Jue. 26 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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"Los esclavos debemos entender que la dictadura de los humanos no se puede sustituir con las mismas ideas de los humanos" (Foto: El Cayapo)

El humanismo: dictadura absoluta

Un espanto recorre los intersticios del mundo imperial capitalista, poniéndole la piel de gallina: la aparición del chavismo. Todas las corporaciones imperiales, desde los fabricantes de interiores y pantaletas, hasta las de inteligencia artificial, junto a reyes, religiones, gobernantes títeres de toda ralea, agencias de inteligencia, profesionales, vendedores de espectáculos quita y pon, deportistas, influyentes, malandros, torturadores, izquierdas y derechas, radicales y tibias, sindicalistas, políticos delirantes y en decadencia, de los viejos regímenes, diplomáticos, agentes de la CIA, diputados y congresistas de todos los parlamentos, fabricaguisos del mundo, académicos, intelectuales meretrices, mercenarios de la palabra y el arte, desde el sur y desde el norte, del este y el oeste, todos con sus mantras y sus chacras, se han confabulado en santa jauría nazifascisionishumanoterrista contra el chavismo.

Si bien este no es el manifiesto de los comunistas escrito en 1848, es la cruda realidad irrebatible, 176 años después, cuando se supone que el mundo sería una felicidad arrolladora en el capitalismo donde todos seríamos ricos. Lo cierto es que nunca antes se había visto un ensañamiento tan grande como el que ahora ocurre contra el gobierno y el pueblo chavista de la República Bolivariana de Venezuela.

Los sucesos ocurridos el 28 de julio de 2024 y los días siguientes quedarán grabados como una fecha histórica en el calendario mundial. La tramoya montada por el capital financiero-especulativo para tumbar al gobierno y llevarnos a una guerra civil no tiene parangón con golpes de Estado o derrocamientos de gobiernos en el mundo. Aquí se aplicaron todas las recetas y manuales habidos y por haber, nada se dejó al azar, todo fue fríamente calculado: ciencia, tecnología, drogas religiosas, naturales y sintéticas, todos los medios de manipulación cerebral, todas las instituciones, encuestadoras, gobiernos títeres, la ONU, el COI, la OEA, la vetusta Europa, la Corte Penal Internacional, los banqueros, las ideologías políticas, las izquierdas, las derechas, el progresismo con sus presidentes tembleques, las ONG, las fundaciones, expresidentes, vendepatrias y hasta una industria de trenes malandros de Aragua, el Llano y el Wilexis de Petare. No hubo mercenario que no se vendiera, llámense periodistas, comunicadores sociales, influyentes de toda mala sangrura, actores, ministriles y hasta momias cantantes.

Las clases sociales, desde la encumbrada burguesía mundial, hasta el malandreo local, fueron presa de una alucinación, donde se veían en sus oscuras mentes drogadas como una multitud enfebrecida que gritaba por las calles “¡Muerte a los chavistas y su dictador!” mientras arrastraban cadáveres ensangrentados como trofeos de la droga, en medio de un aquelarre criminal. Pero despertaron de su horrenda pesadilla alucinógena cuando se consiguieron con la gran sorpresa de que su amo, el todo poderoso capital financiero-especulativo, había sido derrotado limpiamente en toda la línea por el coraje, la paciencia y valentía de los chavistas, guiados por los sin alcurnia ni apellidos rancios.

Sí, el 28J se cayeron las máscaras, poses y comportamientos; ahora nos toca hablar por la calle del medio, ya todos sabemos quién es quién, gesto, lenguaje o cosa. Quien diga que es un engañado es porque se engaña a sí mismo, o pretende engatusar a los demás en nombre de sus intereses.

Ahora los chavistas necesitamos hablar de política, sin importar las edades o sexos, porque las mayorías esclavizadas necesitamos explicarnos la política; no de criticar a los políticos, al gobierno, Chávez, Maduro, la oposición, la corrupción. Debemos salir de ese enredo laberíntico en donde siempre nos han vendido al gobierno como un trapo rojo, culpable de todos los males. Necesitamos entender al gobierno como un instrumento político, que nos debe conducir a sustituir radicalmente el actual sistema de explotación y oprobio que nos esclaviza; conversar la política del territorio y de la gente. Gente, territorio y política deben ir mancomunados para que todos podamos accionar, porque necesitamos verdades que podamos asir y controlar sobre la realidad para sentirnos parte total de este proceso histórico que hoy está ocurriendo.

Debemos generar una ventolera que promueva masivamente el pensamiento vivo, abandonar los panfletos de izquierdas, derechas y progresistas que por igual nos someten. El que quiera que estudie a Marx, a Lenin, a Chávez, a Fidel, pero lo más prioritario es estudiar la realidad colectivamente, porque los compañeros ahí no nos pueden orientar. Estamos en el campo de batalla real, los dueños son reales con intereses reales. La política todos los días es un ejercicio nuevo, distinto. Debemos preguntarnos: ¿Cuáles son los nuestros? Y esa respuesta producirla en colectivo, nadie nos la puede aportar.

No basta con morir por miles en los campos de batalla. Los esclavos, en contradicción política, necesitamos vivir por millones para crear, en movimiento de separación y encuentro, auténticas y sustanciosas corrientes del pensamiento venezolano que hagan posible sustituir al actual sistema de explotación, donde germine la cultura de la gente y para la gente.

En la costumbre de la cultura capitalista se anida lo peor para mantener el poder de los dueños y ocultar sus intenciones, en cada plan que realizan solo están presentes sus intereses, basados en la asquerosa tolerancia burguesa de “te lo permito hasta que pueda joderte”.

Debemos estudiar a la oposición actual y sus orígenes en Venezuela. ¿Quiénes son sus dirigentes, a cuál clase social pertenecen? Y hablamos tanto los de derecha, izquierda o progre de cualquier ultra o centro. ¿A cuál pensamiento están afiliados, qué adoran, qué protegen, qué ambicionan, por qué no tienen pensamiento propio, por qué imitan hasta el modo de caminar del extranjero poderoso, por qué no quieren al territorio, por qué nos odian, cuál es el origen de sus miedos, por qué sus recursos son siempre producto del robo y el crimen, por qué no pueden ser oposición al gobierno chavista, qué les hace ser agentes permanentes de los dueños extranjeros, por qué siendo tan estudiados se arrastran sin vergüenza ni orgullo detrás de los amos que los usan y botan como un condón usado?

Y ese estudio no se puede despachar con los tradicionales paquetes recontrausados, como tapón cerebral ideológico, que no nos permite pensar. Por el contrario, debe ser un estudio en movimiento, con nombres, apellidos, orígenes, ideologías, principios, convicciones, hechos, lugares, resultados, tiempo, organizaciones de todo tipo, locales y extranjeras, recursos, relaciones nacionales y extranjeras, y no esperemos que el gobierno nos lo dé como una capsula ideológica tres veces al día, sino que debemos buscar esas respuestas nosotros mismos, no como individuos, sino organizadamente en colectivo activo. No es tiempo de los loros, es tiempo hermoso de creación e invención colectiva.

En este momento no podemos convertirnos en predicadores, tratando de convencer al vencido de su equivocación, porque están en tiempo de neurosis y depresión, y lo que haremos es potenciar la enfermedad. Hay que armarse de argumentos serenos, tranquilos, concretos, de proposiciones, para explicarnos qué ha pasado.

Es tiempo de fortalecernos, de juntarnos, aquellos que estuvimos en ofensiva activa, cuando los rezagados, abatidos por el huracán de las redes, trataban de amarrarnos a la carreta de la costumbre y la quietud. Es tiempo de explicarnos la importancia histórica de aquellos millones que decidimos atravesar las furiosas aguas del desaliento, con solo el corazón y el pensamiento como avío.

Lo que está ocurriendo es un montaje que tiene casi cien años. Eso lo comenzaron en los años treinta, cuando las corporaciones se dieron cuenta que eran dueños definitivos del mundo y los Estados se convirtieron en trabas que evitaban al gran capital deshacerse de la sobreproducción de mercancía, sobre todo la mano de obra. Con la primera y segunda guerra eliminaron como cien millones de personas, pero de inmediato la explosión de mercancía-gente superó cualquier estimación.

El gran experimento nazifascisionishumanoterrista es producto de esta situación. Los humanos, con precisión milimétrica, lograron montar el gran espectáculo para esconder el verdadero criminal que es la poderosa élite humanista, elevando el humanismo a grados máximos de crueldad contra la especie. Pero nos venden a los esclavos que el dueño humano es un dechado de virtudes, una mota de algodón, y no los criminales esenciales, sustanciales que son, por intereses y conocimiento de causa, verdad verdadera.

La doctrina en que se basa esta clase es la libertad plena del ser superior, por encima de los demás, por eso son ellos los que dirigen democracias, dictaduras, la ONU, OEA, todos profesan el humanismo, comen como humanista, tiran como humanista. El nazifascisionishumanoterrista es su fase superior. Los esclavos debemos saber que no somos humanos, que somos gente-mercancía, que nos usan los humanos para acumular sus ganancias. Por eso no les importa infectarnos con viruses, lanzarnos a pandemias, narcotizarnos por las redes y demás medios.

El problema que tenemos los esclavos es que hay esclavos, estudiados o no, que les da vergüenza saberse esclavos y tratan de ocultar su condición, como si el dueño no lo supiera. Este esclavo pendejo que se cree humano siempre llevará del bulto y morirá de desengaño. Nosotros no somos humanos, porque no podemos darnos el lujo de sentarnos a comer, beber y viajar cuando nos dé la gana, pero hay quienes se desloman y prostituyen tratando de vivir la película que nos presentan los medios de manipulación cerebral, repitiéndose como conducta.

Podemos tener casa, comida, vestido, pero siempre añoramos ese más allá que nos deprime, esa ilusión de vernos ricos, en compañía del rey en la revista Hola! y se nos ponen los ojos de búho cuando lo vemos matando elefantes, porque quisiéramos ser ese rey, porque tenemos la ilusión de ser humano. Sin embargo, a pesar de las continuas depresiones, que las matamos con perros calientes y hamburguesas saturadas de grasas, el cerebro no nos da para pensar (porque lo tenemos atapuzado de consumo real e ideológico) que nosotros no podemos ejercer como humanos, por la sencilla razón de que somos esclavos. No entendemos como clase media estupidizada y aspirante de lo inasible que si, en la realidad vendemos el apartamento, el carro y los zapatos de Chucho, y nos gastamos toda la plata en un viaje al África para matar un elefante terminaremos presos o fusilados, porque no somos ni tenemos las riquezas del estúpido rey.

Podemos desear en nuestros oscuros instintos ir a la isla de la pedofilia a coger carajitos y carajitas, pero igual terminaríamos en Tocorón. Si fuéramos humanos estuviéramos en la isla, porque eso lo hacen las viejas y los viejos millonarios, donde no son considerados violadores, ni pederastas o pedófilos como en los barrios o urbanizaciones de clase media, donde se impone la moral y la decencia de la creyente clase media, que no le importa que asesinen en su cara a quien sea, con tal y ella esté bien, con tal y su ilusión de ser rico se mantenga.

Es sorprendente cómo sin rubor alguno pasan de “¡Vamos a quemar chavistas!” a “Te amo, perdóname, mana, yo no quise decir eso”. El martes 30 de julio pasaron del “Hay que matar a esos chavista tierrúos” a las encuestas de cuál chuchería es la más sabrosa, y “mira, hay que cuidar la salud mental, marica”.

Pero el fondo de la ignorancia es que no sabemos, o nos hacemos los pendejos para ocultar lo inocultable, de que somos esclavos. Todos creemos el cuento de hadas de que somos humanos, porque así nos lo remacharon en las escuelas, liceos, universidades, donde nos mocharon la capacidad de pensar como gente con cerebro propio.

Somos gente manipulada por los humanos, gente que no desaparece porque es creada por el capitalismo en esas condiciones, y no importa que seamos escuálidos o chavistas, el capitalismo no distingue ideologías, las usa todas a su favor. Y hasta que no entendamos que lo humano es un concepto, seguiremos pegados creyendo que los gobiernos son una mierda, seguiremos fanatizados en el panfleto del nazifascisionishumanoterrista, porque son los humanos quienes crearon a Hitler, porque el fascismo y el nazismo no existían antes. ¿No podemos pensarlo? ¿O es que habíamos escuchado antiguamente el concepto humano, fascismo, nazismo? No, los humanos potenciaron todas las formas de sometimiento, robo y crimen que se haya conocido en el planeta durante milenios, llevado a cabo por cualquier cultura. La idea del fin justifica los medios, sacro santo principio del poder de los humanos, valida toda su contumacia contra la vida en el nazifascisionishumanoterrista.

Los humanos han usado dictadura, democracia, fascismo, nazismo y todos los ismos que les dio la gana para el sometimiento del esclavo. El problema está en que a la gente nos toca entender qué son los humanos y qué son esas élites humanas, sean académicas, artísticas, empresariales, como quieran ellos que les llamemos. Son una caterva constituida como un sistema que funciona independientemente de cualquier gobierno del planeta.

Otra cosa que debemos estudiar es por qué todo el mundo le tira piedra a los gobiernos, incluidos sus funcionarios. No existe en el planeta un gobierno amado, eso solo ocurre en los cuentos de hadas, pero en la realidad jamás, y ¿por qué la gente no quiere a los gobiernos y sí quiere a Elon Musk? Quien es un criminal, asesino, ladrón, estafador, que sabe lo que hace, que sus millones los hizo robando, matando, destruyendo ríos, montañas y gente, dejando en la miseria a millones de personas, pero más allá de conceptos o creencias, Elon Musk es humano como Zuckerberg, los Rockefeller, los Baruch y los Rothschild: esos son humanos, no pendejos creyentes como nosotros.

Nosotros no queremos a los gobiernos, sean del tinte que sean, porque es un aparato represor que en épocas pasadas inventó el poder para su protección. Así se ha demostrado en todo el mundo y todos aquellos luchadores que desde los gobiernos han intentado sustituir al capitalismo, han sido convertidos en monstruos por la enorme maquinaria propagandista e ideológica de las corporaciones que dominan al planeta.

Así no lo entendamos somos esclavos, tengamos el título, la academia, la profesión, el arte que sea. Somos esclavos manipulados. Hay que ponerle atención es al origen de las cosas: ¿Quién tiene intereses, quién quiere desbaratar los Estados-nación, para qué los quiere desbaratar?, ¿por qué nos metieron en el cerebro que los gobiernos eran malos?, ¿por qué vemos a esclavos izquierdosos y derechosos antigobierno? ¿Cómo explicar que de la noche a la mañana el partido comunista apoya al nazifascisionishumanoterrista y acusa de sionistas latinoamericanos a los chavistas?

Tenemos claro que estamos haciendo política, que la gente, nosotros los esclavos, no viviremos en el futuro. Es una ecuación elemental, ¿por qué entonces empeñarnos en perennizar a los esclavos que somos? Porque en el hipotético caso de que el gobierno pudiera darle a cada quien carro y casa y todos pudiéramos con grandes salarios ir a comer a grandes restaurantes, nos acostumbremos a que eso es así y exigiremos más, porque ya no queremos comer en Venezuela, sino que vamos a querer cenar en Alemania, Inglaterra, París oliendo glamorosamente el tufo a mierda del Sena. Ahí está el meollo de la discusión concreta, el problema real. Satisfacemos la miseria que somos o pensamos en sustituir el modo de producción existente.

Hasta cuándo seguir culpando al pueblo, a la ignorancia, al gobierno. No, aquí hay una élite humana que dirige al mundo como le da la gana y está decidiendo qué van hacer con nosotros los esclavos. Esa es la verdadera guerra inter-capitalista que está planteada, ¿o es que vemos a grandes mayorías o a partidos organizados en alguna parte del planeta proponiendo una cultura distinta al capitalismo? No, todo el mundo quiere crecimiento, desarrollo, civilización, democracia, libertad, igualdad, todo el mundo quiere a esta cultura capitalista, cuando mucho quieren reformar algunas leyes porque creen que necesitamos más libertad, más cultura, educación, igualdad y justicia, como si el capitalismo no fuera justo, igualitario, educativo, libertario con los humanos. Lo que debemos saber los esclavos es que, para ello, necesitan de nosotros.

El humanismo es una dictadura absoluta que llegó a niveles de monstruosidades impresionantes, de “Si no estás de acuerdo en darme tus recursos, te bombardeo”. ¿O es que Libia, Gaza, Irak, Irán, Siria, Venezuela no son suficientes demostraciones? Los esclavos debemos entender que la dictadura de los humanos no se puede sustituir con las mismas ideas de los humanos.

Las ideas físicas de los humanos no se pueden suplantar con socialismo, con comunismo, ofreciéndoles religiosamente un mundo feliz a los esclavos. Solamente se pueden sustituir con ideas que puedan hacerse físicas: arquitectura, comida, calzado, arte, diversión, trabajo, vestido, producción, adquisición y promoción de conocimiento, en un territorio al que se pueda pertenecer y una gente que quiera y respete al territorio, con un andamiaje político determinado por un modo de producción que todos decidamos y en donde todos seamos parte integral.

Esa es la verdad, ¿la decimos o no la decimos? Vamos a esperar un baño de sangre real, porque si no nos jodieron ahorita, aprenderán y buscarán la manera con ese ejército de esclavos que estamos a niveles de aspiración clase media. Ya saben cómo narcotizarnos por las redes y convertirnos en neuróticos, tienen ese control, y si hoy no pudieron porque no han descubierto el método chavista y caribe de hacer política, pronto lo descubrirán, porque para eso tienen sus laboratorios, sus tanques de cerebro e intelectuales esclavos dispuestos a venderse por lo que sea para entregarles la información, para averiguar a fondo cómo hace política el chavismo. Y si no nos han jodido en estos veinticinco años, siempre hay que acordarse que los dueños necesitan jodernos porque no toleran esclavos alzados.

Los esclavos estamos obligados a comer, aprender, dormir, tirar, parrandear con política, a ver la realidad políticamente, no como la ilusión, el manual y el panfleto dicen que es la realidad. Tengamos claro que es el capitalismo, y no confundamos un plato de comida más con el socialismo. El chavismo está obligado a crear su propia política, tiene un método y lo ha demostrado, pero tiene que desarrollarlo y tirarlo a las grandes mayorías; convertir a las grandes mayorías en capacidad política, en acción, en organización, no en deseo, en otra cosa que no sea seguir siendo esclavos aspirantes. Hay que ir hacia allá, pero no sigamos ofreciendo villas y castillos porque los únicos que tienen villas y castillos son los humanos, y pueden quitarlos cuando les dé la gana, de acuerdo con sus necesidades. El capitalismo nunca da nada, todo lo quita. Los esclavos debemos escoger entre la ilusión, la quimera, la esperanza de ser libres, iguales y fraternos, en el marco imposible del capitalismo, o nos obligamos a crear otro modo de producir que genere otra cultura, que sustituya al nazifascisionishumanoterrismo.

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