Los últimos acontecimientos internacionales que involucran a Venezuela tienen a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como escenario, específicamente el Consejo de Derechos Humanos, del que la República Bolivariana forma parte.
En días recientes un grupo de países votaron por la continuación de la susodicha Misión “Independiente” de Determinación de los Hechos para nuestro país, incorporándose la República Argentina a los Estados que conforman los satélites de Estados Unidos en América Latina y el Caribe con el objetivo de ampliar el espectro del bloqueo multidimensional sobre Venezuela, nucleados en el Grupo de Lima.
Sorprende que el gobierno de Alberto Fernández se haya involucrado en una estrategia de criminalización de Venezuela en la ONU en materia de DDHH, teniendo en cuenta que ya existe un vínculo de verificación de hechos entre la República Bolivariana y la Oficina de la Alta Comisionada para los DDHH de la ONU que trabaja mancomunadamente desde el último trimestre de 2019 y que en la actual administración argentina se encuentra parte del kirchnerismo que activó junto al chavismo mecanismos de integración durante varios años.
Las causas de esta movida diplomática han motivado desencuentros con parte de la izquierda argentina que apoya a la Revolución Bolivariana y hasta la renuncia de una diplomática de alto nivel, Alicia Castro, quien fungía como embajadora del gobierno de Fernández en Rusia.
Argentina es un país que ha vivido intensos terremotos económicos y financieros en las últimas décadas, incluyendo una cuantiosa deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que vino de la mano de la administración de Mauricio Macri y que heredó el actual gobierno.
De hecho, las presiones del FMI (cuya misión se encuentra en suelo austral) y las ganas de Alberto Fernández por llegar a un acuerdo para el pago de la deuda podrían haber dado un giro al gobierno argentino en su apoyo a Estados Unidos en el Consejo de DDHH de la ONU contra Venezuela.
El Gobierno Bolivariano, por su parte, recriminó a la Cancillería de Argentina el haber apoyado la estrategia estadounidense.
La Diplomacia argentina no debería prestarse a estrategias de gobiernos cartelizados que instrumentalizan e ideologizan los Derechos Humanos para agredir y desestabilizar países soberanos. EEUU y sus satélites llevan años usando los DDHH para interferir en Venezuela.
— Jorge Arreaza M (@jaarreaza) October 8, 2020
Venezuela resiente este gesto contundente del gobierno de Fernández, siendo el Gobierno Bolivariano uno de los que más ha apoyado a la Argentina kirchnerista en los años que más necesitó de una mano, dejándose tendida en el concierto internacional en momentos de grave crisis financiera. Ahora que el Estado y la población venezolana necesitan un espaldarazo ante las agresiones estadounidenses, Buenos Aires decide mirar a otro lado.
Un repaso al apoyo de Venezuela a Argentina
Motivado por la política exterior de solidaridad internacional e integración regional, la República Bolivariana de Venezuela (que vivía una época convulsa en materia de economía y finanzas) decidió apoyar a Argentina en su crisis económica-financiera posterior a los hechos de 2001.
El presidente Hugo Chávez decidió promover una estrategia que pudiera ser efectiva, de ganar-ganar, tanto para Argentina como para Venezuela. Así dio inicio a los llamados Bonos del Sur, que tenían por objetivo, sobre todo, comprar deuda pública argentina, comenzando en 2005 por 500 millones de dólares para luego hacer otra compra similar para llegar a los 1 mil millones de dólares, pagaderos para 2015 (el llamado bono Boden15) con una tasa de interés del 9,5%.
Posteriormente, en 2006 y 2007, respectivamente se emitieron otros dos Bonos del Sur por 1 mil millones y 1 mil 500 millones de dólares con el fin de ayudar a Argentina a pagar su deuda externa. El gobierno venezolano pudo financiar esta estrategia financiera con base en los altos precios del petróleo de la época.
Gracias a ello, y en un momento en que el gobierno de Néstor Kirchner no encontraba financiamiento nacional o internacional que lo ayudase a enfrentar la deuda con el FMI y otros acreedores (fondos buitre, entre ellos), Argentina pudo resurgir poco a poco económicamente hasta puntos álgidos bajo el gobierno de Cristina Fernández.
En este punto en específico, la solidaridad de Venezuela Bolivariana surtió efectos positivos para ambos países, un valor que no sólo repercutió en sus relaciones bilaterales, sino que también se extiende al plano regional.
Recordemos el tándem que hizo Chávez con Kirchner para no dar rienda suelta al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en el marco de la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005, en el que el presidente venezolano dio una exposición de motivos por el cual demostró que el plan continental de Estados Unidos era en detrimento de los pueblos del Sur.
Mientras Argentina estaba siendo minada económica y financieramente por la deuda externa, Venezuela dio un apoyo firme a Kirchner para que el ALCA, un brazo regional de las políticas neoliberales de los fondos buitre y el FMI, no pudiera arrebatarle la soberanía no sólo a Buenos Aires sino también al resto de países de la región.
El simbolismo de la pala que enterraba al ALCA en un estadio de fútbol argentino colmado por la III Cumbre de los Pueblos, la "contracumbre", dio pie para que se adelantara la construcción de los mecanismos de integración con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en 2008 y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2011.
De no haberse dado estos acontecimientos que aceleraron procesos de integración y solidaridad entre países latinoamericanos, Argentina aún estaría intentando salvarse del naufragio de las décadas anteriores o quizás ya se hubiera ahogado.
Pero nada de esto recuerda o sirve para la reflexión al gobierno de Alberto Fernández, en un momento difícil para Venezuela, con amenazas externas y caos inducido en diferentes frentes a lo interno. La memoria histórica no perdona.