El 17 de noviembre, el New York Times dio a conocer que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, había autorizado que Ucrania utilizara misiles estadounidenses de largo alcance para atacar objetivos dentro de Rusia, lo que marcaría un giro de mayor agrevisidad y hostilidad en la política de Washington a poco meses de que concluya su mandato.
La autorización de la Casa Blanca permitiría a Ucrania utilizar el sistema de misiles balísticos ATACMS, abreviatura de Army Tactical Missile System (Sistema de Misiles Tácticos del Ejército), cuyo alcance de 300 es de kilómetros. Estos misiles balísticos, desarrollados por la empresa estadounidense de defensa y aeroespacial Lockheed Martin, fueron usados por primera vez como respuesta estratégica en la Operación Tormenta del Desierto de 1991.
Una vez que se dio luz verde, luego de que Kiev durante meses solicitara esta ayuda como medida desesperada ante el avance ruso, las autoridades ucranianas dijeron que los lanzamientos se producirían pronto contra guarniciones, centros logísticos y depósitos de municiones que habían estado fuera del alcance de su artillería.
Dos días después de la autorización el Ministerio de Defensa ruso informó que durante la noche las Fuerzas Armadas de Ucrania dichos misiles contra una instalación en la región de Briansk. De acuerdo con el reporte, cinco misiles fueron derribados y uno resultó dañado.
Asimismo, detalló que en la repulsión del ataque participaron los sistemas de defensa aérea S-400 y Pantsir, y se presume que el objetivo del ataque podría haber sido un objeto en Karachev, en la región de Briansk. Fragmentos de uno de los misiles "cayeron en el territorio técnico de una instalación militar y provocó un incendio que fue rápidamente extinguido". La cartera de Defensa rusa no reportó víctimas ni daños materiales.
Efectos a corto plazo
La decisión Biden generó reacciones inmediatas, así como una serie de pronunciamientos a favor y en contra; Hungría y Eslovaquia condenaron la acción y Polonia y Estonia la celebraron. También allanó el camino para que países como Gran Bretaña y Francia siguieran la misma línea de proporcionar armas similares para atacar a Rusia.
El mismo día que se autorizó el uso de los ATACMS, Francia dio a entender que ya había permitido a Ucrania el uso de sus proyectiles contra bases rusas. Desde mayo el presidente Emmanuel Macron había definido esta nueva política durante su visita de Estado a Alemania. En aquella oportunidad dijo que se le debería permitir a Kiev neutralizar las bases militares rusas desde donde se disparan los misiles "pero no deberíamos permitir que se alcancen otros objetivos en ese país". Todo indica que ahora radicalizará su postura.
El medio francés Le Figaro informó el 18 de noviembre que Londres y París autorizaron al gobierno ucraniano utilizar los misiles de largo alcance Storm Shadow/SCALP. Los Storm Shadow, desarrollados conjuntamente por Francia y Reino Unido (en Francia se llaman ‘SCALP’), son misiles de crucero sigilosos de la clase aire-tierra que tienen un alcance de más de 250 kilómetros. Desde el año pasado han sido suministrados a las Fuerzas Armadas de Ucrania.
Por su parte, Alemania reiteró que no enviará misiles de largo alcance a Ucrania a pesar de que el cambio de política del gobierno estadounidense recibió el apoyo automático de varios mandatarios. "El gobierno alemán no tiene intención de aprobar el suministro de misiles de crucero de largo alcance (los misiles misiles Taurus de fabricación alemana) a Ucrania para ataques dentro de Rusia", dijo el ministro de Defensa, Boris Pistorius, y añadió que decisión de Washington "no cambia nuestra evaluación en este momento".
Las respuesta rusa
El Kremlin se pronunció inmediatamente sobre el permiso de Biden a Kiev y en ese contexto el portavoz presidencial Dmitri Peskov declaró que el ataque a su país con misiles ATACMS significaba una nueva escalada de tensión y de implicación de Washington en el conflicto de Ucrania.
En ese sentido, apeló a la declaración de hace unos meses del presidente ruso, Vladímir Putin, cuando, en septiembre de este año, afirmó que, si se tomaba la decisión de permitir que Ucrania ataque territorio ruso con armas occidentales de largo alcance significaría que los países de la OTAN "están en guerra con Rusia"."Y si es así, con vistas a cambiar la naturaleza del conflicto, tomaremos la decisión adecuada en función de las amenazas que se nos planteen", aseguró.
Tras confirmarse que desde territorio ucraniano lanzaron misiles ATACMS contra una instalación en la región rusa de Briansk, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov afirmó que Kiev no habría podido atacar sin la participación y la ayuda técnica de Washington, y añadió que Occidente parece estar trabajando para intensificar el conflicto en Ucrania.
Lavrov se pronunció desde Brasil, donde se realiza la cumbre del G20, ocasión que aprovechó para denunciar que se está intentando poner en primer plano, sin éxito, la cuestión de Ucrania. "Ningún país de la mayoría mundial, del Sur Global, ha apoyado esta iniciativa", reiteró.
Según el ministro de Asuntos Exteriores, Rusia y sus socios de los países en desarrollo insistieron en que el texto [de la declaración final de la cumbre del G20] se dedique a "todos los conflictos, a la necesidad de resolver todos y cada uno de los conflictos que se están produciendo en el planeta hoy en día, en primer lugar en Oriente Medio". "En el documento hay una cláusula sobre Ucrania, con la que estamos de acuerdo, porque lo más importante es el llamamiento a un diálogo justo y racional sobre la paz sobre bases realistas", subrayó Lavrov.
En cuanto al derecho que tiene Rusia de defenderse, exhortó que Occidente debería examinar de cerca la doctrina nuclear enmendada de Moscú, que entró en vigor este 19 de noviembre luego de que el presidente Putin la firmara.
La doctrina nuclear rusa establece que Moscú tiene la opción de desplegar sus armas de destrucción masiva si es atacada por un Estado no nuclear que esté respaldado por un Estado nuclear. La doctrina también puede activarse si Rusia o sus aliados, en particular Bielorrusia, son atacados con armas convencionales de una manera que amenace su soberanía o integridad territorial.
La aprobación del uso de armas estratégicas por parte de Biden ocurre luego meses de muchos reveses militares para Ucrania en la línea del frente sin posibilidades de revertir esa situación, sobre todo por la incapacidad de reclutar y entrenar tropas que sustituyan las miles de bajas de este año. Durante meses el gobierno de Zelenski vivió la frustración de la negativa de la Casa Blanca a conceder permiso para ataques de largo alcance en territorio ruso.
Para algunos expertos militares consultados por New York Times se trata de una estrategia para prolongar el conflicto justo ahora que Trump es escéptico respecto de continuar la ayuda estadounidense a Ucrania y ha dicho que quiere lograr, aunque no ha dicho cómo, una rápida resolución de la guerra.
Matthew Savill, director de ciencias militares del Royal United Services Institute, una organización británica de investigación de defensa, señala que los ucranianos necesitan convencer a la administración entrante de Estados Unidos de que todavía vale invertir en esa guerra, por lo que la maniobra está destinada “dejarle un problema sin resolver" a Trump y reducir las opciones de negociación.
El éxito de este plan depende de varios factores: con cuántos misiles de largo alcance cuenta Ucrania y cómo será el suministro de municiones, cuál es la capacidad de inteligencia militar para encontrar la ubicación de los objetivos rusos y, sobre todo, si habrá capacidad para frenar una ofensiva rusa a gran escala.
Otro factor a destacar son las capacidades rusas para hacerle frente a los ataques con los ATACMS. Los bombardeos de este 19 de noviembre contra la región de Briansk demuestra que Moscú cuenta con sistemas de defensa eficientes como el Buk-M2, Buk-M3 y Tor-M2 que interceptaron con éxito los misiles estadounidenses, dijo Alexei Leonkov, un veterano analista militar ruso, a Sputnik.
Con el actual panorama resulta difícil pensar que la decisión de Biden, a dos meses para que concluya su mandato, pueda realmente cambiar el curso del conflicto, hoy favorable a Rusia desde todo punto de vista. Para algunos "la decisión llegó" demasiado tarde y, además, el suministro general de ATACMS es escaso y es probable que no marquen la diferencia.