Los incendios ocurridos desde hace un mes al oeste de Estados Unidos han dejado trágicas consecuencias y pérdidas económicas, además han evidenciado la poca coherencia en el discurso de los candidatos presidenciales y la deficiente capacidad de adaptación que existe en ese país ante los efectos del cambio climático.
Esto se agrava cuando el gobierno federal, liderado por Trump, niega este fenómeno, emergen las divergencias al respecto y, por tanto, las poblaciones afectadas quedan en medio de ellas.
Una combinación detonante y letal: vientos, rayos, calor y sequía
Mientras del otro lado del país norteamericano, en el Atlántico, se hacen presentes hasta cinco ciclones tropicales, en la costa pacífica de Estados Unidos más de 100 incendios en 12 estados asfixian a 52 millones de personas, según el Centro Nacional Interagencial de Bomberos.
La combinación de ráfagas de aire frío desde las Montañas Rocosas hacia tierras de clima más cálido en la costa del Pacífico, que acababa de experimentar una ola de calor récord en California, Oregón y Washington, intensificó los incendios que ya ardían en matorrales y madera seca.
Ya a mediados de agosto, en el Valle de la Muerte de California se registraba una de las temperaturas más altas del planeta hasta ahora: 54,4 grados celsius. El fin de semana del 15 y 16 de agosto se produjo en gran parte del estado una tormenta eléctrica en la que cayeron 10 mil 800 rayos y poca lluvia; esto, unido a la sequedad del terreno, provocó miles de fuegos.
Ha habido 700 incendios, algo más de 20 son enormes y los bomberos siguen combatiéndolos. Al menos 33 personas han perecido entre las llamas y se sigue buscando a decenas de desaparecidos en los tres estados.
En California, 6 de los 20 grandes incendios de su historia se han producido este 2020. El departamento forestal y de protección contra incendios de California (Cal Fire) informó que el fuego de August Complex, uno de los múltiples que se presentan estos días en el estado, es ya oficialmente el mayor jamás registrado en su historia reciente. En esta década se han producido 10 de los mayores incendios forestales desde 1932, la fecha en la que empezaron a ser registrados.
Sus 18 bosques nacionales fueron cerrados debido a “condiciones de incendios sin precedentes e históricas”, dijo el Servicio Forestal de Estados Unidos. Una de las reservas naturales más antiguas de secoyas gigantes de California, algunas de las cuales tienen más de 2 mil años de antigüedad, también ha sido altamente afectada.
El número de hectáreas calcinadas en California subió de 800 mil a 1,3 millones en cuatro días, batiendo otro récord histórico, y la temporada de incendios, que no termina hasta octubre, ha incrementado su duración en 75 días durante los últimos años.
Las autoridades californianas dijeron que unas 64 mil personas estaban bajo órdenes de evacuación el miércoles, mientras que los equipos luchaban contra 28 incendios importantes en sus zonas más pobladas. Se calcula que se han destruido más de 3 mil 600 edificios.
En Oregón ya han sido evacuadas medio millón de personas, lo que supone más del 10% de la población del estado, en el que viven 4,2 millones de personas. Al menos han fallecido 15 personas y ya se han destruido barrios enteros en hasta cinco ciudades.
Su gobernadora, Kate Brown, escribió en Twitter que “Desearía que los incendios forestales de 2020 fueran una anomalía, pero este no será un evento único. Desafortunadamente, es un referente del futuro. Estamos viendo los efectos devastadores del cambio climático en Oregón, en toda la costa oeste y en todo el mundo”, mientras los bomberos luchan contra 35 incendios en más de 160 mil hectáreas que están ardiendo.
En el estado de Washington, el gobernador Jay Inslee dijo que más de 240 mil hectáreas se quemaron, siendo esa un área más grande que la superficie que típicamente se quema durante toda una temporada de incendios, según Associated Press.
El cambio climático inflama la palestra electoral
Para los expertos es claro que la rápida propagación del fuego se ha visto agravada, en parte, por el cambio climático que no sólo hace que las temperaturas sean más altas, sino que causa que los períodos secos se vuelvan aún más secos, mientras que los períodos húmedos se vuelven más húmedos, lo que hace que la vegetación esté aún más madura para encenderse.
En los últimos años ha habido dos tipos de temporadas de incendios: una de junio a septiembre (actual) con tiempo más cálido y seco en la que los incendios suelen producirse tierra adentro; otra de octubre a abril (lo que viene) que incluye la temporada de lluvias y es provocada por vientos fuertes del oeste procedentes de los desiertos del este de California, que cruzan las montañas para llegar al estado. Este tipo de incendios tienden a propagarse tres veces más rápido que los primeros y se producen más cerca de las zonas urbanas.
Las políticas estadounidenses para mitigar el cambio climático o adaptarse al mismo han experimentado un retroceso desde un punto en el que tampoco habían avanzado gran cosa, además han estado ausentes del debate electoral.
Durante su mandato, el magnate presidente Donald Trump ha ordenado revocar al menos 100 normativas medioambientales en áreas tan diversas como la reducción de gases de efecto invernadero, la protección de áreas naturales o la limpieza del agua, además de vanagloriarse en múltiples ocasiones de su retirada del Acuerdo de París alentado por transnacionales petroleras.
Por otra parte, su contrincante electoral, el demócrata Joe Biden, denunció “una amenaza existencial” agregando en el mismo comunicado:
“El presidente Trump puede buscar negar la realidad, pero los hechos son innegables. Debemos actuar absolutamente para evitar un futuro marcado por un diluvio interminable de tragedias, como la que sufren hoy las familias estadounidenses en el oeste”.
Basa su discurso centrado en la crisis climática y sus consecuencias en el oeste estadounidense (menos lluvia, más sequedad y temperaturas muy altas) como la principal razón detrás de los fuegos. El lunes 14 llamó “pirómano climático” a Trump por sus políticas ambientales negacionistas del calentamiento global.
Trump visitó ese día al estado de California para ser informado sobre los incendios forestales y, cuando se le preguntó si el cambio climático sería un factor detrás del fuego, se refirió a una “gestión insuficiente de los bosques” que permite que la maleza se acumule durante meses y que luego se queme de forma descontrolada.
Sugirió que las llamas se deben a fallas en la administración y mantenimiento de los bosques por parte de las autoridades estatales (de tendencia demócrata) y señaló que es necesaria “una gestión forestal buena y fuerte”, algo que recordó que lleva pidiendo desde hace tres años.
Aun cuando California lidera la carrera institucional contra el cambio climático en comparación con otros estados, su gobernador Gavin Newsom ha concedido 1 mil 400 permisos para habilitar pozos de extracción de petróleo y gas natural en todo el estado, así como 48 destinados a la fracturación hidráulica (o fracking) con altas emisiones de metano, un gas de efecto invernadero que atrapa 86 veces más calor que el dióxido de carbono.
En una visita reciente a Pensilvania, estado bisagra crucial en las elecciones, Biden afirmó que no prohibiría el fracking, una industria contaminante pero que emplea a cientos de miles de personas en la región.
Además ambos candidatos promueven un modelo de agricultura insostenible que consume toneladas de agua al año y hace uso inadecuado del suelo incluyendo la deforestación. Dicho modelo es la segunda causa del calentamiento global por detrás de la combustión del carbón, el petróleo y el gas, según John Holdren, profesor de política medioambiental en Harvard.
La austeridad como bomba de tiempo
La semana pasada Trump aprobó la declaración del estado de emergencia en la zona, que en Estados Unidos supone un permiso para movilizar más ayudas públicas federales. Así como el sistema de salud ha sido reducido hasta el punto de no contar con reservas para hacer frente a la pandemia cuando ésta llegó, a consecuencia de las políticas de austeridad, el sistema de lucha contra los incendios en muchos estados, incluido California, se encuentra reducido.
Sin embargo, las autoridades han patrocinado un sistema de ciberinfraestructura llamado WIFIRE, que fue diseñado para predecir las trayectorias de los incendios forestales en tiempo real. Se trata de un software de inteligencia artificial que examina imágenes de satélite de alta resolución para predecir la combustibilidad de la vegetación que rodea un incendio, y luego incorpora esa información en sus predicciones junto a la información meteorológica en tiempo real.
WIFIRE fue financiado por una subvención de 2,6 millones de dólares de la Fundación Nacional de Ciencia, pero ese apoyo financiero ha llegado recientemente a su fecha de finalización programada, requiere unos 200 mil dólares al año.
Para el combate de los incendios, el estado de California incorpora a presidiarios con los que logra disminuir los gastos reduciendo los puestos de bomberos habituales. Durante décadas, los presos han jugado “un papel crucial en la contención de los incendios que han golpeado al estado con más frecuencia y ferocidad en los últimos años”, según The New York Times.
Por sus esfuerzos, dichos individuos han recibido hasta 5,12 dólares por día mas 1 dólar adicional por hora, muy por debajo del salario mínimo del estado, mucho menos que el ingreso promedio de un bombero. Tampoco se les paga a las prisiones y es obvio que los bomberos regulares luchan por obtener un mayor número de bomberos contratados.
Tener más bomberos en la escena también podría haber ayudado a combatir la oleada de incendios en los distintos frentes, pero parece que la dependencia del estado de la mano de obra barata y explotadora de las prisiones para contener los incendios forestales sólo ha contribuido a esta crisis en curso.