En un artículo escrito por Norman Rogers, autor del libro Energía tonta: Una crítica a la energía eólica y solar, se evidencia las razones por las que la “energía verde”, un tópico muy promovido por la Administración Biden e instituciones financieras de Occidente, tiene todos los signos de ser una estafa en su planteamiento de modificar el efecto negativo que produce el consumo de energías fósiles.
En realidad, según la explicación de Rogers, una comparación adecuada entre las dos fuentes de energías revela que la eólica y la solar pueden ser de cinco a diez veces más cara que la que proviene del gas natural o el carbón:
La energía eólica o solar es una electricidad errática e intermitente. Va y viene en función de la oferta de viento y luz solar. El viento es errático de un día para otro y suele tener un ciclo estacional. La luz solar depende de las nubes, de las estaciones y, por supuesto, no funciona por la noche. La consecuencia es que el suministro de electricidad eólica o solar debe estar respaldado al 100% por centrales eléctricas convencionales. Si se descuida el respaldo del 100%, se producen apagones cuando hay una pausa en la producción eólica o solar. La pausa puede ser de corta duración o estacional.
El sol y el viento no son fuentes fiables, ya que no suministran electricidad las 24 horas del día, los 365 días del año. Si el sol y el viento van a ser las principales fuentes de electricidad y se quiere evitar las interrupciones, habría que almacenar la electricidad en baterías (lo cual es muchísimo más caro), o añadir otras fuentes de combustible fósil, como las centrales eléctricas de gas, que se utilizarán cuando lo primero falle.
En otra parte del texto, Rogers indica:
El hecho de que la energía eólica o solar tenga que estar respaldada al 100%, normalmente por plantas de combustibles fósiles, significa que la energía eólica o solar no desplaza el coste total de la electricidad de los combustibles fósiles, sino sólo el coste marginal, o el coste del combustible. El gasto de capital de las plantas de combustibles fósiles todavía tiene que ser amortizado. Para cuando la electricidad verde haya desplazado el 50% de la electricidad de combustibles fósiles, el exceso de aprovisionamiento y las baterías aumentarán su coste hasta 100 dólares por megavatio-hora, sin contar con importantes subvenciones directas. Esta electricidad de 100 dólares desplaza a un combustible que cuesta 15 dólares.
Cuando la “energía verde” haya desplazado la mitad de la electricidad de combustibles fósiles, el sobreaprovisionamiento y las baterías aumentarán el costo hasta 100 dólares por megavatio/hora, lo que indica que se estaría cambiando de una fuente que cuesta 15 dólares a otra que será casi siete veces más costosa.
El petróleo y el gas natural llevan tres décadas proporcionando alrededor del 26% de la electricidad. Los combustibles fósiles son la fuente de dos tercios de la electricidad mundial. La energía solar y la eólica sólo aportan el 7%.
El carbón y el gas natural son las principales fuentes de electricidad en los países en desarrollo, donde la demanda se ha disparado en las últimas décadas. De 2000 a 2018, China triplicó la cantidad de electricidad consumida con carbón. Esta cifra supera a la de Estados Unidos, México y Canadá juntos.