De los continentes más golpeados por el Covid-19, sin duda América (toda) se lleva el knockout más fulminante hasta los momentos. En Asia y Europa hubo momentos álgidos en las tasas de contagio y mortalidad junto con consecuencias en la economía y, por ende, en las sociedades. África no tuvo mayores problemas en el aspecto sanitario, sin embargo, su conexión económica dependiente sí se resintió y eso pega fuerte a su variada población.
Pero sin duda en el llamado Hemisferio Occidental se está experimentado el epicentro de la pandemia, con Estados Unidos y Brasil, dos subcontinentes en sí mismos, liderando todas las estadísticas de la crisis sanitaria.
De todas maneras, ningún país se salva de los golpes de la pandemia, con un virus y una enfermedad que han desnudado las vulnerabilidades del sistema capitalista global tal como está diseñado hoy, y que tendrá mucho que reconstruir en medio de una pronosticada depresión económica-financiera con miras a superar la vivida en la década de 1930 y la siguiente en contexto de post-guerra.
En un mundo donde se ven lesionadas las instituciones liberales como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y afines, sobre todo por la actitud excepcionalista del gobierno estadounidense, con y sin Donald Trump en la Casa Blanca, los estados que decidieron conformar una plataforma multinacional alternativa están comenzando a despertar luego de la embestida del Covid-19, apostando por un plan mancomunado para afrontar las consecuencias de la pandemia y la crisis capitalista en curso.
En Sudamérica y el Caribe es el caso de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América?—?Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), la cual está constituida hoy por Antigua y Barbuda, Cuba, Dominica, Granada, Nicaragua, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía… y Venezuela.
Aunque la cantidad de países miembros del ALBA se ha reducido en los últimos años, puestos de nuevo en la órbita de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Departamento de Estado gringo, aún se considera una fuerza con potencialidades económicas, comerciales y financieras.
Por ello se organizó y dio lugar la Conferencia de Alto Nivel sobre la Economía Post-Pandemia del ALBA-TCP, que contó con representantes de todos los países, incluyendo presidentes, primeros ministros y ministros, y personalidades fuera de la organización regional.
El escenario económico para el ALBA-TCP
La conferencia contó con la presencia de la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcenas; el historiador y periodista Ignacio Ramonet; y el director del Instituto Tricontinental de Investigación Social, Vijay Prashad.
Bárcenas hizo referencia a un estudio presentado a finales de abril por la Cepal, donde emite datos económicos, financieros y comerciales referentes a la región y al mundo en general, y pone en perspectiva los elementos que constituyen el escenario post-pandemia para reactivar las fuerzas productivas y demás renglones que abarcan la economía de los países latinocaribeños.
La Cepal desde el comienzo del informe afirmó que no hay regreso a la “normalidad” como la conocíamos antes, sino a una denominada “nueva normalidad” de acuerdo a “los cambios estructurales en la organización de la actividad productiva” en la región.
Y los sabemos, la “normalidad” de antes era espantosa. Por mencionar un solo ejemplo, la deuda pública de los gobiernos centrales aumentó en promedio un 44,8% respecto al PIB en 2019 cuando en 2011 era el 29,8% con relación al PIB; un incremento del 15%. Argentina, Brasil y Costa Rica son los países más endeudados respecto a su PIB.
Esto produjo una disminución en la inversión (o gasto) en lo social y lo económico propiamente local, ya que los pagos a los intereses de la deuda aumentaron mientras las poblaciones de los países del Sur y el Caribe sufrían las consecuencias. En ese sentido, la Cepal clamaba por una moratoria en el pago de la deuda.
Según el informe, América del Sur experimentará durante este año una caída económica del 5,2%, Centroamérica un 2,3% y el Caribe un 2,6%, esto por la ralentización de las economías de Estados Unidos y China (conectadas directamente a las cadenas de valor de la región) y la baja en los precios de las materias primas. Es aquí donde se ve el hueso de la dependencia y el antidesarrollo de Nuestra América.
La tasa de pobreza también aumentaría 4,4 puntos porcentuales para llegar al 34,7%, “lo que significa un incremento de 28,7 millones de personas en situación de pobreza”. A su vez, la pobreza extrema “crecería 2,5 puntos porcentuales, pasando del 11% al 13,5%, lo que representa un incremento de 16 millones de personas”.
Bárcenas recalcó que la Cepal prevé un desplome del comercio en -15%, además de aumentos en el desempleo, la pobreza y la desigualdad.
“Proponemos la construcción de un estado de bienestar y sistema de protección social, que permitiría evitar otra década perdida, que nos hizo retroceder en los 80 y los 90 casi 25 años en materia social y ahora, si no hacemos nada, podríamos retroceder casi 13 años”, estimó Bárcenas.
Asimismo reconoció el efecto de las medidas coercitivas unilaterales de Washington sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela: “Rechazamos las sanciones impuestas a los países miembros del ALBA-TCP”.
Una propuesta para la agenda económica regional
Por su lado, el periodista e historiador indio-estadounidense Vijay Prashad, director del Instituto Tricontinental de Investigación Social, presentó una agenda como propuesta para los países del ALBA contra la pandemia y que, a su juicio, podrían servir para el mundo post-pandemia:
“Esta orientación neoliberal profundizó la crisis y nos llevó a este callejón sin salida de las posibilidades humanas. Por esta razón los países en desarrollo necesitan una alternativa clara al camino capitalista”, señaló Prashad en videoconferencia, al tiempo que rechazó la privatización de la salud y presentó 10 puntos.
1. Combatir la pandemia. Aumentar la fabricación de mascarillas, insumos y pruebas para su aplicación en toda las poblaciones; impulsar el control obrero para que se construya un ambiente de trabajo justo que rompa la cadena de contagio; la inversión comida, medicinas, vestimenta y otros bienes y servicios sin ánimo de lucro para el pueblo.
2. Solidaridad médica. Establecer un Frente Unido de países para rechazar al FMI. Los estados deben utilizar sus recursos para ampliar la atención médica pública (y no privada) y capacitar a las comunidades; en esto las brigadas médicas cubanas son modelo en el mundo.
3. Patrimonio intelectual. Los países en desarrollo deben presionar para la reconsideración del acuerdo mundial sobre derechos de autoría intelectual en el comercio de medicinas. Esto aplica directamente a los acuerdos de vacunas y producción de fármacos y tecnologías. A corto plazo se deben asegurar mecanismos para la transferencia de ciencia y tecnología.
4. Cancelación total de la deuda externa. Sin excepción. Existe la necesidad de hacer una alianza internacional para que los pagos que estaban previstos para la deuda sean canalizados hacia necesidades urgentes de la sociedad.
5. Solidaridad alimentaria. Es esencial y se debe combatir a la agroindustria y la producción de alimentos debe ser derecho prioritario. Fortalecer sistemas de distribución de alimentos al pueblo y la inversión en alimentos y fondos en estructura agrícola. El Banco de Semillas del ALBA-TCP es un modelo.
6. Ampliar lo público. La pandemia reveló que el sector privado no aborda la emergencia creada. Es necesario la defensa del sector público para los bienes y servicios claves de medicamentos y alimentos, además de otros sectores como transporte, vivienda, Internet, educación. Prashad acotó que “al ser mercantilizados, se ha restringido las construcción de una sociedad justa”.
7. Impuesto a las fortunas. Según Prashad, actualmente 32 billones de dólares están en paraísos fiscales. Son recursos enormes a la población que no cuentan a la hora de cobrar impuestos públicos. Se deben recuperar estos flujos, y el impuesto a fortunas sobre la alta burguesía y ricos terratenientes, financistas y especuladores financieros.
8. Control de capitales. Los estados deben desarrollar una plataforma internacional para controlar el capital, un tema político. El control sobre los fluidos financieros debe hacerse para evitar la fuga de divisas y capitales, mientras debería comenzar a garantizarse la soberanía sobre las políticas financieras-monetarias.
9. Comercio regional sin el uso de dólar. La desdolarización es esencial en la agenda. 60% de las reservas del mundo están en dólares y en su mayoría el comercio mundial opera bajo el complejo dólar: es por eso que Walt Street tiene asfixiada las finanzas mundiales. El dólar se ha convertido en arma para socavar el desarrollo nacional. Prashad adujo que es necesario reactivar sistemas de pago solidarios como el SUCRE y otras estrategias financieras.
10. Planificación centralizada. La pandemia demostró el poder de la planificación central y la gestión pública, tomando en cuenta los ejemplos en otros lados del planeta. Los mecanismos de gestión central para que la orientación de los negocios y las actividades se orientan a la satisfacción de las necesidades sociales y no al lucro capitalista.
Las propuestas se encontraron a tono con lo presentado por el periodista Ignacio Ramonet, quien destacó que la crisis de la oferta y de la demanda a nivel global era similar a la de los tiempos de las guerras europeas del siglo XX.
Ramonet se unió al clamor de pedir la condonación, reducción o moratoria del pago de la deuda por parte de los países del Sur a los del Norte.
Respuestas presidenciales
Ante los diagnósticos y propuestas, el presidente Nicolás Maduro reflexionó sobre el momento que está viviendo la región y, además, lanzó algunas líneas estratégicas que serían revisadas ya en un consejo conjunto que congregue a los cancilleres y ministros de Economía de todos los países del ALBA-TCP para el próximo 29 de junio.
Quizás uno de los aportes estratégicos más importantes que resaltó el presidente venezolano fue la de coordinar esfuerzos para desarrollar una vacuna y tratamiento propios contra el nuevo coronavirus, dando prioridad a la crisis sanitaria. Lo económico se deriva directamente de la salud de la población.
Debido a que geopolíticamente Venezuela trabaja con el Caribe, el Presidente anunció que desde el gobierno: “Trabajamos en la reanimación de Petrocaribe y la consolidación del Banco del ALBA”, con el objeto de volver a fortalecer los mecanismos minados por la ofensiva de Estados Unidos contra el proceso de integración latinocaribeño que se ha estado experimentando en las últimas décadas.
Ha sido Venezuela el líder en esta campaña, sin embargo el primer ministro de San Vincente y las Granadinas, Ralph Gonsalves, quien dio una primera respuesta a lo formulado por Maduro, aseguró que desde la Comunidad del Caribe (Caricom) se van a coordinar esfuerzos para enfrentar la situación producida por la crisis capitalista y el Covid-19.
De esta relación no está exenta el ALBA ni mucho menos Petrocaribe, por lo que se espera un fortalecimiento en los acuerdos de cooperación y desarrollo entre las naciones de la cuenca del Caribe, las Antillas y demás países insulares.
Las respuestas de los primeros ministros de Dominica, Roosevelt Skerrit, y de Antigua y Barbuda, Gaston Brown, también ofrecieron un cuadro general de consenso y aceptación de que se deben estrechar los lazos de cooperación entre países para afrontar el escenario post-pandemia, tomando en cuenta que Cuba y Venezuela han echado el resto en la región mediante la solidaridad y el apoyo.
El reto mayor, por consiguiente, sigue siendo romper con el paradigma de la hegemonía estadounidense, que tiene en la economía y las finanzas su principal arma para la “persecución energética, financiera y comercial”, dijo el presidente venezolano, e insistió que “a pesar de que Donald Trump pretenda poner su rodilla sobre el cuello de Petrocaribe y de Venezuela, no podrán asfixiarnos”.
De esta manera los países miembros del ALBA-TCP tocan la puerta del nuevo escenario económico que se nos viene.