Con las horas aumenta el volumen de detenciones de mercenarios que forman parte de un plan para capturar y asesinar al presidente Nicolás Maduro y otros líderes de las instituciones políticas de Venezuela. La “Operación Negro Primero” ha contrarrestado una operación transnacional de las que se tiene los detalles que presentaremos en este informe.
Los operadores detenidos en las costas venezolanas han provisto mayor información que el Gobierno Bolivariano transmitió a la población con el fin de exponer la trama, los involucrados materiales, su composición y los protagonistas detrás de la llamada “Operación Gedeón”.
No es de extrañar que dicha operación haya sido tercerizada con el fin de intentar borrar los rastros de sus actores intelectuales. Seth McFane, autor de The Modern Mercenary (2014), admite que el Departamento de Defensa de los Estados Unidos ha aumentado el contrato de corporaciones militares y ejércitos privados con el pasar de los años. Nada más en 2010, el gobierno estadounidense había emitido 366 mil millones de dólares en contratos de este tipo (un 54% de sus compromisos financieros en el área militar), una cantidad siete veces mayor que el presupuesto de defensa del Reino Unido.
El mismo McFane en su libro devela que en la última década las contratistas de mercenarios constituyen la mitad de las fuerzas militares de los Estados Unidos en zonas de guerra, y que estas compañías privadas forman parte de la estructura de combate de las operaciones del Pentágono, de facto.
El primero en admitir que existe un contrato para dar a cabo la “Operación Gedeón” fue Clíver Alcalá Cordones, y añadió que estaban involucrados funcionarios de la administración de Donald Trump y del equipo de Juan Guaidó. Recientemente descubrimos quiénes firmaron ese contrato y los operadores involucrados, gracias a los resultados de la “Operación Negro Primero”, que pasamos a resumir.
El domingo 3 de mayo en horas de la madrugada fue neutralizada la primera incursión marítima de la llamada “Operación Gedeón”. La embarcación zarpó desde La Guajira, en Colombia, con dirección al estado La Guaira y traía a 12 paramilitares, bajo la dirección de Robert Colina, alias “Pantera”, abatido por las fuerzas militares venezolanas la madrugada de ese día.
En la alocución del día lunes 4 de mayo, el presidente Nicolás Maduro relató que ya habían recibido informaciones de que parte de los operadores de “Gedeón” se encontraban en las costas de Chuao y en Petaquire (La Guaira), haciendo referencia a la segunda embarcación que fue interceptada en Chuao.
Allí fue capturado Antonio Sequea (ex capitán de la Guardia Nacional Bolivariana -GNB- que participó en la toma del Distribuidor Altamira el 30 de abril de 2019), al que Jorge Rodríguez anunció era el jefe de la incursión en las costas venezolanas, durante unas declaraciones realizadas este martes 5 de mayo.
El fracaso de la primera lancha en La Guaira hizo que la segunda, que se había retrasado por un desperfecto técnico y se enteró del enfrentamiento en Macuto por un radio satelital, abortara la incursión marítima e intentara huir hacia Bonaire, antilla holandesa, pero por falta de combustible no pudieron seguir ese plan.
Siendo una embarcación más grande, se estima que alrededor de 50 mercenarios estaban ahí. Navegó hacia los alrededores de Puerto Cruz (Aragua) y ahí desembarcó un primer grupo. Luego siguió hasta Chuao, pueblo en la costa aragüeña, donde fue capturada por pescadores de la zona.
Recordemos que, a finales de marzo, las autoridades venezolanas denunciaron a los hermanos Sequea por coordinar, junto a alias “Pantera” y el desertor Félix Adonai Mata Sanguinetti, campamentos mercenarios en La Guajira colombiana.
Los grupos entrenados allí se habrían desplazado hacia la hacienda de Elkin Javier López Torres, alias “Doble Rueda”, para establecer allí la hoja de ruta por la que ingresarían al país vía marítima.
Esta trama conspirativa, como él mismo y otros participantes de la operación han declarado, tiene a Clíver Alcalá Cordones como uno de sus operadores protagonistas. La dirección del gobierno de Donald Trump y de Iván Duque en sus niveles superiores y Juan Guaidó también forman parte del organigrama.
Una nueva pelea interna
Uno de los elementos que destacó el ministro Rodríguez en el fracaso de la operación fueron los conflictos de poder entre los dirigentes a cargo, una situación recurrente entre miembros del antichavismo.
Iván Simonovis (colaborador de Guaidó y Estados Unidos), relató uno de los capturados, acordó con Sequea desplazar a Clíver Alcalá de la operación y poner a Sequea como jefe de la operación. “Él (Clíver Alcalá) recibió un golpe dentro del golpe que estaba planeando”, dijo el ministro Rodríguez.
El dirigente chavista explicó que hubo un “enfrentamiento” entre Sequea y alias “Pantera” por esta situación, ya que este último era enlace cercano a Clíver Alcalá. Añadió que, tras interrogar a los mercenarios, varios de ellos mencionaron que Sequea había “dejado a su suerte” a alias “Pantera” al llegar a la costa de Macuto.
Tal disyunción habría precipitado la muerte y captura de los mercenarios en el estado La Guaira.
Conexiones con la DEA y el narcotráfico colombiano
Por la información que emitió Jorge Rodríguez, se sabe que antes de la travesía en lancha, los grupos se habrían apostado en la hacienda del narcotraficante Elkin Javier López Torres, ubicada en Uribia, al norte del departamento de La Guajira.
López Torres, conocido bajo el alias de “Doble Rueda”, también conocido como “La Silla” en Colombia, es un capo en La Guajira que fue procesado en Panamá en 2012 por narcotráfico y detenido en Colombia en noviembre de 2019. Es familiar de la esposa de Clíver Alcalá Cordones.
Este capo, según uno de los terroristas, está emparentado con Marta González, la esposa de Alcalá, quien también tiene nexos con otros narcotraficantes como José “Ñeñe” Hernández, narcotraficante fallecido en 2019 de íntimos lazos políticos y financieros con Iván Duque y Álvaro Uribe.
Alias “Doble Rueda” no solo había ofrecido su hacienda como base de operaciones en Colombia, sino que también habría provisto de financiamiento a la “Operación Gedeón”.
Toda esta información fue dada por un agente de la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, involucrado en la invasión y detenido el domingo 3 en Macuto.
Se trata de José Alberto Socorro Hernández, alias “Pepero”, un narcotraficante con el que las dos lanchas, luego de zarpar de Colombia, harían contacto ya en suelo venezolano y les proporcionaría los vehículos incautados en La Guaira, ocho camionetas, dos de ellas con afustes para ametralladoras, y material bélico para su intentona. Socorro Hernández fue capturado por las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) antes de poder encontrarse con las embarcaciones.
Por su colaboración, alias “Pepero” iba a recibir 2 millones de dólares por parte de alias “Doble Rueda”, como así lo hizo saber él mismo en sus confesiones.
Actores mercenarios implicados
Los organismos de seguridad venezolanos, desplegados en la zona, en coordinación con los habitantes de Chuao, apresaron a ocho miembros a bordo de un peñero en sus alrededores, entre ellos, los estadounidenses Luke Alexander Denman y Airan Seth Barry, de SilverCorp USA, la contratista militar de Jordan Goudreau.
Un ex boina verde dijo al medio Connecting Vets, bajo condición de anonimato, que Goudreau había hecho de Jamaica su centro de operaciones donde planificó la “Operación Gedeón”, además de servirle como punto de reclutamiento en el que también fueron vistos Denman y Barry.
Por los documentos incautados (pasaportes, licencias de conducir y tarjetas de SilverCorp) se supo que Denman y Barry, de 34 y 41 años respectivamente, son veteranos de guerra y se desempeñan como entrenadores en SilverCorp.
Además, los norteamericanos dicen haber trabajado para la seguridad personal de Donald Trump, según los datos revelados por Nicolás Maduro de las confesiones que hicieron los detenidos. Fotos de ellos y Goudreau trabajando en la seguridad del presidente estadounidense confirman el nexo histórico entre la actual administración de la Casa Blanca y la empresa SilverCorp.
El presidente de Estados Unidos ha negado tener cualquier tipo de vínculo con el complot y con los mercenarios estadounidenses capturados en Chuao.
Una publicación del medio de investigación periodística La Tabla indica que ambos militares estadounidenses provienen del estado de Texas, aunque aparentemente no tenían ningún vínculo social o laboral entre ellos en ese lugar.
Al culminar su servicio militar en 2013, Barry se trasladó a Schweinfurt, ciudad alemana que fue sede de una de las principales bases militares del Comando Europeo de los Estados Unidos (EUCOM, por sus siglas en inglés).
Por otro lado, las investigaciones de La Tabla señalan que Denman se mudó de Austin, Texas, a Palm Beach, Florida. Posee una licencia para conducir aviones privados.
Hasta la noche del lunes 4 de mayo, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana habían rastreado y capturado a otros cinco terroristas que llegaron a la costa.
En total, son 13 capturados de un estimado de 52 involucrados, según los números que se manejan las investigaciones oficiales, divulgadas por el mandatario nacional ayer y confirmadas más adelante por el ministro Jorge Rodríguez.
Los mercenarios fueron trasladados a la base naval de La Guaira. Además de los ciudadanos norteamericanos y Antonio Sequea, destaca la aprehensión de Josnars Adolfo Baduel (hijo del ex general golpista Raúl Baduel e involucrado en otras tramas conspirativas) y la de Víctor Alejandro Pimienta Salazar, ex capitán de la GNB y funcionario de la DGCIM, señalado como jefe de logística de la operación.
En otra publicación, La Tabla demuestra que Pimienta Salazar “apoyó (en octubre de 2017) la fuga del ex alcalde de Guanta, Jhonathan Marín, por Paraguachón”, en La Guajira colombiana.
Del resto, los capturados son en su mayoría desertores de la FANB que estaban en Colombia: Raúl Eduardo Manzanilla, ex teniente del Ejército; Paiva Soto, ex teniente de la FANB; Rojas Tapia, ex sargento de la FANB; Ruwin Magallanes, ex sargento de la FANB.
Igualmente, fueron identificados dos ex miembros de la Policía de Baruta y la Policía de Miranda, Jefferson Díaz Vasquez y Rodolfo Jesús Rodríguez Orellana respectivamente; un ex miembro de la Policía Nacional, Enderson Rios Marín; más la participación de los civiles Fernando Andrés Noya (contramaestre de la embarcación) y Cosme Rafael Alcalá.
La “Operación Negro Primero” ha estado desplegada en las zonas vinculadas a la “Operación Gedeón” para capturar al resto de los grupos armados que lograron ingresar al territorio nacional.
Asociado a esto, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, informó en la tarde de este martes 5 que fue desmantelado un centro paramilitar al norte del estado Zulia, en la finca El Toro, y detenidos cinco hombres en el sitio. Entre el material bélico que se decomisó había armamento de distintos calibres, municiones, vehículos y equipos de comunicaciones.
Guerra informativa entre voceros de la oposición
Durante horas de la tarde del domingo 3, Jordan Goudreau apareció en un video difundido en redes sociales para ratificar el plan como parte de los acuerdos hechos previamente con el diputado Juan Guaidó, aquellos que el estado venezolano denunció al momento de conocerse la detención de un vehículo en Riohacha, Colombia, el pasado 23 de marzo, que trasladaba un arsenal de armas para dotar a los campamentos mercenarios en La Guajira colombiana, donde se entrenaban mercenarios bajo la conducción de Clíver Alcalá Cordones.
El contrato salió a relucir el mismo domingo 3 en la entrevista de Goudreau con la periodista opositora Patricia Poleo. Ahí aparecen las firmas de Juan Guaidó, el publicista J.J. Rendón y el parlamentario Sergio Vergara. En principio, Juan Guaidó rechazó la autoría de la incursión marítima en La Guaira diciendo que se trataba de una “nueva olla de la dictadura” y desestimando las primeras evidencias que arrojaban las pesquisas a lo largo del día.
Algunos personeros de la oposición, como Iván Simonovis, coincidieron con Guaidó en declarar que los ataques en la costa de Macuto habían sido un falso positivo preparado por el Gobierno Bolivariano.
A partir de Poleo, y a medida que avanzaban las averiguaciones y capturas ejecutadas por el estado venezolano, comenzaron a surgir contradicciones muy evidentes entre los representantes del antichavismo que socavaron los esfuerzos de Guaidó por presentar un relato uniforme contra las pruebas que lo implicaban en el plan destituyente.
En una entrevista realizada por Napoleón Bravo, Javier Nieto Quintero (capitán prófugo de la justicia involucrado en el caso Daktari), que estuvo en el video de Goudreau compartiendo la autoría de la “Operación Gedeón”, respondió a los descréditos de algunos sectores opositores diciendo que no era ningún “show” y rechazó la idea de que se tratara de un montaje orquestado por el chavismo.
Por otro lado, José Antonio Colina, ex militar venezolano, conspirador radicado en Miami y fundador de la agrupación Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex), corroboró en entrevista con Bravo que la mayoría de los desertores en los grupos de Gedeón pertenecen a los grupos que desertaron de la GNB cuando hubo la convocatoria de Juan Guaidó en el marco de la operación del 23 de febrero en Cúcuta.
De igual manera lo afirma otro militar golpista, el otrora contralmirante Carlos Molina Tamayo. Ambos confirmaron que no pertenecen a la “Operación Gedeón”, sin embargo afirmaron conocer información detallada de su composición y fines.
Desde la cuenta en Twitter de la “Coalición Activa de la Reserva Internacional Venezolana” (CANVE), que difunde los videos y otros contenidos de los grupos mercenarios en cuestión, también han surgido contradicciones, comenzando por la difusión del falso relato de que alias “Pantera” seguía vivo, abatido en los enfrentamientos de la madrugada del 3 de mayo. Una foto de su cadáver publicada por un periodista opositor en redes sociales desmintió lo emitido por CANVE.
Igualmente, los datos que aporta esa cuenta de Twitter sobre la cifra de comandos dispuestos para la operación chocan con las versiones de Goudreau. Mientras que CANVE habla de “17 grupos de asalto”, el contratista militar estadounidense afirma a Bloomberg que se trata únicamente de 52 personas, confirmando la versión recabada por el Gobierno Bolivariano.
El ex embajador de Estados Unidos ante la OEA, Roger Noriega, ha ido un paso más adelante en los cuestionamientos por la movida mercenaria frustrada. Dijo a The American Conservative que “si es cierto” el contrato firmado por Guaidó con Goudreau, la credibilidad del diputado de Voluntad Popular y del Departamento de Estado se vería desacreditada frente a la política de los Estados Unidos ante Venezuela.
“La idea de que el equipo de Guaidó estaría involucrado en esto y se mantuviera al Departamento de Estado en la oscuridad, o peor aún, que el Departamento de Estado fuese informado antes de esto (la operación), es extremadamente preocupante”, dijo Noriega.
Ante el bombardeo informativo que se generó desde las filas del antichavismo para acreditar la veracidad de la operación terrorista, Guaidó no tuvo más opción que cambiar su postura y salir en “defensa de los derechos humanos” de los operadores, una vez apresados por los organismos militares venezolanos.
El componente religioso
Habría que hacer un par de comentarios sobre el argumento bíblico que le da nombre a la operación.
Gedeón, de acuerdo al Antiguo Testamento de la Biblia, fue un guerrero elegido por Yavé para liderar una “guerra de liberación” de Israel que había sido invadida y saqueada por el pueblo de Madián. La historia se encuentra en Jueces 6–8.
La leyenda cuenta que Gedeón encabezó un ejército de 300 hombres, divididos en tres bandos, contra los madianitas. Los atacaron de noche por sorpresa para luego, con ayuda de Yavé, confundirlos y producir una “guerra de perros”, es decir, “Yavé hizo que por todo el campamento los madianitas se mataran entre sí”.
Los mercenarios contratados y entrenados por SilverCorp quisieron imitar las tácticas del Gedeón judaico y su simbología guerrera como figura moralizadora, que no han tenido el éxito previsto.
A esto se le agrega el componente religioso de los políticos estadounidenses, quienes mantienen un nexo muy estrecho con las jerarquías eclesiásticas de las diferentes sectas cristianas y evangélicas (anglicana, baptista, metodista, presbiteriano, pentecostalista) y promueven desde hace siglos la doctrina del Destino Manifiesto, que afirma un designio a su favor otorgado por un dios providente para la expansión y ocupación de los Estados Unidos sobre otros territorios y poblaciones. Esta lógica es instrumentalizada por el Imperio estadounidense, evidentemente en decadencia, para operar abierta o clandestinamente en otras latitudes con el fin de intentar la imposición de su agenda.
Tampoco es una casualidad que la figura de Gedeón, tan cara a la imaginario religiosa estadounidense y sionista-israelí (sin olvidar que las Biblias de Gedeón forman parte del más amplio catálogo editorial oriundo de los Estados Unidos), se haya usado para llamar a la insurrección armada a favor de los mercenarios (en su mayoría ex GNB que desertaron al bando Guaidó en 2019), tomando en cuenta que, según la leyenda del Antiguo Testamento, el líder guerrero convocó, amparado por Yavé, a salvar “a Israel de la mano de los madianitas”, quienes en clave venezolana serían los líderes chavistas.
Bahía de Cochinos, versión venezolana 2020
Los sectores más beligerantes del antichavismo habían estado esperando una “acción quirúrgica” como la “Operación Gedeón” que pondría fin a lo que ellos llaman una “narcotiranía”, categoría usada por el gobierno estadounidense para referirse a la Presidencia de Venezuela con fundamentos francamente endebles, llenos de inconsistencias y sin pruebas fehacientes.
Es de esperar que dicha operación sea totalmente desmantelada en los próximos días, con la presteza de los órganos de seguridad estatales en conjunto con la acción de la inteligencia popular y la organización altamente politizada del chavismo, los factores diferenciales que los supuestos expertos militares estadounidenses no anticiparon a la hora de crear la estrategia.
Diversos periodistas y analistas han llamado a la “Operación Negro Primero” una versión venezolana de la invasión fallida de Bahía de Cochinos en Cuba, a mediados de abril de 1961, en la que fue clave la participación de las milicias que apoyaban a la revolución en conjunto con el ejército regular cubano. La idea de Estados Unidos era crear una cabeza de playa para, desde ahí, montar un “gobierno provisional” y buscar su reconocimiento internacional mientras deponía a Fidel Castro del poder.
En el escenario venezolano, el “interinato” ficticio de Juan Guaidó era el delfín de Estados Unidos que iba a ocupar la cabeza de playa en Macuto. No pudieron, y, por como van las cosas en Venezuela, no podrán.
Al parecer la analogía histórica con la gesta cubana parece correcta como fotografía del momento venezolano, aun en tiempos de pandemia.