Cada día, las audiencias europea y estadounidense están siendo sometidas a un aluvión informativo donde se les dice lo que deben pensar sobre los acontecimientos en Ucrania, ahora que el conflicto alcanza el tercer mes desde que Putin lanzó su intervención militar, el 24 de febrero.
De CNN, BBC, Fox News a todos los demás, una oleada de opinadores promueve matrices de opinión, mientras que imágenes de un horror terrible destellan ante nuestra mirada. El encuadre narrativo asegura que los espectadores de los medios de comunicación mainstream estén sometidos a un estado constante de miedo, histeria y repulsión sobre los supuestos crímenes contra la humanidad perpetrados por Rusia. Ahí donde la evidencia alguna vez fue un prerrequisito para emitir un juicio, bajo el cauteloso control de los "administradores de percepción" de la alianza de los Cinco Ojos las meras acusaciones y repeticiones son suficientes. La audiencia que antes dudaba sobre la fiabilidad de esos mismos medios que mintieron sobre las armas de destrucción masiva, las armas químicas del presidente Assad o la patraña del Russiagate, ahora se encuentra alentando cada vez más a ese imperio contra el que más de un liberal había protestado y despreciado por años.
Pese a la falta de credibilidad de los medios infestados por la CIA, una publicación reciente del 6 de abril realizada por la encuestadora Pew nos dice que no solo “siete de cada diez estadounidenses ahora ven a Rusia como un enemigo” sino que también los estadounidenses ven a “la OTAN es cada vez más vista bajo una luz favorable”. Es inusual en esta época el encontrar un acuerdo sobre algo entre ambos bandos políticos, pero sobre el problema de Rusia siendo el enemigo de Estados Unidos, una excepción fue encontrada con el 72% de los demócratas y el 69% de los republicanos llegan a un consenso. Dichos números ni siquiera se aproximan a los días del asalto ilegal de Estados Unidos a Irak o a Libia, en los que se vieron casi un millón de muertes y cómo grandes culturas fueron arrastradas de nuevo a la edad de piedra, gracias al dinero de los impuestos de los estadounidenses.
Y así nos encontramos acelerando en dirección a un abismo, ya que el 15 de abril miembros de las fuerzas especiales británicas oficialmente entraron a Kiev para entrenar a las fuerzas ucranianas. Esto claramente aumenta el riesgo de enfrentamientos militares con las fuerzas rusas (y por lo tanto activando el artículo 5 del pacto colectivamente suicida que es la OTAN).
Como un "buen aliado del Reino Unido", Estados Unidos ahora siente mucha más presión para seguir el ejemplo.
El periodista Michael Tracey destacó recientemente que "Chris Coons, el senador demócrata de Delaware, quien ocupa el viejo puesto de Joe Biden, y básicamente sirve como un emisario personal de la Administración, empezó a hacer rondas para traer a colación la siguiente fase de la intervención de Estados Unidos. De nuevo: Coons no es sólo un senador, es el senador que básicamente opera como un conducto directo a Biden. Y así Coons empezó a ir por ahí declarando que ya es tiempo de que el congreso y Biden conciban cuándo estarán dispuestos a enviar 'no solo armas, sino también tropas para asistir en la defensa de Ucrania', eso es muy revelador. 'Putin solo se detendrá cuando lo detengamos', advirtió Coons por televisión el sábado pasado".
Algunos afirman que esto no es mucho problema ya que la alianza occidental ya había estado suministrando armas letales y entrenando por años a la carne de cañón ucraniana para su guerra inevitable con Rusia, así que ¿qué diferencia hace si las tropas afiliadas a la OTAN se unen a la lucha ahora mientras que una guerra inminente está en juego? Rusia es, después de todo, el Hitler moderno y el pobre Zelensky es el ser humano más grandioso desde Martin Luther King, así que parece que estamos moralmente obligados a hacer todo lo que podamos, ¿cierto?
Además, otras naciones como Finlandia y Suecia han hecho públicas sus intenciones de ser absorbidas por la OTAN, ¿y por qué no deberían? Rusia intervino militarmente en Ucrania basado en el peligro de que Kiev se uniera a la OTAN, entonces es razonable que la mejor protección para los otros países que limitan con Rusia sea… ¿incorporarse a la OTAN?
A pesar de que los grupos de Siria afiliados a ISIS fueron enviados a Ucrania para continuar su yihad contra Rusia, y sin importar que incluso las agencias de prensa convencionales han tenido que admitir de mala gana la presencia de grupos neo nazis en Ucrania, los occidentales apenas reaccionan, ignorando hechos así de repulsivos con la frase "siempre habrá algunas manzanas podridas".
Las sanciones continúan abriendo nuevas fisuras en las relaciones oriente-occidente además de rupturas de las ya frágiles cadenas de suministro que requieren para evitar el colapso vastos insumos del petróleo ruso, carbón y gas natural ruso, sin mencionar minerales, trigo y fertilizantes. Millones de europeos y estadounidenses ya están sufriendo luego de más de dos años de encierros con el peligro de nuevas “crisis sanitarias” asomándose en el horizonte. Precariedad laboral, inflación y precios del gas excesivamente altos son por lo que ellos verdaderamente se preocupan, pero los sistemas de encuestas online, como Pew, siempre están listos con nuevas muestras estadísticas para ayudar a las personas a recalibrar sus malos pensamientos de acuerdo a valores “más aceptables”.
Los mismos asesores de medios nos aseguran que nunca hubo una solución a esta crisis más allá de una confrontación militar con los villanos rusos, en una abstracta batalla hasta la muerte por la democracia y la libertad. Constantemente nos dicen que la culpa de los terribles eventos de los últimos dos meses de guerra recae directamente sobre Putin, quien por raudales de expertos se afirma que desea fervientemente derrocar el orden occidental, socavar la democracia y restaurar un imperio neo-soviético y autoritario en todo el mundo.
Esas afirmaciones son, por supuesto, mentiras. El hecho es que Putin había hecho todo lo imaginable para evitar la escalada militar ahora en marcha, empezando por su discurso en la Conferencia de seguridad en Múnich en 2008, exponiendo los diseños para la contención militar contra su nación y exigiendo el respeto occidental a las preocupaciones de seguridad que existen en Rusia.
Desde el momento en que Victoria Nuland instaló un gobierno títere en 2014, las poblaciones étnicas rusas predominantes en el Dombas, al este de Ucrania, vieron a sus conciudadanos en Odessa ser quemados por hordas de nazis, y se apresuraron a votar por su secesión de Kiev en la forma de dos republicas separatistas.
Putin pudo haber reconocido rápidamente a estos nuevos estados aspirantes en 2014 pero, en lugar de eso, escogió ir por el camino de Minsk II, haciendo todo lo posible para mantener a las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk como miembros integrales de una Ucrania sin dividir. Durante ocho años vimos a los diplomáticos rusos hacer todo lo posible para mantener vivo Minsk II, y por ocho años vimos sólo la derogación de este proceso de paz y en su lugar se perdieron más de 14.000 vidas ucranianas orientales.
Para diciembre de 2021, el hecho de una intervención militar planeada al este de Donbass y Crimea era imposible de ignorar y Putin aclaró que todo el conflicto podría ser evitado si simplemente se cumplía lo estipulado en el tratado de Minsk II, mientras se firmaban acuerdos vinculantes para mantener a Ucrania en un territorio neutral, fuera de todo bloque militar antirruso. Sencillo.
Los beneficios de tan elegante solución son infinitamente más favorables que las rupturas aceleradas de las cadenas de suministro, producción de comida y provisión de electricidad que dañarán a los europeos, a los estadounidenses y, más importante aún, a los ucranianos más de lo que afectaría a los rusos, quienes buscan nuevos mercados en Asia, hambrientos por sus abundantes recursos. La obvia evasión de una guerra termonuclear tampoco es una victoria menor para aquellos que deciden pensar con cabeza fría durante estos tiempos de crisis existencial.
Sin embargo, el tiempo pasa, y las puertas hacia un brillante futuro de cooperación se van cerrando más rápido con cada minuto que pasa. Por lo tanto, es importante aprovechar la oportunidad del aniversario del Día del Elba (el 25 de abril) para recordar y revivir el espíritu de la hermandad entre Rusia y Estados Unidos que conjuntamente aplastó la maquinaria nazi durante la segunda guerra mundial, cuyos sacrificios compartidos crearon la posibilidad de una era de cooperación y hermandad que, incluso en esta última etapa, podría revivirse.
Matthew es periodista, Senior Fellow en la Universidad Americana de Moscú y experto en la Iniciativa de la Ruta y la Seda china para Tactical Talk. Es autor habitual de varios sitios web de política y cultura, como Los Angeles Review of Books China Channel, Strategic Culture y Oriental Review. También es autor de tres libros de la serie La historia no contada de Canadá.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Strategic Culture el 27 de abril de 2022, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Camila Calderón.