De acuerdo a los datos electorales, y en ausencia de movimientos de impugnación electoral del Partido Demócrata, el candidato del Partido Republicano, Donald Trump, ha sido reelecto presidente de Estados Unidos luego de una campaña que, sin dudas, ha sido un hito en la política nortamericana.
Él sería el primer presidente reelegido en ese país luego de haber perdido el cargo en el proceso anterior. Con tres postulaciones a la máxima magistratura, logra imponer el récord único de alzarse como líder político conservador desde el año 2016.
Los resultados comiciales arrojan —hasta ahora— que el candidato republicano consiguió 277 colegios electorales, siete más de los que necesitaba para lograr la victoria. Con más de 71 millones 500 mil votos, ha superado a Kamala Harris en el voto popular, equivalentes al 51%.
Trump obtuvo la mayoría del voto popular a favor de un candidato de la tolda conservadora, 20 años después de que lo hiciera George W. Bush.
La victoria del Partido Republicano es, además, abarcante: ganó la mayoría de las gobernaciones en disputa, el Senado y la Cámara de Representantes. El partido ya dominaba el Supremo estadounidense, lo que ahora le permite a Trump consolidar un poder que le garantiza, formalmente, un control inédito sobre el país.
RESULTADOS TERRITORIALES
La victoria del republicano en los estados pendulares, como se esperaba, definió la contienda. Se ha alzado con victorias definitivas o preliminares en los estados de Wisconsin, Pensilvania y Michigan, que son parte del "cinturón del óxido", el otrora corredor industrial, ahora paisaje deslocalizado y deprimido socioeconómicamente en el centro-oeste de la nación norteamericana.
Ha triunfado, también, en el "cinturón de la Biblia", constituido por los estados del sureste, incluidos Georgia y Carolina del Norte, que de igual manera formaban parte de los estados pendulares claves en la elección.
Aun con datos preliminares, Trump seguramente se erigirá como ganador en Arizona y Nevada, lo que sumaría la totalidad de este tipo de estados en disputa.
RESULTADOS SECTORIALES
Trump ha obtenido nuevos hitos para un candidato del Partido Republicano en cuanto al voto sectorial por género, raza y grupos de edad, muy importante para un país como Estados Unidos donde las tendencias electorales suelen segmentarse en torno a estos factores.
Un estudio analítico-electoral a boca de urna difundido por la cadena NBC arrojó datos relevantes en este sentido:
a) Por género
Según los números, 43% de los apoyos de Harris serían hombres frente a 54% de mujeres que la prefirieron.
En el caso de su contendiente ocurrió el fenómeno contrario: 54% de sus votantes son hombres frente a 44% de mujeres.
Estas cifras coinciden con estimaciones previas a los sufragios. Harris intentó proyectarse como un referente para ese sector. Desde la vicepresidencia promovió la defensa de los derechos sexuales y reproductivos, intentando traccionar el apoyo de mujeres liberales.
Entretanto, el republicano se presentó a sí mismo como un promotor de los valores de la masculinidad tradicional y logró instrumentalizar en su campaña los códigos "antiwoke", especialmente en su propuesta conservadora de contener la "ideología de género".
Claramente, ambos candidatos lograron construir una brecha de género, es decir, lograron atraer votos entre electores identificados por este aspecto.
B) Por identidad racial
En este sector los datos comienzan a ofrecer tendencias muy llamativas. Según otras encuestas, 43% de los blancos votó por Harris frente a 55% que se decantó por Trump.
Este indicador resultó ser determinante ya que 58% de la población estadounidense es blanca, lo que inclinó electoralmente la balanza de manera favorable hacia la candidatura republicana. Es un elemento central que contribuyó a la victoria en estados disputados.
En cuanto a los latinoamericanos, 53% se decantó por los demócratas frente a 45% que optó por el empresario estadounidense. Esto es relevante dado que ese grupo es ahora la primera minoría en Estados Unidos, con 19% de la población, cuyo voto cobra un peso superior al que siempre han tenido en la historia.
Si bien Harris consiguió la mayoría del voto latinamericano, este resultó insuficiente. De hecho, Trump ha conseguido los mejores resultados entre esta población para un abanderado del Partido Republicano en unas jornadas presidenciales.
Entre la población afroamericana, que representa 12% de la población estadounidense, la diferencia es abismal. 86% depositó su confianza en Harris frente a 12% que apostó por el magnate. Sin embargo, esto no definió la contienda en los estados claves.
Otras minorías raciales también favorecieron a Harris. Pero la excesiva segmentación identitaria del voto terminó favoreciendo a Trump por el peso demográfico y estadístico de la mayoría blanca. Los demócratas no lograron posicionar al republicano como un "racista", tal como lo habían logrado en los comicios anteriores.
C) POR GRUPO DE EDAD
La mayoría de los votantes de Harris tiene entre 18 y 29 años, mientras que el grueso de los votantes de su opositor tiene entre 45 y 53 años. Por segmentos, el conjunto de entre 30 y 44 años escogió en un 51% a Harris frente a 45% que eligió a Trump.
Entre los que tienen entre 45 y 64 años, 45% se decantó por la primera y 53% por el otro.
Por último, los mayores de 65 años optaron en un 50% por los demócratas frente a 49% que votó por el magnate.
D) Por nivel de formación académica
En cuanto al nivel de estudios, 57% de universitarios prefirió a los demócratas frente a 40% que optó por los republicanos.
En el caso de los participantes sin estudios superiores, es decir, la mayoría de los estadounidenses, 43% eligió a Harris frente a 55% que votó por Trump.
otras VARIABLES POLÍTICAS DE PESO
En esta jornada electoral ocurrieron varios fenómenos claves que eran previsibles y sintomáticos del estado actual de la política de Estados Unidos.
En primer lugar, Trump ganó posicionando en el centro las preocupaciones la situación de la economía, signada por alta inflación, encarecimiento del crédito y precarización laboral.
De acuerdo con un estudio de Gallup publicado el 9 de octubre, reseñado por la BBC, la economía destacaba como el principal tema de esos comicios, importante para 9 de cada 10 consultados.
Otro estudio de Pew Research coincidió en señalar que lo económico fue el eje temático central de esta campaña. 81% de los votantes registrados en la investigación dijo que era "muy importante" para su decisión en estos sufragios.
Según Gallup, 54% de los votantes cree que Trump puede manejar mejor la economía que Harris, y es evidente que el candidato logró capitalizar el asunto como vector político.
El tema "inmigración" también fue un elemento decisivo de la campaña de Trump. Un estudio del New York Times determinó que el "problema" de los inmigrantes preocupaba a 70% de los blancos, 33% de los latinoamericanos y a 40% de la población negra.
El aspecto de la los derechos sexuales y reproductivos, despenalización del aborto o su prohibición fue relevante en algunos estados. A la par de la elección se sometieron a votación enmiendas constitucionales y estatales sobre este asunto en diez estados, entre ellos Nevada y Arizona.
Harris logró capitalizar apoyos en torno a esto en varios lugares. Las propuestas para ampliar la despenalización del aborto ganaron en siete de los diez estados, incluida Nevada y Arizona. Hubo voto cruzado, ya que los electores se decantaron a favor de esos derechos, pero al mismo tiempo apoyaron al republicano.
El patrón que arroja esta información es que el movimiento político que ha llevado a Trump nuevamente a la Oficina Oval no es republicano en términos clásicos. El partido no ha sido el factor central en esta experiencia electoral: lo fue el candidato y su oferta política.
Las propuestas de Trump resultaron atractivas para el contexto actual de su país. Puso en el centro la aspiración colectiva a una mejor economía revitalizando las promesas del "American Dream" y el "Make América Great Again", tal como lo hizo en sus candidaturas anteriores.
Pero además su triunfo incorpora matices antiinmigrantes y antiprogresistas a ultranza como parte de un mayor desarrollo de la guerra cultural.
Esto alude a que el modelo ideológico "woke" de relaciones sociales (diversidad sexual, teorías de género a ultranza, feminismo y el "crisol" racial por la inmigración) perdió asidero como oferta política y como vehículos de las políticas públicas ejecutivas y legislativas en Estados Unidos.
Trump es rasgo de un fenómeno político superior, que habla de la existencia de una oleada consevadora real, de largo aliento.
Pero además es intergeneracional, policlasista y ya no está representada únicamente por los blancos. Los latinoamericanos, especialmente, y una parte de la comunidad afroestadounidense, comparten con Trump visiones concretas sobre los temas relevantes (economía, migración y antiprogresismo woke, en ese orden de importancia).
Estos elementos parecieran certificar la existencia del llamado, si se quiere, "trumpismo" como hecho político transversal y fuerza con cualidades propias. Asimismo se erige como un conglomerado político que, para esta elección, se nutrió de aspiraciones concretas de grandes capas sociales, aunado a un descontento político acumuado por las gestiones erráticas de la administración demócrata saliente.