Del 19 al 26 de septiembre tendrá lugar el 78° periodo de sesiones de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuyo debate general se realizará bajo el lema "Reconstruir la confianza y reactivar la solidaridad mundial: Acelerar las acciones dentro de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible hacia la consecución de la paz, la prosperidad, el progreso y la sostenibilidad para todos".
Además, los días 18 y 19 de septiembre de 2023 los Jefes de Estado y de Gobierno se reunirán en la sede de la ONU en Nueva York para revisar la implementación de la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), encuentro del que debería surgir una declaración que proporcione orientación política de alto nivel sobre acciones que conduzcan hasta el 2030 y logren alcanzar los Objetivos previstos.
Estas reuniones, que regularmente pasan desapercibidas, cobran importancia a la luz de los actuales acontecimientos que pujan por la consolidación de un orden internacional multipolar, basado en la Carta de las Naciones Unidas, que se enfrenta a otro unilateral, que apela a un "orden basado en reglas".
Venezuela, como actor relevante en el escenario internacional, tiene mucho que aportar en el marco de esas deliberaciones, no solo por las enseñanzas que más de ocho años de sanciones le han aportado al Estado venezolano, sino por la misma apuesta que el país ha estado realizando por el fortalecimiento de una visión de las relaciones internacionales que privilegie los principios básicos del derecho internacional —respeto a la soberanía, libre determinación de los pueblos y la no injerencia en asuntos internos— y el multilateralismo que viene consolidándose cada vez con mayor espacio en la escena mundial.
Una posición país que ya es tradición
Venezuela desde hace un cuarto de siglo ha ido desarrollando una serie de principios que han caracterizado su política exterior, primero con Hugo Chávez y luego con el presidente Nicolás Maduro, que si bien —hasta donde se conoce— no está compilada en un "Libro Blanco" o "White Paper" sobre la materia, sí permite reconstruir la travesía internacional de la República Bolivariana durante estos años de existencia, y proyectar pinceladas de su posible comportamiento futuro.
Estos principios, convertidos en acervo de su política exterior y fundamentados en los distintos planes de gobierno desarrollados, se podrían resumir en tres: a) la defensa de la Carta de Naciones Unidas y, en consecuencia, la democratización del sistema internacional; b) la apuesta por la consolidación de un mundo pluricéntrico y multipolar y c) la convicción de que la cooperación internacional es la base para garantizar la estabilidad y la paz mundial. Tomando en cuenta estos núcleos rectores, Venezuela debería promover, con su participación en las actividades del 78° periodo de sesiones de la Asamblea General y la Reunión sobre los ODS, lo siguiente:
a) Defensa de la Carta de las Naciones Unidas y democratización del Sistema Internacional. Venezuela debe abogar por la defensa y fortalecimiento de la Carta de las Naciones Unidas, y los principios rectores sobre los que se edificaron: igualdad soberana de los Estados, libre determinación de los pueblos y la no injerencia en asuntos internos.
Así, la República Bolivariana debe condenar el unilateralismo y la promoción del "orden basado en reglas" por contravenir el derecho internacional —único paraguas legal y legítimo en el concierto internacional—. Asimismo, denunciar la extraterritorialidad con la que Estados Unidos y sus aliados imponen legislaciones nacionales a escalas internacionales.
Es importante destacar en este punto la iniciativa que, desde 2021, se ha realizado en el seno de las Naciones Unidas a través del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas. Venezuela podría insistir en el fortalecimiento de este grupo a través de un trabajo coordinado de investigación sobre las sanciones y sus efectos diferenciados en los países sujetos a este mecanismo, lo cual se constituiría en un paso hacia el fortalecimiento del grupo con miras a su ampliación y proyección:
- Se podrían realizar estudios comparados acerca de sectores afectados por las sanciones en los distintos países, así como el impacto sobre el disfrute de los derechos humanos de las poblaciones, con apoyo y acompañamiento de la Relatoria Especial, con atención a las repercusiones negativas de las medidas coercitivas unilaterales y con miras de presentarlo en Ginebra, donde funciona la Comisión de Derechos Humanos.
- Otro espacio donde se podría fortalecer el trabajo del grupo sería en la constitución de un observatorio que sirva de seguimiento a la implementación de las medidas unilaterales, que contravienen la Carta de la ONU, todo esto como una alerta sobre los riesgos que para el derecho internacional supone.
- El grupo debe apostar por presentar las sanciones ya no solo como una violación de la Carta de las Naciones Unidas, sino también como un obstáculo que compromete el desarrollo y la convivencia entre los pueblos.
b) Apuesta por la consolidación de un mundo pluricéntrico y multipolar. En un escenario donde el unilateralismo y la "excepcionalidad moral" de Occidente intentan imponerse globalmente, Venezuela debería saludar todos los espacios que fomentan y fortalecen el multilateralismo y el diálogo multicivilizatorio. Venezuela apuesta por la consolidación de distintos polos de poder que permitan, a través de la cooperación, alcanzar los objetivos que la humanidad se plantea y que se encuentran contenidos en los objetivos de desarrollo sostenibles.
Venezuela debe celebrar los esfuerzos que vienen realizando, desde hace décadas, las organizaciones del Sur Global como el Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) y el Grupo de los 77 + China (G77+China) para consolidar espacios donde esos Estados tengan voz y la misma sea escuchada. Asimismo, debe hacer referencia explícita a los avances que, desde hace década y media, un grupo de países aglutinados en los Brics ha realizado como espacio donde se teje un nuevo multilateralismo inspirado en el respeto al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas.
Dar la bienvenida a las iniciativas que está desarrollando el bloque, tendiente a configurar una arquitectura financiera alternativa que se materializa con el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), y el financiamiento que otorga con el Fondo de Reserva y con el fomento de novedosas formas de transacciones comerciales, todo con miras a disminuir la dependencia del dólar estadounidense y elevar la posición de las propias monedas nacionales en el intercambio transfronterizo entre países miembros de los Brics. Venezuela debe destacar las oportunidades que representa, para el fortalecimiento del multilateralismo, la ampliación de tal plataforma, toda vez que ella ha diseñando una visión de desarrollo inclusiva y complementaria con respeto al derecho internacional y a la Carta de las Naciones Unidas.
- Venezuela podría convocar una conferencia internacional, bajo el copatrocinio del Grupo de Amigos de la Carta de las Naciones Unidas, sobre el fortalecimiento del multilateralismo y la diplomacia de paz en el contexto actual, que podría celebrarse el año entrante, inclusive, en Venezuela.
c) La cooperación internacional como base de la estabilidad y la paz mundial. La humanidad tiene por delante desafíos que solo serán superables si se trabaja de forma coordinada con base en la cooperación respetuosa entre Estados soberanos. Estos retos demandan la acción combinada de todos los involucrados, pero asumiendo diferenciadamente las causas y consecuencias de dichos objetivos.
Sobre la crisis climática, Venezuela debe apostar por la pronta activación del fondo de financiamiento de pérdidas y daños climáticos, lo cual permitirá la atención de los más vulnerables. Debe saludar la reactivación de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) como espacio regional legítimo para el abordaje conjunto de la cuenca amazónica, en lo cual toca resaltar la necesidad de que se fortalezca el papel de los Estados en esta tarea.
En materia migratoria, exigir el respeto a los derechos humanos de las millones de personas que, por diversos motivos, incluidas las privaciones producto de la aplicación de sanciones económicas, se ven obligados a salir de sus países de origen y en los países receptores son objeto de múltiples discriminaciones. Abogar en este sentido por los principios del Pacto Mundial sobre Migración.
Asimismo, es importante instar a la región latinocaribeña a fortalecer los espacios multilaterales de integración y concertación política como la Celac y la Unasur, ante un mundo que va formando polos de incidencia geopolítica y donde América Latina y el Caribe deberían insertarse con un lugar de enunciación propio. Venezuela debe apostar para que estos espacios sean los foros de mediación de la región por excelencia.
Una voz más en el Sur Global
Venezuela tiene ya más de dos décadas siendo voz de muchos de los pueblos que, en escenarios internacionales, no consiguen un espacio donde puedan exponer sus demandas. Los años de aislamiento diplomático producto de la política de "máxima presión", impuesta por Estados Unidos y la Unión Europea con la anuencia de sectores opositores nacionales, intentaron acallar no solo la vocería de un Estado soberano sino la de muchos pueblos que se veían reflejados en las aspiraciones del pueblo venezolano y su gobierno.
El retorno a la arena internacional del gobierno de Nicolás Maduro, iniciado con la cumbre de la COP27 en Egipto a finales de 2022, y que ha tenido en este 2023 un dinamismo propio de la época presanciones, es muestra de la voz y el peso específico que mantiene el país en el escenario mundial.
Bien sea por sus enormes recursos naturales, su ubicación geográfica o por la capacidad de resistencia que el Estado venezolano y el gobierno de Nicolás Maduro han mantenido ante el asedio estadoundiense y la desestabilización de sectores opositores, el 78° periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas será un ámbito donde Venezuela volverá a defender su derecho a ser una patria libre y soberana.