Los recientes tiroteos masivos en Estados Unidos han encendido el debate sobre la restricción o no de la venta de armas de guerra a civiles. Sin embargo, la gran beneficiada ha sido la industria armamentista que promueve y sostiene la cultura de la guerra tanto fuera como dentro del país norteamericano.
Un reporte de RT señala que en el contexto de la aprobación de una ley que prohíbe el uso de rifles por parte de la Cámara de Representantes, que el Senado decidirá si entra en vigor o no, los fabricantes de armas han triplicado sus ganancias, sobre todo los que venden el popular modelo AR-15, involucrado en casi todas las masacres.
Una investigación presentada por congresistas demócratas señala que, desde el año 2007, los fabricantes de armas vienen enriqueciéndose con peligrosas técnicas de comercialización. En total son más de mil millones de dólares en ganancias para esta industria.
Una congresista que lleva la investigación señala que la estrategia de marketing estuvo enfocada en los niños, las inseguridades de los hombres, incluso en los supremacistas blancos violento. Otro investigador refiere que también la Asociación Nacional del Rifle llevó a cabo una campaña que promovió el miedo y la conspiración, que desde 2007 tuvo incidencia en la venta de rifles de asalto.
A pesar de la crisis, los políticos estadounidenses, así como los fabricantes de armas, defienden el derecho constitucional de comprar armas para "defenderse", incluso los poderosos rifles AR-15, los armamentos que más han causado muertes en Estados Unidos.