De las 926 medidas coercitivas aplicadas contra Venezuela, 765 (82%) se desplegaron durante la Administración de Donald Trump.
La amplia gama de acciones de asfixia contra Venezuela tiene diversos campos como finanzas, petróleo, agroindustria, minería, entre otras. Pero fue en el petróleo y en sus industrias conexas donde hubo especial énfasis en su aplicación, por tratarse de la principal fuente vital de la economía venezolana.
Recientemente el exmandatario estadounidense Donald Trump refirió que, al dejar su cargo, Venezuela estaba al borde del colapso. "Nos habríamos quedado todo ese petróleo, el cual tendríamos justo al lado", dijo.
Trump entendía la proporción de la industria petrolera venezolana no solo como objeto de saqueo, también como factor medular de la vida del país y la normalidad económica.
Sin lugar a dudas, al referir que Venezuela estaba a punto del "colapso", Trump aludió el año 2020, cuando se profundizó la crisis energética interna de Venezuela, la cual sigue teniendo repercusiones en el presente mediante el abasto de combustibles.
Trump estaba claro sobre el impacto en la estructura funcional de la industria petrolera, pues fue uno de los arquitectos de las medidas que han golpeado desde entonces los procesos centrales de Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), entre ellos, sus procesos de refinación nacional de crudo y producción de combustibles.
Refinerías "hechas a la medida" de Estados Unidos
Uno de los ejemplos más nítidos sobre la dependencia tecnológica de Venezuela con Estados Unidos es la refinería El Palito, ubicada en Puerto Cabello, estado Carabobo. Este complejo comenzó a ser construido en 1954 por la Socony-Vacuum Oil (hoy en día ExxonMobil) iniciando sus operaciones el 23 de junio de 1960.
Como casi todas las refinerías venezolanas, los procesos primordiales fueron diseñados con tecnología estadounidense, desde el proceso de craqueado catalítico fluidizado, las torres de destilación e incluso los servicios industriales para la refinación (como los servicios de agua y vapor) se desarrollaron con tecnología estadounidense.
Desde 1960, la refinería El Palito y otras del país han sido objeto de restauraciones y reemplazo de partes, pero incluso en la era chavista, esas refacciones se realizaron también con tecnología estadounidense por razones de compatibilidad de ciertos equipos con el diseño e inraestructura general de estos complejos.
Por su parte, el Complejo de Refinación de Paraguaná (CRP) ubicado en la Península de Paraguaná, estado Falcón, es un complejo compuesto por las refinadoras de Amuay y Cardón, proyectos que se desarrollaron con las transnacionales Creole Petroleum Corporation (hoy ExxonMobil) y Royal Dutch Shell (hoy conocida como Shell, de Países Bajos).
El 15 de junio de 2020, en medio de la crisis de combustibles en Venezuela, el ingeniero petrolero Emilio Iván Herrera advirtió: "Ni rusos ni iraníes podrán operar al Centro Refinador Paraguaná (CRP), no porque no posean el conocimiento, sino porque catalizadores y sustancias químicas sólo se elaboran en Estados Unidos".
Para entonces, y dando por descontado que el bloqueo contra Venezuela se profundizó desde 2017, "habían pasado tres años", dijo Herrera, y "los problemas de la refinería se habían incrementado". "Jamás Rusia podrá manufacturar el catalizador del Flexicracking, pues, estamos en presencia de un secreto de Estado", explicó Herrera.
Afirmó que "toda la tecnología del CRP es de ExxonMobil. Por ejemplo, los catalizadores del Complejo Hidrodesulfurador son secretos de Estado".
El caso de la tecnología para la refinación de crudo es un ramo completamente dominado por patentes y tecnologías de los grandes fabricantes y solo algunos procesos menores quedan en manos de las empresas prestadoras de servicio de refacción y mantenimiento.
Pocas tecnologías son tan limitantes como estas, dado el derecho reservado de las empresas en poseer y controlar sus procesos, que además no son procesos estandarizados. Es decir, una refinería hecha por Exxon, o cualquier otro fabricante, es desarrollada a la medida de cada cliente acorde a los tipos de crudo de los cuales disponen. Simplemente, no se puede comprar una refinería estadounidense disponible en el mercado internacional.
En el caso de la industria petrolera venezolana y sus procesos de refinación, se diseñaron desde prerrogativas muy simples; refinar petróleo y producir combustibles para satisfacer el mercado interno, pero también para enviarlo a Estados Unidos. Por eso, a nivel tecnológico, el parque de refinación de Venezuela está hecho en toda medida a favor de Estados Unidos.
el secuestro de CITGO
La Orden Ejecutiva 13808 del 24 de agosto 2017 estableció medidas de prohibición respecto a las transacciones relacionadas con el financiamiento y otros tratos en materia de deudas, capital nuevo, pagos de dividendos, compras, directa o indirectamente de PDVSA o del gobierno de Venezuela.
Pero además incorporó a PDVSA en la lista de empresas que no gozaban del beneplácito de Estados Unidos para asociarse con empresas estadounidenses.
Esta orden fue firmada por Donald Trump, e incluyó además el congelamiento de los dividendos de la estatal venezolana filial de PDVSA en Estados Unidos, CITGO Petroleum Corporation, impidiendo repatriarlos al país.
Desde agosto de 2017 y hasta 2019, aunque PDVSA estaba impedida de realizar compras en Estados Unidos, la empresa contó con equipamiento ofrecido por su filial en ese país, CITGO, ya que al ubicarse en suelo estadounidense se consideraba fuera del espectro del bloqueo contra Venezuela.
Pero en 2019, el gobierno estadounidense mediante una nueva Orden Ejecutiva retiene CITGO, realizando un embargo de facto. Desde entonces, CITGO sufrió cambios en su directiva a modo ad hoc y se le ordenó no enviar ningún equipo a Venezuela y a su casa matriz PDVSA.
Desde entonces, PDVSA no ha logrado acceder de ninguna manera al mercado tecnológico estadounidense para poder rehabilitar sus refinerías, lo cual ha repercutido en las debilidades para la producción de combustibles a nivel nacional de maneras muy graves.
Crisis intermitente
Venezuela ha aplicado contramedidas para poder contener la crisis interna de combustibles. El presidente Nicolás Maduro anunció la colaboración de Irán, en la dotación de combustibles, aditivos y tecnologías para resolver la situación.
En mayo de 2020 llegaron a Venezuela cinco barcos iraníes cargados de combustibles y aditivos, los cuales pudieron paliar el "colapso" planteado para Venezuela. Pero también se realizaron al menos 60 vuelos de carga desde Irán para dotar a Venezuela de equipos para refaccionar refinerías y restaurar parte de sus capacidades operativas.
Parte de esa tecnología ha sido de fabricación persa, como los catalizadores para plantas de craqueo, y otra parte (especialmente de equipos menores a cargo de otros fabricantes) de los equipos se logró triangular en el mercado internacional. PDVSA y su talento humano también lograron reparar parte de los equipos.
Desde el año 2021, Venezuela dejó de contar con combustible iraní y todo el consumo nacional se ha realizado con producción interna. Sin embargo, este proceso es intermitente y sujeto a vulnerabilidades que han limitado la confiabilidad operacional para la producción.
Parte de esas debilidades se debe a que las refinerías trabajan ahora con equipos no compatibles del todo entre sí, se trabaja en base a adaptaciones y sustituciones cuyo diseño se realiza en función de la dieta particular de las refinerías.
Aunque la actividad se ha recuperado, el levantamiento de la producción de combustibles ha sido parcial, está aún lejos de los niveles históricos y de las capacidades nominales de las refinerías.
Es probable que Venezuela considere esta crisis como de largo aliento, ante la incertidumbre de posibles destrabes al bloqueo. Existe la imposibilidad de cambiar fácilmente una pieza estadounidense por otra de otro fabricante y es probable que en las postrimerías de los viejos ingenios de refinación, y ante la irrupción de las nuevas dotaciones tecnológicas, ocurran procesos de reemplazo total, y a la larga, las refinerías dejen de ser estadounidenses para contar con otros equipamientos.
El país podría esperar por condiciones financieras favorables para dotarse de nuevos equipos, y probablemente nuevas instalaciones, no vinculadas a tecnología vetada al país. Lo cual sería una empresa sumamente costosa.
En junio de 2023 se reportó un repunte importante de la carencia de combustibles en varias regiones de Venezuela. Es el resultado de un racionamiento a gran escala, luego de la parada de mantenimiento mayor en las refinerías del CRP, para adaptación de tecnologías iraníes, según fuentes vinculadas a Misión Verdad. Pedro Tellechea, presidente de PDVSA, quien visitó las instalaciones, declaró que las instalaciones estaban en mantenimiento preventivo y correctivo.
También entró en funcionamiento la refinería El Palito, luego de un prolongado periodo de ajuste. Esta refinería está, según diversos medios, bajo una modalidad de contrato con Irán para su rehabilitación.
Precisamente en junio, justo cuando los venezolanos volvían a las colas por combustible, Donald Trump atizó sobre el colapso que pretendía lograr en Venezuela para sencillamente quedarse con el petróleo del país. De ahí que la confluencia de eventos resultaron ser un recordatorio de lo que Estados Unidos ha logrado causar en Venezuela a modo de largo aliento.
El vínculo directo de Trump con las crisis en los procesos industriales petroleros y de sus derivados en Venezuela es indiscutible. Cuando de petróleo y gasolina en Venezuela se trata, nadie sabe golpear con mayor crueldad que los estadounidenses.