Son contadas las transnacionales que bajo el modelo agrícola actual, altamente dependiente de los recursos naturales básicos y estratégicos como el agua, la tierra, el petróleo, el gas natural y la biodiversidad, controlan la producción primaria de alimentos, materias primas, insumos, transporte y comercio a escala mundial, entre las cuales, destacan tres grandes.
Estas, desde 2017, iniciaron una carrera por el control de la producción de alimentos a través de una serie de movimientos de adquisiciones y fusiones, configurando un esquema que geopolíticamente ubican a Estados Unidos, Alemania y China como casas matrices de las principales corporaciones del agronegocio (Bayer, Corteva Agriscience y Syngenta). Escenario que comenzó a establecerse desde mediados de los años 90, en medio de la liberación de los eventos transgénicos.
Sin embargo, en el año 2020, Cargill, cuyo negocio abarca desde servicios agrícolas, cultivos, ganado, alimentos, salud, farmacéuticos, gestión de riesgos industriales y financieros, hasta materias primas, se constituyó en la primera corporación agrícola con mayores ingresos; seguida de Archer Daniels Midland (ADM), una de las cinco grandes del transporte y comercio de alimentos en el mundo; y, por supuesto, en el tercer lugar Bayer, con sus negocios de pesticidas, semillas, biotecnología vegetal, entre otros, como la farmacéutica; terreno en el que compite con Corteva Agriscience y Syngenta.
Y no podían faltar entre las 10 corporaciones del agronegocio más grandes del mundo aquellas relacionadas a la maquinaria, equipos agrícolas y fertilizantes, como Jhon Deere, New Holland, Nutrien, Yara Internacional y Basf, respectivamente.
En resumen, son cinco países que fungen como casa matriz de las principales corporaciones que controlan el agronegocio y, en consecuencia, ejercen control sobre la producción de alimentos en el mundo: Estados Unidos, Alemania, Canadá, Noruega y, recientemente, China.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog Alimentos y Poder el 16 de noviembre de 2021.