Vie. 03 Mayo 2024 Actualizado ayer a las 7:55 pm

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La antipolítica ha sido utilizada e incubada por la misma oposición que ahora quiere su voto (Foto: Telemundo)

La oposición alejó a "la diáspora" de la política

De cara a las elecciones presidenciales de 2024 el escenario pudiera ser inédito para todos los sectores políticos, si se compara con los sufragios de 2018. Uno de los factores principales sería la participación de campos que reiteradamente han desestimado la vía comicial y han optado por atajos que, a todas luces, han fracasado.

Como saldo de la derrota seriada, el sector mejor financiado y con mayor visibilidad mediática, agrupado en el G3+1 o Plataforma Unitaria Democrática, se enfrenta a un reto de magnitudes aún inmedibles: la despolitización de su electorado en el exterior.

Cifras de un registro exiguo

Organismos como la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), un mecanismo coliderado por multilaterales como la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), participaron en una orgía de cifras con la emigración venezolana.

Tales números sirven todavía como recurso narrativo para que la oposición y sus ONG aliadas insistan en solicitar mayor injerencia de potencias extranjeras en la “crisis humanitaria” venezolana. Hasta el día de hoy este relato se mantiene y ha servido también para sostener el voto en el exterior como motor que aglutine una nueva esperanza respecto a un eventual triunfo electoral en las próximas presidenciales.

En febrero pasado el presidente de la Comisión Nacional de Primaria, Jesús María Casal, dijo a EFE que la participación de los migrantes en las elecciones primarias opositoras es una prioridad, aunque reconoció la dificultad de realizar jornadas de inscripción y actualización de datos en el exterior, en coordinación con el Consejo Nacional Electoral (CNE).

Es un tema sobre el cual hemos seguido discutiendo, exactamente a qué se referiría ese registro, qué alcance tendría. El reglamento de primarias establece que el registro electoral de la primaria debe basarse en el Registro Electoral que elabora el CNE, no obstante hay muchos venezolanos que están inscritos, son millones (...) pero que no han actualizado su dirección, entonces es un asunto que se está discutiendo mucho”, indicó.

Luego de que las autoridades del CNE renunciaran, convocaron al registro de sus electores mediante una plataforma digital por 30 días. El proceso concluyó el pasado 10 de julio y dio como resultado que, de los 4,8 millones de potenciales votantes que propagandeó la ONG Súmate, solo se inscribieron 217 mil 154, es decir 4,5%.

Si se revisa con mayor detalle, y se toman en cuenta matrículas que se hacen llamar oficiales, en los países donde hubo mayores registros los porcentajes tampoco fueron impactantes:

  • En Estados Unidos, donde se registraron 64 mil 834 votantes, se dice que viven 545 mil 200 venezolanos: 11,84%.
  • En Chile se incorporaron 63 mil 684 y los reportes indican 444 mil 423: 14%.
  • En Colombia hubo 44 mil 400 y se dice que viven 2 millones 477 mil 588: 1,8%.
  • En Perú se registraron 35 mil 978 venezolanos de 1 millón 506 mil 368 reportados: 2,3%.
  • En España hubo 34 mil 970 registros de 438 mil 380 venezolanos referidos: 7,9%.
  • En Argentina se computaron 14 mil 971 venezolanos de 171 mil 50 reportados: 8,7%.
  • Ecuador contabilizó 13 mil 939 registros y se dice que viven 502 mil 214: 2,7%.

Los números derriban lo que la oposición quiere incubar como tesis. No es masiva la voluntad de la “diáspora” venezolana a su favor. Esto despierta un sinfín de preguntas, pero podemos tratar de abordar algunas: ¿Será que a los venezolanos en el exterior ya no les interesa la política venezolana? ¿Es posible que nunca les haya interesado?

Sobre la diáspora despolitizada

Según la misma orgía de cifras mencionada, que incluye a migrantes y refugiados en un mismo paquete, la mayoría de los venezolanos que ha emigrado la constituye jóvenes. No hay que dudar ni creer cuando se escuchan las historias de familiares y cercanos que salieron del país huyendo de la crisis económica en la que ha sido sumida nuestra sociedad. Un levantamiento de datos realizado por un grupo multidisciplinario liderado por el investigador Christian Cuartas, del Grupo Inversur, revela que se trata de un fenómeno inducido hasta en 90% de los casos.

Entre sabotaje económico, violencia disfrazada de protestas, intento de magnicidio, exaltación de terroristas, entrega de activos nacionales y otras decisiones alejadas de la política, un sector de la oposición ha minado su base de apoyo y la confianza de su electorado dentro y fuera del territorio nacional.

A su militancia le fue vendida una infinidad de soluciones mágicas e inmediatas, lo que llevó hacia la decepción, la deserción y la frustración. Por otra parte, sus figuras visibles —o líderes, como les llaman algunos— huyeron o maniobraron para retractarse de sus declaraciones, acciones y responsabilidades. Además, luego de un despliegue propagandístico con el que prometieron ayudar a quienes emigraron, la realidad neoliberal los alcanzó en los países receptores y poco se supo del apoyo del "interinato" a esas familias.

La despolitización es una tendencia hemisférica, es parte de la crisis global en la que Occidente lleva la peor parte. En Venezuela se ha sumado al desgaste político ocasionado por los efectos del asedio económico instrumentado por Estados Unidos y ha impactado a la clase política en general, al punto que las mismas encuestas de quienes avalan el discurso antichavista, como la Enjuve 2021, revelaban ese año que solo 26,4% de la población juvenil identificada como opositora tenía intenciones de votar, 29% de la población entrevistada dijo no tener ningún interés en la política y 31% manifestó sentir sólo un poco de interés. Un dato más: aun con toda la propaganda en contra de la institución, la confianza de la población juvenil en el CNE fue mayor (45,3%) que la que había en los partidos políticos (30,3%).

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Muchos emigrantes fueron utilizados para la propaganda y luego abandonados por el interinato (Foto: Archivo)

Qué decir de quienes han migrado para buscar mayor estabilidad económica traducida en estabilidad social y política, muchas veces sin acierto. Para el emigrante promedio debe ser un misterio algo como Fuerza Vecinal, partido que hoy gobierna los municipios Baruta, El Hatillo y Chacao, al este de Caracas, donde desarrollaron distintas actividades en contra del gobierno nacional.

La misma extrañeza deben causarle a un emigrante con cinco años fuera de Venezuela los nuevos discursos “aliados” de María Corina Machado o Leopoldo López apoyando políticas a favor de la comunidad LGTBI, que políticos emergentes como Andrés Caleca o Antonio Ecarri. Venezuela es otra tras la pandemia y después de los años duros del bloqueo, los emigrantes, adaptados a sus nuevas realidades, también son otros.

La ola antipolítica siguió su curso desde 2015 cuando el presidente Maduro denunciaba el proceso que se venía. La vorágine ocasionada por crisis política, violencia, bloqueo económico, "sanciones" y agresiones que originaron la caída libre de la economía venezolana lo aceleró todo hasta llevar a la fragmentación del tejido social, una crisis ambidiestra aderezada por el efecto de las redes sociales en los imaginarios e intereses juveniles, y también de los adultos.

La oposición entregó el timón de su existencia a Estados Unidos, país que ha hecho todo lo humanamente posible para que la política desaparezca del imaginario global. No solo porque la ha convertido en negocios en favor de las élites, sino porque sin política y bajo coacción pueden dominar toda cultura o país que no responda a sus intereses.

De la mano de Washington desertaron de tres oportunidades de diálogo con el gobierno, se fueron a las calles buscando repetir un Euromaidán en Venezuela y la consecuente eliminación de militantes y partidos como en Ucrania. Quienes no participaron en el intento de magnicidio contra el presidente Maduro minimizaron el hecho, también estimularon el irrespeto a la soberanía territorial y la violación del derecho internacional al interactuar con grupos armados y asaltar embajadas en varios países.

Queda claro que a la oposición circunscrita a las directrices corporativas que manejan Occidente nunca le ha interesado la política. Lo que toca preguntarse es cuáles son sus perspectivas ante lo que parece ser un nuevo fracaso.

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