Mar. 26 Noviembre 2024 Actualizado 8:04 am

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Un F-35A arroja una pequeña bomba durante pruebas de armas (Foto: Lockheed Martin / Chad Bellay)

¿Rusia aparta la vista ante los bombardeos israelíes en Siria?

El jefe del Estado Mayor israelí, Aviv Kochavi, recientemente declaró que "Israel llevó a cabo 500 ataques aéreos contra Siria en 2020". Su predecesor, el general de división Ghadi Eisenkot, declaró en 2019 que "Israel ha llevado a cabo miles de incursiones contra objetivos iraníes en Siria en los últimos años". Si se toman en serio estas cifras, estas miles de incursiones habrían acabado con los ejércitos sirio e iraní que operan en Siria.

Sin embargo, la cuestión más crucial sigue siendo: ¿Cómo una pequeña organización como el Hezbolá libanés pudo imponer un marco de disuasión a Israel tras el asesinato de Ali Kamal Mohsin, un combatiente de Hezbolá, en Damasco, mientras que el ejército sirio, con sus fuerzas y capacidades de misiles, no pudo imponer ninguna ecuación de disuasión a Israel para evitar que sus aviones bombardearan objetivos dentro de Siria?

No cabe duda alguna de que Israel se está aprovechando de la presencia rusa en Siria, y de que está explotando su estrecha relación con Moscú para impedir que Damasco imponga ninguna disuasión que impida a Israel violar la soberanía del espacio aéreo libanés y sirio. La pregunta que se plantea entonces es: ¿está Rusia confabulando a favor de Israel?

En el verano de 2015, el presidente Vladimir Putin aceptó enviar sus tropas a Siria, tras una reunión privada de dos horas con el general de división Qassem Soleimani (asesinado por Donald Trump en Bagdad en 2020). Tras el inicio de la intervención rusa en la guerra siria, se produjo un cambio significativo en el comportamiento de Israel hacia Siria. Antes de 2015, los ataques israelíes eran muy tímidos. Se han intensificado considerablemente en los últimos años, especialmente después de que quedara claro que el ejército sirio había ganado, y que la mayoría de los territorios habían sido liberados y devueltos al control del gobierno de Damasco y sus aliados, a excepción del norte del país.

Desde el día en que Rusia decidió apoyar al gobierno de Damasco, aclaró a ambos aliados, Irán e Israel, que no tomaría parte en su conflicto mutuo y que no apoyaría a un bando en detrimento del otro. No obstante, en septiembre de 2018, la aviación israelí atacó posiciones del ejército sirio y escondió sus F-16 detrás de un IL-20 ruso mientras disparaba una andanada antiaérea siria. Quince miembros del servicio ruso murieron al instante. Esto enfureció al Kremlin, que reaccionó entregando las baterías antiaéreas S-300 al ejército sirio. Aunque Rusia entrenó a varias unidades sirias en el uso de los misiles antiaéreos rusos, ha impedido que los dirigentes sirios los utilicen contra los aviones israelíes que violan la soberanía siria.

No cabe duda de que la intervención rusa en Siria cambió rápidamente las tornas a favor del presidente Al-Assad y sus aliados, que llevaban años luchando sobre el terreno. Habían sido capaces de detener el avance de Al Qaeda y el ISIS hacia Damasco, y recuperar las principales ciudades, pero no lo habían conseguido en muchas zonas rurales. La intervención aérea rusa fue vital porque permitió que las fuerzas terrestres –las cuales Rusia no comprometió en Siria– avanzaran y recuperaran la geografía.

En las primeras etapas de la intervención, Rusia quería llegar a acuerdos con Estados Unidos sobre Siria, para detener la guerra y crear líneas de demarcación entre todos los beligerantes. El presidente Putin temía un estancamiento en Siria. Los recuerdos de la experiencia rusa de 1979 en Afganistán aún pesan en el Kremlin.

De cualquier modo, Estados Unidos rechazó cualquier acuerdo con Rusia, cuyo papel en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas resultó crucial para frenar cualquier intención de intervención militar estadounidense contra el presidente Assad. Irán advirtió que estaba dispuesto a librar una guerra regional si Estados Unidos intentaba cambiar el régimen sirio a través de Rusia. Esta guerra implicaría a Israel, Irak, Afganistán y Yemen. Rusia comprendió que no era el único actor en Siria.

Sin lugar a dudas, Rusia habría preferido ser el único actor importante en Siria. Irán tenía un enfoque diferente hacia el presidente Assad, y apoyaba sus decisiones independientemente de que estuvieran o no en armonía con los intereses iraníes.

Por mi experiencia personal en Siria durante los años de guerra, recuerdo un momento en el que Rusia estaba dispuesta a aceptar un acuerdo en Siria por el que el presidente sirio Assad hubiera sido depuesto. En cambio, Irán se ha negado a interferir en la presidencia siria o en sus asuntos internos. El presidente Al-Assad era para Irán una persona clave en el "Eje de la Resistencia", al cual Rusia no pertenece.

El ministro de asuntos exteriores ruso, Sergey Lavrov, declaró explícitamente que "Rusia no permitirá un conflicto israelí-iraní en suelo sirio". Sin embargo, el ministro de Asuntos Exteriores ruso no explicó cómo impediría que Israel realizara miles de incursiones en Siria.

Israel no logró expulsar a Irán de Siria a pesar de todos sus gritos y bombardeos

Antes de la intervención rusa, Israel no se atrevía a golpear a Siria, salvo cuando bombardeó en 2007 un enclave en Deir Ezzor, donde sospechaban que se pretendía construir un reactor nuclear. A día de hoy, Israel ha destruido más de la mitad de las 32 brigadas de misiles sirias, el equivalente a 170 batallones de misiles de defensa aérea sirios durante los años de guerra.

Israel pudo causar esta destrucción con la ayuda de los grupos yihadistas y de la oposición que apoyó contra el gobierno de Assad. Antes de 2011, el ejército sirio contaba con 450 emplazamientos de defensa aérea, lo que hacía que la infiltración israelí en el espacio aéreo sirio fuera cualquier cosa menos un juego de niños. Sin embargo, los mismos yihadistas y opositores sirios que después de 2011 afirmaron que querían liberar Siria destruyeron y desmantelaron la mayoría de esos emplazamientos, especialmente los que estaban en la línea del frente en el sur de Damasco y Quneitra. Estos yihadistas y grupos de la oposición nunca se dieron cuenta de que sus acciones expusieron el espacio aéreo sirio a los ataques de Israel. Gracias a los yihadistas y a los "rebeldes", sólo 75 de las 450 estructuras antiaéreas de Siria siguen siendo operativas. 

Rusia afirma estar tratando de lograr un equilibrio entre Israel e Irán en Siria.  Sin embargo, no ha logrado detener los ataques israelíes. Rusia ha entregado un gran número de misiles anti-interceptores que han derribado la mayoría de los misiles israelíes lanzados contra Siria. Además, ha informado habitualmente al mando militar sirio e iraní varias horas antes de que se produjeran los ataques israelíes, lo que ha permitido a estas fuerzas evacuar todo lo posible de los lugares y retirar los elementos humanos, disminuyendo el daño causado por los ataques israelíes.

Rusia considera que está creando un equilibrio al advertir a las fuerzas aliadas sirio-iraníes antes de los ataques, porque evita las víctimas humanas y la destrucción de capacidades militares sensibles. Irán, sin embargo, va más allá, insistiendo en reemplazar todos los misiles y equipos militares que Israel destruye.

En Siria, una fuente del ejército nos dice que "Israel pudo atacar mucho equipamiento militar y destruyó muchos hangares. Sin embargo, hay cerca de medio millón de hangares en Siria, que no contienen necesariamente armas y misiles iraníes. ¿Piensa Israel destruirlos todos? ¿Es capaz Israel de erradicar las fuerzas iraníes y sus aliados? ¿Se trata de un bombardeo propagandístico al servicio de (el primer ministro israelí) Netanyahu? ¿Intenta Israel atraerse la simpatía de los países occidentales para conseguir ayuda financiera?

No cabe duda de que Israel está tratando de demonizar a Irán, aunque la presencia de este país en Siria es a petición oficial del gobierno. Israel no logró expulsar a Irán de Siria a pesar de todos sus gritos y bombardeos. Hoy Irán ha establecido una presencia masiva en Siria –en Al-Mayadeen, Albu Kamal, Deir Ezzor, T3, Al-Sukhnah, Kajab, Palmyra y llegando hasta Homs– que antes de la guerra se le había negado, tanto a Irán como a otros aliados. Asimismo, se han establecido centros en Handarat, al norte de Alepo".

Prosigue:

"Israel comenzó a realizar maniobras defensivas por temor a que su enemigo avanzase y tomase posiciones en los territorios que ocupa, principalmente en el norte de Israel que limita con el sur del Líbano. Los esfuerzos estratégicos de Israel no han logrado impedir que Hezbolá se aprovisione de misiles de precisión iraníes. Tampoco ha logrado expulsar a Irán de Siria, incluso cuando ha disfrutado de cuatro años de apoyo ilimitado de la administración Trump y de una presencia rusa amistosa. Netanyahu se escondió bajo el manto de Putin para bombardear Siria. Aun así, Irán está en Siria para quedarse. Israel ha perdido tanto la batalla como la guerra. Puede seguir realizando su espectáculo aéreo, mientras Rusia no lo impida", concluyó la fuente.


Este artículo se publicó originalmente el 2 de febrero de 2021 en el blog de Elijah J. Magnier, la traducción fue realizada por Eli C Casas.

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