Dom. 07 Julio 2024 Actualizado ayer a las 10:11 am

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Maduro, con su visión estratégica moldeada por años de tensiones internas y externas, busca asegurar la continuidad del proyecto chavista para volverlo diseño luminoso, acto político trascendente en la historia (Foto: El Cayapo)

Maduro: 48 años de forja y temple

Después de la segunda guerra intercapitalista desarrollada en Europa (1939-45), el capital financiero-especulativo decidió cogerse al mundo con el pretexto del fin de la historia, pero la verdad verdadera es que el desarrollo del capitalismo siempre conduce a su taponamiento; en todas sus crisis le ocurre lo mismo: atasco, guerra, reinicio. Pero en esta crisis sísmica, sus réplicas son continuas, indetenibles y mayores. No hay manera de parar por cuanto su obstrucción actual se confronta con la incapacidad del consumo, permitiendo aumentar la traba. Esto puede traer como consecuencia la muerte súbita.

Ni siquiera la incorporación de nuevas tecnologías como la electrónica, la informática y la robótica a la industria ha podido sacar del shock al capitalismo, y cada día su enfermedad requiere de medidas ultradrásticas para evitar su muerte en condiciones catastróficas.

Pero cuando hablamos de muerte estamos hablando de nosotros, gente que vive en el sistema y que será afectada por esta calamidad, porque al final los dueños se recompondrán en otras condiciones, pero seguirán siendo los dueños de los esclavos que somos, aunque no lo deseemos ni lo creamos.

Todo está muy claro, como nunca lo había estado; se ha corrido la niebla, todos los puntos son explícitos; todos los actores están bien definidos, los dobles, los protagonistas y los coprotagonistas, los extras, los tramoyeros, directores y productores, toda una gran producción. Una trama que contiene demagogia, sexo, terrorismo, robo, crimen y la dirige un imitador de Tarantino que, como todo burdo imitador, intentará superar al maestro, llevándonos al paroxismo de la violencia, inundando la pantalla de sangre hasta que chorree hacia el público, que alborozado gritará a coro: "¡Qué ingenio, ni Tarantino lo hubiera hecho mejor!". Y la imitación, una vez más, se posicionará en los cerebro-consumistas, a beneplácito de los intereses de las corporaciones.

Con más de 3 mil millones de seres humanos que viven con menos de 3 dólares por día, es imposible que el capitalismo logre equilibrar la producción con el consumo. Pero los dueños de los inmensos capitales acumulados ni puelguaro que se quedarían sin obtener ganancias mientras se les fermentaba el dinero, y simple y llanamente decidieron ganar dinero especulando con dinero y que se jodan los pobres. De nuevo la fórmula se impone: menor inversión, mayor ganancia. Al día de hoy nada indica que por esa vía se resolverán los problemas planteados a la especie producto de la existencia del capitalismo.

Maduro: 48 años de entrenamiento político

En este trágico tiempo histórico, partiendo el invierno y entrando Pacheco, nació en Caracas el 23 de noviembre del año 1962 Nicolás Maduro Moros, hijo de Nicolás Maduro García y de Teresa de Jesús Moros. Su nacimiento, infancia y juventud está signado por el comienzo del pacto de Nueva York y la inauguración de la lucha contra el comunismo, ordenada por las corporaciones petroleras en Latinoamérica, cuyo mayor promotor fue Rómulo Betancourt, acompañado de la elite empresarial, intelectual y política de la época.

También le toca vivir el plan de privatizar a Venezuela, la eliminación del Estado-nación, que se manifiesta en el deterioro cuarenta años después producto de la acción política de las mencionadas elites, que produjeron la eliminación de la pequeña y mediana industria, la devaluación de la moneda, el deterioro de la salud, la educación, la depauperación de la población pobre y sobre todo el intento de destrucción paulatino de la industria petrolera a fin de venderla a precio de gallina flaca.

El daño causado a Venezuela por la llamada Cuarta República lo sufriremos aun por más tiempo, a pesar de los esfuerzos por superarlo que han realizado el gobierno y el pueblo bajo la dirección de Chávez y Maduro. En los gobiernos de la llamada Guanábana, los cordones de miseria en torno a las pequeñas ciudades -que aún eran las existentes en Venezuela- aumentaron desmesuradamente entre los años 1960, 1970, 1980, 1990, y con ello una pobreza que nos heredó la dictadura de AD y COPEI.

La infancia y juventud de Nicolás transcurren en la parroquia El Valle de Caracas. Cursó sus estudios secundarios en el liceo José Ávalos. Las actividades liceístas de protestas, el trabajo cultural y social, rápidamente lo llevan a militar en la Liga Socialista. Maduro, como todo joven, buscó su destino en distintos frentes, entre ellos la música y el deporte. Siendo muy joven, comenzó a trabajar como chofer en el Metrobús del Metro de Caracas. Sus preocupaciones por el bienestar colectivo lo llevó a ser dirigente sindical y fundador del Sindicato del Metro de Caracas (SITRAMECA).

Estas actividades las realiza entre 1976 y 1992, momento en el que aparece en la palestra pública el Comandante Hugo Chávez y su "por ahora", responsabilizándose delante de todo el país por los hechos ocurridos el 4 de febrero de 1992. En adelante, para Nicolás ya no hay más política que seguir las directrices de Chávez, se dedica a militar en el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200) formando parte de su dirección nacional. Fue fundador de la Fuerza Bolivariana de Trabajadores (FBT), convirtiéndose en su Coordinador Nacional. En adelante, Miembro Fundador del Movimiento Quinta República (MVR), diputado al Congreso como representante de este partido desde el 23 de enero al 15 de diciembre de 1999. En el Congreso de la República de Venezuela, fue jefe de fracción del Movimiento Quinta República (MVR) y miembro de diversas comisiones permanentes. Coordinador del Equipo Parlamentario de este partido político entre los años 2000 y 2001. Coordinador del equipo parlamentario del Bloque del Cambio en la Asamblea Nacional (AN) y Miembro de la Asamblea Nacional Constituyente entre agosto de 1999 y enero del año 2000; presidente de su Comisión de Participación Ciudadana e integrante de la Comisión Economía y Social. Elegido Diputado Principal por el Distrito Federal para el quinquenio 2000-2005. Presidió la Asamblea Nacional entre enero y agosto de 2006, fecha en la cual es llamado a asumir el Ministerio de Relaciones Exteriores, impulsando con gran desempeño las políticas y directrices internacionales del Comandante Hugo Chávez, de las que podemos citar: la creación y consolidación del ALBA-RCP (2001); Petrocaribe (2005); la Unasur (2008) y la CELAC (2010), entre muchas otras actividades diplomáticas en las que se desenvolvió satisfactoriamente hasta el 10 de octubre de 2012, cuando es llamado a ocupar el cargo de Vicepresidente. El 10 de octubre de 2012 fue nombrado Vicepresidente Ejecutivo. El 8 de marzo de 2013 es nombrado por mandato constitucional Presidente Encargado de la República Bolivariana de Venezuela.

El 14 de abril de 2013 fue elegido Presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, convirtiéndose en el primer presidente chavista y obrero de la historia contemporánea de Venezuela, dando inicio a nuevas batallas en la vida del país, asediado por el capitalismo financiero-especulativo. Desde 2013 hasta ahora que comienza la recuperación, el capital financiero-especulativo nos condujo a la ruina con sus sanciones y bloqueos, con sus atentados, sus guarimbas, sus asesinatos de líderes y otras calamidades, que aún practican, como el desconocimiento nuevamente del triunfo del presidente Maduro, cuando cantarán fraude electoral el 28 de julio de 2024.

Desde aproximadamente 1976, cuando Nicolás tenía apenas 14 años, su actividad política y social no se ha detenido. Son 48 años de entrenamiento político en duras batallas para forjarse como un líder consustanciado con los problemas que nos aquejan desde hace más de 500 años.

Ha pasado por detenciones, intentos de asesinatos, desprestigios, campañas difamatorias, intentos de golpes de Estado, guarimbas, masacres, montaje de gobierno paralelo, intento de invasión, intento de chantaje por parte de Estados Unidos al secuestrar al diplomático Alex Saab en Cabo Verde, conspiraciones y corrupciones llevadas a cabo por traidores y quintacolumnas como la exfiscal general Luisa Ortega Díaz, el exministro de Petróleo Rafael Ramírez, así como Tareck El Aissami, también exministro de Petróleo; todas en complicidad con la corrupta oposición, siguiendo directrices de sus amos el capital financiero-especulativo; pero todas descubiertas y derrotadas por el presidente Maduro y las fuerzas que le acompañan.

Las posibilidades y expectativas políticas en su mente se expanden cuando aparece Chávez en la panorámica política del país. Maduro en principio fue un buen ayudante que desde muy joven, siendo un adolescente, comenzó en su carrera política sin aún saberlo, tenía solo la motivación inicial de todo joven que en su época advertía la situación difícil por la que atravesaba Venezuela. Hablamos de los finales de 1970.

Maduro aprendió a nadar en las tormentosas aguas de la gran política para llegar a la orilla fortalecido

Maduro defiende los recursos de Venezuela

Así como se azuzó ferozmente el odio contra el Comandante Chávez, también se manifiesta la intención de acabar con Maduro sin aparente explicación lógica, pero al comprender que Venezuela es un territorio de muchos recursos entendemos la jugada del capital financiero-especulativo, que necesita una guerra civil con urgencia en Venezuela. La explicación es que el caos les permitiría absorber todas las reservas de recursos energéticos y minerales que contiene el territorio, y tanto Chávez como Maduro han sido fieles guardianes de estos bienes patrimoniales del país.

Venezuela está considerada como la mayor reserva energética en el mundo. Si se explotara un promedio de 3 millones de barriles de petróleo al día, las reservas se agotarían en 300 años. También somos una importante reserva de gas, hierro, diamantes, oro, carbón y otros recursos naturales como el agua, coltán y tierras raras, convirtiéndonos en un apetitoso plato para las grandes corporaciones que saquean al mundo.

Maduro, al igual que Chávez, pasaron por largos periodos de formación y pudieron comprender que a pesar de que la política es la más maravillosa actividad que el intelecto ha creado y la practicamos en todos los quehaceres, no es sino en el ámbito del interés colectivo que ésta adquiere su mayor luminosidad, y que la dedicación a la política es de por vida, necesita que las personas se consagren a ella; mucha gente cuando es joven se acerca a la política y luego se apaga. Se dedican a hacer otras cosas y esa etapa queda solo como un recuerdo. Chávez y Maduro pensaron que dirigir a un pueblo y su destino es otra cosa, donde el líder político siempre debe tener una visión más allá de las visiones de los demás, porque un líder político sobrepasa la academia, la profesión, el deporte, la labor social, que son políticas focalizadas; a él le toca amalgamar a todas las labores para el beneficio de la gente en un territorio dado o a nivel internacional.

Entendieron que un buen líder fundamentalmente tiene que ser un muy buen ayudante desde el inicio. No busca ser él el jefe que está en el momento, sino que tiende a admirar al jefe y a tratar de aprender al máximo de él. Un buen carpintero, herrero o albañil primero pasó por ser un buen ayudante con la capacidad de observación más allá del nivel normal, porque está el ayudante que solo cobra un salario y no le importa lo que sucede a su alrededor. Pero en la política el ayudante tiene la predisposición a aprender y se preocupa por observar lo que la mayoría no observa.

Está pendiente de que el líder pueda resolver, con su ayuda, cualquier tipo de problema que esté a su alcance. Un buen ayudante está pendiente de que el tipo que necesita la herramienta, la tenga en el momento preciso. Entiende el valor de cada herramienta, cómo limpiar el área de trabajo y no necesita ser mandado, ya que está interesado en aprender el oficio. También comprende cómo hacer las cosas para que salgan bien, cómo cortar, medir, proteger el material y hacerlo rendir. Todos estos elementos los aprende rápidamente, y así sucede en el hacer político.

Maduro no es un tipo que se forjó inicialmente una idea propia, sino que fue aprendiendo desde muy joven el oficio de la política. Porque él ha sido seguidor de las ideas de izquierda, en distintos movimientos políticos, en el deporte, en la labor social, en el trabajo sindical. Él siempre estuvo aprendiendo. Y tuvo que haberlo hecho con afán porque hasta ahora se perfila como uno de los políticos fundamentales del planeta, formado en la lucha cotidiana, a pesar de que las circunstancias históricas en su militancia política fue una izquierda perdida, en derrota, sin planes, sin ideas, repitiendo panfletos, maldiciéndose dentro ella, tal como se ve a la oposición ahorita. Sin embargo, su carrera sindical fue exitosa, cumplió una labor política importante en el Metro de Caracas como dirigente sindical.

Es decir, sus labores han ido creciendo al igual que su fortaleza política. Para el momento en que conoce a Chávez ya tiene una visión clara de que el Comandante es el camino a seguir, al cual hay que integrarse. Efectivamente él se integra con Chávez y los años que dura con él, desde 1992 hasta el momento de la desaparición física del Comandante, se dedica al aprendizaje. No se percibe como alguien que esté aspirando cosas, creyéndose Chávez o queriendo ocupar su puesto, sino que lo respetaba, era leal y estaba aprendiendo. Y todas las tareas que Chávez le encomendó las cumplió con éxito. Donde se equivocaba, aceptaba con sencillez el regaño del líder. Eso le servía como acicate para continuar y desarrollarse.

Cuando a Maduro le toca ser presidente, digamos, no es que los demás líderes no hayan tenido capacidades; Diosdado y todos los que rodeaban en ese momento estaban en capacidad de ser presidentes del país, porque más allá de la mala propaganda que hace la oposición y el imperialismo, en el seno del chavismo hay una cantidad de líderes que pueden cumplir con esa tarea. Pero Chávez demostró que el líder necesario para la circunstancia política que se presentó a partir de 2013 era Maduro, y Nicolás ha cumplido con la tarea encomendada con creces. Tenemos 25 años llevando tortazos, desde que Chávez asume el control del Estado, pero estos últimos 13 años han sido muy violentos en todos los sentidos, contando las más de 930 medidas sancionatorios aplicadas por los dueños para destruir nuestra industria petrolera y chantajearnos con tal de acabar con el Estado venezolano.

En la época de Chávez, a pesar de que nunca paró la guerra, hubo intentos de magnicidio, golpe de Estado, conspiraciones, pero Chávez tuvo circunstancias internacionales un poco más favorables. Surgió un liderazgo latinoamericano importante que le permitió poner freno a las embestidas internacionales contra su gobierno, hasta que ya no más. Pero además se estaban exportando más de 2 millones de barriles de petróleo, y el petróleo se puso de 7 con la llegada de Chávez a un pico de 140 dólares.

Cuando le toca a Maduro, el apoyo político internacional desaparece, Maduro queda solo como representante de gobierno. Es un paria en el mundo, nadie lo quiere recibir. Todo el mundo se hace el loco. Y el tipo ahí se creció, demostrando su capacidad de liderazgo, su capacidad de hacer política, de resolver problemas, de enfrentarse a un enemigo poderoso, de saber contar con las verdaderas reservas históricas y morales del pueblo que, hasta ahora, a nivel mundial, ha soportado con temple la guerra en todas sus formas.

Maduro logra superar condiciones de orfandad política a nivel latinoamericano, caribeño y mundial. Esos elementos van forjando a un líder que se perfila hacia su propio constructo político, al desarrollo de lo aprendido. En esta etapa, Maduro consolida su liderazgo, para imprimir su propia impronta al proceso político. Las dificultades enfrentadas lo han curtido, permitiéndole interiorizar el legado de Chávez y combinarlo con su propia experiencia para forjar un estilo propio. Ya no se trata únicamente de seguir una línea preestablecida, sino de comprenderla y adaptarla a las nuevas circunstancias.

Maduro, con su visión estratégica moldeada por años de tensiones internas y externas, busca asegurar la continuidad del proyecto chavista para volverlo diseño luminoso, acto político trascendente en la historia. Maduro aprendió a nadar en las tormentosas aguas de la gran política para llegar a la orilla fortalecido. Ahora le toca amalgamarse con la base misma del territorio, con la gente y su propia organización, porque es la clave para generar perpetuidad sustancial del país, en el ámbito político del mundo.

Maduro sin duda ganará de nuevo, pero vienen tiempos de transformaciones políticas, tendrá que deshacerse de los viejos panfletos de la política y comenzar a construir, no como un creyente o salvador, el diseño y organización de un país, fundamentado, pensado claramente en ser originalmente radical desde la raíz como lo pregonó Simón Rodríguez, y con la gente que contradictoriamente somos. Este es el gran reto para trascender sustancialmente, porque esto no es posible con el buscador, el trepador, el saltimbanqui, el repetidor de panfletos, el engañador de ferias, sino con la gente de carne y hueso que sale todos los días a trabajar, está obligado a formar políticamente a este país, sin creencias ni arrogancia, ni falsa sencillez. Con los pies bien puestos en la tierra, y el pensamiento como una herramienta fundamental para fundar un país distinto al que él nació y nosotros nos criamos.

"Mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que ustedes elijan a Nicolás Maduro, como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón. Nosotros debemos garantizar la marcha de la Revolución Bolivariana. Hoy tenemos pueblo, que nadie se equivoque. Hoy tenemos la patria más viva que nunca, ardiendo en llama sagrada, en fuego sagrado": jamás un líder ha vaticinado con tanta precisión el futuro como cuando Chávez pronunció aquel discurso el 8 de diciembre de 2012, en la propuesta memorable de que eligiéramos a Maduro un hombre que se hizo leal a Chávez y al pueblo de Venezuela, en 48 años de forja y temple.

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