Mié. 18 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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La crisis del proyecto moderno se agudiza en medio de una gran confrontación geopolítica (Foto: Ilustración de Michelle Thompson / Prospect Magazine)
¿Por qué se derrumban nuestros valores democráticos liberales?

Los límites de la razón, el individualismo y la moral laica

La razón, el individualismo y el laicismo son componentes importantes del desarrollo civilizatorio, aunque no son los únicos. Por tanto, el punto central de los debates sobre el desarrollo de la civilización deberían ser los límites de la razón. ¿Es el pesado equipaje premoderno el que frena el desarrollo o es el pilar fundamental de la civilización, ya que no se pueden trascender los instintos primordiales de la naturaleza humana?

Entre lo moderno y lo premoderno

La relación entre lo moderno y lo premoderno es la cuestión principal a la hora de explorar el tema del desarrollo sostenible de la civilización. Este desarrollo, ¿implica que lo moderno sustituya progresivamente lo premoderno o que la modernidad se construya sobre los sólidos cimientos de sí misma?

En la era premoderna, la sociedad se organizaba sobre la base de la religión, la cultura y la tradición para sostener la identidad de grupo y la conciencia colectiva. En cambio, la modernidad se caracteriza principalmente por la razón y el individualismo, que surgieron con la Ilustración, la Revolución Industrial y las revoluciones políticas liberales.

El liberalismo tiende a considerar el desarrollo civilizatorio como la sustitución de lo premoderno por lo moderno. La razón sustituye lo instintivo, y el individualismo lo comunitario. John Stuart Mill advirtió contra el "despotismo de la costumbre" ya que la cultura y las tradiciones son una autoridad externa que impone limitaciones al individuo. Así, el liberalismo suele despreciar la tradición como democracia para los muertos porque las generaciones anteriores adquieren una influencia intrusiva sobre el presente.

Sin embargo, a la hora de construir una sociedad basada en la razón, hay que reconocer que los seres humanos están divididos entre la razón y el instinto, habiendo evolucionado este último a lo largo de decenas de miles de años y no pudiendo ser trascendido. Como reconocía Sigmund Freud: "La mente primitiva es, en el pleno sentido de la palabra, imperecedera". El principal instinto de la naturaleza humana es organizarse en grupos en búsqueda de seguridad y sentido, fundamento de una civilización próspera. Desde esta perspectiva, la modernidad solo puede existir y prosperar si está firmemente arraigada en lo premoderno.

Émile Durkheim observó durante la industrialización de Francia en el siglo XIX que la creciente prosperidad se correlacionaba con el aumento de los suicidios. Del mismo modo, ¿cómo explicar que el Estado más desarrollado del mundo en la actualidad, Corea del Sur, tenga la tasa de natalidad más baja del orbe, una de las tasas de suicidio más elevadas, y que el Estado intente combatir la soledad y la crisis de pérdida de sentido de la sociedad? Lo moderno ha agotado lo premoderno. Al igual que una estrella, las civilizaciones suelen brillar más cuando la decadencia ya ha comenzado.

Los excesos del liberalismo

En la cuna de la civilización europea y de la democracia, Platón y Sócrates advirtieron que las sociedades libres serían cada vez más libres con el paso del tiempo. Se trataba de una advertencia debido a que la libertad implicaba que el individuo se liberara gradualmente de toda autoridad externa y de las jerarquías que sustentaban la sociedad. La libertad en su forma más pura colapsaría la sociedad y sustituiría la democracia por la tiranía.

Alexis de Tocqueville también se refirió a la libertad y al individualismo como la ruptura de la "cadena" que unía a todas las personas en la sociedad premoderna, ya que el individuo trataría de liberarse de la cultura, la familia y la fe. En la victoria de la libertad, argumentaba Tocqueville, el individuo se "encerraría por completo en la soledad de su propio corazón".

Sin embargo, consideraba que la democracia estadounidense tenía éxito porque el espíritu de libertad coexistía con el espíritu de religión y estaba equilibrado por este. No obstante, creía que el balance entre lo premoderno y lo moderno era frágil ya que la libertad, como ideología revolucionaria, se liberaría con el tiempo de lo premoderno, como la religión.

El éxito del Estado-nación liberal refleja un equilibrio similar entre lo premoderno y lo moderno. El Estado-nación se basa en gran medida en el legado de lo premoderno, como construcción política formada sobre la base de un parentesco, una historia, una cultura, una tradición y una fe compartidos. El Estado-nación se convirtió en un recipiente poderoso y resistente para que los países occidentales desarrollaran sociedades liberales basadas en la razón y el individualismo.

Este contraste o equilibrio fue la receta para el éxito del desarrollo civilizatorio. Aunque, como Platón y Tocqueville habían advertido, con el tiempo el liberalismo gravitaría hacia la victoria al desvincularse del Estado-nación y así destruirse a sí mismo.

El liberalismo es una ideología de liberación, por lo que prosperó en oposición a sistemas anticuados como la monarquía. Sin oposición, el liberalismo puede independizar la sociedad de las estructuras sociales en las que se apoya. El politólogo John Herz escribió en 1950 que el idealismo internacional "paradójicamente [tiene] su momento de grandeza cuando sus ideales no se cumplen, cuando se opone a sistemas políticos anticuados y la marea de los tiempos lo impulsa hacia la victoria. Degenera en cuanto alcanza su objetivo final; y en la victoria muere".

El divorcio contemporáneo del liberalismo con el Estado-nación representa el rechazo del individuo a toda imposición por parte de la autoridad externa. La moral objetiva es sustituida por el relativismo moral, el Estado laico transita hacia el laicismo radical a medida en que el cristianismo es cada vez más purgado de la sociedad, la cultura unificadora es sustituida por el multiculturalismo, la familia como institución más importante se desintegra, y el individuo busca ahora incluso liberarse de las realidades biológicas con la actual ideología de género. A medida en que el individuo se identifica cada vez más solo consigo mismo, se produce una combinación tóxica de narcisismo y nihilismo que plaga la cohesión social.

El equilibrio entre los derechos y los deberes de los ciudadanos se derrumba con consecuencias imprevisibles ya que la moral y el sentido derivan en gran medida del sentido del deber para con el grupo. El liberalismo político nació en la Revolución Francesa bajo el lema de "libertad, igualdad, fraternidad", pero el ethos comunitario de la fraternidad rara vez se reconoce ya como condición para que sobrevivan los ideales liberales. La Revolución Francesa introdujo tanto el nacionalismo como la democracia debido a que la nación se convirtió en un recipiente robusto para promover los derechos del individuo. ¿Puede y debe el liberalismo divorciarse cada vez más de las influencias externas de la nación?

La cultura representa las raíces que sostienen a las civilizaciones porque une el grupo, vincula a las personas con un pasado compartido, y es también lo que merece la pena transmitir a la siguiente generación. Max Weber advirtió que la racionalización de la cultura crearía una crisis ya que lo que transmitimos a la siguiente generación suele basarse en lo divino y permanente, y rara vez en la razón.

Las pinturas de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina han sido un pilar cultural durante siglos y han contribuido al desarrollo de la civilización. Si Miguel Ángel hubiera nacido en la época actual, dedicada únicamente a la razón, probablemente habría utilizado sus dotes artísticos en una burda actividad comercial como la publicidad, sin ninguna aportación a la sociedad. ¿Qué produce hoy nuestra cultura que pasará a definir y unificar las generaciones futuras?

¿Es sostenible la moral laica?

La moral laica se refiere a aquella que está al margen de las tradiciones religiosas. Se suele afirmar que Occidente ha sustituido el cristianismo por la nueva religión del humanismo. La sustitución de la religión por la ley se considera un progreso civilizatorio.

El argumento contrario es que el laicismo conduce al relativismo moral. La religión proporciona verdades permanentes y autoridad divina como fundamento de una moral unificadora. Cuando Friedrich Nietzsche se refirió al auge del secularismo como la "muerte de Dios", advirtió que provocaría el colapso de los valores morales tradicionales ya que las verdades morales perderían su fundamento.

Como resultado, surgiría el relativismo moral porque careceríamos de verdades morales absolutas. Este fue también un tema popular de Fiódor Dostoyevski, expresado de forma célebre en Crimen y castigo, en el que los excesos de la razón convencían al protagonista Rodion Raskolnikov de que incluso el asesinato podía considerarse moral si la riqueza de una anciana malvada podía destinarse a obras de caridad para mejorar el mundo.

Nuestras leyes y principios humanitarios se construyeron sobre la base de verdades religiosas que son eternas y universales. Desarraigando las raíces religiosas, ¿puede el humanismo existir de forma independiente? Por ejemplo, la oposición moral al aborto se basaba en el valor del niño no nacido, que desde entonces ha sido cuestionado con éxito por el derecho de la mujer a interrumpir el embarazo. La protección del niño se ve igualmente mermada ya que, por ejemplo, se permite la esterilización de niños para acomodarla a los derechos o sensibilidades de la ideología de género.

¿Dónde está la verdad y la autoridad eternas y unificadoras? La aparición de la "moral woke" parece ser un claro indicio de una moral que está en directa rivalidad con la más tradicional. Además, como estas cuestiones se enmarcan en ella, hay muy poca tolerancia hacia la disidencia, lo cual es profundamente problemático ya que la tolerancia es la condición clave del liberalismo.

El colapso de los valores democráticos liberales

Cuáles son los valores más sagrados de las democracias liberales: nuestras sociedades se definen en gran medida por la moral secular del humanismo, definida por los derechos humanos, la libertad de expresión, la democracia y la paz. Sin embargo, ¿hasta qué punto son sólidos y duraderos los valores sagrados bajo el relativismo moral?

En Alemania, la policía golpea ahora a manifestantes por protestar contra el genocidio, tachando las protestas como "antisemitas". En Francia, el director general de Telegram fue detenido por negarse a acatar las exigencias de censura bajo el argumento moral de que la "moderación de contenidos" es necesaria para luchar contra la delincuencia.

En Gran Bretaña, la libertad de expresión, la libertad de reunión y la libertad de protesta se han criminalizado para luchar contra el "odio" sin una definición clara ni una aplicación coherente de las leyes.

La OTAN argumenta que las armas son el camino hacia la paz en Ucrania, mientras que la UE castiga abiertamente a los Estados miembros que intentan restablecer la diplomacia y reanudar las negociaciones con Rusia ya que esto, supuestamente, apacigua y envalentona a Rusia.

Se permite el castigo colectivo bajo el vago supuesto de que toda la población contribuye en cierta medida económica o culturalmente a la "maquinaria bélica de Putin". De este modo, Alemania defiende moralmente incluso la confiscación de las pertenencias privadas de los turistas debido a su nacionalidad.

Prácticas impensables como legalizar el robo de los fondos soberanos de una nación se permiten bajo el pretexto de ayudar a la víctima. En Estados Unidos, el Partido Demócrata argumenta que la democracia sólo puede preservarse votando por su candidato, e incluso saboteando a los de su propio partido, ya que los nuevos líderes deben ser seleccionados por una élite bienintencionada y no elegidos por el público desinformado.

Nuevamente en Alemania, las élites político-mediáticas están debatiendo abiertamente la necesidad de prohibir por completo el principal partido de la oposición, basadas en que supuestamente no se ajusta a los valores democráticos liberales. El humanitarismo ya no limita el uso de la fuerza sino que la utiliza para legitimar el uso de ella y eximir a Occidente del cumplimiento del Derecho Internacional.

Es evidente que los argumentos morales esgrimidos en la sociedad y por nuestros dirigentes políticos no tienen ningún fundamento sólido ni están vinculados a nada permanente. Se puede poner cualquier cosa en las leyes, pero sin un fundamento moral compartido estas dependerán excesivamente de la coerción. Dado que nuestros valores más sagrados están ahora en entredicho bajo el nuevo relativismo moral, ¿deberíamos cuestionar la durabilidad de la moral secular en cuanto a su capacidad para sentar las bases de una sociedad cohesionada?


Este artículo fue escrito por Glenn Diesen, publicado en inglés en la página Glenn's Substack el 27 de agosto, y fue traducido para Misión Verdad por Spoiler.

Glenn Diesen es profesor de la Universidad del Sureste de Noruega (USN) y editor asociado de Russia in Global Affairs. Su investigación se centra en la geoeconomía, el conservadurismo, la política exterior rusa y la Gran Eurasia.

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