Un artículo de Nicolas Bourcier y Gaspard Estrada publicado en el periódico francés Le Monde del 11 de abril de este año se titula "Lava Jato, la trampa brasileña", y si nos adentramos en la historia de que lo que se conoce como la mayor cruzada contra la corrupción en el país sudamericano, a siete años de su inicio, descubriremos que ciertamente es una trampa cuando se revela la verdadera naturaleza de su aplicación.
Para entender un poco de qué se trata este proceso de investigación que empieza el 17 de marzo de 2014, por el caso de supuesta megacorrupción de la empresa brasileña Petrobras, es necesario pasar por el inicio, el desarrollo y los últimos desenlaces de este evento que marcó el escenario político de Brasil desde la fecha de inicio hasta ahora.
Asimismo, es necesario precisar los principales autores y los que estuvieron bajo la mirada inquisidora de este mecanismo que fungió como juez moral y definidor de la proyección de algunos políticos en Brasil y el hemisferio. Pero sobre todo no hay que perder de vista los intereses de fondo de esta supuesta carrera contra la corrupción.
La estructura del Estado brasileño, además de estar golpeada por la pandemia (producto de la ausencia de políticas efectivas por parte del actual mandatario, Jair Bolsonaro, para frenar la propagación del virus que ya ha cobrado la vida de más de 365 mil brasileños), también está siendo arrasado por la crisis económica, política e institucional.
Lo sorpresivo y contundente de las circunstancias que rodearon la aparición del Lava Jato hizo incuestionable su procedimiento. Pero cómo cuestionar a un grupo especial integrado por fiscales, policías federales y agentes del fisco que detuvieron a cerca de 200 personas tras el destape del escándalo que involucró a ex altos cargos de Petrobras y directores de varias de las principales constructoras de Brasil.
Esta operación adquirió una dimensión mayor y ejemplarizante cuando varios expresidentes de Brasil, (incluyendo a Luiz Inácio Lula da Silva), empresarios y figuras políticas de la región fueron enjuiciados:
"El motivo es el presunto pago de sobornos por parte de empresas investigadas como Odebrecht a diferentes funcionarios para la adjudicación de obras públicas. A estos involucrados, según la Fiscalía, se suman algunos expresidentes como los peruanos Alejandro Toledo y Alan García, y el mexicano Felipe Calderón", refieren los periodistas.
Esta cruzada impetuosa estuvo liderada por el juez Sergio Moro y su equipo de fiscales, que apoyados por el poder judicial y los medios de comunicación proyectaron la "limpieza", por fin, de Brasil de corrupción para "salvarla".
"Fin de Lava cruzada"
Pero de pronto esta gran empresa anticorrupción se desarticuló como si ya hubiera cumplido su objetivo. Y lo curioso es que muchas decisiones judiciales tomadas en su momento revirtieron.
"Y de repente, nada, o casi nada. En menos de dos meses, la extensa investigación se derrumbó como un suflé. A principios de febrero, el Ministerio Público Federal anunció el fin del Lava Jato, desmantelando su principal equipo de fiscales con una frialdad inaudita. Entonces, un juez del Tribunal Supremo ordenó que se retiraran los cargos contra Lula", dicen Nicolas Bourcier y Gaspard Estrada.
A esta suerte de reversión judicial se suma la reciente decisión del Tribunal de Cuentas de Brasil (TCU) de absolver Dilma Rousseff de una demanda por la compra, cuando en 2006 se desempeñaba como ministra de Minas y Energía, de la refinería de Pasadena en Estados Unidos por parte de la petrolera estatal brasileña Petrobras. Acusaciones que en 2016 hizo que el golpe de Estado en su contra pasara por un impeachment y se engrosara simbólicamente el expediente contra el PT.
Los jueces del TCU absolvieron a Dilma argumentando que el Directorio de Petrobras no tenía responsabilidad en el caso.
"El ministro del TCU y relator del caso, Vital do Rêgo, indicó que los miembros del consejo no actuaron con intención ni mala fe al evaluar la transacción: 'No hay razonabilidad y proporcionalidad en igualar las responsabilidades de quienes actuaron con deslealtad con los demás involucrados, cuya mala fe no quedó demostrada en estos registros ni en otras instancias en las que se investiga el caso de Pasadena'", dijo el relator, citado por Telesur.
Los periodistas afirman que Lava Jato "ha servido a muchos intereses, pero no a la democracia". Y en el fondo el talante moral que impulsaba la cruzada anticorrupción estaba sostenido sobre un juzgado parcial, un equipo de fiscales cuyos métodos eran a veces ilegales y la intervención de Estados Unidos.
Sin embargo, el impacto mediático no convenció a toda la prensa prensa brasileña. Desde su creación en 2014, Brasil Wire publicó artículos críticos sobre la operación y su relación con el gobierno de Estados Unidos, informaciones que fueron soslayadas por la prensa local e internacional plegada al consenso de la narrativa anticorrupción y sostiene que Lava Jato creó las condiciones para que Jair Bolsonaro llegara a la presidencia.
"Hemos cubierto estos temas ampliamente a lo largo de los años, y hemos estado al margen en el mundo de habla inglesa durante la mayor parte de ese tiempo, publicando las primeras admisiones de la participación ilegal de Estados Unidos en Lava Jato y en el caso de Lula, que como resultado se utilizó como base para la absolución de Lula, así como análisis detallados de una 'guerra contra la corrupción' de Estados Unidos en Brasil y América Latina. Por las razones que sean, plataformas con recursos y alcance mucho mayores decidieron ignorar las pruebas de la implicación de Estados Unidos en Lava Jato durante años", refiere el medio brasileño.
El impacto mediático fue tan grande que el golpe de Estado contra Dilma Rousseff no fue tomado como tal y la participación del Departamento de Estado fue tomada por muchos comentaristas y periodistas de la corriente principal como si fueran una teoría de la conspiración.
Bastó que Bolsonaro fuera elegido presidente para que nombrara como ministro de Justicia al hombre que fungió como verdugo de Lula al sacarlo de la carrera electoral que le dejó el camino libre en las elecciones.
No se puede ocultar más la trama de corrupción institucional en la que claramente se le pagaba Sergio Moro por su trabajo. Pero ya era demasiado tarde, los señalamientos ya no podían revertir el hecho de que Lula estuviera preso y su partido, el PT, por los señalamientos de corrupción de su máximo líder, perdiera terreno en el escenario político electoral.
Estados Unidos detrás de Lava Jato
"Ahora, con la publicación de un artículo en el periódico francés Le Monde, que en su mayor parte reúne pruebas publicadas años antes por medios independientes brasileños, finalmente la historia del Projeto Pontes (Proyecto Puentes), un aparente esfuerzo por cultivar a la judicatura y a la policía por parte del gobierno de Estados Unidos con fines geopolíticos, ha entrado en la discusión principal", dice Brasil Wire.
Básicamente, el medio brasileño expone que todos estos señalamientos salen a la luz luego de que un medio "con prestigio internacional" lo publica, cuando desde hace años la prensa independiente del país latinoamericano ha hecho estas denuncias.
"Aunque celebramos que esta información finalmente entre en la corriente principal, y es revelador que un periódico francés, no anglófono, publique esta historia primero, el propio Le Monde no está libre de culpa. Su cobertura del golpe de Estado de 2016 fue tan mala como la de cualquiera, negando que se estuviera produciendo un golpe de Estado y afirmando de forma arriesgada que la injerencia de Estados Unidos en América Latina terminó con la guerra fría", refiere el portal brasileño.
Los mismos señalan que el periódico francés dice algo obvio ya desde hace tiempo: "Lava Jato actuó como agencia estadounidense en Brasil".
Tarde o no, el informe ofrece detalles de cómo la justicia brasileña fue manipulada e instrumentalizada para lograr los intereses geopolíticos estadounidenses, con la colaboración criminal y vasalla de los agentes públicos brasileños, bajo el mando de Sergio Moro y los serviles Dallagnol del equipo.
Los brasileños argumentan que los objetivos imperiales de Estados Unidos no han cambiado, sino que se ha modificado la estrategia para seguir manteniendo el control en la región.
"Estas estrategias estarían sustituyendo las intervenciones tradicionales y el apoyo a los golpes militares por nuevos tipos de injerencia, que están siendo denominados por los estrategas como guerras indirectas, irregulares, asimétricas o, aún, guerras híbridas o proxy wars, por utilizar la terminología sugerida por el analista estadounidense Andrew Korybko".
En Brasil, las protestas de junio de 2013, que fueron para nada espontáneas tienen su correlato en las revoluciones de colores de la Primavera Árabe, y lo que empezó como una lucha por reivindicaciones sociales, a través de la manipulación, se convirtió en manifestaciones contra el gobierno y contra el Partido de los Trabajadores.
Este precedente posteriormente se convirtió en un comodín para todo lo que se construyó contra Lula y Dilma.
Lo que siguió a continuación, de acuerdo a los breviarios de guerra híbrida, fue la presión política desde las instituciones del Estado contra Dilma Rousseff como una forma de restablecer "el orden" ante el "desastre" dejado por los gobiernos de corte progresista que antecedieron al de Bolsonaro.
Dicha presión derivó en la sanción de dos leyes fuertemente inspiradas en el sistema de persecución penal de los Estados Unidos, que atribuye mayor poder a los fiscales, que en la práctica operan bajo instrucciones del Departamento de Justicia (DOJ) de ese país.
La primera fue la Ley Anticorrupción, que reguló la responsabilidad civil y administrativa de las personas jurídicas que practican actos contra la administración pública, y
"fue el resultado de una fuerte presión del Grupo de Trabajo de la OCDE sobre el Soborno en las Transacciones Comerciales Internacionales, fuertemente influenciado por los Estados Unidos, ya que Brasil había ratificado la Convención contra el Soborno de la OCDE. La ley brasileña incluía la mayoría de los mecanismos previstos en la famosa Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero de Estados Unidos, la FCPA, considerada el mayor instrumento del imperialismo económico estadounidense".
En 2013, Edward Snowden reveló el espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, sus siglas en inglés) en Brasil que alcanzaron a funcionarios del gobierno federal, incluyendo a la propia presidenta Dilma, y cuyo principal objetivo era Petrobras. Al mismo tiempo, un juez federal de bajo nivel, basándose en una única fuente, concretamente un operador de divisas en el mercado negro, tuvo acceso a un gran volumen de documentos sobre Petrobras.
El medio brasileño argumenta que para ese momento ya se ponía en práctica el modus operandi de la guerra legal. Lo que demuestra que las agencias de inteligencia estadounidense pasaron de entrenar militares a formar operadores jurídicos en programas de capacitación legal con claros objetivos de derrocar a los gobiernos autónomos.
"Sergio Moro, según su propio currículo de Lattes, asistió al Programa de Instrucción para Abogados de la Facultad de Derecho de Harvard en julio de 1998 y participó en el Programa de Visitantes Internacionales organizado en 2007 por el Departamento de Estado de Estados Unidos, que incluía visitas a agencias e instituciones encargadas de prevenir y combatir el lavado de dinero, como el FBI, la CIA, el DOJ y el Departamento de Estado".
El medio francés argumenta que la integración económica de América del Sur suscitaba serias preocupaciones en el Departamento de Estado. Sin embargo, no era necesario desplegar una agenda intervencionista que implicara mucha fuerza, como en el caso de Venezuela, sino a través Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero del país norteamericano y las redes de fiscales y magistrados brasileños formados en técnicas de investigación.
La táctica más o menos es la siguiente: el Departamento de Justicia usó como cebo repartir multas que las autoridades estadounidenses impondrán de acuerdo a sus leyes a empresas brasileñas. A partir de una visita secreta de miembros del DOJ, del FBI y del Ministerio de Seguridad Nacional a la justicia de Curitiba, en 2015, esos agentes tuvieron acceso a los abogados de los empresarios llamados a "colaborar" con la justicia de Estados Unidos, sin informar al poder ejecutivo brasileño. El precio de las multas impuestas a empresas brasileñas por la FCPA tendría que incluir una parte destinada a Brasilia, pero también a la operación Lava Jato, dice Brasil Wire: "Con el acuerdo cerrado, los promotores brasileños pescarán empresas que puedan estar bajo el control del Departamento de Justicia".
El cazador cazado: Caso Sergio Moro
Después de todo esto se entiende que toda la operación Lava Jato formó parte de un plan para reordenar el mapa político de Brasil y que el mismo tiene consecuencias directas en la crisis económica, política y sanitaria que vive el país sudamericano.
Que Sergio Moro fuera proyectado mediatamente como el paladín de la justicia y ahora, siete años después, el Tribunal Supremo Federal de Brasil considere que fue "parcial" en los juicios contra el expresidente Lula demuestra que el aparataje judicial en ese país no es tan sólido como se mostró.
"Respecto al fallo del STF, Moro ahora se someterá a una investigación completa para determinar su falta de objetividad en el juicio que perjudicó a Lula, tomando en cuenta también que su detención indica que fue planeada para la temporada de elecciones que abrieron paso a la elección de Jair Bolsonaro", refiere un trabajo de investigación de esta tribuna.
En este se enumera con detalles los movimientos durante el juicio a Lula donde se demostraba la parcialidad de Moro sobre la supuesta residencia de lujo adjudicada al expresidente por parte de Odebretch, las evidencias ilegales, la sentencia condicionada y el espectáculo mediático que signó el proceso.
La figura de Moro se desinfla de la misma manera que se desarticula tola la operación Lava Jato. Ser un actor fundamental para los planes imperiales no lo dejó exento de culpas, ni tampoco lo salva de la propia justicia brasileña. Como se dijo anteriormente, todo este proceso solo fue favorable a intereses foráneos y no para Brasil; la crisis judicial y política aún experimenta sus graves consecuencias.
El juez pasa a ser una pieza desechable que fue funcional por un tiempo y que ahora es abandonada como tantas otras en el historial de Estados Unidos, mientras los líderes del PT vuelven a tener un segundo respiro no solo para sí mismos en su existencia sino asimismo para la política brasileña y, quizás, regional.