La administración Biden se comprometió a proporcionar 1.5 mil millones dólares al mes a Kiev para mantener a flote la economía ucraniana y presiona a la UE para que haga lo mismo con un paquete similar. Sin embargo, el contexto de crisis energética que enfrenta y una grave desaceleración económica pone en riesgo el bloque en tanto que puede fracturarse.
"Desde el comienzo del 'problema de Ucrania' entre 2008 y 2014, estaba claro para mí que la anglósfera lo ha usado como un Caballo de Troya para controlar tanto a la UE [Alemania] como a Rusia", dice Paolo Raffone, analista estratégico y director de la Fundación CIPI en Bruselas, al tiempo que añade que el liderazgo de la UE está trabajando en contra de los intereses europeos al acatar las políticas dictadas por Estados Unidos.
Mientras le piden a la UE que aún tiene que cumplir con sus compromisos de casi 9 mil millones de euros para Kiev, que no ha pagado, la mayoría de los países del bloque no pueden recaudar los cientos de miles de millones mediante la emisión de bonos debido a sus economías más débiles y su alto endeudamiento público. "Los gobiernos de la UE pronto enfrentarán movimientos de impago de sus ciudadanos y no pueden permitirse el lujo de ser vistos entregando dinero en efectivo a Kiev", afirma el analista Gilbert Doctorow.
La opinión generalizada es que la UE se enfrenta a una recesión en todo el continente y, si no logran compartir la poca energía de forma eficiente durante el duro invierno que se avecina, la economía podría contraerse aún más. Pronto se notará la ausencia del gas ruso.
Según Raffone, la división entre los países de la UE ya es una realidad. Argumenta que ya varios países están resolviendo los problemas por su cuenta y todo apunta a la desintegración del bloque.
El FMI sostiene que Ucrania necesita unos 5 mil millones de dólares al mes para mantenerse a flote. La aventura de apoyar esa guerra ha resultado en una suerte de costal roto para la EU, quien sigue apoyándola financieramente mientras sus países sufren las consecuencias.