Nunca se imaginaron Marx y Lenin, en sus lúcidos cerebros, ver al capitalismo en su etapa superior engulléndose a sí mismo.
Mercenarios de la palabra, la imagen y el sonido
Una vez más la guerra se nos vende como pan caliente, los ignorantes cerebros contemplamos sus consecuencias por los medios de desinformación. Se nos vende cara una guerra, antes se nos aterrorizaba y engañaba con la información de la guerra y sus consecuencias, pero esta guerra y las que vendrán, se nos cobrarán como caros espectáculos, porque nuestros cerebros, cargados de consumismo extremo, así lo exigen.
Las empresas de armas, los medios de publicidad (falsa información en el mundo) están haciendo su agosto, ya nadie cuida las formas. En masa, los criminales de conciencia e ideología que llaman periodistas, comunicadores, intelectuales, académicos, científicos, asociaciones deportivas, animadores, vendedores de espectáculos, ministriles de cualquier arte, defensores de cualquier cosa que se le pueda sacar provecho, religiosos, presidentes, políticos de cualquier rama de la política, que va desde los extremos de derecha o izquierda, en su mayoría se afiliaron al bando que más paga; porque todos ellos saben lo que está ocurriendo, tal vez no sepan los intríngulis del negocio al que jamás serán invitados, pero sí saben que habrá muchas migajas y ninguno de estos miserables mercenarios de la palabra, la imagen y el sonido quieren quedarse sin su parte.
Los sensibleros, flácidos y pusilánimes cerebros de los sempiternos izquierdistas, que toda su vida se han opuesto a la guerra, porque un día Marx, Lenin y otros pensadores se opusieron a ella, jamás han investigado que si bien es cierto que estos luchadores se opusieron a la guerra, no es menos cierto que tenían un criterio distinto al de oponerse por oponerse, porque ya se sabe que en la primera guerra, tanto Lenin como Rosa Luxemburgo, Liebknecht y otros luchadores se opusieron seriamente a la guerra intercapitalista, pero no se quedaron ahí en la mera declaración que los pudo haber convertido en cómplices pasivos de la masacre, que años después ocurrió en Europa y otras partes del planeta, sino que fueron capaces de organizar los partidos obreros como instrumento de combate de quienes sufrieron los embates de la guerra intercapitalista, tarea que trajo como consecuencia que la burguesía les persiguiera y asesinara tanto a Rosa Luxemburgo como a Liebknecht, pero que también le permitió al pueblo ruso intentar el experimento masivo de crear otra cultura. Lamentablemente, como no ocurrió, todo el mundo lo condena, pero nadie intenta sensatamente un estudio, un análisis profundo, de qué fue lo que ocurrió exactamente con la Unión Soviética, sino que más pudo la comodidad, la laxitud, la ligereza de los políticos e intelectuales, ya sean pagados, por ideología o por ignorancia, que llevar adelante el análisis científico de los hechos.
Pero los sumisos, ellos se oponen desde sus cómodas posiciones frente a las computadoras en sus confortables apartamentos u oficinas, porque los rusos decidieron no dejarse joder, pero no porque les duelen los ucranianos, o les trasnocha la tragedia de los pueblos que sufren el capitalismo en cualquiera de sus modalidades, sino porque les pagan, o por ideología o por flojera mental o por adocenados culturales, o porque creen que los rusos acabarán con la civilización humanista, bella y bien ponderada que nos muestra la propaganda corporativa, pero no se oponen porque tienen una posición seria ante los hechos que produce el capitalismo todos los días contra la vida, sino porque a conciencia están cobrando.
Para congraciarse con sus amos, la conducta miserable de los rastreros del mundo los lleva a gritar pidiendo que detengan la guerra, pero nunca lo dijeron cuando las élites de ladrones y asesinos cebados de Estados Unidos, Reino Unido y Europa sometieron y someten a genocidios, bloqueos, sanciones, penurias a los pueblos de Lugansk y Donetsk en la región del Dombás, a Siria, a Sudán, a Yemen, Libia, Irak, Irán, a la República Saharaui, a Bielorrusia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Rusia, por nombrar algunos.
Una turba de liderzuelos y ministriles hipócritas
Apenas tronaron los cañones de la guerra, se puso de manifiesto en la vida real que nada es lo que se ha dicho, que las conductas ideológicas asumidas y cobradas por académicos, profesionales, artistas, intelectuales, deportistas, políticos, cuidagatos y cada una de sus asociaciones, son sólo posiciones en el aire, matizadas por la modosidad hipócrita de las élites asalariadas. Pero cuando se trata de pagar los favores a las mafias, no hay uno sólo que no vaya a besarle el anillo a los padrinos del capital.
Cuando la nación rusa declaró con todo el derecho y la razón que le asiste en el mundo capitalista, que iniciaría una operación militar especial para proteger las vidas de ciudadanos rusos, que han sido asesinados por los intereses del capitalismo asentado en los dominios del atlantismo, ocultos detrás de criminales nazis de nuevo cuño, nacionalistas exacerbados, malandros, mercenarios, reclutados por empresas privadas que tienen sus sedes en Europa o Estados Unidos y acumulan riquezas con la muerte de gente en distintos países del mundo, de inmediato se puso en marcha la gran maquinaria de propaganda e ideología antirrusa, pero lo asombroso es que, como por arte de magia, un enjambre de periodistas, locutores, animadores, mayordomos de la empresa política, comunicadores sociales, ministriles de todo cuño, o mejor dicho, llamémoslos por su nombre, criminales mercenarios, asalariados de las grandes corporaciones capitalistas, que ideologizados o no se prestan para ocultar los crímenes y robos, engañan, manipulan, fabrican la falsa noticia con descaro, son cínicos que van desde los que dicen ¡no a la guerra!, pasando por los que esconden los hechos de un bando, manipulan la información del otro bando, y los que simplemente justifican los genocidios, etnocidios bajo el ropaje de que son seres inferiores o estaban en el lugar equivocado, en el momento equivocado.
Incitadores sistemáticos de disturbios, promoción y hasta participación velada en manifestaciones públicas claramente subversivas, instigadores de actos extremistas violentos, también son una fábrica de información deliberadamente falsa, sobre las acciones de las fuerzas rusas y las repúblicas de Lugansk y Donetsk.
Son grupos o personas organizadas y entrenadas, para desde las empresas de la desinformación masiva en el planeta fabricar falsos positivos, pruebas amañadas, con las que se lucran, sin importar el daño que generan a la vida. Pero más allá del lucro, estas personas también están cargadas de odio, son hostiles y esgrimen razones políticas, raciales, nacionales o religiosas, para justificar su odio y hostilidad contra los pueblos o personas a las que se le ha enseñado a temer.
Estos criminales por conciencia tienen una gran responsabilidad en los distintos crímenes y robos que el capital ha cometido contra los pueblos del mundo, y lo peor es que no les importan que asesinen, torturen o metan presos a los colegas que asumen posiciones distintas, por el contrario, los entregan como los pajuos de la escuela.
Antes de que borren sus declaraciones de no a la guerra y se vuelvan meneando la cola a besarle la mano al nuevo amo que les dará de comer, sepan que no son más que una turba de trepadores y liderzuelos hipócritas, ligados todos al capitalismo decadente; una carreta a toda velocidad ya sin rueda, que se desboca en los precipicios del nunca jamás.
El más grande pozo séptico del planeta
Todas las razones que se esgrimen para justificar la existencia de la guerra son intrínsecas al mismo capitalismo, no tienen que ver con los pueblos, sus religiones, color, género, frontera o lengua, es simplemente un problema económico. Tiene que ver con el reacomodo del capital y de cómo un sector del capital imperial se consume a otro sector en todo el planeta. Las escaramuzas que hoy asolan a los pueblos de Rusia y Ucrania son sólo distracciones para la verdadera guerra que se está desarrollando en todo el planeta, entre las grandes empresas, bancos, corporaciones, sean de información, espectáculo, armas, petróleo, agroindustria, deporte, droga, especulación financiera o lo que sea que genere ganancia.
El intento de rehabilitación o reordenamiento que hoy intenta el humanismo para seguir depredando al planeta en nombre de respetables ideas, se hará a costa de millones de personas asesinadas, destrucción de herramientas, maquinarias, áreas de servicios, energía irrecuperable, y sobre todo se atragantará con los últimos ríos y montañas, convirtiendo al mar en el más grande pozo séptico del planeta, lo que redundaría en miseria y mayor opresión para nosotros los pobres.
En su proceso de reingeniería, el capitalismo va a consumir muchísimo activo natural, y cuando de nuevo entre en crisis y tenga que reinventarse, el ciclo de devastación volverá a repetirse, cada vez con condiciones naturales más miserables. Ya no habrá noche, ni luz, ni narración, ni vida activa para volverla riqueza.
Una sola consecuencia indetenible del capital, porque el reciclaje sólo es un negocio más: en la actualidad, el capitalismo produce al año 278 mil millones de toneladas de basura, sin contar la que se acumula como edificios, fábricas, autopistas en deterioro cotidiano, más todas las construcciones en ruina que produce diariamente, que no se nota como basura, pero que lo será en el tiempo, de manera que si la repartieran equitativamente nos tocaría como personas en el planeta 37 toneladas a cada quien.
Las predicciones dicen que seguirá aumentando porque las ciudades, sobre todo en los países-mina, eufemísticamente llamados en vías de desarrollo o tercermundistas, no detienen su consumo desmedido y el capitalismo no hay manera de detenerlo en la producción de basura.
El humanismo a través de su aparato de producción se ha consumido los activos naturales que en su mayoría vueltos riquezas, destruyen las condiciones de la vida que hacen posible la existencia de la especie que hoy en su mayoría deambula, como zombi, en las grandes y pequeñas ciudades.
No es cierto que un día el capitalismo funcionará favorable a las mayorías esclavizadas, no es cierto que resolverá ningún problema, no es cierto que se recuperará; por el contrario, su decrepitud y su ineficiencia se acentuarán. Esto no quiere decir que desaparecerá por esfuerzo propio; seguirá retorciéndose hasta transformarse en una bazofia, por el simple hecho de que jamás tendremos memoria de lo que nos ocurre, por la finitud de nuestra forma de vida en tiempo y espacio.
Toda esta tragedia que el capitalismo produce a la naturaleza en general, no así a las élites que ejercen el poder, se debe a la sistematización de largos siglos de experiencia que conducen a las élites, no a cambiar, sino a perpetuar el poder por la vía permanente de la acumulación de fuerzas. Sustentando esta razón en la posesión y organización de las armas como forma de garantizar el botín como fin último de la cultura humanista y su aparato de producción capitalista, para de esta manera superar las grandes taras que sufre esta especie como lo son el hambre, el miedo y la ignorancia, que aún con todo el desarrollo de esta cultura criminal no lo ha logrado.
La verdadera verdad verdadera es que eso no tiene solución en las propuestas filosóficas, políticas, económicas, artísticas que hoy conocemos, todo el mundo que tiene acceso al poder, ni conoce ni tiene intención de conocer otra manera de existir, todo el mundo está alineado con el discursos y las acciones humanistas que rigen al planeta, y mientras eso sea así, a nadie se le ocurrirá, más allá del panfleto, la consigna y el cliché, cascarones vacíos de religiones, reformadores y progresistas, nadie quiere generar otro discurso, otro experimento, otro hacer.
Pero verdaíta, la única opción está en la creación de un pensamiento que no busque salvar lo existente, que busque superar el eterno presente al que nos han condenado los antiguos. Nos toca pensar su creación y aplicación experimental y luego generar un modo de producción que haga posible otra costumbre, una cultura en el cuerpo que no sufra de la angustia y la ansiedad a las que nos somete permanentemente el humanismo y su aparato de producción el capitalismo, en nombre de superar las taras antes mencionadas.
En esta guerra que repetimos no es entre Ucrania y Rusia sino entre dos facciones del capitalismo, una de ellas totalmente obtusa, aterrorizada y con mucho poder y basada en elementos generadores de riqueza que rayan en la ficción, nuevas tecnologías, espectáculos, etc. La otra basada en la producción real, estamos hablando de generar riqueza a través de la producción de mercancía real, calzado, carro, vestido, techo, mano de obra educada para ello, pretendiendo con esto rehabilitar al capitalismo y sus organizaciones culturales, políticas, académicas, artísticas, en general agrupadas en el Estado y darle un papel mucho menos burocrático y más funcional, es decir, sacarlas del estanco al que le llevó el propio capitalismo como su devenir natural.
Ahora, esta crisis no es nueva, ya ha ocurrido en diversas oportunidades, y estas generaron dos grandes guerras en Europa, llevando a la población de una importante porción del planeta a una gran carnicería. Esto les permitió quemar mercancía y fundamentalmente deshacerse de una muy importante porción de mano de obra a la que llevaron a morir a los campos de batalla, y sobre todo rehabilitar el capital y mudarlo como imperio a un solo centro, no como antes que estaba repartido en distintos territorios poderosos, especialmente en Europa.
Es de hacer notar que esa guerra no se desbordó, porque por un lado los resortes éticos del trabajo esclavo no se habían destruido como hoy, en donde la mayoría de la juventud en el planeta ya no le importa el trabajo como modo de proveerse el sustento, sino que ya todo el mundo está ilusionado en la posibilidad de las nuevas tecnologías y sobre todo que tienen conciencia de que trabajando no podrán satisfacer el inmenso deseo de consumo que el mismo capitalismo les instaló en el cerebro, y por otro lado no hay salario que les pueda satisfacer las necesidades elementales, como comer, calzar, vestir, tener un techo aunque sea alquilado, y esto ocurre en Japón, Europa, Estados Unidos.
Pero lo más grave aún es la ausencia de una ideología que le sirva de contención para detener a los millones de zombis que se sublevarán por todo el planeta, al percatarse que no tendrán ni para el plato de comida, y entonces salgan a consumirse la riqueza acumulada, porque el capitalismo ha cosido sus bolsillos y está vaciando los de las mayorías.
En las primeras crisis, el comunismo le sirvió de contención a la gran tragedia; pero como en la fábula del sapo y el alacrán, la naturaleza del capitalismo lo llevó a hundirle el aguijón al comunismo.
Me das lo que tienes o te invado
A nivel mundial se han movido todos los aparatos de propaganda, ya sea ONG, fundaciones, medios, iglesias, partidos para condenar y rasgarse las vestiduras ante la posición asumida por la Federación Rusa de ponerle un hasta aquí a los capitales especulativos, que viven de la producción y tráfico de drogas, armas, a través de sus agencias como la DEA, CIA, FBI, todas ellas confabuladas con corporaciones que trafican con humanos, armas, en todo el mundo, ya sea migrantes de cualquier género, color, prostitución o tráfico de órganos, pero que tienen sus direcciones en los grandes bancos de Europa, Japón o Estados Unidos, la producción decadente de espectáculos, de la especulación financiera, de la manipulación de información privilegiada en las bolsas y juntas directivas vinculadas a las finanzas en todo el mundo, la producción de información falsa o sesgada a través de sus corporaciones de radio, TV, cine, impresos, telefonía, Internet y otros medios electrónicos, que se confabulan para cayapear a los pueblos del mundo y declararles la guerra, porque estos se niegan a regalar sus recursos a estos criminales corporativos, y también el deporte controlado por sus federaciones y asociaciones, en definitiva, a todas esas asociaciones delincuenciales asentadas en Europa, Japón, Estados Unidos, que se valen de las empresas políticas, judiciales, policiales, que cumpliendo con el papel de mayordomos, les apañan todas sus fechorías.
Hoy todos los medios de propaganda e ideología de los dueños del mundo nos están vendiendo la guerra como si Rusia la hubiera inventado. No es temerario pensar que esta guerra intercapitalista nos colocará en otra disyuntiva jamás pensada, nunca imaginada.
Apenas terminada la segunda guerra europea, en adelante hay intentos de exterminio de la Unión Soviética y se declara la guerra fría, se inicia una serie de invasiones en el mundo: Palestina, la península de Corea, Vietnam, Laos, Camboya, varios países africanos, latinoamericanos; se sucede en Europa, la llamada balcanización en la cual Yugoslavia es separada en muchos pedazos caóticos, a los cuales se les puede dominar por separado; al mundo se le impone el dólar como moneda para establecer la paridad, sustituyendo al oro en esa función.
Ya vencida la Unión Soviética, se declara la unipolaridad por la vía de los hechos. Desde entonces se implantó de manera directa la diplomacia del revólver en la cabeza: me das lo que tienes o te invado.
En sus lúcidos cerebros
El llamado e identificado como el bloque atlantista, cuyo dueño son los capitales asentados en Estados Unidos Europa y Japón, decidió que la historia se había acabado, que el dólar debía dominar las paridades y transacciones financieras en todo el mundo, que en adelante el poder concentrado en los territorios de Estados Unidos decidiría qué pasa y qué no pasa en el mundo, cuando ya parecía como dijera Hegel y luego lo panfleteara Fukuyama, que el fin de la historia había llegado, todos debían ir a besar la mano del gran padrino imperial asentado en Norteamérica como único capo de todos los capos, el capitalismo en su etapa superior el imperialismo. Pero lo que ocurre hoy, nunca se lo pudieron haber imaginado Marx y Lenin, en sus lúcidos cerebros, ver al capitalismo en su etapa superior engulléndose a sí mismo.
Ya agotados los recursos, tanto en Europa como en Estados Unidos, los capitales comienzan a emigrar hacia China y Rusia, en donde había y hay recursos naturales y mano de obra necesitada, preparada y disciplinada a muy bajo costo, y como vieron que era bueno, le dieron el santo y seña y vengan todos a emigrar, no en balsas, tripas de cauchos, sino en las más altas tecnologías de la primera clase del capitalismo, que siempre ha sabido que las oportunidades las pintan calvas, y ellos lo saben muy bien.
Mientras en Estados Unidos invierten un dólar y obtienen un centavo, en Asia invierten un centavo y obtienen diez dólares. Todos andaban felices, hasta que los capitales que no podían emigrar porque no podían ir a ofrecer producción y tráfico de drogas, especulación financiera, espectáculos, desinformación, producción y venta de armas; porque los capitales que emigraron fueron los que tenían que ver con el principio del capital, producir bienes, mercancía, que genere ganancias, impuestos, y por supuesto extracción de plusvalía a costos muy bajos en un mercado controlado.
No habían trascurrido veinte años cuando se comenzó a sentir que estos capitales emigrados habían rendido sus frutos, renaciendo estas dos grandes culturas milenarias, la china y la rusa, ambas ubicadas en los territorios de Eurasia. Esto ha traído como consecuencia que se enfrenten dos poderosas fracciones del capital, la fracción netamente especulativa, que entiende que el mundo les pertenece y que ese mundo debe obedecerle, que ese mundo ya no necesita Estados-naciones, patrias, ni valores, aunque sean ideológicos que los guíen, que ese mundo debe ser absolutamente individual, que ese mundo debe entrar en un caos controlado para de esta manera poder obtener beneficios sin tener que trabajar, convirtiendo a todo el mundo en su mina particular, sustentado en la prepotencia que da el poder de las armas, la manipulación desinformativa y la especulación financiera.
Este sector del capital tiene bases militares en casi todo el planeta, sus medios de desinformación están instalados en todo el mundo, sus mercancías se mueven por todo el orbe, pero estas se han reducido a drogas, espectáculos, información manipulada, especulación financiera, armas, empresas de mercenarios y unas pocas tecnologías de punta, ya superadas por los capitales asentados en China y Rusia.
Un oso fuerte y poderoso recorre los intersticios mentales de los líderes de Estados Unidos, Europa, Japón y otros rastreros en el planeta. El miedo y el odio se apodera de ellos y sus perros falderos, que trabajan afanosamente para tratar de vender a Rusia como la madre de la guerra y a Putin como el malo de la película y al pueblo ruso como un ciego seguidor. La única esperanza, creen tenerla, es que pueden convencernos a las grandes mayorías de que este oso terrorífico nos comerá a todos en todo el planeta, y que por ello debemos apoyarle como nuestro salvador, pero el capitalismo en su delirio no se percata de que somos zombis y que nos importa un carajo su destino, que hace mucho tiempo nos obligó a separarnos de él.