La visita de la subsecretaria de Estado interina, Victoria Nuland, a Níger podría considerarse como una traición a Francia. Y la razón por la que se ve esta acción como una puñalada por la espalda se debe a que el país europeo teme que Estados Unidos reconozca tácitamente el gobierno transitorio dirigido por militares, a cambio de que se le permita conservar sus bases.
Si esto se concreta, Estados Unidos reemplazaría proactivamente el papel de seguridad de Francia en el Sahel con miras a adelantarse a Rusia, que ya tiene presencia en el continente africano con contratos de seguridad e inversiones estratégicas en varios países.
En el Sahel ha ido creciendo el sentimiento antifrancés. Francia ha ido perdiendo influencia en los países africanos que alguna vez fueron su colonia, razón por la cual cerca de 90 senadores de ese país le escribieron una carta abierta al presidente Emmanuel Macron en reclamo por el fin de la Françafrique, término usado para denotar la relación del país europeo con sus antiguos dominios de la región.
Estados Unidos calcula que el paulatino rechazo a los franceses podría devenir en su expulsión total del continente y el posterior vacío de seguridad, que probablemente sería llenado por Rusia. El repudio al antiguo colonizador parece un proceso irreversible, aun cuando haga uso de la fuerza, bien sea directamente o a través de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao).
No es la primera vez que Francia es traicionada por Estados Unidos, pues hace un par de años el país europeo tenía un acuerdo para construir 12 submarinos a Australia y este decidió concretar el pacto con Estados Unidos en el marco de la alianza Aukus. El contrato australiano-francés estaba valorado en 56 mil millones de euros y surgió de unas conversaciones en 2014.