Jue. 21 Noviembre 2024 Actualizado 11:13 am

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Contratos, alto riesgo sanitario e impunidad bioterrorista también se expanden con la OTAN (Foto: Archivo)
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Biolaboratorios militares en Ucrania y la expansión del desastre

El Jefe de las tropas de Protección Nuclear, Biológica y Química de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, Teniente General Igor Kirillov, reportó la existencia de una cadena de más de 30 laboratorios biológicos divididos en países del área postsoviética, entre ellos Ucrania, para supuesta investigación científica y para investigaciones sanitario-epidemiológicas.

Ello ha derivado en que, por ejemplo, “con el pretexto de probar agentes para el tratamiento y la prevención de la infección por coronavirus, algunos miles de muestras de suero tomadas de las personas infectadas que se refieren a la etnia eslava han sido transportadas desde Ucrania al Instituto de Investigación del Ejército Walter Reed” agrega el reporte.

El alto funcionario afirma que la actividad de los laboratorios biológicos en Ucrania, específicamente, ha provocado un aumento inmanejable de riesgos económicamente peligrosos relacionados con un aumento de casos de rubeola, difteria, tuberculosis sarampión, cólera, botulismo, poliomielitis, hepatitis A y gripe.

El pasado domingo el portavoz del Ministerio de Defensa de Rusia, Ígor Konashénkov, informó que Estados Unidos ha venido realizando trabajos para potenciar las propiedades patógenas de microorganismos con el uso de métodos de biología sintética junto al gobierno ucraniano. Agregó que patógenos peligrosos, que eran evidencias de un programa de desarrollo de armas biológicas financiado por el Pentágono (Departamento de Defensa de Estados Unidos), fueron destruidos precipitadamente en esos laboratorios.

"Hemos recibido documentación de empleados de biolaboratorios ucranianos sobre la destrucción con carácter de emergencia, el 24 de febrero, de patógenos especialmente peligrosos de peste, ántrax, tularemia, cólera y otras enfermedades mortales", declaró el funcionario, lo que demostraría la preocupación del estamento militar estadounidense ante la posibilidad de que se revele la realización de experimentos biológicos secretos en el territorio ucraniano.

Konashénkov subrayó que, para que no saliera a la luz que Washington y Kiev violan la Convención sobre armas biológicas, el Ministerio de Salud de Ucrania "emitió una directiva para la eliminación con carácter de emergencia de las reservas de patógenos peligrosos almacenados". Esto lo demostró publicando varios documentos que “...están siendo analizados por expertos rusos de las Fuerzas de Defensa Radiológica, Química y Biológica".

En abril de 2021, Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia dijo que los laboratorios estadounidenses estaban abriendo “por una extraña coincidencia” cerca de las fronteras de Rusia y China, y que se detectaron brotes de enfermedades no típicas de estas regiones en las áreas adyacentes.

“Nos dicen que estaciones sanitarias y epidemiológicas pacíficas operan cerca de nuestras fronteras, pero por alguna razón recuerdan más a Fort Detrick en Maryland, donde los estadounidenses han estado trabajando en el campo de la biología militar durante décadas”, agregó Patrushev.

Carnaval de contratos y lobbies biomilitares en torno a Ucrania

Mediante un hilo de Twitter, la periodista independiente búlgara, Dilyana Gaytandzhieva, reveló una serie de documentos que la embajada de Estados Unidos en Ucrania borró de su página web. Se trata del financiamiento de 11 laboratorios biológicos en ese país a través de la Agencia de Reducción de Amenazas para la Defensa (DTRA) del Departamento de Defensa, un programa militar que constituye información sensible.

La investigación realizada por la especialista en crímenes de guerra revela que Ucrania no tiene ningún control sobre los biolaboratorios militares en su propio territorio. El acuerdo alcanzado en 2005 entre el Departamento de Defensa de Estados Unidos y el Ministerio de Sanidad de Ucrania prohíbe al gobierno ucraniano revelar públicamente información sensible sobre el mencionado programa y le obliga a transferir patógenos peligrosos para la investigación biológica al Pentágono, ente que ha tenido acceso a ciertos secretos de Estado de Ucrania en relación con los proyectos en virtud de su acuerdo.

Los biolaboratorios militares en Ucrania son gestionados por contratistas estadounidenses como el Southern Research Institute (SRI), Black & Veatch Special Project Corp., CH2M Hill y Metabiota que tienen proyectos sobre el cólera, la gripe y el zika, todos ellos patógenos de importancia militar para el Pentágono.

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Distribución de los biolaboratorios militares financiados por Estados Unidos en torno a Rusia, Irán y China constituyen una amenaza inminente que es violatoria de convenciones internacionales en casi todos los casos (Foto: Archivo)

Son legendarios los movimientos de cabildeo (lobby) del SRI, fue contratista principal del Pentágono en el marco del Programa de Armas Biológicas de Estados Unidos para la investigación y el desarrollo de bioagentes, con 16 contratos entre 1951 y 1962.

También fue subcontratista en un programa del Pentágono para la investigación del ántrax en 2001 en el que el contratista principal era Advanced Biosystems, presidida por Ken Alibek, un ex microbiólogo soviético y experto en guerra biológica de Kazajstán que desertó a Estados Unidos en 1992.

Entre 2006 y 2016, el SRI pagó 1,28 millones de dólares por hacer lobby en el Senado, la Cámara de Representantes, el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, el nodo vinculante fue el ex senador, y luego Fiscal General estadounidense de la era Trump, Jeff Sessions. Su ayudante en el Capitolio, Watson Donald, fue luego director senior en la contratista.

Cifras de la expansión financiada del desastre

Según lo registrado en las investigaciones de Gaytandzhieva, el Pentágono ha llevado a cabo experimentos biológicos con un resultado potencialmente letal en 4 mil 400 soldados en Ucrania y otros 1 mil en Georgia, cuyos gobiernos han propiciado permisivos enclaves de la maquinaria bélica que el bloque atlantista ha querido expandir hasta las fronteras con Rusia. Es extenso el registro de eventos irregulares que han ocurrido en torno a enfermedades transmisibles graves, algunos de ellos son:

  • Gripe H1N1: En enero de 2016 unos 20 soldados ucranianos murieron por el virus de la gripe en sólo dos días y otros 200 fueron hospitalizados en Kharkiv. Kiev no informó al respecto y hasta marzo de 2016 se habían registrado 364 muertes en toda Ucrania (el 81,3% causadas por la gripe A (H1N1) pdm09, la misma cepa que causó la pandemia mundial en 2009 que, según la inteligencia de la República Popular de Donestk, el laboratorio biológico estadounidense de Kharkiv filtró el virus mortal.

  • Hepatitis A: En el verano de 2017, fueron ingresadas 60 personas con Hepatitis A en el hospital en Zaporizhia, 19 niños de un orfanato fueron hospitalizados en junio de ese año en la región de Odessa y en noviembre se notificaron otros 29 casos en... ¡Kharkiv! Hasta enero de 2018, 37 personas fueron hospitalizadas en Mykolaiv, la infección altamente sospechosa se expandió rápidamente en pocos meses por el sureste de Ucrania, donde se encuentran la mayoría de los biolaboratorios del Pentágono.

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Distribución de los biolaboratorios militares financiados por Estados Unidos en Ucrania, fronterizos con Rusia y manejados con nulos criterios de soberanía por Kiev (Foto: Archivo)
  • Cólera: En 2014 Rusia (en particular Moscú) se vio afectada por brotes de una nueva variante altamente virulenta del agente del cólera Vibrio cholera, con una alta similitud genética con cepas reportadas en Ucrania desde 2011, tal como lo reportara un estudio genético del Instituto Ruso de Investigación contra el Cólera en 2014. La policía local llegó a poner en marcha una investigación sobre "la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana y otras enfermedades incurables" como el cólera propagadas a través del agua potable contaminada.

  • Botulismo: De esta rara y extremadamente peligrosa enfermedad, causada por una toxina producida por la bacteria Clostridium botulinum, se registraron 115 casos en 2016 con 12 muertes en Ucrania. En 2017 las autoridades confirmaron otros 90 nuevos casos con 8 muertes y reportaron que la causa del brote fue una intoxicación alimentaria sobre la que la policía inició una investigación. Los biolaboratorios del Pentágono en Ucrania estaban entre los principales sospechosos, ya que la toxina botulínica es uno de los agentes bioterroristas que ya se han producido en una instalación de armas biológicas del Pentágono en Estados Unidos, como evidencia un documento de 2012, sacado de línea, pero detallado por Gaytandzhieva en su investigación. Allí se afirma que la División de Ciencias de la Vida (LSD) del Campo de Pruebas de Dugway produce y prueba bioagentes aerosolizados en la Instalación de Pruebas de Ciencias de la Vida "Lothar Saloman" (LSTF).

Impunidad asegurada: Científicos de guerra biológica bajo cobertura diplomática

El pasado martes 8 de marzo la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, testificó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense sobre la operación militar rusa en Ucrania. Allí reconoció la existencia de laboratorios biológicos cuyo contenido Washington quisiera ocultar de Moscú afirmando: "...estamos trabajando con los ucranianos en cómo pueden evitar que cualquiera de esos materiales de investigación caiga en manos de las fuerzas rusas, en caso de que se acerquen".

Además rechazó las acusaciones de haber estado desarrollando armas biológicas calificando la denuncia como "clásica técnica rusa para culpar a cualquier otro tipo por lo que planean hacer ellos mismos". El senador Marco Rubio, presente en la comparecencia, se refirió a "mucha propaganda y desinformación" sobre las instalaciones alertando de su peligrosidad, a lo que Nuland le respondió que, si hay un ataque biológico, habrán sido los rusos.

Tal afirmación deja abierta la puerta a una puesta en escena como las instrumentadas en Siria, donde hasta se realizó un documental acusando al gobierno de un presunto ataque con armas químicas en Douma en 2018. Diez meses después la BBC admitió que la pieza audiovisual "contenía graves inexactitudes".

Los laboratorios biológicos estadounidenses financiados por la DTRA en el marco de un programa militar de 2 mil 100 millones de dólares (PDF), el Programa de Compromiso Biológico Cooperativo (CBEP) están situados en otro país de la antigua Unión Soviética como Georgia pero también en Oriente Medio, el Sudeste Asiático y África mediante acuerdos bilaterales en los que es corto el alcance legal de organismos multilaterales.

En el caso ucraniano está la creación del Centro de Ciencia y Tecnología de Ucrania (STCU), una organización internacional financiada principalmente por Estados Unidos a la que se ha concedido estatus diplomático y que apoya oficialmente proyectos de científicos anteriormente implicados en el programa soviético de armas biológicas.

En los últimos 20 años, la STCU ha invertido más de 285 millones de dólares en la financiación y gestión de unos 1 mil 850 proyectos de científicos que anteriormente trabajaron en el desarrollo de armas de destrucción masiva mientras que el personal estadounidense en Ucrania trabaja bajo cobertura diplomática y es indemnizado por las muertes y lesiones de la población local.

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Los acuerdos bilaterales eximen de responsabilidades civiles o penales a los científicos estadounidenses que participen en el desarrollo de armas biológicas de destrucción masiva (Foto: Archivo)

Georgia y Ucrania no se responsabilizarían ni emprenderían acciones legales e indemnizarían a Estados Unidos y a su personal, contratistas y personal de los contratistas, por los daños a la propiedad, o por la muerte o lesiones de cualquier persona en Georgia y Ucrania, que se produzcan como consecuencia de las actividades realizadas en el marco de estos Acuerdos. Si los científicos patrocinados por la DTRA causan muertes o lesiones a la población local, no se les podrá exigir responsabilidades.

Este tipo de acuerdos hace recordar los alcanzados por países del sur global con la big pharma para la venta de vacunas anticovid a finales de 2020, es la misma lógica del embudo global en donde lo más estrecho sigue siendo para países que, antes que "socios", se convierten en campos de experimentación y plataformas para extender una mancha hegemónica pensada por y para el control de minorías ricas.

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