Vie. 22 Noviembre 2024 Actualizado 3:37 pm

El coronavirus da una vuelta de tuerca a la política internacional

El avance del coronavirus, con crecimiento exponencial de nuevos contagios y muertes, está facilitando una inflexión en la política y la economía mundial de maneras que no habían sido sospechadas a inicios de año.

Las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han ratificado su señalamiento de que el epicentro de la crisis se ha desplazado hacia Europa.

La pandemia ha sido un factor fuertemente vinculado al estremecimiento de los mercados internacionales, los cuales han sufrido fuertes altibajos a causa de un factor de incertidumbre por el destino de la economía mundial para las próximas semanas y meses.

Aunque son conocidas las razones de la caída de los mercados, ellas no se explican exclusivamente por la crisis sanitaria. El sistema financiero está dando señales claras de un reacomodo y también de una jugada especulativa a gran escala, en la que ante una devaluación (inducida por la crisis) de las acciones, bienes y servicios, se está produciendo también un “cambio de manos” de muchos activos, en el aprovechamiento de los bajos precios.

Esta jugada “de oportunidad” que está teniendo lugar justo ahora yace en la posibilidad de que, ante las señales de la recuperación de China, el efecto pueda desencadenarse de igual manera en Europa y Estados Unidos, a mediano plazo, disparando los indicadores hacia arriba, pese a que hoy sean impredecibles los alcances a profundidad del coronavirus sobre las economías occidentales.

De igual manera está ocurriendo un fenómeno en la política internacional. Es decir, hay un conjunto de países que están instrumentalizando “jugadas de oportunidad”, detonadas a expensas de la crisis sanitaria, que, hay que afirmar, no es exclusivamente sanitaria: es también una crisis política, una coyuntura económica.

Es, además, un evento comunicacional que infiere la manufacturación de la opinión pública a gran escala. También: es un acto de aplicación de medidas de ingeniería social, de control social, al unísono de las medidas de control sanitario.

Países, medidas y “terapia de shock”

Varios países han comenzado a actuar sobre medidas excepcionales para la contención del coronavirus, aupados por una gran conmoción internacional que se ha propagado mediática y políticamente. Sin embargo, los actos de excepcionalidad están dando señales de que varios gobiernos pretenden instrumentalizar la crisis encontrando en ella un acto de oportunidad para aplicar medidas de otra índole.

Los casos más relevantes por países, hasta ahora:

Francia. El gobierno francés ha emitido nuevas medidas de contención del coronavirus, sin embargo, esto ocurre en el momento en que el gobierno de Macron ejecuta una reforma profunda al sistema de pensiones de dicho país, el cual, vale decir, es considerado por las grandes mayorías nacionales como un patrimonio, producto de luchas sociales intergeneracionales.

Francia pretende también apagar las protestas que han precedido los recientes anuncios de reformas, especialmente las de los “chalecos amarillos”, las cuales tienen meses en la escena política francesa como un reducto férreo de indignación social.

De esta manera el gobierno francés está ejecutando una gobernanza a la medida de la crisis, mitigando la movilización social y sedando el rechazo colectivo a su profundamente polémico desmembramiento del sistema de seguridad francés.

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Alemania. El país está ante el marco de fragilidad de las economías europeas. Ya existe cuantificado un potencial daño del coronavirus a la industrializada economía alemana, mediante la ralentización de la actividad fabril, la caída en la demanda de bienes y servicios y, en consecuencia, la caída de muchas actividades económicas en su conjunto.

Alemania se presta ahora para imitar las medidas de cerco epidemiológico a gran escala que han aplicado otros países, pero, para ello, en lugar de blindar a la sociedad alemana con recursos públicos, han decidido liberarlos para dirigirlos a manos de los industriales alemanes, incluso ofreciéndoles “liquidez ilimitada” para contener los impactos que tendrá sobre este sector el confinamiento de gran parte de la población por razones sanitarias.

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La medida no deja de ser polémica. El país no conocía auxilios financieros de este tipo como los que se dieron a los bancos con la crisis del año 2008.

Estados Unidos. Donald Trump ha decretado la emergencia nacional, liberando 50 mil millones de dólares y ampliando las atribuciones del gobierno estadounidense para enfrentar los estragos de la crisis sanitaria. El mandatario ordenó aumentar las reservas estratégicas petroleras “hasta el tope”, dando como válida la tesis de la “oportunidad” que está dejando el descalabro de las bolsas.

Sin embargo, Trump está instrumentalizando la crisis de manera esencialmente política para consolidar su liderazgo en plena campaña electoral, algo inusual en la política estadounidense, frente a un cuestionado manejo de la crisis, por varias razones.

Primero, se desconoce la dimensión real del avance del coronavirus en Estados Unidos. En segundo lugar, el impacto que este tendrá en la economía estadounidense, epicentro de la faceta económica de la crisis. En tercer lugar, las propias desestimaciones que el mismo Trump ha hecho del virus.

Sin embargo, desde el pasado jueves 12 de marzo, Trump parece haber dado un giro y ahora ha centralizado la campaña electoral en la crisis sanitaria, a expensas de que sus “vitrinas” políticas, como el acuerdo para el retiro de tropas en Afganistán, el caso Venezuela, e incluso su gestión económica, se estén yendo al traste.

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Reino Unido. El primer ministro Boris Johnson ha decidido ir en una dirección opuesta a la que se ha tomado en Europa para el manejo de la crisis. El gobierno británico ha sido criticado por no tomar medidas de mayor alcance como las que se ven en muchos otros países y, en lugar de ello, el mandatario se ha preocupado en anunciar que “se perderán muchos seres queridos”, pero que la economía no se detendrá.

Básicamente, Reino Unido ha decidido sacrificar vidas humanas para no detener la remodelación que están haciendo a su economía, de cara a su salida de la Unión Europea en unos 10 meses.

Sin acuerdos definitivos alcanzados con Bruselas en distintas materias, Johnson ha tratado de manufacturar el consentimiento de la opinión pública desestimando el virus y, al mismo tiempo, acelerando todas las preferencias financieras para los sectores económicos de cara a los meses venideros.

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El Salvador. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, pidió este viernes 13 de marzo al Congreso de su país que decrete estado de excepción en todo el país, lo que implica la suspensión de algunas garantías constitucionales, como parte de las medidas que buscan blindar del coronavirus a la pequeña nación centroamericana. El Salvador es uno de los pocos países del continente que no ha reportado casos positivos del virus. Sin embargo, esta semana el mandatario pidió a la autoridad migratoria local que prohíba la entrada a la nación de extranjeros no residentes, salvo que sean diplomáticos para prevenir la llegada del coronavirus.

Bukele pretende adquirir poderes presidenciales excepcionales, aprovechando la crisis para consolidar su polémica política de seguridad interna y el manejo discrecional de recursos para tales fines. Recordemos que en medio de una pugna por recursos con el Congreso salvadoreño, el mandatario recientemente lo hostigó militarizando el recinto parlamentario, declarando así su proto-dictadura.

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Ecuador. Al producirse el reciente “lunes negro” el pasado 9 de marzo con la caída del precio del crudo y de los mercados, Lenín Moreno decidió justificar la aceleración de medidas profundas de reacomodo económico, “mejorando” las condiciones de deuda bilateral con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y aplicando un drástico recorte del presupuesto.

Moreno anunció que hará un recorte adicional del presupuesto de 1 mil 400 millones de dólares, también eliminará y fusionará entidades públicas. Adicionalmente, el gobierno gestiona créditos con dos instituciones de financiamiento internacional por más de 2 mil millones de dólares en mejores condiciones financieras, sin dar mayores detalles.

Básicamente, Moreno pretende pagar una ya dolorosa deuda, con nueva deuda que piensa adquirir. Estos anuncios habían sido impensables durante la crisis política de 2019, la cual es evidente al día de hoy, que Moreno ha gestionado a su favor, aplicando ahora medidas mucho más drásticas, sin que en Ecuador se produzca mayor reacción. La población está de hecho confinada en sus casas.

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Estado de excepción global

La “doctrina del shock”, la cual supone que ante el estremecimiento de una entidad política y social esta se puede volver “maleable” o “manejable”, parece ser una tendencia en incremento en varios países y seguramente ello tendrá un acompasamiento con el avance del coronavirus, el cual podría ceder para junio en los países donde hoy hace estragos.

Sin embargo, este parece ser un fenómeno políticamente más prolongado. El año 2020 es un año en que la política global parece reperfilarse a la consolidación de un estado de excepción, donde se están definiendo y desbocando formas agresivas de gobernanza, concentración de la opinión pública en el virus y una acción de remodelación de la respuesta social frente a las medidas gubernamentales en el mundo.

El intervalo político, económico, comunicacional que está generando el nuevo coronavirus es un espacio de distensión y oportunidad multipropósito para los gobiernos neoliberales.

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