Mar. 06 Mayo 2025 Actualizado 4:23 pm

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En aproximadamente tres décadas, una de cada cuatro personas en el mundo será africana (Foto: Archivo)

Población, poder y desarrollo

La demografía cambia dramáticamente en el siglo XXI. ¿Cómo impactará en la geopolítica?

La población es uno de los factores que influye en las relaciones internacionales en tanto atiende, entre otros alcances, el de la geografía humana. Las tendencias demográficas, cuyos alcances se miden a mediano y largo plazo, desempeñan un rol muy importante en la competencia entre los países, aunque a menudo suelen ser subestimadas en este ámbito.

Esta relevancia se ha evidenciado en el lugar asignado a la población en perspectivas dispares, como las políticas de planificación familiar durante la Guerra Fría, el impacto del "bonus demográfico" —etapa de una población en la que hay una mayor proporción de personas en edad de trabajar y ahorrar, lo cual genera una oportunidad para el desarrollo— en países como China o India, el complejo panorama de los países con baja natalidad —por ejemplo Alemania, donde la tasa de mortalidad es más alta que la de natalidad desde la década de 1970— e incluso en perspectivas como la de los "Estados pivotes", como definieran Paul Kennedy y colaboradores en un clásico libro sobre el tema.

Así, desde los planteamientos de Thomas Malthus en el siglo XVIII hasta diversas consideraciones en el siglo XX, pasando por el informe "Nuestro Futuro Común" de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1987, la población continúa siendo un elemento clave en la consideración, políticas e imaginaciones en el ámbito internacional. Sumado a ello, con los diversos avances analíticos, se entiende en la actualidad que un crecimiento poblacional rápido y sostenido no impide los avances económico y social también sostenidos.

La población del planeta se ha multiplicado más de tres veces desde mediados del siglo pasado y diversos elementos de las condiciones de vida confluyen en ello. En ese marco, el grupo etario de crecimiento más rápido en el mundo es el de las personas mayores (65 años o más). El periodo de crecimiento poblacional más rápido de la historia coincidió con el de la expansión económica más drástica, al tiempo que ese aumento demográfico se produjo por una disminución generalizada de la mortalidad, que ha proyectado la esperanza de vida al nacer.

Panorama actual y proyecciones

Las predicciones de Naciones Unidas indican que, en condiciones comunes, el ritmo de crecimiento natural y la composición de la población humana están determinados principalmente por sus tendencias de fertilidad. Señalan que la población mundial actual cuenta con 8 200 millones de personas y alcanzará su nivel máximo a mediados de la década del año 2080, con unos 10 300 millones de personas, para iniciar luego su disminución hasta alrededor de 10 200 millones hacia fines del siglo XXI.

En su informe de 2024, el organismo estipula que la media de nacimientos vivos por mujer en más de la mitad de los países es inferior a 2,1 —nivel necesario para que una población mantenga un tamaño constante a largo plazo, sin migración— y casi una quinta parte de los países —incluidos China, España, Italia y la República de Corea— tiene ahora una fertilidad "ultrabaja", con menos de 1,4 nacimientos vivos por mujer —Corea del Sur tuvo una tasa de fertilidad de 0,75 hijos por mujer—. Alemania, China, Japón y Rusia están entre los 63 países cuya población alcanzó su punto máximo en 2024, y ahora se calcula que la misma disminuirá 14% en los próximos 30 años.

Para otros 48 países como Brasil, Irán, Türkiye y Vietnam se prevé que la población llegue a su máximo entre 2025 y 2054. Cabe decir que el mayor número de aquellos países que probablemente alcanzarán ese máximo dentro de 30 años se encuentra en América Latina y el Caribe.

En los 126 países restantes —incluidos Estados Unidos, hoy con una fertilidad de 1,6 y testigo de las enunciaciones y políticas pronatalistas del gobierno de Trump, Vance y Musk, quienes por ejemplo anunciaron un bono de 5 000 dólares por cada recién nacido —, India, Indonesia, Nigeria y Paquistán la población aumentaría hasta 2054 y llegaría al punto más alto en la segunda mitad del siglo o, incluso, después del año 2100 debido a que la población total de este grupo seguirá creciendo. En África, la República del Congo, Níger y Somalia duplicarían su población entre 2024 y 2054.

Tras la pandemia de Covid-19, la esperanza de vida al nacer en todo el mundo se incrementó nuevamente, alcanzando los 73,3 años en 2024, y se prevé que para fines de 2050 más de la mitad de las muertes mundiales ocurrirán a los 80 años o más.

En 2022 China registró por primera vez desde 1961 —por las consecuencias demográficas de la política del Gran Salto Adelante, impuesta por Mao Zedong— el hecho de que las muertes superaran a los nacimientos. La contracción de la población se verificó también en 2023 y 2024 en este país con una población de poco más de 1 426 millones de personas. La tasa china de fecundidad total ha estado por debajo del nivel de reemplazo desde, por lo menos, inicios de la década de 1990. Se proyectó que entre 2015 y 2040 los chinos mayores de 65 años aumentarían desde aproximadamente 135 a 325 millones o más, y que pueden llegar a tener, hacia 2040, el doble de personas mayores que niños menores de 15 años, mientras que la edad media de su población podría ascender a 48 años. Ello resulta de décadas de políticas que fomentaron la disminución de las tasas de natalidad por creer que eso aumentaría la productividad de los recursos humanos en su auge económico; por ejemplo, las campañas como la de "Más tarde, más tiempo, menos", de la década de 1970 para convencer a los jóvenes de casarse más tarde, tener menos hijos y tomar el mayor tiempo posible entre embarazos, luego reemplazada por la "Campaña del hijo único" de 1980 a 2016, que más tarde fue a su vez sucedida por diversos intentos gubernamentales para revertir esta tendencia —a todo lo cual también se suma la preferencia cultural por los hijos varones—.

Mientras China logró consolidarse como la "fábrica del mundo" con base en una mano de obra abundante y competitiva, atraviesa actualmente la fase final de su primer bono demográfico, con una caída del dividendo demográfico, es decir, crecimiento económico que se da cuando la proporción de personas en edad de trabajar aumenta respecto a la población total.

Como se comenta, las consecuencias económicas de esta transformación ya pueden verse, aunque el país posee elementos para contrarrestar sus efectos. Al mismo tiempo, el principal competidor internacional de China, Estados Unidos, está experimentando un aumento en la tasa de natalidad debido a rasgos culturales, como la idea de que el número ideal de hijos es tres y a que el país puede seguir dependiendo de la inmigración para mantener un equilibrio demográfico positivo.

El país más poblado y el más anciano

Habiendo partido China e India, en la década del 70 del siglo XX, con niveles casi idénticos de fertilidad total —poco menos de seis nacimientos por mujer—, mientras el descenso de la fertilidad china resultó más abrupto, la fertilidad india bajó más gradualmente y de manera dispar, atendiendo a que los gobiernos estatales pudieron establecer sus propias prioridades políticas.

Mientras las sociedades de Corea del Sur, China y Japón comenzaron a beneficiarse del primer bono demográfico décadas antes, India vio sus ventajas en la década de 1970. En 2023 superó a China en población y se convirtió, según la ONU, en el país más habitado del mundo con 1 441 millones de personas, y su tasa de fecundidad actual es de 2,01 nacimientos por mujer. Se prevé que en aproximadamente 28 años su población tendrá un proceso de envejecimiento significativo. De todas maneras, el país cuenta con una abundante fuerza laboral, una población mayoritariamente joven y una edad media de 28 años, al mismo tiempo que una dependencia senil, o sea el estado en el que una persona mayor necesita ayuda para realizar actividades cotidianas debido a un deterioro en su autonomía, y cuyo índice permite comprender la carga que representa la población envejecida sobre la fuerza laboral. Este rasgo se mantendrá en un nivel relativamente bajo —se estima en 0,25— para 2050. Todo eso le permite a India sostener su crecimiento económico y mitigar los efectos del final del primer bono demográfico. Sin embargo, a ese panorama positivo se suman los desafíos que esta población conlleva en términos de infraestructura, seguridad alimentaria, sostenibilidad ambiental, etcétera.

Por su parte Japón, con una población de menos de 124 millones de habitantes, resulta un caso extremo a escala mundial: es el país más anciano del mundo —1 de cada 10 personas tiene 80 años o más—, con la proporción de personas de 65 años o más, la cual es la marca más elevada del planeta (29,1%), seguido por Italia (24,5%) y Finlandia (23,6%). Su tasa de natalidad actual es de 1,26 y aunque buscó aumentarla con incentivos económicos, ha tenido un éxito limitado. Las consecuencias de este fenómeno van desde la escasez de mano de obra hasta el estancamiento económico desde mediados de la década de 1990, con dudas sobre la viabilidad a largo plazo del sistema de seguridad social, al mismo tiempo que con una baja promoción de la inmigración. Naciones Unidas (2023) prevé que Corea del Sur y Hong Kong superarán a Japón hacia 2050, con alrededor de 40% de personas de 65 años o más.

Ese fenómeno de envejecimiento mundial convoca a repensar la posible extensión de la base contributiva de los sistemas de seguridad social, ajustando la edad de jubilación en proporción al aumento de la esperanza de vida, la inversión en mejoras de las condiciones de salud a lo largo de la vida, la ampliación de oportunidades de empleo para las mujeres, la implementación de medidas para un mayor equilibrio entre mujeres y hombres en el trabajo dentro y fuera del hogar, etcétera.

Actualmente la región más poblada del mundo es el sur de Asia, con un cuarto de la población mundial. En todo el planeta, el orden de países, de acuerdo con el volumen demográfico es: India, China, Estados Unidos, Indonesia, Paquistán, Nigeria, Brasil y Bangladesh. En este último se estima que su "ventana de oportunidad" —como también se llama al bono demográfico— comenzó a inicios de la década de 1980 y se espera que permanezca abierta hasta finales de la década de 2030, para aprovechar la fuerza laboral, movilizar el ahorro y la riqueza, invertir en infraestructura, industria y desarrollo de servicios, al tiempo que en una muy buena educación para desarrollar un capital humano de alta calidad. Luego, en el ranking de países más poblados siguen la Federación Rusa y Etiopía.

Se proyecta que para 2054 Paquistán ascenderá al tercer lugar —con 389 millones de habitantes—, mientras Indonesia descenderá al sexto lugar —con 322 millones de habitantes— y Bangladesh al noveno lugar —con 219 millones de habitantes—.

Por su parte, hacia 2100, se prevé que India contará con 1 505 millones de habitantes, China sufrirá una fuerte caída poblacional —según la ONU su población disminuirá de 1 426 millones este año a 1 313 millones para 2050 y por debajo de los 800 millones para 2100—, Paquistán subiría a 511 millones, Indonesia habrá descendido al octavo lugar con 296 millones de habitantes y Bangladesh habrá descendido al décimo lugar, con 209 millones de personas. En Asia se espera también que disminuya la población de Filipinas durante la segunda mitad de este siglo. La población de India, que se proyecta siga siendo la más grande del mundo durante todo el siglo, probablemente disminuirá 12% tras alcanzar su punto máximo a principios de la década de 2060, con aproximadamente 1 700 millones de habitantes.

En la mayoría de los países de alta fecundidad de este grupo —África es el continente con las tasas de fecundidad más elevadas, en comparación con el resto del mundo—, la maternidad precoz es prevalente, lo cual se identificó como un problema importante que debe abordarse, como lo refleja la inclusión de la tasa de natalidad adolescente entre uno de los indicadores para monitorear la meta 3,7 de los ODS —referida a garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva—. Invertir en la educación de los jóvenes, especialmente de las niñas, y aumentar la edad de matrimonio y de la primera maternidad en países donde estos eventos suelen ocurrir a temprana edad, se espera tenga efectos positivos en distintos campos, al tiempo que contribuya a ralentizar el crecimiento demográfico. Este grupo de países enfrenta también el desafío de minimizar los impactos ambientales futuros, mientras satisfacen las necesidades de una población en crecimiento, temáticas directamente relacionadas con su desarrollo integral y su performance en torno a los Objetivos y metas de la Agenda 2030.

Se proyecta que en las próximas décadas la población mundial de jóvenes —entre 15 y 24 años— seguirá creciendo lentamente y que alcanzará un máximo de 1 400 millones a principios de la década de 2030. Es probable que gran parte de este crecimiento se produzca en el grupo de países cuyas poblaciones siguen creciendo rápidamente, en particular los del África subsahariana. El aumento de este segmento poblacional puede traducirse en una presión adicional para los gobiernos en torno a poder garantizar el acceso a educación de calidad, atención médica y oportunidades laborales decentes para los jóvenes; se requerirá un aumento significativo del gasto público, incluso para mantener los niveles actuales de financiación de esos programas.

En alrededor de 75% de los países y zonas de este grupo la proporción de la población en edad laboral —entre 20 y 64 años— seguirá aumentando a un ritmo mayor que la población total durante los próximos 30 años, lo que brinda una ventana de oportunidad para un crecimiento económico acelerado. También se prevé que la reducción de la mortalidad contribuya al crecimiento poblacional futuro en este grupo, aunque en menor medida que la fecundidad. Para muchas zonas de este grupo el aumento de la longevidad proyectado para las próximas décadas depende de reducciones sustanciales de la mortalidad infantil, lo cual a su vez requiere de la asignación de recursos para atender estas temáticas —garantizando el acceso a atención prenatal y posnatal, parteras cualificadas, vacunas y suplementos nutricionales, etcétera.

Notas finales

La población sigue siendo uno de los factores que influye en las dinámicas geopolíticas y económicas en las relaciones internacionales y dan cuenta de la visión de futuro de los distintos países. Las políticas demográficas suelen tener efectos a mediano y largo plazo y son sensibles para el equilibrio interno de cada país tanto como para la competencia por el poder global.

Actualmente cuatro son las tendencias cruciales en torno de la dinámica poblacional global: el crecimiento de la población, el envejecimiento de esta, la urbanización y la migración internacional. Por su parte, los cambios que se dan en el tamaño, la estructura etaria y la distribución espacial de las poblaciones plantean tanto desafíos como oportunidades, que gestionados a través de las políticas públicas pueden profundizar los esfuerzos dirigidos al logro de un desarrollo inclusivo y sostenible.

Las próximas décadas van a dar cuenta de una creciente diferenciación demográfica a escala planetaria, con un marcado envejecimiento poblacional y estancamiento o disminución de la mano de obra en edad laboral en las regiones más desarrolladas, en contraste con un crecimiento de la mano de obra en muchos países de bajos ingresos, donde la estructura poblacional se mantendrá bastante joven. Recordemos que en África —especialmente en los países de África subsahariana— la población crece de manera exponencial, con proyecciones de duplicación de población hacia 2050, siendo su crecimiento dos veces más veloz que el de Asia del Sur.

En ese contexto diversos analistas señalan que países como Alemania, Estados Unidos, Japón y el Reino Unido precisarían duplicar el crecimiento de su productividad en las próximas décadas para mantener los niveles de vida que se alcanzaron en la década de 1990. El "arrastre demográfico" —fenómeno producido con la reducción de la natalidad y el envejecimiento de la población, que desaceleran el crecimiento económico— constituye un desafío tanto para los sistemas económicos como para los contratos sociales desarrollados durante etapas de crecimiento demográfico, previéndose de antemano que no existe una solución única. A ello se suman los movimientos de migración —a mediados de 2024 había 304 millones de migrantes internacionales, 3,7% de la población total global—, el crecimiento natural desigual en Estados con poblaciones minoritarias significativas, etcétera.

Esa nueva geografía de la población global tendrá, por lo tanto, un alcance geopolítico que es preciso atender con más detalle para configurar un camino con más certezas de futuro.


Este artículo fue publicado originalmente en el medio Tektónikos el 2 de mayo de 2025.

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