Mié. 09 Octubre 2024 Actualizado 6:41 am

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¿Por qué tanto asco a una idea diferente? (Foto: El Cayapo)

Otra vez Maduro y el conuco

A quinientos años de la instauración de la dictadura capitalista en estas tierras, Hugo Rafael Chávez Frías nos enseñó que no necesitamos de la voz poderosa que se nos ha impuesto, que podemos iniciar la aventura de crear la otra palabra y empezar a nombrarnos, con nuestros modos, usos y costumbres, con nuestra tecnología, centros de producción, experimentación, acumulación y transmisión de pensamiento y conocimiento, para compartir con los pueblos del mundo sin buscar la aprobación de los poderosos.

Desde el 4 de febrero de 1992 las fuerzas que buscan sustituir las condiciones materiales de existencia en este territorio-mina se han visto confrontadas por el gran poder del capitalismo, quien tiene la necesidad de que Venezuela se destruya en una gran guerra civil. Capeando el temporal en medio de esas vicisitudes, tanto el comandante Chávez como el presidente Maduro han intentado y puesto en práctica todo tipo de propuesta productiva que los expertos y estudiosos han formulado para superar los problemas de hambre, falta de vestido, calzado, vivienda, estudio, generados por el capitalismo. Sin embargo, hasta el momento lo que hacemos es repetir las mismas fórmulas con variantes que hasta el instante ha generado el modo de producción capitalista, sin lograr resolver los problemas.

Pero en medio de la guerra de sanciones, bloqueos, magnicidios, intentos de invasiones a pequeña y gran escala, notamos que en distintos momentos, tanto Chávez como Maduro, han enunciado la idea del conuco como un concepto productivo, pero desde la más encumbrada elite hasta el perraje clase media se ha manifestado en contra con un odio furibundo, con un desprecio, con un asco infinito. Pero también los pobres dudamos y nos reímos de las propuestas porque los sabios nos convencen de su sabiduría y no nos percatamos de que esos sabios y su conocimiento siempre han sido en contra nuestra.

Veamos esta confrontación el 28 de julio de 2002, Chávez dice: "El conuco ha sido fuente de producción y de alimentación desde el tiempo de los indígenas, antes de que llegara Colón, aquí. Los conuqueros, de nosotros se reían cuando hablábamos de los conucos".

¡Ah, Chávez está loco! ¡Mire, eso es signo de atraso, este mundo globalizado de ahora no acepta los conucos!

Y dándole continuidad a la idea, el 2 de marzo de 2003 remacha: "Estamos obligados a inventar nuestras propias soluciones, fórmulas, caminos, el primer factor generador somos nosotros mismos, tenemos que sacar lo mejor de nosotros mismos y ponerlo al servicio de los demás, al servicio del colectivo, al servicio del sueño de todos, al servicio del país. Porque somos cientos de miles los hombres y las mujeres que estamos empeñados por encima de todos los empeños a construir un país, y no podemos fracasar en ese empeño. Está prohibido fracasar sean cuales sean las dificultades, las fallas, los errores que tengamos que superar, no podemos fracasar. ¡Y no vamos a fracasar!"

Y después reafirma: "Dentro de una visión estratégica, Venezuela tiene que ser en el futuro un país agrícola. Nosotros no podemos seguir importando caraotas, azúcar, carnes, leche. ¡No! Todo eso nosotros tenemos que producirlo aquí en estos novecientos dieciséis mil cincuenta kilómetros cuadrados de territorio sagrado de la Patria".

En todo ese tiempo se llevaron a cabo los fundos zamoranos, los saraos, los nudes y otros experimentos que hoy languidecen, pero no solo eso. Todo el mundo sabe de las grandes inversiones en agricultura que el Comandante realizó desde el gobierno, de la entrega de tierras, de créditos, de casas, de galpones construidos, pero también sabemos cómo los siempre llamados productores del campo, parásitos desde la Cuarta, que cobijados tras las políticas de la producción agrícola se apropiaron de ingentes recursos dando los resultados de siempre: mucha ganancia para ellos, poca comida para la población.

Trece años después, el presidente Maduro en su gobierno retoma la idea en octubre de 2016, el 13 de octubre de 2018, el 13 de junio de 2019, el 5 de agosto de 2020, y por último el 23 de agosto de 2023 expresa la necesidad de retomar la idea conuco. Pero como si la idea del conuco fuera un coronavirus pandémico de altísimo riesgo, de una vez retumba en toda la red el sarcasmo, la burla, la carcajada, de los expertos, como anteriormente se habían ensañado con Chávez:

"El conuco está prohibido mundialmente porque deteriora los suelos y trae consigo ruina y pobreza". "Cuanto desarrollo hay en ese cerebro, con qué facilidad llegan esas innovadoras y brillantes ideas". "Qué genialidad: conucos". "Es que me lo imagino, la revolución bolivariana salvando al mundo, Rusia, China, India, Brasil y África, vengan a invertir en su conuco del siglo XXI". "Por favor, no solo recuperen el conuco, también hay que insistir en los gallineros verticales, en la agricultura de ciudad y en la cría de peces en floreros, tanques de pocetas y jarras de agua". "Con estos conceptos la alimentación del venezolano está garantizada. A exportar, pues". "De retorno a la época de Gómez, o sea, 100 años de atraso". "Hasta cuándo tanta improvisación, nojodaaaa". Y el corolario: "Típico de los chavistas".

Y nos preguntamos, ¿cuántas de estas personas que condenan y se oponen rotundamente a la idea de poner en práctica el método conuco como modo de producción son dueños de bancos, fábricas, tractores, sembradoras, cosechadoras, trilladoras, despulpadoras, de sistemas de riego, de fertilizantes o abonos industriales, de venenos químicos, biológicos, bacteriológicos?

¿Cuántos son fabricantes o vendedores de libros, manuales y otras literaturas, dedicadas al tema de la agricultura industrial, cuántos son dueños de universidades o institutos tecnológicos dedicados a la materia, cuántos son fabricantes de gandolas, camiones, barcos, motos, y otros sistemas de transporte especializados en la agroindustria, cuántas son dueñas de la fabricación transgénica de semillas o semillas procesadas para la agroindustria, cuántas dueñas de los laboratorios que monopolizan, vacunas, hongos, sistema de producción y control de plagas para la agroindustria, cuántas son dueñas de las altas tecnologías comunicacionales al servicio de la agroindustria productora de forraje y drogas?

Pero peor aún, ¿cuántas saben de la inmensa cantidad de envenenados o niños nacidos con deformación congénita producto de los venenos producidos por la agroindustria en el mundo entero? ¿A cuántos les importa la contaminación de las aguas, la destrucción de selvas, humedales, montañas por las ganancias de la agroindustria?

Ya sabemos que la respuesta será sabia y prepotente: "¿Qué quieren, que nos quedemos con los guayucos, o es que no saben, ignorantes chavistas, que el crecimiento, el progreso, el desarrollo, la civilización, tienen su precio? ¿Acaso tu carro, teléfono y el confort del yate y el jet privado no cuestan?".

Pudiéramos justificar a estas personas acusándolas de escuálidos y resolviendo en apariencia el problema de conciencia para la tranquilidad. Pero, ¿cuántos son los ministros, viceministros y funcionarios en general que han seguido o ejecutado en estos veinte años la idea? ¿Cuántos se trasnochan por ver cumplida esas órdenes del Presidente, tanto ayer con el comandante Chávez como hoy con el presidente Maduro?

Nosotros estamos convencidos, como los presidentes, que nuestra única salida honorable si queremos ser un país y dejar de ser una mina es aplicando el método conuco, no solo en la agricultura y la cría, sino en la educación, la instrucción, la arquitectura, el deporte, la industria, los laboratorios, los tanques de cerebro pensantes, el arte, el deporte, la farmacia, la salud.

"IDEAS!…¡IDEAS!, primero que LETRAS… / El miedo hace al Gobierno tiránico / el Odio hace al pueblo cruel… / No hay libertad donde hay amos… / Los conocimientos son propiedad pública… / La América no debe 'imitar' servilmente / sinó ser original… / COLONIZAR el país con… / SUS PROPIOS HABITANTES…".

"La sabiduría de la Europa / y la prosperidad de los Estados Unidos / son dos enemigos de la libertad de pensar…en América…".

Así clamaba y escribió Simón Rodríguez, y aún hoy nos negamos a entender los esfuerzos de Miranda, Bolívar, Chávez, y los que hoy realiza el presidente Maduro, por ver la obra del esfuerzo colectivo plasmada en el territorio, convertida en un país en donde todos podamos vivir como gente que se pertenece.

Concebir el conuco como la verdadera opción nos sembrará en el territorio, le dará una razón de existencia virtuosa a la juventud que hoy se encuentra drogada por el consumo exacerbado de todo lo que vende el capitalismo. No hay mejor incentivo para la juventud que crear un mundo, darle nombre y nombrarse a sí mismo. Porque en la invención está el sentido del ser como motivación para la existencia, más allá de preservarse como vida.

Un pueblo sin raíz es igual que un árbol, se seca. Igual que el árbol, hay que cuidarlo y hay que regarlo, y hay que abonarlo, para que sea y crezca fuerte, con raíces fuertes, con tallo fuerte. Ese es el país que tenemos que construir para que nos dé fruto y cobijo. Para eso tenemos que diseñar políticas profundas que se enraícen en el corazón del pueblo que somos. Pero estas políticas deben estar dirigidas por ideas fuertes, claras, que tengan como fuente la conversa colectiva, que emanen del trabajo de la invención y los errores en el experimento. Nada puede ser peor que lo existente para nosotros como pueblo que durante quinientos años hemos sido esclavos. Que se conformen en su miseria los miserables, pero empinémonos por encima de la tragedia los dispuestos a otra posibilidad.

Debemos preguntarnos qué intereses más allá de la ignorancia estúpida del cobarde se oponen a la idea del conuco, qué sentido común se contrapone a la investigación, al experimento de lo no ocurrido o no visto. Por qué tanto temblor ante el simple asomo de la idea del método conuco, por qué escuálidos y chavistas se oponen a tan feliz idea, cuál es el temor, por qué no intentarlo. Ya llevamos 23 años produciendo con el método de la agroindustria y los resultados son iguales a lo ocurrido en la Cuarta República, y que nadie venga a decir es que el gobierno no ayuda, no da crédito, no da tierra, no da maquinaria, porque miente descaradamente.

Las evidencias de fracaso en darle de comer a las mayorías del método agroindustrial es más que innegable, y no hablamos solo de Venezuela, es en todo el planeta, y lo es en tanto solo sirve para obtener ganancias. En cambio, el conuco en condiciones de subsistencia permite producir comida en abundancia. ¿Por qué no experimentarlo organizadamente? Sin esperar un acto mágico de que si le doy cierta porción de tierra a una persona, a una familia, a una comuna, a un consejo comunal, con su crédito y su semilla, y los etcéteras, se nos revertirá en un conuco con resultados excelentes por el simple hecho de que el Presidente lo dijera, y porque a los funcionarios en caso de que se dispusieran a llevar adelante la tarea distribuyeran los recursos.

Porque la verdad sea dicha: el conuco, desde el campesino hasta el intelectual académico, pasando por profesionales, artistas y políticos, es considerado de muy mal gusto. A nadie en su juicio actual le gustaría ser un conuquero, a menos que el Presidente anuncie que cada uno vendrá equipado con una tritón, un teléfono 5G de última generación para cada miembro de la familia, escardillas electrónicas, un tractor con aire acondicionado y una abultada cuenta en el banco. Si es así, bienvenido, todos nos disfrazaremos de conuqueros y la cola será tan grande que hasta Joe Biden vendrá por su conuco bolivariano.

¿Esta verdad dolorosa evitará que llevemos adelante la idea del conuco como método de producción, como generador de cultura?

No, y treinta y dos millones de veces no, porque si lo aceptamos, la derrota estará pintada en la frente de este territorio para siempre y la entrega de esfuerzos de los que nos antecedieron en esta idea no será homenajeada porque nuestra cobardía decidió no superar la fuerza de la costumbre, porque preferimos no pensar, no inventar, no idear y conformarnos con el confort ilusorio del esclavo y someternos a la libertad del capitalismo y a quien le importa un carajo aquello de "Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región…".

Una de las grandes equivocaciones, ya sea con complicidad, por interés o por ignorancia que los gobiernos del mundo han cometido reiteradamente en la producción de comida, es creer en el método agroindustrial del capitalismo sin estudiar su origen, comportamiento, resultados, dinámica e intenciones. La agroindustria no es un niño inocente que llega a los pueblos para sacarlos del hambre y el atraso en la metodología de siembra, no. La agroindustria son empresarios con el propósito de obtener mayores ganancias por sus bajas inversiones. La agroindustria es un método con el que se exprime a los territorios donde se instala, dejándole tierra estéril, contaminada, envenenada, al igual que las aguas y la gente.

El conuco no podemos verlo como un productor de plusvalía sino como un generador de vida colectiva; no se puede usar el término conuco para disfrazar la zafra de la agroindustria sin que sean condenados los farsantes. El conuco es un método para fundar un país.

Por encima de toda adversidad, debemos demostrar que somos chavistas, rodriguistas, bolivarianos, mirandinos. Entendemos que debemos ser radicales extremados en el pensamiento y audaces en la acción, pero no cejemos en el propósito del conuco como guía para construirnos como país. No hay otra salida.

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