Vie. 03 Octubre 2025 Actualizado 12:04 pm

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Pete Hegseth saluda a Donald Trump antes de hablar ante una reunión de los principales comandantes militares de EE.UU. en la Base del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia, el 30 de septiembre de 2025 (Foto: Andrew Harnik / AP Photo)

Trump y Hegseth reunieron al alto mando militar para una arenga vergonzosa

Luego de una semana de estrujarse las manos sobre el propósito de un encuentro sin precedentes de generales y almirantes el martes 30 de septiembre, la reunión en la base naval de Quantico, Virigina, terminó con lo acostumbrado de ambos el presidente Donald Trump y el autodenominado secretario de Guerra Pete Hegseth.

Durante la concentración más grande de alto mando militar que se recuerde ‒quizás de todos los tiempos‒ Hegseth comenzó con un discurso trastornado, repleto de contradicciones confusas, aclamaciones trastornadas, y retórica políticamente recargada.

Luego vino Trump con una alocución larga y errática que solo esporádicamente tocaba temas militares. En cierto punto, el presidente, que ha usado a las tropas para suprimir protestas y ocupar ciudades estadounidenses, advirtió al liderazgo congregado de una "guerra interna".

Tres funcionarios de defensa diferentes que hablaron con The Intercept definieron el discurso de Trump como “vergonzoso”. Esos mismos oficiales reprendieron a Hegseth por reunir a los principales comandantes del ejército apostados alrededor del mundo para un discurso ligeramente diferente de sus publicaciones en redes sociales. Uno llamó a la homilía de Hegseth "basura", empleando un término que usó el propio secretario de guerra durante su intervención. Otro dijo: "Hemos sido menoscabados como nación tanto por Hegseth como por Trump".

Trump usó su intervención para apuntar a las ciudades que él alega "son gobernadas por los demócratas de la izquierda radical", incluyendo San Francisco, Chicago, Nueva York y Los Ángeles. "Vamos a enderezarlas una a una. Y esto va a ser una gran parte para algunas personas en este salón", dijo. "Esa también es una guerra. Es una guerra interna". Continuó: "Debemos usar algunas de estas ciudades peligrosas como campos de entrenamiento para nuestro ejército".

"Seremos una máquina de combate y de victorias", dijo Trump durante su alocución signada por flujo de conciencia que deambuló desde ensaladas verbales somnolientas a invectivas sobre los aranceles, la habilidad del presidente Barack Obama de descender rápidamente las escaleras, el presidente Joe Biden y el autopen, la prensa, su supuesto arrojo para ponerle fin a las guerras, las probabilidades de que gane el Nóbel de la Paz, y su esperanza de que Estados Unidos vuelva a construir buques de guerra que pertenecen a una era pasada.

"Creo que tal vez deberíamos comenzar a pensar en barcos de guerra, por cierto", dijo. "No creo que sea tecnología vieja cuando ves esos cañones. Pero es algo que estamos considerando en realidad, el concepto de buque de guerra, una buena borda de seis pulgadas de acero sólido, no aluminio". Trump luego expresó su afición a un documental televisivo de los años 50: "Yo solía ver 'Victoria en el mar'. Amaba 'Victoria en el mar'".

También repetidamente discutió sobre armas nucleares a lo largo de su intervención. "Yo reconstruí nuestro elemento nuclear", dijo. "Moví un submarino, o dos, no diré nada sobre los dos, en la costa de Rusia, solo para tener cuidado, porque no podemos permitir que la gente lance por ahí esa palabra". Continuó: "Lo llamo la palabra que comienza por N. Hay dos palabras que comienzan con N, y no se puede usar ninguna de las dos".

En cierto punto, Trump aseguró ser el presidente número 45, 46 y 47 de los Estados Unidos. Biden, en realidad, fue el presidente 46.

"Escuchar a Donald Trump fue profundamente inquietante y está claro que no está en condiciones para tener el papel de comandante en jefe", uno de los funcionarios de defensa le dijo a The Intercept, hablando bajo condición de anonimato.

"Esto es verdaderamente perturbador. Claramente él no está bien, incluso para ser Trump", dijo un segundo oficial, que luego hizo referencia a la Enmienda 25, que permite que los poderes presidenciales sean transferidos al vicepresidente cuando éste y una mayoría del gabinete concluyese que el comandante en jefe es incapaz de llevar a cabo sus obligaciones. "Esto es increíblemente embarazoso para los Estados Unidos". Y agregó: "Imagínese vivir esto en persona".

Hegseth, acechando de un lado al otro de la tarima durante su alocución, invocó la regla dorada de Jesús de “hacer a los otros” mientras amenazaba que aquellos que desafíen a los Estados Unidos serán "triturados violentamente". Continuó Hegseth: "En otras palabras, a nuestros enemigos: FAFO", dijo, usando una abreviación en ingles que significa “sigue jugando y lo descubrirás (Fuck around, find out).

Reveló que acababa de enviar un correo electrónico a los líderes congregados que contenía diez nuevas directivas del Departamento de Guerra. "Fueron escritas para ustedes", dijo. "Estas directivas están diseñadas para librarlos de la carga".

Hegseth dijo que el Pentágono está revisando sus definiciones de novatadas, bullying y "liderazgo tóxico". Mientras que el bullying "cruel" y el pagar novatadas no serán tolerados, explicó, los términos han sido "empleados como armas". El entrenamiento básico "está siendo restaurado hacia lo que debería ser: temible, rudo y disciplinado. Estamos dándole poder a sargentos de maniobra para que instilen un miedo saludable a los nuevos reclutas", dijo.

Hegseth se enfocó considerablemente en sermonear a la plana mayor sobre los estándares de aptitud física y de apariencia. Presionó por calificaciones físicas rigurosas para le personal militar, reconociendo que pudieran descalificar a algunas o incluso a todas las mujeres del combate. "Cuando se trata de cualquier trabajo que requiere poder físico para desempeñarlo en combate, esos estándares deben ser altos y neutrales en materia de género", dijo. "Si las mujeres lo logran, excelente. Si no, es lo que es. Si eso significa que ni una mujer califique para trabajos de combate, que así sea. Esa no es la intención, pero pudiera ser el resultado".

Hegseth se comprometió a reparar "décadas de decadencia" que han disminuido lo que repetidamente ha denominado "el departamento woke". Apuntó contra los "políticos tontos e imprudentes" que mientras profesan subordinación militar al liderazgo civil. "Se acabaron las ideologías políticas", ordenó. Y continuó: "No más adoración al cambio climático, no más divisiones, distracciones o delirios de género".

Apuntó también contra lo que llamó "la basura ideológica de la justicia social y lo políticamente correcto", y adelantó una "teoría de las ventanas rotas"que dijo que restituiría al ejército de vuelta a su grandeza.

"No más tipos usando vestidos", arengó Hegseth. "Ya estamos hartos de esa mierda". El secretario bien afeitado se lanzó contra los soldados con barba y cabello largo, diciendo que solo los miembros de las fuerzas de operaciones especiales se les permitiría el incumplir los estándares. "No más raros con barbas", decretó, señalando a aquellos quienes tenían el aspecto de "paganos nórdicos".

"Ustedes como forma de ganarse el pan matan gente y rompen cosas", dijo Hegseth al acercarse al final de sus comentarios. "Retírense y abran fuego porque somos el Departamento de Guerra".

Fue la fanfarronada habitual por parte de Hegseth, que ya estaba bajo fuego por el gasto de traer por aire a Washington a comandantes desplegados en todo el mundo en vísperas de un cierre federal.

"La extensa diatriba misógina sobre la letalidad del secretario Hegseth fue degradante. Su despotricar continuo contra las mujeres en roles de combate exponen sus profundas deficiencias personales", dijo el primer funcionario de defensa. "Conmociona a la consciencia al escuchar al secretario de defensa ‒que no es ningún guerrero‒ respaldar el bullying y las novatadas de miembros del servicio. Cómo se atreve un ex mayor de la Guardia Nacional a darle lecciones a nuestros líderes militares sobre letalidad cuando solamente está enfocado en su propio culto a la personalidad".

Dos oficiales manifestaron estupor a The Intercept ante el costo y el peligro, en términos de seguridad operacional, de reunir a los principales oficiales del ejército para escuchar una arenga. "Quiere hablar sobre 'basura'", dijo uno, haciendo referencia al uso del término que empleó el secretario. "Esa es la definición de aquello".

La senadora Tammy Duckworth, demócrata del estado de Illinois, le escribió al Pentágono buscando detalles sobre el costo del cónclave de Hegseth, que trajo a alrededor de 800 generales y oficiales navales a Quantico. Junto a sus asesores y auxiliares alistados, probablemente el número excedió a mil. Cuestionó cuáles cuentas serían usadas para cubrir los gastos y si pudiera haberse hecho un análisis costo-beneficio de una reunión en persona versus una video conferencia segura.

Trump reconoció el costo del cónclave al abordar el helicóptero para dirigirse a la base de los marines en Quantico, pero dijo que valía la pena para "una gran agitación espiritual".

El Departamento de Guerra no respondió a las solicitudes de The Intercept sobre los detalles del costo de la reunión.

Trump se topó con silencio al empezar su discurso, contrastando con los aplausos a los que está acostumbrado en los mítines, y parecía estar incómodo. "Nunca antes había entrado a un salón tan silencioso", dijo. "Me dijeron 'señor, usted no escuchará ni un murmullo en la sala'". Continuó: "Si quieren aplaudir, aplauden". Tras amenazar, de forma chistosa, con despedir a aquellos que no se riesen de sus chistes, el alto mando debidamente soltó una risita durante algunas incómodas oraciones graciosas.

Antes de dirigirse a Quantico en helicóptero, Trump amenazó con despedir a cualquier general en la reunión con el que se la lleva de la manera equivocada. "Si no me gusta alguien, lo voy a despedir ahí mismo", dijo.

Más temprano en el año, Hegseth le ordenó a la plana mayort del Pentágono a que redujesen el número de generales y almirantes de cuatro estrellas a al menos un 20% en todo el ejército; reducir 20% del número general de oficiales en la Guardia Nacional; y recortar la totalidad del número de oficiales generales y mandos navales en todas las fuerzas armadas un 10% completo.

"Lo primero, antes que nada, hay que despedir al jefe del estado mayor", dijo Hegseth en una entrevista en noviembre de 2024 en "El show de Shawn Ryan", refiriéndose al general Charles Q. Brown Jr. "Cualquier general que haya estado involucrado, general, almirante o lo que sea, que estuvo involucrado en esa mierda woke del DEI (diversidad, equidad e inclusión) se tiene que ir".

Luego de que Hegseth se instaló en el Pentágono, cumplió con su amenaza. Brown, el militar de más alto rango de los Estados Unidos y un piloto afro que hizo historia, fue despedido en febrero, dándole inicio a una purga de meses en los altos rangos del ejército.

En febrero, Hegseth despidió a los principales auditores generales, o JAGs (por sus siglas en inglés), de la fuerza aérea y el ejército para evitar "bloqueos a las ordenes que sean dadas por el comandante en jefe". Al mes siguiente, comisionó a su abogado personal, Timothy Parlatore, como JAG de la armada y le dio el poder para ayudarlo a reformar extensivamente el cuerpo de auditores generales, presuntamente buscando cambios que puedan alentar a abogados a aprobar tácticas más agresivas y tomar una aproximación más tolerantes a aquellos que violan las leyes de la guerra.

Durante su intervención el martes, Hegseth despotricó lo que llamó "las estúpidas reglas de combate". Continuó: "le desamarramos las manos a nuestros guerreros para que intimiden, desmoralicen, cacen y maten a los enemigos de nuestro país".


Publicada originalmente en inglés por The Intercept el 30 de septiembre de 2025, la traducción para Misión Verdad la realizó Diego Sequera.

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