el comportamiento: sobre las redes sociales, la información y las necesidades. El principal factor alienado por BigTech y controlado por ella es el comportamiento humano. Y si el capitalismo fue precedido por la acumulación inicial de capital, entonces en los orígenes, en el corazón del poscapitalismo está "la acumulación de capital conductual". Los productos de Apple, Microsoft y Amazon no son objetos de intercambio de valor; aquí no se crean relaciones constructivas productor-consumidor.

Como escribe la autora Shoshana Zuboff en su libro titulado La era del capitalismo de la vigilancia, aquí "nuestros comportamientos, hábitos y experiencias están empaquetados de tal manera que sirven a los intereses de los demás. El hombre se convierte en materia prima". Y no como cuerpo, como en la esclavitud, y no como un aditamento de la tierra, como en el feudalismo, sino como un todo socio-espiritual, socialmente homogéneo, la persona como ser integral en la unidad de objetivos, valores y necesidades que son formulados, impuestos, alienados y controlados por los gobernantes de los nuevos "círculos de omnipotencia" conductuales. Si el capital industrial floreció a expensas de la naturaleza, entonces el nuevo “sistema de información” floreció a costa de la naturaleza humana.

Al crear "herramientas de modificación conductual", las plataformas no imponen tanto ciertas normas de comportamiento (aunque esto también) sino que lo moldean con determinados resultados comerciales y políticos, desarrollan un comportamiento predecible en una persona, es decir, lo entrenan. El Internet de las Cosas es el elemento más importante de este sistema: aquí tiene lugar una combinación de ingeniería social, psicología, física, biología y electrónica. Las personas se están convirtiendo en grupos estandarizados de comportamientos consumistas, es decir, en rebaños humanos desposeídos. Al mismo tiempo, Big Data proporciona vigilancia y control sobre zonas y formas de comportamiento que no se podían rastrear en un principio.

Thomas Piketty en su libro titulado El capital en el siglo XXI (de 2013: ¡lo recomiendo!) formuló la ley general de la acumulación: bajo el capitalismo, la ganancia del capital supera la tasa de crecimiento económico; en política, esto lleva a un sistema antidemocrático. En una etapa tardía del desarrollo del capitalismo, el crecimiento de las ganancias se aleja tanto de las tasas de crecimiento económico que, en primer lugar, comienza a bloquear el crecimiento económico mismo: de hecho, deja de ser necesario para los dueños del sistema, es decir, la caída de las tasas de crecimiento económico en el capitalismo tardío no está conectada tanto con la tecnología y el progreso científico como tal, como con el capital.

En segundo lugar, a partir de cierto momento, el capital empieza a destruir las instituciones de la democracia burguesa y, por así decirlo, regresa a los días de su juventud caníbal, en los siglos XVII y XVIII, adquiriendo un carácter abiertamente antisocial. Como la mismo Zuboff señaló acertadamente: "El capitalismo no se puede comer crudo; como una salchicha, debe ser hervida, en otras palabras, procesada por instituciones democráticas. Porque el capitalismo crudo es antisocial".

El grado de control en la cima de lo que Zuboff llamó el Capitalismo de Vigilancia (CV) sobre el proceso de producción y sobre la población no solo es mayor en gran medida que, digamos, bajo el capitalismo industrial, sino cualitativamente diferente, es más amplio y profundo. Además, el CV no es solo una forma temprana del nuevo sistema, más bien, incluso es su acumulación inicial. Eso es exactamente lo que está haciendo Apple: estamos asistiendo al proceso de acumulación primitiva para el nuevo sistema, pero no acumulación de capital, sino de activos intangibles en general. Y esto ocurre, en general, de forma más o menos perceptible para el grueso de la población, a diferencia de los cercamientos del siglo XVI, cuando se expulsaba abiertamente a la gente de las tierras. Hoy en día, las personas están siendo alejadas de sí mismas, lo que les proporcionó libertad de expresión, y esto está sucediendo en secreto para la gran mayoría.

"Ya hemos iniciado una conversación sobre qué sucede cuando dos individualistas libres se unen en beneficio mutuo y dan a luz a un niño. A través de ellos nace un niño de un mundo plano, un mundo sin jerarquía y sin una corona, un niño del micelio. De padres que han estado consumiendo los beneficios sociales de toda su vida, o la solución de tareas puramente domésticas/laborales/sociales, aparecen niños que se convierten en miembros ideales del rizoma global, que pueden ser controlados simplemente creando oscilaciones puntuales de la red. Se balancearán con los movimientos de la red de individualistas atomizados y buscarán ellos mismos cómo pueden realizarse en esta red y ser útiles. Y si no lo consiguen, se les generará".

Todos debemos entender que en estructuras como "Apple" hay una disolución mutua de poder y propiedad. El control sobre el comportamiento de las personas se utiliza con fines de lucro, pero este control en sí mismo ya no es propiedad, sino, de hecho, poder puro. Hay una disolución de la propiedad en el poder (propiedad del poder), característica de las sociedades precapitalistas, pero a un nivel técnico y de producción fundamentalmente diferente, no solo en la sociedad preindustrial, sino también en la industrial.

Con sus esquemas, los digitalizadores globales programan tanto la conciencia pública como la investigación científica, que deberían probar su corrección, la inevitabilidad de su mundo. La ideología de la inevitabilidad (inevitabilismo), que Zuboff considera una de las herramientas mentales y cognitivas de los digitalizadores, diseñada para convencer a todos de que no hay futuros alternativos. El libre albedrío de las personas, incluso de una persona individual, es lo que destruye su mundo, que interpretan como una realidad sobrehumana autónoma que supuestamente controlará a una persona. "Supuestamente", porque la Matrix en sí misma seguirá siendo controlada por personas que la usan como tapadera, tal como los sacerdotes egipcios, babilónicos y otros usaron a los dioses, cuya voluntad presuntamente solo interpretaron e informaron.

"En las series de televisión distópicas de nuestro tiempo, la programación principal no es la descripción misma de un futuro oscuro: con un apocalipsis zombi, virus mutagénicos, una invasión de extraterrestres o el dominio de los robots. Todo esto es solo un reflejo de la realidad actual de los propios cineastas, solo una iteración después, y hay cierta honestidad de los autores en esto, prediciendo un resultado distópico inevitable mientras mantienen el vector actual. La sugerencia principal formulada y promovida allí es el momento en que los oponentes de este vector, advirtiendo sobre los peligros del progreso descontrolado, prediciendo un desenlace trágico y ofreciendo frenar el movimiento hacia aquél, son percibidos y presentados al espectador como marginados absolutos, el mal absoluto. Además, los zombis ya se avecinan por el horizonte (!). Es decir, hay un aparejo asombroso: gente, si ignoramos esta afección, esta hipnosis que nos impone una trama catastrófica que se desarrolla dinámicamente, entonces nos daremos cuenta de que son precisamente estas personalidades, estos profetas, los más interesantes en toda la trama, son ellos quienes (completamente desmonetizados) merecen la mayor atención": A.G. Dugin.

Los historiadores saben que las utopías no fueron solo un hecho de la vida literaria, sino también un arma en la lucha psicohistórica. Desempeñaron una función de psicoingeniería y socioingeniería, estableciendo el tipo y la "vía" de pronóstico, determinando la dirección del diseño social (geohistórico) y las actividades de desarrollo. Una de las tareas de las utopías y, en igual medida, de las distopías era no solo representar una imagen ideal de un futuro deseable y siempre en interés de un determinado grupo, sino igualmente presentarla como inevitable.

Estoy de acuerdo con quienes creen que muchos de los esquemas actuales de los digitalizadores y ultraglobalistas (el mismo Schwab) son utopías (para la mayor parte de la humanidad, distopías), diseñadas para convencer a todos de la inevitabilidad de su nuevo mundo normal transhumanista, de la insensatez y la inutilidad de resistirlo, se trata de suprimir la voluntad de las personas a resistirse al "nuevo mundo feliz". Es por eso que un análisis crítico de estas obras utópicas, una oposición dura e intransigente a ellas es una nueva forma extremadamente necesaria de lucha ideológica, social, civilizatoria y, si es requerida, sociobiológica de la especie.


Andrei Fursov es un historiador y publicista ruso, director del Instituto de Análisis Sistémico-Estratégico. Graduado de la Universidad Estatal de Moscú, es jefe del Departamento de Estudios Asiáticos y Africanos y del Instituto de Información Científica para las Ciencias Sociales (INION) de la Academia Rusa de Ciencias. Ha publicado varios libros sobre temas históricos relacionados con la Unión Soviética, Rusia y los cambios sistémicos acontecidos desde la segunda década del siglo XX hasta el presente.

Este artículo fue publicado en inglés en Telegraph el 2 de mayo de 2023, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Camila Calderón.

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