Vie. 19 Abril 2024 Actualizado 8:53 pm

El coronavirus, ¿un arma biológica?

El nuevo virus COVID-19, mejor conocido como coronavirus, está en boca de todos luego de que la epidemia, surgida en China, trascendiera las fronteras asiáticas y se expandiera hacia múltiples puntos del planeta. Dicho virus está viajando a diferentes partes del mundo vía personas infectadas que traspasan de uno a otro, ya que es altamente contagioso.

Sin embargo, la Organización Mundial para la Salud (OMS) aún no califica de pandemia al brote infeccioso del coronavirus. No tiene razones para hacerlo, aún. El organismo evalúa que el riesgo de pandemia es “muy alto”, lo que es una advertencia a todos los Estados para que se preparen a la eventualidad.

La última vez que la OMS declaró pandemia fue por el brote global de influenza A (H1N1) entre abril de 2009 y agosto de 2010, conocida mundialmente como “gripe porcina”. En su momento se confirmaron oficialmente más de 18 mil decesos en todo el mundo por ese virus.

En el caso del coronavirus, se han reportado oficialmente en todo el mundo más de 85 mil contagiados, con casi 2 mil 700 muertes hasta el cierre de esta nota. Se prevé que aumente el número de contagios y decesos en los próximos días, aunque bien es cierto que los gobiernos se preparan para contener la amenaza del brote, incluyendo el venezolano.

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Ya en América Latina y el Caribe se han reportado oficialmente, hasta la fecha, pocos casos de contagio por COVID-19 en cuatro países: Brasil (2), Ecuador (4), México (4) y República Dominicana (1).

El miedo y la ansiedad se posan sobre distintas poblaciones, a medida que los medios de comunicación y propaganda emiten un tono de preocupación a lo que aún no se concibe como pandemia.

Ciertamente debe prevalecer la prevención estatal ante el virus, pero la desproporción de las matrices de opinión sobre el asunto llaman la atención de analistas e incluso filósofos como el italiano Giorgio Agamben, quien escribió el 26 de febrero que en Italia se usa el pretexto del coronavirus para extender la “tendencia creciente a utilizar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno”.

El estímulo del estado de excepción derivaría, según Agamben, del “estado de miedo que evidentemente se ha extendido en los últimos años en las conciencias de los individuos y que se traduce en una necesidad real de estados de pánico colectivo”, instrumentalizados por los medios corporativos que abogan, no solo en Italia sino en muchos puntos globales, por la histeria como recurso a la tecnología de poder excepcionalista.

Un arma de guerra biológica

De ahí que se entienda la denuncia del Dr. Francis Boyle, autor de la denominada “Ley de 1989 contra las Armas Biológicas Anti-Terroristas” en Estados Unidos, en torno a la COVID-19, calificándola de “arma de guerra biológica”.

Aunque no es biólogo sino abogado y profesor de leyes internacionales en la Universidad de Illinois, su experiencia en el área y uno de sus libros más celebrados, Guerra biológica y terrorismo, lo legitiman ante el tema. En una entrevista asegura que, según los informes y reportes consultados extensamente, la COVID-19 salió del laboratorio de nivel 4 de Wuhan (ciudad originaria del primer brote en China, en la provincia de Hubei), aunque admitió que no cree haya sido adrede por parte de las autoridades locales.

  • Los laboratorios de nivel 4 son de contención máxima, de alto riesgo y bioseguridad, que instrumentalizan unidades de patógenos altamente peligrosos.

Boyle afirma que los laboratorios de nivel 4 en Estados Unidos, Europa, Rusia, China e Israel son centros de investigación, desarrollo y prueba de agentes de bioguerra, y adhiere: “No existe una razón científica realmente legítima para tener laboratorios de nivel 4”.

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El profesor de leyes internacionales acusa al gobierno de Xi Jinping de haber encubierto de propaganda todo el proceso infeccioso fuera del laboratorio de Wuhan desde el primer caso de brote, reportado el 1º de diciembre de 2019.

Pero expertos citados por The Washington Post aseguran que en China, en dichos laboratorios, no se experimentan con armas biológicas.

Sin embargo, se debe recalcar que el posible origen de la COVID-19 en Wuhan está cubierto de sospechas e intrigas. Un reporte de los científicos Botao Xiao y Lei Xiao resume que existen dos hipótesis plausibles que confirman que “alguien está involucrado en la evolución del coronavirus 2019-nCoV”. Citaremos la que parece más probable:

  • Los científicos chinos hicieron un paneo alrededor del mercado en Wuhan donde se registró el primer brote, en donde se venden alimentos marinos y animales “exóticos”. Se identificaron dos laboratorios donde se hacen investigaciones sobre murciélagos con coronavirus. Uno se encuentra a 280 metros, adyacente al hospital donde se reportó al primer grupo de médicos infectados. Según los reportes científicos, allí se hicieron cirugías a los murciélagos y se extrajeron muestras de ADN y ARN, fuente de patógenos y probable base de infección primigenia en humanos.
    Otro laboratorio cercano al susodicho mercado se encuentra a 12 kilómetros, de donde se reportó que los murciélagos de herradura son reservorios naturales del síndrome respiratorio del coronavirus, certificación demostrada a través de experimentos en el laboratorio. Se especula que un derivado de dicho virus podría haberse fugado de allí.

Lo cierto es que para la pareja de científicos chinos existe una responsabilidad directa de quienes dirigen dichos laboratorios en China, más allá del error humano.

Pero los experimentos de patógenos altamente peligrosos son de uso común en este tipo de laboratorios de nivel 4. Según el Dr. Boyle, para 2015 el gobierno de Estados Unidos había aportado más de 100 mil millones de dólares en investigación de bioguerra “con los que prueban armas biológicas aquí en los Estados Unidos. De hecho, esto se retrotrae y hasta precede al 11 de septiembre” de 2001.

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Proyecto DARPA

La Universidad de Cambridge lanzó una alarma en 2019 a través de su Centro de Estudios de Riesgos Existenciales, indicando que las armas biológicas “apuntan a grupos étnicos específicos basados en su perfil genómico”.

Dicha alerta se compagina con la investigación de documentos provenientes de Turquía por parte de la periodista búlgara Dilyana Gaytandzhieva sobre los experimentos del Pentágono en armas biológicas de exterminio masivo, en específico el programa de mosquitos del proyecto DARPA y su relación con experimentos biológicos sobre etnias específicas.

Gaytandzhieva descubrió el financiamiento clasificado de la CIA a ISIS y el despliegue de 25 laboratorios de Estados Unidos en todo el mundo para la experimentación de armas biológicas, violando la Convención de las Naciones Unidas en la materia.

El Departamento de Defensa estadounidense asimismo subcontrata a compañías privadas con el fin de desarrollar bioarmas en esos países, bajo el amparo de creditaciones diplomáticas de Estados Unidos a científicos y funcionarios norteamericanos: tales experimentos son acciones encubiertas, lo que aporta más intriga al contexto epidemiológico actual.

La periodista búlgara también citó los trabajos de ingeniería biológica del Pentágono, que lleva a cabo experimentos con ántrax, cólera, ébola y botulismo. Estados Unidos justifica dichas pruebas bajo propósitos “defensivos”, siendo capaces de revertirse con objetivos “ofensivos”.

El programa de DARPA, “Insectos Aliados”, se encarga de transferir genes modificados a plantas a través de insectos. El proyecto tiene un financiamiento de 10.3 millones de dólares, que incluye edición de genes y los virus que transmiten, según el reporte de la periodista búlgara.

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Los documentos develados por Gaytandzhieva “muestran que Estados Unidos ha colectado material biológico de ciertos grupos étnicos: rusos y chinos. La Fuerza Aérea ha colectado específicamente ARN y pañuelos sinoviales de personas rusas”.

Por último, informa que Estados Unidos ha colectado material biológico de 300 chinos saludables y con cáncer en Linxian, Zhengzhou y Chengdu. Otro proyecto sobre Carcinoma de Células Escamosas Esofágicas incluyó el análisis de 349 muestras de suero de pacientes chinos; los documentos develados por Gaytandzhieva no mencionan bajo cuál propósito.

Para Washington y el Pentágono, China supone una “amenaza existencial” a su dominio económico, político-diplomático y militar. Las tácticas de guerra híbrida contra la República Popular (reporteadas por el periodista y analista Pepe Escobar) llegan a los extremos para intentar contener el desarrollo de la Iniciativa de la Ruta y la Franja, el proyecto global más ambicioso del siglo XXI.

Todos estos datos fueron ignorados por la mediática corporativa norteamericana, que en estos momentos mantiene una campaña étnica antichina a raíz del brote de la COVID-19.

Las ondas expansivas del terremoto económico

La epidemia del coronavirus en China ha significado el mayor desafío del gobierno de Xi Jinping en los últimos años. Esto se nota, sobre todo, en el aspecto económico: la industria manufacturera china cayó en su nivel más bajo desde 2005, consecuencia de las medidas tomadas por el Estado con el objeto de contener la epidemia.

El impacto económico de la COVID-19 en China supone, asimismo, una afectación económica, comercial y financiera en el resto del mundo, siendo la República Popular la segunda economía más grande a escala global.

BBC Mundo cita a la consultora Capital Economics, con sede en Londres, que estimó el costo del brote epidemiológico en más de 280 mil millones de dólares en solo los primeros tres meses de 2020. Según Bloomberg Economics, las fábricas chinas estaban operando entre el 60% y el 70% de su capacidad de producción en los últimos días.

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Es un golpe a la economía global, pero sobre todo al desarrollo hasta ahora en ascenso de China como principal socio económico, financiero y comercial en todo el mundo.

Una encuesta de Reuters muestra que varios países asiáticos, e incluso Australia, resienten las consecuencias económicas del coronavirus en China, con miras a que sus economías disminuyan significativamente, se detengan o se reduzcan en el trimestre actual. Son los casos de Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Tailandia, que debido a la epidemia se han interrumpido las cadenas de suministro mundiales de las que la mayoría de los países en el área comercial.

Sin embargo, investigadores prominentes como el filósofo Enrique Dussel opinan que China tiene las condiciones para recuperarse “en lo social, económico, financiero y en otros aspectos” del impacto causado por la COVID-19.

El presidente ruso Vladimir Putin también analizó la situación de la economía global, luego de que los mercados bursátiles cayeran en sus índices en más del 10% y bajaran los precios del crudo Brent: “Las consecuencias negativas ya se están haciendo sentir, afectan a todo el sistema de relaciones económicas mundiales y a casi todos los Estados, dada la alta interdependencia e interconexión de las economías”, enfatizó en una reunión con los dirigentes de las principales petroleras rusas.

Por ahora, es difícil prever cómo se comportarán los mercados de distinto tipo ante la propagación del coronavirus. Sin duda se hace extensivo el terremoto económico del brote, que no alcanza a la situación de pandemia (aún) pero que tiene a magnates financieros, comerciales y energéticos con los nervios crispados, y también a no pocos gobiernos.

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