La actual campaña de bombardeos genocidas de Israel contra Gaza ha ido acompañada, como era de esperar, de una intensa propaganda en los medios de comunicación destinada específicamente a justificar su violencia asesina ante el público occidental.
Junto a la espuria historia de que "Hamás decapita bebés", ampliamente difundida y que se sigue repitiendo sin la menor prueba más allá de la palabra de un colono sionista extremista, un componente clave de la guerra propagandística que libran tanto los medios de comunicación como la clase política de Israel y las principales naciones occidentales unidas tras ella, es el intento de presentar a Hamás como un equivalente al ISIS.
Esta formulación no es nueva: el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció ante la Asamblea General de la ONU en 2014 que "Hamás es el ISIS e ISIS es Hamás", pero hasta ahora ha sido un tropo claramente destacado de la respuesta a la Operación Diluvio de Al-Aqsa y se ha propagado repetidamente, incluso en mensajes promocionados en las redes sociales y en anuncios de YouTube.
Tras la operación, The Jerusalem Post declaró que "Hamás es un ISIS palestino". Un portavoz estadounidense calificó a Hamás de cometer "salvajadas del nivel de ISIS".
En el Reino Unido la ministra de Interior, Suella Braverman, publicó un escalofriante video en Twitter/X en el que afirmaba que Hamás era culpable de "antisemitismo medieval" y que con sus métodos se había revelado “igual al ISIS”, mensaje que repitió a continuación el primer ministro británico, Rishi Sunak, quien calificó la operación de Hamás de "pogromo".
Netanyahu fue más allá y declaró que Hamás era, de hecho, "peor que ISIS", mientras que su matón ministro de Defensa, Yoav Gallant, dijo: "Borraremos de la faz de la Tierra a esta cosa llamada Hamás, el ISIS de Gaza".
El Secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, se hizo eco de Netanyahu: "Sé mucho sobre el ISIS y lo que Hamás ha hecho es peor de lo que vi con el ISIS".
Mentira peligrosa
Convenientemente para los fines de esta falsa narrativa, el ejército israelí afirmó de manera inverosímil haber encontrado una bandera del Estado Islámico en uno de los asentamientos dentro de la Palestina histórica, que estuvo brevemente en manos de combatientes palestinos.
Los relatos de sobrevivientes que contradicen directamente la imagen propagada de sanguinarios combatientes de Hamás que violan y matan indiscriminadamente a civiles son, por supuesto, ignorados de manera sistemática por los principales medios de comunicación, al igual que la negación rotunda por parte de funcionarios de Hamás de que el grupo tenga como objetivos a civiles.
Lo que los diversos aspectos de esta campaña engañosa pretende transmitir es la peligrosa mentira de que Hamás —a menudo usada para referirse tácitamente a todos los palestinos, si no a los árabes o musulmanes en su conjunto— son salvajes bárbaros más allá de todo razonamiento y lógica.
Al hacerlo, el uso de una enorme violencia por parte de Israel contra ellos, por brutal e indiscriminada que sea, se justifica como la única opción que tiene, un Estado ostensiblemente civilizado y "democrático" obligado a tomar medidas brutales debido a la naturaleza retrógrada e intransigente de los enemigos a los que se enfrenta.
Esto se consigue en parte refiriéndose constantemente a que Hamás asesina a "judíos" y presentando la situación como un antiguo conflicto religioso, lo que oculta deliberadamente la realidad del colonialismo de los sionistas. La posición de Hamás al respecto es clara, como proclamó el grupo en 2017: el "conflicto es con el proyecto sionista, no con los judíos a causa de su religión". Hamás no libra una lucha contra los judíos porque lo sean, sino que libra una lucha contra los sionistas que ocupan Palestina. Sin embargo, son los sionistas quienes identifican constantemente el judaísmo y a los judíos con su propio proyecto colonial y su entidad ilegal.
El éxito de la estratagema de Israel se debe a que es capaz de aprovechar los muchos años de condicionamiento islamófobo de la sociedad occidental, así como el dominio de larga data de las narrativas antipalestinas y prosionistas en la corriente cultural dominante.
El análisis de Ghassan Kanafani en su obra de 1967 Sobre la literatura sionista sigue siendo pertinente: "La campaña mediática de Israel (…) no es una mera incursión pasajera; se trata de una conquista sobre terreno trillado, golpeando profundamente en la conciencia de un público que ha sido engañado durante mucho tiempo (…) Un proceso de desinformación cultural de lo más grotesco".
Esta técnica también recuerda la forma como los enemigos oficiales de Estados Unidos son rutinariamente demonizados como iguales o peores que Hitler, líderes ostensiblemente trastornados con los que cualquier negociación o apaciguamiento es imposible y moralmente indefendible.
En este contexto, quienes intentan contrarrestar esta narrativa son condenados inmediatamente como "apologistas" y se considera que han perdido la superioridad moral de una forma que acalla e intimida a las voces discrepantes.
Grandes sectores de la izquierda occidental expresan solidaridad con Palestina de forma generalizada y abstracta, sobrevalorando la importancia de su propio papel, y simultáneamente rechazando a los grupos que actualmente combaten -y mueren- por eso. https://t.co/sulRxngXdk
— MV (@Mision_Verdad) October 24, 2023
Espejito, espejito
Como todos los temas de conversación de la propaganda sionista, la amalgama de Hamás con el ISIS es, por supuesto, totalmente inexacta y muy engañosa, además, como tanta propaganda imperialista y colonialista es también un caso de proyección psicológica.
Contrario a estas frenéticas afirmaciones, Hamás ha sido en realidad un firme opositor al ISIS y participó en un sangriento conflicto de años de duración contra este y otros grupos afines que habían conseguido un pequeño asidero de apoyo en Gaza. Como informó el Financial Times en 2015, Hamás se movilizó para "acabar" con el ISIS en Gaza al detener a varios presuntos miembros.
Posteriormente, el ISIS "declaró la guerra a Hamás" y los tachó de "apóstatas" por, entre otras cosas, la participación del grupo en elecciones democráticas y sus relaciones amistosas con Irán y la comunidad cristiana palestina.
Durante este conflicto, el ISIS llevó a cabo actos característicos de extrema violencia contra objetivos de Hamás, entre ellos la ejecución grabada de un hombre que presuntamente traficaba con armas para el grupo y la muerte de tres policías de Hamás en un atentado suicida con una bomba.
Una ironía especialmente enferma de que Israel aproveche de este modo el miedo de la opinión pública occidental a los bárbaros terroristas "islamistas" es que, cuando así convenía a sus intereses estratégicos, Israel apoyó activamente a esos grupos en Siria.
De hecho, el mortífero conflicto de Hamás con el ISIS contrasta notablemente con la postura de Israel y Occidente hacia ellos, Al-Qaeda y otros grupos comparables, a los que armaron, financiaron y apoyaron encubiertamente durante años en su guerra delegada (proxy war) contra el gobierno sirio.
Para que no se olvide, la predecesora de Braverman como ministra de Interior del Reino Unido, Priti Patel, se vio obligada a dimitir de un cargo ministerial anterior en 2017 por mantener encuentros secretas y no autorizadas con funcionarios israelíes en las que ofrecía desviar el dinero de la ayuda del Reino Unido para financiar hospitales militares israelíes que entonces trataban a miembros de Al-Qaeda que luchaban en Siria, combatientes con los que Netanyahu llegó a reunirse como parte de una campaña mediática.
Resulta revelador que en uno de los incidentes más inquietantes que han tenido lugar en Siria en la última década —que ilustra de manera exacta el tipo de violencia desquiciada de la que Israel está presentando actualmente a Hamás como culpable— la víctima fue un joven palestino, Abdullah Tayseer Al Issa, decapitado ante las cámaras por miembros de la brigada Nour al-Din al-Zenki, un grupo armado y financiado por Estados Unidos.
Además, aunque las afirmaciones ampliamente repetidas de que "combatientes de Hamás violaron a mujeres" no están verificadas, está bien documentado que la tortura sexual de detenidos palestinos por parte de las autoridades israelíes es "sistémica" e incluye acoso sexual verbal, desnudez forzada y agresión sexual física.
Estos abusos sexuales se extienden también a los niños palestinos secuestrados por las fuerzas israelíes.
Del mismo modo, aunque la afirmación de que Hamás decapitó a bebés sigue sin verificarse, la decapitación de múltiples niños palestinos en Gaza —solo algunos de los cientos de asesinados por las bombas de Israel en las últimas dos semanas—, ya ha sido confirmada por el desgarrador relato de un testigo presencial, una periodista de CGTN.
James Baldwin alguna vez señaló: "Lo que ves en los demás es lo que ves en el espejo (…) Todo el mundo sabe, o todo escritor sabe (…) que no importa lo que esté describiendo, me estoy describiendo a mí".
La descripción rutinaria que hace Israel de Hamás como unos torturadores bárbaros y sádicos pone de manifiesto las palabras de Baldwin.
Louis Allday es un escritor e historiador radicado en Londres. Es el editor y fundador de Liberated Texts.
Este artículo fue publicado originalmente el 18 de octubre de 2023 en The Electronic Intifada, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Camila Calderón.