La región de Cachemira, altamente militarizada, es fuente de conflicto por la soberanía territorial entre India, Pakistán y China. En el valle de Galwan se han producido numerosos incidentes entre patrullas indias y chinas, junto a tanques, artillería, lanzacohetes y tropas respaldadas por helicópteros de ataque y aviones de combate en las proximidades.
Noche del 15 de junio en el valle de Galwan
Soldados de China e India, los dos países más poblados del mundo, con enormes ejércitos y armas nucleares, se batieron armados con postes de vallas y palos envueltos en alambre de púas durante horas y bajo un cielo de luna llena a lo largo de acantilados escarpados a más de 4 mil metros de altitud que dominan el valle de Galwan, en el este de Ladakh. El saldo de la mayor confrontación militar en más de 50 años fue de 20 soldados indios; no hay reportes de bajas chinas.
Esa noche calentó más un enfrentamiento fronterizo en esta región de temperaturas frías, poco oxígeno, pocas lluvias y abundantes vientos, llamada por mucho tiempo el “Pequeño Tíbet” por sus pastores de yak semi-nómadas de origen tibetano.
En noviembre de 1996, China e India acordaron no utilizar armas a lo largo de su frontera de 3 mil 800 km de longitud, conocida como la Línea de Control Real (LCR), de demarcación muy ambigua: la presencia de ríos, lagos y montañas nevadas hace que esa frontera varíe y a menudo genera confrontación.
Zhao Lijian, portavoz de la Cancillería china, dijo que India había cruzado la frontera “provocando y atacando al personal chino, lo que resultó en una grave confrontación física entre las fuerzas fronterizas”.
Lijian confirmó que “acordaron tomar las medidas necesarias para promover un enfriamiento de la situación” mientras que el ejército indio estuvo de acuerdo: “Hubo un consenso mutuo para retirarse (…) de todas las áreas de fricción en Ladakh Oriental”.
Cien años y más de una relación complicada
Desde 1914 representantes coloniales de Gran Bretaña, que nunca demarcó adecuadamente las fronteras del Himalaya, se reunieron con la República de China y el Tíbet en Simla, actual India, para negociar un tratado que determinara el estatuto del Tíbet y estableciera efectivamente las fronteras entre China y la India británica. Gran Bretaña y el Tíbet firmaron un tratado que establecía la Línea McMahon, apellido del funcionario colonial británico que la propuso.
Por otra parte, el Maharajá Hari Singh, gobernante del estado de Cachemira cuando India declaró su independencia de Gran Bretaña en 1947, prefirió independizarse y permanecer neutral entre los dominios sucesores de India y Pakistán, lo que este último descalabró.
Singh adhirió la región a la India, pero Azad Cachemira y Gilgit-Baltistán pasaron al control de Pakistán; el territorio restante se convirtió en el estado autónomo indio de Jammu y Cachemira (JyC), de mayoría musulmana.
Aksai Chin (Tíbet) se convirtió en parte de China y en 1962 hubo escaramuzas fronterizas que derivaron en una guerra. En pocos días las tropas chinas cruzaron la Línea McMahon y tomaron posiciones en las profundidades del territorio indio, capturando puestos de montaña y ciudades. La guerra duró un mes con más de mil indios muertos y más de 3 mil indios prisioneros; el ejército chino saldó menos de 800 muertes.
En la actualidad, India asegura que China está ocupando 38 mil kilómetros cuadrados del territorio que tiene que ver con el área donde ocurrió la confrontación y China se atribuye la soberanía de todo el estado indio de Arunachal Pradesh, al que llama Tíbet del Sur.
En el pasado reciente, las patrullas fronterizas de ambos países se han involucrado en encontronazos cientos de veces cada año. Muertos en 1967, avanzadas en 1987, campamentos fortificados en 2013 y heridos a pedradas en 2017 forman parte del historial.
En 2013 y 2017 las crisis fueron solucionadas mediante maniobras diplomáticas y políticas entre Narendra Modi y Xi Jinping.
El detonante de Modi
En agosto pasado el gobierno Hindutva de Modi (considerado nacionalista hindú de extrema derecha) derogó el artículo 370 de la Constitución para cambiar el estatus autónomo de JyC reivindicando Aksai Chin, donde creó una nueva región administrativa: Ladakh, con la intención de cortar el vínculo del Tíbet con Xinjiang.
La JyC islámica, heredera de una larga tradición religiosa y cultural, fue privada de un parlamento y un gobierno local, también separada de facto de la Ladakh budista y su frontera oriental con China para pasar a estar bajo el control directo de Nueva Delhi.
La intención del gobernante Partido Bharatiya Janata, inocultablemente hostil a China y Pakistán, es crear un estado puramente hindú en la India. Su doctrina deriva de la organización RSS (Rashtriya Swayamsevak Sangh), fundada en 1925 e influenciada por el fascismo europeo. Comparan a los 200 millones de musulmanes de la India con los judíos de Alemania y plantean que no tienen lugar en la India hindú.
El RSS tiene 57 mil sucursales en todo el país, una milicia armada y decidida de más de 600 mil voluntarios y ejerce una enorme influencia en las Fuerzas Armadas.
Un entramado geopolítico en lo más alto de todo
El principal foco del conflicto es la carretera china NH 219 que une Xinjiang y Tíbet atravesando Aksai Chin, que forma parte de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, de importancia estratégica: las cabeceras de la principal fuente de agua de Pakistán, el sistema del río Indo, están situadas en sus montañas, motivo de reclamación pakistaní.
La frontera entre China y Pakistán forma parte del Corredor Económico de China-Pakistán (CECP), proyecto de 60 mil millones de dólares con conexiones de carreteras, ferrocarriles y tuberías desde la costa de Pakistán hacia China.
El eje es parte de la Nueva Ruta de la Seda y conectaría a China con el puerto pakistaní de Gwadar, en la entrada al Mar Arábigo y el Océano Índico consolidando sus vínculos energéticos directos con el Golfo Pérsico.
Con Modi, India ha renunciado a su neutralidad tradicional. La militarización de su política exterior se aceleró durante el período 2010–2014 tras el acuerdo nuclear con Estados Unidos bajo la doctrina de “interoperabilidad” con el Pentágono.
¿A quién convendría una guerra indo-china?
China es el segundo mayor socio comercial de la India. Beijing importa alrededor del 5% de la producción india; Nueva Delhi importa menos del 1% de la producción china.
India se ha alineado al esquema “Indo-Pacífico” de Estados Unidos, un mecanismo para contener a China. Ambos ejércitos han posicionado más tropas en la LCR, listos por si la situación actual se intensifica.
Sin embargo, la opción diplomática parece fortalecerse. Ya hubo una reunión por videoconferencia de los tres máximos diplomáticos de Rusia, India y China: Sergey Lavrov, Subrahmanyam Jaishankar y Wang Yi.
Vladimir Putin, Narendra Modi y Xi Jinping tienen citas pendientes por las cumbres combinadas de los BRICS y la Organización de Cooperación de Shangai (OCS) y al margen de la próxima cumbre del G-20.
La Iniciativa de la Franja y la Ruta cuenta con al menos siete corredores de conectividad y el único que incluye a la India es el eje Bangladesh-China-India-Myanmar. A Modi le conviene geopolítica y económicamente seguir el camino trazado por la OCS y los BRICS.
Si Modi decide que la India es más bien un peón de Washington podría desatarse un conflicto mayor con China, Rusia e Irán, los tres nodos clave de la integración euroasiática.