Europa está preocupada por la escasez de suministro de gas, que se acompaña con el aumento de los precios de ese recurso y de la electricidad, principalmente. Algunas cifras de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) muestran el panorama:
- En 2022 la demanda de gas natural en la Unión Europea (UE) cayó 13%, el mayor desplome en su historia.
- La importación del hidrocarburo de la UE se acercó a los 400 mil millones de euros en 2022, más del triple que en 2021.
- Se espera que el suministro de gas continúe escaso en lo que resta de 2023.
Por otro lado, el Servicio Independiente de Inteligencia de Materias Primas (ICIS, por sus siglas en inglés) indicó que los precios del gas en Europa aumentaron 52% el pasado mes de junio, al llegar a 35 euros por MW/h. Esto ocurre después de registrar en el mes de mayo un precio de 26,78 euros por MW/h, que significó el precio más bajo después de la imposición de "sanciones" contra Rusia; en agosto de 2021 Europa llegó a pagar 350 euros por el servicio.
Se sabe que el uso de los recursos energéticos de un país incide directamente en la actividad económica y, por ende, impacta en el crecimiento. Ante este escenario, Europa se encuentra en un atolladero en la búsqueda de otras fuentes de suministro distintas a Rusia, especialmente evidente si se considera que los mercados de importación de gas están expuestos a un entorno de abastecimiento limitado.
No obstante, al otro lado del Atlántico se encuentra una de las mayores fuentes de ese recurso a escala mundial: Venezuela.
Campo Perla en la urgencia europea
Más de 50 bloques gasíferos engloban la nueva Franja Caribeña de Gas, pero hasta ahora dos campos con vastos reservorios conforman los cimientos de la nueva Franja en la costa norte de Venezuela. Se trata de Campo Perla y de Campo Dragón: ambos abarcan más de 20 billones de pies cúbicos (TCF) en reservas de gas, con tendencia a aumentar.
En cuanto a Campo Perla, en mayo de este año se informó sobre la suscripción de un permiso para exportación de Gas Natural Licuado (GNL) con las empresas europeas Repsol y Eni, correspondiente a la licencia de Cardón IV, bloque al que pertenece el mencionado campo gasífero.
En ese entonces el presidente Nicolás Maduro respaldó el acuerdo con esas empresas europeas para la exportación en Cardón IV, tras un siglo venezolano de exclusiva exportación de petróleo.
Durante el año 2009 se iniciaron las actividades de exploración en ese lugar, para luego formalizar Cardón IV como empresa titular entre Repsol y Eni para la exploración y explotación de hidrocarburos gaseosos no asociados en el marco del Proyecto Rafael Urdaneta, en el Golfo de Venezuela.
A Campo Perla se le considera como el mayor descubrimiento de un yacimiento de gas natural en toda América Latina. Durante la prueba de producción en el año 2015, el pozo reportaba un alcance de unos 150 millones de pies cúbicos de gas por día.
Años después, este importante proyecto entre Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) y las empresas europeas se frenó de forma abrupta por las medidas coercitivas estadounidenses contra la industria petrolera venezolana.
Sin embargo, ante la urgencia energética que vive Europa, las directivas de Eni y de Repsol se vieron obligadas a avanzar en las negociaciones con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos a los fines de obtener la licencia para reactivar la operatividad en el bloque gasífero y las actividades comerciales en Venezuela, sin los riesgos característicos que impregnan las "sanciones".
Frente a la necesidad, este fue el primer paso que tomó Europa este año. Pero hace días surgió un salto importante al incorporarse a la iniciativa de redes comerciales de la UE, Global Gateway, el proyecto de aumento de producción de gas en el estado Monagas y de reducción de emisión de gases invernaderos entre PDVSA y empresas energéticas europeas.
Este hecho fue anunciado por la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, en plena III Cumbre UE-Celac. Fue un giro geopolítico a la trama en la que se enrumbaron las autoridades europeas cuando decidieron apoyar el "proyecto Guaidó", que no reconocía el gobierno legítimo del presidente Nicolás Maduro en 2019. Los intereses energéticos y económicos prevalecieron; el apuro provocó una vuelta de tuerca a la postura de la UE en relación con Venezuela.
Esto, sin duda, eleva el gas venezolano como una variable crucial y necesaria en la ecuación de alivio para la UE en la crisis energética global.