El dilema de los Brics frente al trumpismo y la demarcación de "esferas de influencia"
i. El ilusorio consenso multipolar en el policentrismo interdependiente
La segundo gobierno de Donald Trump en Estados Unidos inaugurado en 2025 es un síntoma de transformaciones geopolíticas y económicas globales profundas. Esta nueva era marca la consolidación de un gran consenso entre las grandes potencias y las potencias emergentes: todos sus gobiernos reconocen tácita o explícitamente que el actual sistema internacional es multipolar.
Aparentemente este consentimiento sería un avance para una nueva convivencia mundial, la promoción de la paz y el desarrollo de los pueblos. La frase del Presidente estadounidense acerca de que EE.UU. y China resolverían muchos problemas juntos, y la apertura del mandatario magnate para un diálogo con Vladímir Putin, que por añadidura implica la normalización diplomática de su país con Rusia, indicarían el camino hacia la multipolarización definitiva y armoniosa del sistema mundial.
Fue el secretario de Estado, Marco Rubio, quien reconoció que la multipolaridad es un hecho consumado cuando expresó que "la unipolaridad fue solo un momento", como afirmara el famoso periodista Charles Krauthammer en el año 1990. Sin embargo, en las aguas turbulentas del actual caos sistémico no hay lugar para transparencias. Después del "momento unipolar", la gran potencia declinante bajo el liderazgo de Trump, apoyado por los oligarcas de las Big Techs y del sistema financiero hegemónico, tiene como objetivo hacer "América grande otra vez" a partir de los fundamentos nostálgicos del imperialismo del siglo XIX, con la inspiración mesiánica de los presidentes estadounidenses de aquel entonces.
Esto ya era perceptible en el primer gobierno Trump, pero es en el Trump 2.0 que las musas del pasado imperialista resurgen para entender su política externa y la concepción de la multipolaridad territorialista basada en la noción de esferas de influencia, con fuerte carácter neocolonialista.
ii. La inspiración nostálgica del multipolarismo imperialista de Trump
El reconocimiento de un sistema multipolar por parte de las élites gobernantes de EE.UU. está fundamentado en la "era de oro" de las esferas de influencia del imperialismo decimonónico, cuando EE.UU. era la gran potencia emergente y su política externa era basada en el "destino manifiesto" y la superioridad de la civilización occidental por sobre otras culturas. No es una casualidad que Donald Trump sea un ferviente admirador de presidentes del siglo XIX, especialmente aquellos que forjaron la nación y los que consolidaron la expansión de Estados Unidos.
Uno de ellos es el otrora outsider Andrew Jackson (1829-1937), que promovió unos de los mayores genocidios de pueblos originarios con la ley de remoción de los indígenas de 1830. Otro personaje presidencial reivindicado es William McKinley (1897-1901) que tuvo un rol crucial en el proceso de expansión imperialista de su país. Dos grandes iniciativas de McKinley son admiradas por Trump: la primera es la política externa territorialista con claras tendencias colonialistas; la segunda se trata de la implementación de políticas comerciales proteccionistas, es decir, la aplicación de barreras tarifarias a los rivales competitivos.
Debemos recordar que McKinley, apodado Tariff Man ("El hombre tarifa"), y su gabinete estaban comprometidos con una política expansiva e imperialista. En un periodo histórico de competencia colonialista por parte de las potencias europeas, Estados Unidos no podía perder el chance de avanzar para delimitar su propia esfera de influencia. La justificación histórica de las acciones expansivas se producía bajo el argumento del "destino manifiesto" y la creencia de que Estados Unidos tenía la misión de expandir la civilización occidental, heredada del eurocentrismo. En un mundo multipolar donde las esferas de influencia de los colonizadores europeos se estaban conformando desde China hasta África, pasando por la India y Asia occidental, el gobierno McKinley se propuso consolidar la doctrina Monroe en América Latina y el Caribe, y promover su expansión hacia el Pacífico.
La guerra provocada contra la decadente España, con la excusa de apoyar la independencia de Cuba en 1898, fue el disparador del proceso del neocolonialismo estadounidense. El desenlace de la guerra fue rápido y la victoria estadounidense tuvo como resultado la adquisición de territorios españoles claves que modificaron la geopolítica regional y global. El siglo XX nacía con la consolidación del dominio estadounidense en el Caribe. Por otro lado, Guam y Filipinas marcaron la esfera de influencia de EE.UU. en el Pacífico que se completó, también en 1898, con la anexión de Hawái.
iii. ¿Cuál es el significado de esferas de influencia en la política internacional?
La noción "esfera de influencia" no es un hecho novedoso en las relaciones internacionales. Se trata de una proyección amplia y decisiva que una potencia posee sobre países y regiones circundantes en diferentes periodos de la historia. En otros términos, se trata de una potencia que proyecta su influencia cultural, económica y política en un área geográfica determinada.
Por esa razón, "esfera de influencia" continúa siendo uno de los conceptos más generalizados en la práctica y en la historia de las relaciones internacionales. Por ejemplo, durante el apogeo de la antigua China como "Reino del centro", su geopolítica confucionista de círculos concéntricos delimitaba el sistema tributario que se constituyó como una forma de esfera de influencia, centrada en su entorno geográfico circundante.
En otro contexto histórico, la expansión de los Estados de Occidente en la fase de consolidación del capitalismo, el colonialismo y el imperialismo crearon y recrearon nuevas esferas de influencia con la división y administración de las colonias en África, Asia y América Latina y el Caribe (ALC).
Cuando China fue derrotada en las guerras del opio sino-británicas, en la mitad del siglo XIX, el "Reino del centro" fue repartido en esferas de influencia entre las potencias europeas, que comenzaron a controlar los prósperos puertos y regiones comerciales de China. Desde entonces, la noción de esfera de influencia ha marcado a fuego, con un doloroso recuerdo, la era del imperialismo multipolar y de la humillación nacional de China.
La gran potencia emergente en el siglo XIX, EE.UU., después de haberse consolidado como potencia regional en las Américas bajo la narrativa de la doctrina Monroe, comenzó a involucrarse cada vez más en los asuntos globales e hizo caso omiso de las esferas de influencia preestablecidas en China demarcadas por las potencias europeas. En aquel tiempo EE.UU. declaró que todas las naciones deberían tener los mismos derechos para comerciar con China. Esta postura fue denominada de "puertas abiertas" a finales del siglo XIX con el objetivo de establecer una redistribución de las esferas de influencia preexistentes y mantener la igualdad de privilegios para las potencias coloniales occidentales en el comercio con China.
En ALC la Doctrina Monroe del siglo XIX también se fundó sobre el principio de "esferas de influencia". Según ella, EE.UU. reivindicaba todo el continente americano como su dominio natural, su "patio trasero". La potencia naciente hacía explícita la misión de mantener las potencias europeas, o cualquier otra hegemonía, fuera del hemisferio norte y, por añadidura, de todo el continente americano. ALC estaba siendo encuadrada geográficamente en la esfera de influencia de la entonces nueva potencia emergente, de una gran formación social capitalista: EE.UU..
El mundo de la Guerra Fría quizás fue el ejemplo más rígido de un mundo dividido en esferas de influencia entre el bloque capitalista, liderado por EE.UU., y el bloque del "socialismo real", liderado por la Unión Soviética (URSS). En este contexto, se delimitaron en el sistema internacional las esferas de influencia: la OTAN por un lado y el Pacto de Varsovia por otro, con el horizonte dramático de una posible mutua autodestrucción nuclear.
La bipolaridad de la Guerra Fría entre los "dos mundos" dejaba como legado para el Tercer Mundo las "guerras calientes", áreas sujetas a intervenciones de las potencias para delinear las esferas de la bipolaridad en prácticamente todo el globo. Hubo resistencias e insubordinaciones del Sur Global a esta delimitación de las esferas de influencia de la bipolaridad. Por ejemplo: la Conferencia afroasiática de Bandung en 1955, bajo el liderazgo de la República Popular de China (RPCh), India e Indonesia —hoy tres países claves del Brics ampliado—; el Movimiento No Alineados, el Movimiento Tercermundista y la Conferencia de Bangkok de 1993 sobre Derechos humanos, cuya Declaración promovía una interpretación culturalmente relativista de los derechos humanos basada en "valores asiáticos" y con el acento puesto en el desarrollo económico y social como requisitos para lograr el avance de los derechos humanos. El respeto por la soberanía nacional y la no injerencia en los asuntos internos de los Estados son principios fundamentales de esta declaración.
iv. Multipolaridad como expresión política del policentrismo interdependiente
Donald Trump, el McKinley del siglo XXI, se enfrenta con un escenario multipolar totalmente diferente al de aquella centuria. Si la multipolaridad decimonónica estaba instituida sobre las bases del imperialismo y el colonialismo, la del siglo XXI es la expresión de un policentrismo interdependiente. En otras palabras, el surgimiento de nuevos centros de poder económico en la región asiática, con epicentro en China, es una realidad histórica concreta en un contexto de caos sistémico.
En este entramado mundial, formaciones sociales capitalistas atraviesan crisis sociales y de gobernabilidad que están catalizando la declinación de Occidente. De esta manera, la actual multipolaridad se gesta y se nutre de un novedoso policentrismo interdependiente que tiene como hecho inédito que, por primera vez en la historia del capitalismo, una formación social de un nuevo tipo alcanza el "casi centro" de la economía global, parafraseando al investigador chino Cheng Enfu. La República Popular de China (RPC) resurge en este escenario de caos sistémico y se fortalece colocando en jaque la estratificación social polarizadora del sistema-mundo capitalista.
Este escenario de incertidumbre ocurre en medio de reacomodaciones de placas tectónicas geopolíticas y está reordenando las expectativas y aspiraciones de las grandes potencias, así como poniendo en evidencia la imposibilidad de la recuperación de la hegemonía estadounidense en el plano global vía globalización neoliberal. De esta manera, el gobierno Trump 2.0 pretende reflotar la práctica, muy común del imperialismo del siglo XIX, de delimitación de esferas de influencia en el sistema internacional. Para ello, precisa de acuerdos tácitos y explícitos con las otras grandes potencias mundiales, y disciplinar lo que ellos consideran "su región". La gran pregunta sería: ¿Comparten esta visión de la multipolaridad las otras grandes potencias, especialmente China y Rusia?
V. China y los BRICS: la multipolaridad cosmopolita
El abordaje cosmopolita chino sobre la multipolaridad contrasta con la multipolaridad imperialista del gobierno de Trump. La multipolaridad cosmopolita está asentada en tres fundamentos esenciales: 1) el primero es histórico, específicamente en los principios filosóficos confucionistas, como explica Suchen Xiang; 2) el segundo pilar son los principios de Bandung, consensuados en la Conferencia afroasiática de 1955, donde se enunciaron los cinco principios de coexistencia pacífica, cuya orientación principal es la no injerencia en los asuntos internos de otros Estados, y 3), la idea de Comunidad de Destino Compartido para la Humanidad, en consonancia con la carta de Naciones Unidas.
En la Conferencia de Seguridad de Múnich que se llevó a cabo en febrero de 2025 el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, dejó claro que la multipolaridad no significa el dominio y el bullying de los grandes países sobre los pequeños, porque eso derivaría en caos, conflicto y confrontación. Frente a la postura colonialista de esferas de influencia estadounidense, la respuesta de China es totalmente la opuesta: "Debemos trabajar para un mundo multipolar igual y ordenado". Según el ministro Yi, "China seguramente será un factor de certeza en este sistema multipolar, y se esforzará por ser una fuerza constructiva firme en un mundo cambiante" a partir de cuatro puntos cardinales: 1) el tratamiento igualitario en relación con las normas internacionales y la igualdad de oportunidades; 2) el respeto por el derecho internacional basado en los principios de la Carta de Naciones Unidas; 3) la defensa del multilateralismo, y 4) la promoción del beneficio mutuo.
El paradigma multipolar no debe ser un estado de confusión, advierte Yi. Sin normas y estándares, "uno puede estar sentado a la mesa ayer y terminar en el menú mañana". Los principales países deben tomar la iniciativa en honrar su palabra y defender el estado de derecho, y no deben decir una cosa y hacer otra, o entrar en un juego de suma cero.
En sintonía con la posición china, el canciller de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov, en una reciente entrevista que concedió a blogueros y youtubers estadounidenses, expresó que hay que respetar el principio de las Naciones Unidas de soberanía igualitaria para todos los Estados y la no interferencia en los asuntos internos de otros países, como mencionamos, un principio orientador de la política externa china.
VI ¿Cuál es el rol de los BRICS y las perspectivas de la cumbre en Brasil en 2025?
Mientras el vicepresidente de EE.UU., James D. Vance, culpa a la globalización neoliberal que sus líderes impusieron a sangre y fuego desde la presidencia de Ronald Reagan y la profundizaron con el fin de la Guerra Fría, el multipolarismo cosmopolita está fundamentado en un nuevo tipo de globalización que posee las características del nuevo centro de la economía mundial, China.
En este panorama geopolítico, el proyecto institucional de los Brics plus, junto con Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), se constituyen no solo como dos grandes desafíos frente al poderío de EE.UU. sino también como amenazas a la concepción del multipolarismo colonialista. Los Brics plus y la IFR son dos iniciativas que atraviesan en forma de red global las esferas de influencia que Estados Unidos quiere imponer al mundo.
Precisamente, la próxima cumbre de los Brics plus será este mes de julio en Brasil, en el corazón de lo que EE.UU. considera su esfera de influencia directa. Toda la agenda organizativa será un gran reto para el gigante sudamericano, cuyo gobierno no está en sintonía ideológica con Washington dado que Trump y la élite gobernante de EE.UU. son hostiles a gobiernos que defienden sus soberanías en su "patio trasero". La inclinación y apoyo explícito a las derechas periféricas neoliberales y subordinadas ha sido la constante del trumpismo.
Si bien el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Mauro Vieira, expresó en la cumbre de los Brics de 2024 en Kazán, Rusia, que Brasil es parte de Occidente, después de la victoria de Trump, la autopercepción brasileña parece ir cambiando. Algunas señales que se pueden observar ayudan a entender este giro de la política externa del país amazónico, también como un reflejo de las disidencias internas dentro del gobierno de Lula.
El trumpismo político y tarifario empujó a Brasil hacia un compromiso mayor con el Sur Global. En enero de 2025, el gobierno brasileño anunció el cambio del sherpa (negociador jefe) de Brasil en los Brics. Mauricio Carvalho Lyrio, exsecretario de Asuntos Económicos y Financieros de Itamaraty, reemplazó a Eduardo Paes Saboia, identificado con los sectores más liberales de Itamaraty. Lyrio, autor de un libro sobre China, tiene el compromiso de profundizar la agenda: "Fortaleciendo la cooperación del Sur Global para una gobernanza más inclusiva y sostenible".
En esta sintonía, el asesor presidencial del presidente Lula, Celso Amorim, en reciente entrevista dejó claro que los Brics "no es antioccidente y que lo que se busca es un equilibrio geopolítico", además de que "Brasil es Sur Global y que uno de los desafíos es no ser una colonia". Atravesar estos tiempos turbulentos requiere paciencia, inteligencia y compromiso nacional. Neutralizar los embates colonialistas y proteccionistas del Trump 2.0 no será una tarea sencilla. Parece que el nuevo rumbo de Brasil con una mayor apuesta a los Brics, con la visita de Lula a Japón y a Vietnam días atrás para atraer inversiones y abrir mercados para exportaciones, preanuncia una nueva estrategia de diversificación necesaria cuyos caminos nos llevarían al fortalecimiento del Sur Global como la gran oportunidad para el desarrollo.
Este artículo fue publicado originalmente en el medio Tektónikos el 6 de abril de 2025.