El presidente y director ejecutivo de Chevron, Mike Wirth, ofreció una entrevista en Bloomberg el 5 de febrero en la que abordó la política arancelaria del presidente Donald Trump y cómo ella se vincula con la competitividad del petróleo venezolano en el mercado, así como la agenda con vistas a la expansión de la producción de hidrocarburos en Estados Unidos.
Uno de los puntos claves de la conversación giró en torno a las licencias otorgadas a Venezuela desde noviembre del año 2022. Wirth explicó que su empresa mantiene un canal de comunicación constante con el gobierno estadounidense:
"Estamos en contacto con la administración actual. También estuvimos en contacto con la primera administración Trump y con la administración Biden, porque las sanciones a Venezuela llevan años en vigor. Trabajamos estrechamente con el gobierno para entender sus objetivos, las limitaciones que imponen las licencias de la OFAC y asegurarnos de cumplir plenamente con la ley".
Al ser consultado sobre si preveía cambios en esa política de licencias, Wirth destacó que cualquier decisión en materia de sanciones o aranceles debe considerar las implicaciones para el suministro energético de Estados Unidos. A continuación, algunos extractos relevates de la entrevista:
Venezuela y las recientes negociaciones:
"Un enviado especial viajó recientemente a Venezuela y regresó con algunos ciudadanos estadounidenses. También arregló términos para la posible repatriación de inmigrantes venezolanos en situación irregular en EE.UU. Pero, hasta ahora, la licencia general con la que operamos no ha cambiado".
Estudios y recomendaciones:
"Las condiciones han variado a lo largo de los años y podrían seguir haciéndolo. Nosotros tratamos de informar al gobierno sobre las posibles repercusiones de cualquier modificación, para que sus decisiones sean bien fundamentadas".
El papel de los hidrocarburos venezolanos en el mercado energético:
"Con las sanciones originales de Trump, el petróleo venezolano no podía entrar a Estados Unidos. Luego, la administración Biden permitió su ingreso. Las refinerías en la costa del golfo dependen en gran medida de crudo pesado venezolano. Si Estados Unidos impone aranceles o sanciones al petróleo canadiense o mexicano, parte de ese suministro podría desviarse a otros países, haciendo que el crudo venezolano sea aun más relevante".
El mensaje de Chevron a responsables políticos:
"Nuestro enfoque es ayudar a los encargados de formular políticas a entender el panorama completo. Es crucial que tomen decisiones con base en datos precisos y en cómo estos cambios afectarían el mercado energético global".
Las declaraciones de Wirth reafirman la relevancia del crudo venezolano en el mercado global y su peso estratégico para Washington. Este punto de la entrevista fue crucial ya que dejó ver que el petróleo pesado del país es fundamental para el funcionamiento de las refinerías costeras estadounidenses, diseñadas para procesar este tipo de hidrocarburo.
Porque si bien es cierto que Estados Unidos tiene una producción interna creciente, el problema no radica en la cantidad sino en la composición de los crudos disponibles y en cómo estos se integran en el ecosistema refinador estadounidense, condición que tiene Venezuela con su variado catálogo de hidrocarburos.
Cualquier restricción adicional sobre el petróleo venezolano podría generar efectos adversos en los costos de refinación, que se transferirían directamente hacia los precios de los combustibles, que Trump prometió disminuir.
Para Chevron, y para la industria petrolera en general, es neurálgico mantener una interlocución directa con la Casa Blanca y con el brazo legislativo en aras de garantizar estabilidad y previsibilidad en un sector donde cada decisión regulatoria tiene repercusiones de gran alcance.
El caso de Wirth no es extraordinario en ese sentdio, aunque sí es de resaltar su marcada intención de aprovechar la entrevista para defender la participación de la empresa que dirige en el sector petrolero venezolano.
Chevron ha sacado cuentas
En este contexto, la postura de la empresa estadounidense refleja una visión práctica, cuestión que reiteró Wirth en la entrevista: "Nos gustaría trabajar con ambos lados del pasillo para implementar una política energética duradera, equilibrada y pragmática".
Ante la pregunta sobre si actualmente se percibe una postura más pragmática en la política energética, Wirth respondió con contundencia: "Creo que no hay duda de que lo estamos viendo. Es una administración que ha hablado de la abundancia energética estadounidense y de utilizarla en beneficio de la economía del país. Así que creo que estamos viendo una conversación más equilibrada", afirmó el director ejecutivo de la petrolera.
El empresario también puso énfasis en la necesidad de agilizar los procesos burocráticos que impactan el crecimiento de la industria energética. "Algo de eso se hace hoy en día mediante órdenes ejecutivas… cosas como la reforma de los permisos, de la que, de nuevo, se ha hablado mucho, pero sobre la que todavía no hemos visto nada", expresó.
Su declaración deja en evidencia que los procedimientos de autorizaciones, permisos y regulaciones continúan siendo un obstáculo para la planificación y expansión de Chevron dentro de EE.UU., y resalta la importancia de un marco regulatorio más eficiente y predecible para la inversión en el sector, cuestión que las acciones ejecutivas aceleran a lo interno.
Como coloso en este ámbito, ha demostrado esta lógica en su estrategia de inversión. "El año pasado aumentamos la producción 7% en todo el mundo, casi 20% aquí en Estados Unidos, la mayor producción de nuestra historia y la mayor distribución de efectivo a nuestros accionistas. Así que estamos creciendo. También lo estamos haciendo de una manera más eficiente del capital", explicó Wirth.
El enfoque práctico de la compañía se traduce en maximizar el retorno por cada dólar de inversión. En un entorno de creciente demanda energética, la compañía busca formas más eficientes de desarrollar nuevos suministros sin incurrir en costos innecesarios. "Traemos nuevos suministros de energía al mercado a una tasa de inversión de capital más baja que nunca", aseguró.
En esta ecuación del negocio de hidrocarburos, Venezuela juega un papel crucial. El país ofrece ventajas innegables para la industria energética y Wirth lo dejó saber:
- Infraestructura ya instalada que reduce significativamente la necesidad de inversión inicial.
- Reservas de crudo abundantes a lo largo de su territorio.
- Un parque refinador estadounidense altamente compatible con el petróleo venezolano.
- Logística favorable a través del transporte marítimo, en comparación con el modelo de exportación por oleoductos de Canadá.
Estos elementos hacen de Venezuela un espacio ideal para la política de eficiencia de Chevron pues la recuperación de su industria requiere mantenimiento y optimización, no una construcción desde cero. Las sanciones han impactado el sector, pero la inversión dirigida puede restablecer rápidamente su operatividad.
Consciente de este potencial, la empresa ha asumido una postura más activa en la defensa de su permanencia en el país, situando su narrativa en el debate público y destacando los beneficios estratégicos de su participación en la industria hidrocarburífera venezolana.
Por otro lado, dentro de esa agenda de inversiones es menester mencionar su estrategia en Canadá, que ha tomado un rumbo distinto.
Recientemente la compañía completó la venta de sus intereses en el Proyecto de Arenas Petrolíferas de Athabasca (AOSP) y los activos de esquisto de Duvernay a Canadian Natural Resources Limited por 6 mil 500 millones de dólares. Esta decisión se traduce en una retirada parcial, lo cual da muestras de un cambio de enfoque.
Canadá, competidor directo del país caribeño en el mercado energético estadounidense, depende de la infraestructura de oleoductos para ubicar su crudo en Estados Unidos.
En contraste, el petróleo venezolano cuenta con una logística más eficiente por vía marítima. Este factor, sumado a la compatibilidad con las refinerías de la costa del golfo de México, otorga a Venezuela una ventaja estratégica que no ha pasado desapercibida. De hecho, la política hostil del gobierno canadiense hacia Caracas responde en buena parte a esta rivalidad por el acceso al mercado energético norteamericano.
En este escenario, la retirada parcial de Chevron en Canadá y su apuesta por inversiones eficientes en regiones con ventajas logísticas y de infraestructura consolidada refuerzan la relevancia venezolana en la ecuación energética global.
Por esta y otras razones Wirth ha mantenido conversaciones constantes en el seno de Washington para garantizar la continuidad de la Licencia General 41, que permite a la compañía operar en Venezuela y exportar petróleo y derivados al mercado estadounidense.
Este instrumento no solo satisface la necesidad de abastecimiento de las refinerías de la costa del golfo de México, diseñadas para procesar crudos pesados como el venezolano, sino que también le otorga propiamente a Estados Unidos la flexibilidad de revender parte del petróleo a otros mercados, estrategia que maximiza el valor de la inversión inicial.
En medio de esta dinámica resulta difícil que Trump esté pensando en hacer una contrapropuesta más ventajosa que supere la atractiva Licencia 41 para garantizar los intereses de una empresa de la magnitud de Chevron.
Venezuela, en este contexto, es una carta de contención dentro de la política arancelaria que el presidente estadounidense está impulsando, en tanto ofrece una alternativa viable para fortalecer su agenda económica sin comprometer la estabilidad del mercado energético doméstico.
La consolidación de este esquema es fundamental dentro de la estrategia de eficiencia de la transnacional, pues le permite mantener operaciones sin incurrir en riesgos políticos innecesarios mientras capitaliza sus ventajas logísticas frente a otros competidores.
La Licencia General 41 no parece estar en riesgo inmediato de revocación ya que, más allá de las tensiones políticas, el pragmatismo marca la relación entre Washington y Caracas, por ahora.
A medida en que avancen las negociaciones bilaterales, se definirá el alcance y la permanencia de esta licencia, pero su continuidad, al menos en el corto plazo, confirma que Chevron no cede terreno y sigue defendiendo con firmeza su espacio en el negocio petrolero venezolano.