Ya sabemos que la vía mercenaria es una de las “opciones militares” predilectas de Estados Unidos contra Venezuela, sobre todo desde que fallaran las otras que incluían, entre ellas, una imposición de instituciones ficticias con un “presidente interino” en el intento de anular la Constitución Bolivariana ante la “comunidad internacional” y gestionar un bloqueo sistemático a toda la economía nacional, incluyendo sus importaciones vitales y estratégicas.
Además, como lo demuestra el académico estadounidense Sean McFate en su libro The Modern Mercenary, la inclinación cada vez más creciente del Pentágono por apoyarse en el sector privado de las contratistas de mercenarios y ejércitos privados ha producido un nuevo tipo de relación entre los países que se enfrentan a la hegemonía angloccidental y los intereses norteamericanos.
En el caso venezolano, prevalecen las amenazas oficiales de invasión militar desde la Casa Blanca y el Comando Sur combinadas con operadores encubiertos que llevan a cabo acciones desestabilizadoras por la vía violenta; ejemplos sobran: la activación de la célula paramilitarizada de Óscar Pérez entre 2017–2018, el intento de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro y el alto mando militar en agosto de 2018, el fracasado golpe militar liderado por Leopoldo López y Juan Guaidó en abril de 2019 (“Operación Libertad”) y la más reciente fallida “Operación Gedeón”, a cargo de la empresa mercenaria SilverCorp.
Era de suponerse que no iban a cesar este tipo de operaciones tercerizadas, sobre todo tomando en cuenta que todas las vías por las que han intentado concretar el “cambio de régimen” han fracasado. La eliminación fáctica del liderazgo chavista es una opción, pero también lo sigue siendo el espionaje industrial y el terrorismo focalizado.
Sabotaje y espionaje a la industria petrolera
El presidente Nicolás Maduro informó el viernes 11 de septiembre la captura de un espía de origen estadounidense que buscaba recopilar información estratégica en las refinerías de Amuay y Cardón, ubicadas en el estado Falcón, en el centro occidente de Venezuela.
Ya el jefe del Estado había anunciado que se trataba de un marine que había prestado servicios para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense en Irak. “Están todas las pruebas, las fotografías, los videos. Se le capturó con armamento pesado, especializado, y gran cantidad de dólares en efectivo”, dijo en una rueda de prensa.
Agregado a la información sobre la captura, el primer mandatario agregó que el pasado miércoles 9 de septiembre, el equipo del ministro para el Petróleo y presidente de PDVSA, Tareck El Aissami, junto a un grupo de ingenieros y científicos, descubrieron y desarticularon “un plan para ocasionar una explosión en la refinería de El Palito”, en el estado Carabobo, una de las principales refinerías del país y que se encuentra en proceso de recuperación para la producción y procesamiento de gasolina tras duros golpes producto del sabotaje y el bloqueo estadounidense.
En un momento crítico en cuanto al abastecimiento de la gasolina en Venezuela, y justo cuando el ejecutivo anunciaba un “plan especial de contigencia” para paliar paulatinamente el suministro de combustible, las acciones de desestabilización en la industria petrolera nacional parecen ser la norma con el fin de socavar cualquier tipo de regularización energética en el país.
Es por ello que el presidente Maduro ordenó el reforzamiento de las medidas de seguridad internas y externas de todos los complejos refinadores del país. “Es una guerra de venganza del Imperio gringo para impedir que Venezuela produzca todos los derivados del petróleo, la gasolina. Han llegado a un nivel de locura”, dijo.
La Fiscalía General de la República desnuda la trama
Aquel viernes 11 el Presidente había informado que el espía norteamericano se encontraba a la orden del Ministerio Público. Pocos días después, el lunes 14, el fiscal general Tarek William Saab dio una rueda de prensa para informar sobre las investigaciones llevadas a cabo en torno a los sucesos mencionados.
Informó que el estadounidense capturado tiene por nombre Matthew John Heath, quien llevaría a cabo “actividades de sabotaje y de desestabilización” en Venezuela.
Según reveló el titular del Ministerio Público, Heath era uno de los agentes estadounidenses contratados para ingresar a Venezuela, a través del eje fronterizo de la Guajira colombo-venezolana, para “obtener información estratégica” del Complejo Refinador de Amuay?—?uno de los más importantes de América Latina, ubicado en la costa occidental del estado Falcón?—?, “con el fin de ejecutar posibles acciones de sabotaje”.
Asimismo, Heath tendría como misión llevar a cabo ataques focalizados contra unidades militares en los estados de Zulia y Falcón, y el tráfico ilícito de drogas desde Colombia hacia la isla de Aruba (Antillas holandesas), usando el territorio venezolano “para apuntalar la campaña de descrédito y agresión impuesta por el gobierno de los Estados Unidos”.
Las pruebas que mostró el Fiscal General daban cuenta de que Heath no llevaba consigo un pasaporte con ingreso formal al país; sólo tenía una fotocopia del documento escondida dentro de un zapato.
Además, cargaba consigo un teléfono satelital con fotografías de instalaciones petroleras y militares de Zulia y Falcón. Uno de los bolsos contenía una moneda que vincula al estadounidense con la CIA.
Luego de las investigaciones, el Ministerio Público en conjunto con otras autoridades venezolanas determinaron que el detenido perteneció a la contratista de mercenarios MVM Inc. y que “cumplió misión en Irak de 2006 a 2016, tres meses por año”, dijo Saab, como operador de comunicaciones en una base secreta de la CIA.
No sería extraño que el espía cumpliera misiones en Irak como contratista y no como soldado oficial, tomando en cuenta que, desde la invasión estadounidense en ese país en 2003, la cantidad de contratistas muertos en el campo de batalla aumentó durante los años de la guerra. De hecho, explica McFate en el citado libro, “en 2010, más contratistas fueron asesinados que personal militar, marcando por primera vez en la historia que las bajas corpoartivas superaron las pérdidas militares en los campos de batalla estadounidenses”.
La tabla gráfica de abajo muestra el incremento de bajas de los contratistas en Irak con relación a las tropas estadounidenses desde 2003 a 2010, dando a entender que ha aumentado asimismo el personal de las empresas de mercenarios en los campos de batallas de las guerras impuestas por Estados Unidos.
Por otro lado, la contratista de “seguridad privada” MVM, Inc. tiene su sede en Ashburn, Virginia, en los Estados Unidos. En un perfil empresarial de Bloomberg, se dice que la “compañía provee apoyo investigativo, de inteligencia” y de misiones en el terreno, “así como seguridad doméstica”.
La inteligencia y la logística suelen ser los nichos laborales de estas empresas que el Pentágono ha decidido que formen parte de su ecosistema guerrerista, tercerizando cada vez más sus misiones militares y encubiertas.
Matthew John Heath es apenas un engranaje de la mercenarización de la guerra estadounidense contra Venezuela. Pero no estaba solo; tenía sus propios colaboradores con nacionalidad venezolana.
Junto al espía gringo fueron capturados Marcos Garcés, Darwin Urdaneta, éste miembro de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), y Daeven Enrique Rodríguez Argueta, quien conducía el vehículo que se desplazaba por la vía que comunica a los estados Zulia y Falcón.
El Fiscal General informó que, tras realizar la revisión del vehículo donde se encontraban estos individuos, se halló:
· Un lanzagranadas AT4, calibre 84 mm.
· Una subametralladora modelo UZI, calibre 9 mm.
· Cuatro piezas rectangulares de presunto material explosivo C-4.
· Dinero en moneda extranjera.
· Un teléfono satelital y tres celulares.
· Una gorra con el logo de un organismo de seguridad del Estado venezolano.
Además de los connacionales mencionados, también fueron detenidos por su relación con el caso Ivonne Coromoto Barrios Finol, propietaria del vehículo y esposa de Rodríguez Argueta; Leobaldo Antonio Gutiérrez, Andry Ramón Finol y Asterio José González García.
A todos ellos se les imputan los delitos de traición a la patria, terrorismo, tráfico ilícito de armas y asociación para delinquir.
Al estadounidense se le imputan los cargos de terrorismo, tráfico ilícito de armas y asociación para delinquir.
De esta manera se unen a una estela de operadores que han sido capturados en los últimos meses, incluyendo a los dos gringos que formaron parte de la fallida “Operación Gedeón” en el primer trimestre de este año. El estado de alerta al que convocó el presidente Maduro está bien justificado si tomamos en cuenta que la vía mercenaria contra Venezuela no cesa: más bien parece que se intensifica en sus procedimientos, aunque sea de manera silenciosa.