Mié. 22 Enero 2025 Actualizado 6:36 pm

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Presidente Xi Jinping encabeza reunión con directores ejecutivos y académicos estadounidenses en el Gran Salón del Pueblo (Foto: cnsphoto)

Política exterior 2024 de China: afirmándose para lo que vendrá

Un argumento muy utilizado por el apologeta del gobierno chino Zhang Weiwei es que los occidentales suelen equivocar sus pronósticos sobre China, mientras que los chinos aciertan mucho más al anticipar lo que sucederá en Occidente. Así, ha asegurado que muchos analistas de China han profetizado un futuro pesimista para el país anunciando que "el régimen colapsaría después del suceso de Tiananmen en 1989; China seguiría los pasos de la Unión Soviética en su desintegración; el caos se apoderaría de China después de la muerte de Deng Xiaoping; la prosperidad de Hong Kong se desvanecería con su retorno a China; la explosión del SARS en 2002 sería el Chernóbil de China; China se desmoronaría después de su ingreso en la OMC; y el caos seguiría tras la crisis financiera de Estados Unidos" de 2008. Pero nada de ello ocurrió, claramente.

Quien encuentre que este razonamiento debe ser tenido en cuenta podría leer en las políticas del gobierno chino de los últimos años qué prevé ese país en cuanto a lo que sucederá con el segundo gobierno de Donald Trump. En este sitio anticipamos algunos aspectos de cómo se prepara el gigante asiático para el regreso del magnate. Mientras gestionaba con pragmatismo los planteos de Joe Biden, quien continuó lo instalado por Trump, China siguió tejiendo incesante y profusamente redes con todos los países que no tenían un alineamiento automático con Estados Unidos —y también con algunos que sí lo tenían—.

En este artículo repasamos los principales acontecimientos de las relaciones que ha mantenido China con el resto del mundo en los últimos 12 meses.

Un intenso 2024

En 2024 China consiguió asegurar los factores internos y fortalecer las alianzas internacionales para garantizar estabilidad ante un panorama con zonas oscuras y en expansión —conflictos geopolíticos, intentos de cortar cadenas de suministro—, una transformación estructural y el ascenso de un movimiento aun polimorfo, al que se está denominando Sur Global.

Es de esperar que en el año que comienza China continuará con la misma política para mostrar que persiste en la construcción de una prosperidad común en su sociedad, así como en su aporte a un nuevo orden mundial multilateral que promete ser más democrático, beneficioso e inclusivo, bajo la forma de una Comunidad de Destino Compartido.

El 2025 aparece como un año abierto por el amplio margen de imprevisión que impone el comienzo del segundo mandato de Donald Trump al frente de la principal potencia mundial. Ante este escenario China buscó apuntalar mecanismos de continuidad en las dos rondas bilaterales de comunicación estratégica y las cinco reuniones del Grupo de Trabajo Financiero y del Grupo de Trabajo Económico, buscando vías de cooperación en la lucha contra los narcóticos, el cambio climático, acuerdos científicos y tecnológicos e inteligencia artificial. El presidente Xi Jinping tanto ha recordado experiencias positivas de intercambios entre las dos potencias como trazó líneas rojas en la cuestión de Taiwán, el respeto por el camino propio de China en la democracia y los derechos humanos y el derecho al desarrollo de su país. Es de esperar que China muestre que busca el diálogo con Trump para explorar estrategias que permitan asumir a las dos mayores economías del mundo su responsabilidad global.

En 2024 China intensificó su "diplomacia de la paz" promoviendo las conversaciones para terminar con la guerra en Ucrania mediante acciones como una propuesta conjunta con Brasil y la búsqueda de un grupo de países "Amigos por la Paz", y llamando a un alto al fuego integral en Gaza. También ha mediado en el norte de Myanmar, ha apoyado a Afganistán para una pacificación y reconstrucción, ha trabajado en una solución política en la península de Corea y en Siria defendió el principio de "liderazgo sirio y propiedad siria", mientras se opuso a las fuerzas terroristas y se manifestó a favor de que Siria mantenga su soberanía.

Por otra parte, 2024 ha sido nuevamente protagonista principal del grupo Brics, que incorporó socios en su camino hacia convertirse en un canal principal para la solidaridad y la cooperación entre las naciones que han sido sometidas como subdesarrolladas y semicolonias.

No fue menos influyente en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) llevada a cabo en julio en Astaná, con la participación de los presidentes de los países miembros: Irán, Kazajstán, Kirgüistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, el Primer Ministro de Pakistán y el Ministro de Asuntos Exteriores de la India, además de Xi Jinping y del presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, país incorporado en aquella reunión. Debe destacarse la asistencia de presidentes de países observadores: Mongolia, Azerbaiyán, Catar, Türkiye, Turkmenistán y Emiratos Árabes Unidos. Los participantes aprobaron 25 documentos que abarcan desde energía hasta seguridad, comercio, medio ambiente y finanzas. Analistas internacionales como el argentino Gabriel Merino destacaron la cumbre como una nueva evidencia del resurgimiento de Eurasia. Los Estados miembros mostraron su conformidad con la incorporación de cualquier país euroasiático a la OCS, mientras China declaró que acogería con agrado la participación de los aliados de Estados Unidos en un nuevo acuerdo de seguridad.

En el Foro para la Cooperación entre China y África (Focac), regiones que suman 2 800 millones de personas, efectuado en Beijing en septiembre, se acordaron planes y proyectos para la modernización en comercio, inversión, industria y desarrollo verde, en los que China comprometió un apoyo financiero de 50 mil millones de dólares en los próximos tres años

Con los países árabes definió más acuerdos en innovación, finanzas, energía, economía y comercio. En julio fue firmada en Beijing una declaración por varias facciones del gobierno palestino, incluidos los rivales Fatah y Hamás, para poner fin a sus divisiones y formar un gobierno de unidad.

Las relaciones entre China y Rusia tuvieron un exponente en tres reuniones entre los presidentes Xi Jinping y Vladímir Putin, así como la coordinación de posiciones ante la ONU, los Brics y la OCS.

Con Mongolia acordaron acelerar la construcción del Corredor Económico China-Mongolia-Rusia.

Además de visitar Francia, Serbia y Hungría, el presidente Xi Jinping mantuvo reuniones con los líderes de Alemania, Reino Unido, España e Italia, lo que evidenció la intención de China de no perder el ritmo de cooperación con Europa atendiendo las diferencias, buscando soluciones y proponiendo el multilateralismo y el libre comercio —ante una Comunidad que elevó los aranceles a los autos eléctricos chinos—.

En 2024 China también ha puesto foco en sus vecinos. Se lanzaron los "Visados ​​Lancang-Mekong" para personas calificadas de Camboya, Laos, Myanmar, Tailandia y Vietnam. Fueron llevadas adelante las negociaciones de actualización del TLC China-Asean 3.0, los líderes de Vietnam visitaron China y hubo avances en proyectos claves como el ferrocarril transfronterizo entre China y Vietnam. Asimismo, visitó China el nuevo presidente indonesio, Prabowo Subianto, China y Malasia celebraron el 50º aniversario de sus relaciones diplomáticas, la asociación integral de alta calidad y orientada al futuro entre China y Singapur demostró fortaleza por ejemplo en el nuevo corredor terrestre-marítimo entre las dos naciones y la amistad tradicional de China con Laos y Camboya continuó desarrollándose.

Por otro lado, comenzó a funcionar la secretaría para el mecanismo China-Asia Central, se firmó el acuerdo intergubernamental para el proyecto ferroviario China-Kirgüistán-Uzbekistán y se lanzó el camión de carga transfronterizo "Tianfu" hacia Asia Central.

Xi Jinping mantuvo una reunión con el primer ministro indio Narendra Modi, y los dos países llevaron a cabo la 30ª ronda de conversaciones en Nueva Delhi para acelerar las negociaciones sobre las disputas fronterizas.

Los presidentes Xi Jinping y Lula de Silva, de Brasil, profundizaron la institucionalización de la cooperación de China con América Latina. Por un lado, sentaron bases para la relación en los próximos 50 años en áreas como la infraestructura sostenible, la transición energética, la inteligencia artificial, la economía digital, la salud y el sector aeroespacial. "La relación entre China y Brasil está en el mejor momento de su historia, lo que ha no solo mejorado el bienestar de los pueblos de los dos países sino que también ha defendido los intereses comunes de los países en vías de desarrollo, ha fortalecido y dado voz al Sur Global y ha hecho contribuciones excepcionales para la paz y estabilidad mundial", dijo el líder chino. Por otro lado, los dos países incidieron articuladamente en el documento final de la cumbre del G20 en Río de Janeiro, que establece que el grupo económico no puede eludir sus responsabilidades frente a las graves crisis generadas por el cambio climático y exigió acciones efectivas en la lucha contra el hambre y en la modificación de la gestión de las principales instituciones multilaterales.

Xi Jinping llegó a Brasil desde Perú, donde participó de la reunión de la APEC e inauguró el puerto de Chancay, que con fuerte inversión china es una de las obras de mayor proyección estratégica en la logística sinolatinoamericana. Con una inversión de 3 600 millones de dólares, atraerá cerca de 50% de los cerca de 580 000 millones de dólares que mueve cada año el comercio entre China y América del Sur. Las nuevas Rutas del Cuadrante de Rondón, que conectarán directamente el agrícola centro-oeste de Brasil con Chancay, acortarán en más de 7 000 kilómetros la distancia hacia China respecto de la actual ruta por el Atlántico. Se agilizará el comercio con Brasil, Bolivia, Perú y Argentina.

Taiwán

Un repaso por el año diplomático de China podría no mencionar Taiwán, desde que la isla es considerada asunto interno. Sin embargo, la problemática es ineludiblemente un escenario donde interfieren otros países. 2024 fue año electoral en la región y el vencedor, Lai Ching-te, dijo en su discurso inaugural que Taiwán es "una nación soberana e independiente", una provocación que mereció respuesta de China tanto al líder del Partido Progresista Democrático (PPD) como a Estados Unidos, que han continuado con su doble juego de reconocer la unidad de China y a la vez vender armas a Taiwán. Una y otra vez los voceros de la Cancillería china aclararon, como ya lo había hecho Mao Ning apenas comenzó el año, que "el principio de una sola China es un consenso internacional prevaleciente y la base política de la relación entre China y Estados Unidos. La 'independencia de Taiwán' es la mayor amenaza para la paz y la estabilidad entre ambos lados del estrecho y está condenada al fracaso". Otra respuesta reiterada fueron ejercicios militares alrededor de la isla, como el de octubre, cuando el Comando del Teatro Oriental del Ejército Popular de Liberación (EPL) envió tropas del ejército, la marina, la fuerza aérea y la fuerza de cohetes al estrecho de Taiwán. Sin ambages, el capitán Li Xi, portavoz del Comando del Teatro Oriental del EPL, explicó que las maniobras fueron una advertencia a los actos separatistas de las fuerzas de la "Independencia de Taiwán".

Fundamentó la demostración de fuerza un aumento del presupuesto militar de 7,2 % respecto al año anterior, lo que equivalió a más de 231 mil millones de dólares. Por otra parte, si Taiwán es parte de un hostigamiento de Estados Unidos desde el mar —instigando a Filipinas, Australia y Japón, que también mostró signos de resurgimiento militar—, además de la potenciación de sus recursos defensivos, China también trabajó con los países de la Asean temas relacionados con la paz y la estabilidad en el mar Meridional de China. Asimismo, el aniversario 25 de la devolución de Macao fue ocasión de que funcionarios como Chen Binhua, portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado, explicaran que los grandes logros de Macao desde su retorno han demostrado al mundo que la causa de "un país, dos sistemas" tiene fortalezas institucionales distintivas y una fuerte vitalidad, y es factible, efectiva y bien recibida por el pueblo. En 2023, el PIB de Macao aumentó siete veces la cifra de 1999 y su PIB per cápita se encuentra ahora entre los más altos del mundo.

Economía

En su mensaje por el Año Nuevo 2025, el presidente Xi Jinping afirmó que la economía china "enfrenta ahora algunas nuevas condiciones, incluidos los desafíos de las incertidumbres en el entorno externo y la presión de la transformación de los viejos motores de crecimiento a otros nuevos".

Sin embargo, su balance indica que la economía de China se ha recuperado "y está en una trayectoria ascendente", con la expectativa de que "el PIB nacional supere la marca de los 130 billones de yuanes (alrededor de 18,08 billones de dólares estadounidenses) y la producción de granos del país supere los 700 millones de toneladas".

Hacia fin de 2024, la Oficina del Comité Central de Asuntos Financieros y Económicos proyectó que la economía de China crecerá alrededor de 5% en el año, contribuyendo en casi 30% del crecimiento mundial, con el empleo, los precios y la balanza de pagos internacional estables y reservas de divisas por encima de los 3,2 billones de dólares. La proyección ha sido refrendada tanto por el Banco Mundial como por el FMI.

Las autoridades chinas anunciaron políticas macroeconómicas más proactivas y efectivas en 2025, lo que significaría una gestión fiscal más proactiva y una política monetaria moderadamente laxa, lo cual marca un cambio con respecto a años anteriores, con el objetivo de mejorar los ajustes anticíclicos y abordar con más eficacia los factores inestables e inciertos en las operaciones económicas.

Entre las limitaciones estructurales que atentaron contra un mayor crecimiento estuvieron el bajo consumo, los altos niveles de deuda entre los promotores inmobiliarios y los gobiernos locales y el envejecimiento de la población.

Por otra parte, en los primeros 11 meses de 2024 la inversión privada, excluido el sector inmobiliario, aumentó 6,2% respecto al año anterior, y las exportaciones e importaciones de las empresas privadas aumentaron 8,7%.

Durante el año, el Gobierno central lanzó un paquete de medidas más amplio de lo esperado para estimular la recuperación económica, las que incluyeron la reducción del coeficiente de reservas obligatorias (RRR) para los bancos y las tasas hipotecarias para las viviendas existentes, así como la introducción de nuevos programas monetarios para impulsar el mercado de capitales, y otras iniciativas.

Por otra parte, se espera que el próximo año se seguirán emitiendo bonos del tesoro especiales a ultra largo plazo con áreas de inversión optimizadas para implementar estrategias nacionales y desarrollar capacidad de seguridad en áreas claves.

El Ministerio de Comercio informó que en los primeros once meses del año se establecieron en China un número récord de 52 379 empresas con inversión extranjera, 8,9% más que el año anterior. A lo largo de 2024 el gobierno chino ha presentado una serie de medidas cruciales diseñadas para fomentar un entorno más acogedor para los inversores globales, entre ellas el desmantelamiento de la lista negativa nacional para la inversión extranjera en 2024. Además de los motores de crecimiento tradicionales, como el sector manufacturero, China está ampliando sus esfuerzos de apertura a los sectores de servicios, como el médico y de telecomunicaciones de valor añadido —centros de datos de Internet, participar en el procesamiento de datos y transacciones en línea—.

Sin embargo, es posible que China no recurra a los estímulos para acelerar el crecimiento, tomando en cuenta la fuerte disciplina que ha demostrado el país para conseguir estabilidad, seguridad y resiliencia, incluso a costa de grandes dificultades para los consumidores chinos.

China ha demostrado manejar los problemas internos causados por la deuda de los gobiernos locales, el estallido de la burbuja inmobiliaria y una crisis externa causada por la restricción por parte de Estados Unidos del acceso de China a la tecnología y los mercados extranjeros.

Este año el plan "Made in China 2025" se habrá cumplido con creces, tal como lo ha ponderado la agencia Bloomberg, que en octubre publicó el artículo "Los esfuerzos de Estados Unidos para contener el impulso de Xi hacia la supremacía tecnológica están fallando". La agencia consideró que "Made in China 2025" ha sido exitosa ya que el país logró una posición de liderazgo en cinco de las 13 tecnologías claves —incluidos trenes de alta velocidad, grafeno, vehículos aéreos no tripulados, paneles solares y vehículos eléctricos y baterías de litio.

Los objetivos de "Made in China 2025" incluyen aumentar el contenido de origen chino en los materiales básicos a 70% en 2025, para lo que fomenta una mayor producción de productos y servicios de alta tecnología, en la que ocupa un lugar central la industria de semiconductores. Otras industrias primordiales para la iniciativa son la aeroespacial, la biotecnología, la tecnología de la información, la fabricación inteligente, la ingeniería marítima, los ferrocarriles avanzados, los vehículos eléctricos, los equipos eléctricos, los nuevos materiales, la biomedicina, la maquinaria y los equipos agrícolas, los productos farmacéuticos y la fabricación de robótica.

Xi Jinping explicó que ante los desafíos económicos que debe afrontar, China ha "cultivado nuevas fuerzas productivas", entre ellas "nuevas industrias, nuevos formatos comerciales y nuevos modelos".

El mandatario mencionó como ejemplo la producción anual de vehículos de nueva energía, que "ha superado los diez millones de unidades. Se han logrado nuevos logros en los circuitos integrados, inteligencia artificial, comunicaciones cuánticas y otros campos".

De esta manera, economía y ciencia y tecnología, con un vigoroso poder innovador, se han nutrido mutuamente en 2024, con perspectivas que superan el 2025 para proyectarse al muy largo plazo.

Igual que en 2023, China contó en 2024 con el mayor número de los 100 principales clústeres de ciencia y tecnología del mundo, según un comunicado anticipado de la edición 2024 del Índice de Innovación Global (GII) de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). China tuvo 26 de los 100 principales clústeres de innovación en ciencia y tecnología del mundo, seguido por Estados Unidos (20), Alemania (8) e India y Corea del Sur (4).

Un área que muestra los avances en ciencia y tecnología es la de la industria aeroespacial. En 2024, impulsada por el Estado y el sector comercial, China se ha destacado en el número de lanzamientos de cohetes, redes de satélites, innovación tecnológica, desarrollo espacial comercial y cooperación internacional.

El 18 de diciembre, la Academia de Ingeniería de China publicó el informe "Fronteras globales de ingeniería 2024", que repasa los avances, incluida la misión Chang’e-6, que regresó a la Tierra después de tomar muestras de rocas y suelo del otro lado de la luna, y el progreso de China en su constelación de satélites de comunicaciones en órbita terrestre baja fueron seleccionados. Los estudios relacionados con Chang’e-5 también vieron nuevos avances y descubrimientos en 2024, incluido el descubrimiento del sexto nuevo mineral lunar, llamado Changesite-(Y).

La Estación Espacial Tiangong recibió en 2024 cuatro misiones, dos tripuladas y dos de suministros de carga.

Durante la ola de compras del "Doble 11" de 2024, se vendieron rápidamente dos entradas para el turismo espacial comercial programado para 2027, a un precio de 1 millón de yuanes (137 mil dólares) cada una. Los pasajes son para la nave espacial tripulada suborbital que se lanzará con el cohete Nebula-1 que desarrollará la empresa espacial privada Deep Blue Aerospace.

Por otra parte, la constelación de satélites de Internet en órbita terrestre baja (LEO) de China, liderada por el proyecto Qianfan. Desarrollado independientemente por la empresa Spacesail, con sede en Shanghái, tiene como objetivo establecer una red de más de 15 000 satélites multimedia de pantalla ancha LEO para proporcionar servicios de comunicación de banda ancha y acceso a Internet, según informó la empresa.

Siempre con un ojo puesto en el futuro, en octubre la Agencia Espacial Tripulada de China anunció que el gran alunizaje tripulado de China se realizará en 2030.

El país asiático se prepara, desde hace años, para otra gestión del agresivo socio

No hay un consenso macizo por parte de los analistas chinos respecto a qué sucederá con la relación entre su país y la nueva administración de Donald Trump.

Existen previsibles alarmas como la manifestada por Jia Qingguo, exdecano de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Beijing, quien describió a Trump como una "persona impredecible, emocional y carente de ética" y auguró que su triunfo significaría "una carrera hacia el abismo, aranceles elevados y acciones muy provocadoras, como recibir una llamada telefónica de Tsai Ing-wen (exmandataria de Taiwán, independentista) o anunciar que el secretario de Estado de Estados Unidos visitará Taiwán". Estimó que lo que China debe hacer es acelerar su modernización militar con vistas a prepararse para posibles desafíos estadounidenses a los intereses centrales de Beijing, como Taiwán. 

"Con Trump, las relaciones entre Estados Unidos y China no tienen base", afirmó por su parte Yun Sun, director del programa sobre China en el Stimson Center en Washington, quien explicó que el beneficio probablemente no superará el costo para China dado el daño que infligirá la segunda administración de Trump a las relaciones entre EE.UU. y China, y a China en particular.

En cambio, intelectuales como Jin Canrong, de la Universidad Renmin, han sostenido que "si tuviera que elegir diría que Trump, francamente hablando, sería más beneficioso para China" porque aunque busque causarle problemas, le faltaría la fuerza debido a la oposición interna por ser un 'supremacista blanco' y la oposición internacional por ser un 'aislacionista'.

Henry Huiyao Wang, fundador y presidente del Centro para China y la Globalización (CCG), escribió que aunque el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca trae consigo mayor incertidumbre, su enfoque transaccional y pragmático también puede brindar nuevas posibilidades de cooperación y estabilización de las relaciones bilaterales. Para empezar, cree que "es probable que el nuevo presidente estadounidense negocie un acuerdo comercial de segunda fase, busque la ayuda de China para poner fin a las guerras y mantener el statu quo de Taiwán", al observar que "Trump, quien ha acusado repetidamente a Taiwán de robar la industria estadounidense de chips, probablemente también adopte una actitud más pragmática hacia la isla". 

Yan Xuetong, decano del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Tsinghua, estima que Trump será razonablemente cauteloso cuando se trate de Taiwán porque tratará de evitar la participación de EE.UU. en un tercer conflicto militar simultáneo.

En tanto Hu Wei, vicepresidente del Centro de Investigación de Políticas Públicas de la Oficina del Consejero del Consejo de Estado, estima que Trump, como hombre de negocios, bien podría estar dispuesto a llegar a un acuerdo —con el magnate y futuro funcionario Elon Musk disponible como intermediario—, en aras de obligar a la isla a pagar por protección o, incluso, de llegar a un acuerdo para "resolver el problema de Taiwán".

Henry Huiyao Wang argumenta que Trump tendrá que buscar el apoyo de Beijing para resolver las guerras que ha prometido resolver, tomando en cuenta, por ejemplo, que China está desempeñando un papel cada vez más importante en Asia Occidental y que es el mayor socio comercial de Ucrania. 

Cuando se fueron conociendo los resultados de las elecciones en Estados Unidos, las redes sociales locales mostraron el macizo interés de los chinos por el tema. El hashtag "Trump declara oficialmente la victoria" (特朗普正式宣布获胜) tuvo más de 1 200 millones de visitas en Weibo. 

Las reacciones fueron desde esperar que Trump llegue con una mentalidad pragmática y orientada a los negocios, más amigable con China y más beneficiosa para la estabilidad mundial, a la preocupación por caídas en los mercados bursátiles, reveses para las empresas de vehículos eléctricos y mayores fricciones comerciales. 

Lo que sí se hace evidente en los diferentes puntos de vista de los especialistas chinos en relaciones sino-estadounidenses es que el Gobierno de Xi Jinping no esperó a que Trump ganara para decidir cómo afrontar este nuevo momento. Es inevitable pensar en el Sun Zi Bingfa, "El arte de la guerra" de Sunzi, y recordar la máxima de que la mejor manera de ganar una guerra es prepararse tan bien que pueda evitarse.

Este Trump recargado ha sido un escenario que ha gravitado de un modo decisivo en la política, tanto interior como internacional de China, incluso desde antes del triunfo de Biden.

Intentos de establecer un canal de negociaciones con Biden

En principio, China fue preparándose para abordar a Trump durante el primer mandato del republicano, y continuó con esa política durante todo el gobierno de Joe Biden en vista de que este implementó en su política exterior el estado de conflicto que había instalado Trump.

China intentó desescalarlo sin perder su firmeza sino, al contrario, fortaleciéndose para defenderse desde una posición más consolidada. Así, tanto devolvió golpe por golpe como buscó acuerdos. 

Luego de la última reunión que mantuvo recientemente el presidente Xi Jinping con su par Biden en el marco de la cumbre de APEC en Lima, la Cancillería china emitió un comunicado en el que se hace evidente el mensaje del líder chino —quien tiene permiso para seguir al frente del país en 2028— al presidente de EE.UU. Por un lado, dijo que "la trampa de Tucídides —es decir, la posibilidad de una guerra entre un poder que mengua contra el nuevo que lo desafiaría— no es una inevitabilidad histórica": hacer movimientos para "contener a China es imprudente, inaceptable y está destinado al fracaso". Por otro, sentenció que las líneas rojas no deben ser desafiadas: "La cuestión de Taiwán, la democracia y los derechos humanos, el camino y el sistema de China y su derecho al desarrollo son cuatro líneas rojas para China", dijo Xi sin pelos en la lengua. En mayo de 2022 Biden sugirió que intervendría "militarmente" si China alguna vez invadiera Taiwán. En Lima, el mandatario chino sostuvo que "si EE.UU. siempre dice una cosa y hace otra", al final "socavará la confianza entre China y Estados Unidos".

Además, Xi Jinping observó que "los intereses comunes" de ambos países están aumentando en lugar de disminuir y que "su cooperación es crucial no solo en la economía, el comercio, la agricultura, la lucha contra el narcotráfico, la aplicación de la ley y la salud pública sino también para hacer frente a los desafíos globales del cambio climático y la inteligencia artificial (IA)". Es decir, el Partido Comunista chino advierte que tanto se plantará más sólidamente en su posición como no tomará la iniciativa de confrontar con EE.UU.

En este escenario, debería considerarse la relación con el estado de California, el cual ha propuesto una vía de negociaciones que podría ser interpretada como una eventual válvula de alivio de tensiones o una instancia de intermediación. 

Un mecanismo no menor tomando en cuenta la dimensión de California, entidad que en 2022 tuvo un PIB de 3,6 billones de dólares, lo cual la ubicaría —tomada como país— como la quinta economía más grande del mundo. Y China es el mayor socio comercial de California, con casi 166 mil millones de dólares en comercio bilateral hace dos años. En 2023 el gobernador Gavin Newsom pasó una semana en el país asiático y se reunió en Beijing con Xi Jinping —fue el primer gobernador estadounidense que se reúne con el presidente chino en seis años—. "El divorcio no es una opción", dijo de su país y China, y agregó: "Tenemos que bajar la temperatura. Tenemos que gestionar nuestras diferencias estratégicas. Tenemos que conciliar nuestras líneas rojas estratégicas".

Algunos analistas chinos enfatizan la necesidad de trabajar en los canales de negociaciones con EE.UU. Yan Xuetong estimó que "la victoria de Trump aumentará la incertidumbre y China podría necesitar nuevas estrategias para gestionarla". Para estabilizar las relaciones bilaterales, Yan habló de la necesidad de mecanismos que puedan guiar las interacciones y prevenir conflictos. Antes de que Trump asumiera el cargo en 2017, los dos países tenían alrededor de 70 canales oficiales de consulta. Durante el primer mandato de Trump esa cifra se redujo a cero, para luego volver a unos 20 con el presidente Biden.

La seguridad en el centro de gravedad

China, que se llama a sí misma "país del centro", busca instintiva y a la vez consciente, estratégica y denodadamente afirmarse en su centro de gravedad, tanto para expandirse como para defenderse. La historia de China ofrece bases filosóficas, políticas, económicas, culturales y geoestratégicas a la certeza profunda e irrevocable de que ubicarse con firmeza en el centro resulta en el mejor posicionamiento posible.

Así es como en el último Congreso del Partido Comunista chino —el XX Congreso, llevado a cabo en 2022, que planteó el plan quinquenal que estaría en vigencia ante una nueva administración Trump—, estableció como último fundamento la "seguridad nacional". En otros países el término remite al ámbito militar; en China implica todos los ámbitos de la vida nacional, además del campo militar: desde asegurar lo conseguido en la lucha contra la pobreza hasta proteger las vías de innovación tecnológica, incluidas la seguridad alimentaria, las cadenas de abastecimiento, la soberanía tecnológica y la paz social.

El documento que discutieron los casi 2 300 delegados de aquel congreso establecía que, "considerando la seguridad del pueblo como propósito, la seguridad política como fundamento, la seguridad económica como base, la seguridad militar, científico-tecnológica, cultural y social como garantía y el impulso de la seguridad internacional como apoyo, debemos hacer un planeamiento conjuntamente contemplado de la seguridad exterior y la interior, de la del territorio y la de la ciudadanía, de la convencional y la no convencional, y de la individual y la colectiva, y también de la preservación y forja de la seguridad nacional".

Explícitamente el Congreso expresó, a través de un discurso del presidente de la nación, que la seguridad nacional es indispensable en vista de la inestabilidad del escenario mundial.

Innovación tecnológica y frente militar

El fortalecimiento interior tiene en la innovación tecnológica probablemente uno de los campos de mayor proyección para las tensas y superabundantes imbricaciones entre EE.UU. y China. En esta dimensión, la apuesta a las energías renovables está fortaleciendo el perfil internacional de China de un modo imparable, tal como lo demuestra la alarma europea ante la producción de autos eléctricos y la previsible alarma del país norteamericano por la fabricación de esos vehículos en México por parte de empresas orientales.

Específicamente en materia militar, el gasto de defensa chino se ha multiplicado por 2,3 desde 2013. En marzo de este año, durante la segunda sesión anual del 14º Congreso Nacional Popular, el Gobierno informó que en 2024 el presupuesto de defensa habrá aumentado 7,2%, lo que equivaldría a unos 236 100 millones de dólares. Es el tercer año consecutivo de un aumento de 7% o más, y aunque es muy inferior a los 824 mil millones de dólares del de EE.UU., su poder persuasivo desde una posición defensiva es rotundo. La señal tiene como foco a Taiwán, escenario que ha elegido China para mostrar sus dientes —lo que no deja de ser una reacción bastante modosa, teniendo en cuenta que EE.UU. tiene trazadas tres líneas de ataque, o de "contención", en su consideración, en el océano Pacífico, involucrando a Corea del Sur, Japón y Filipinas.

Seguridad económica

La seguridad económica, por supuesto, es la seguridad en última instancia. La matriz de la estrategia para tal caso integra dos instancias, que en muchos campos tomaron la formulación china de "doble circulación": una retroalimentación virtuosa entre la economía nacional y las relaciones económicas con los demás países.

Por un lado, entonces, está la prosecución de la seguridad en el interior de China, lo que el gobierno forja no solo conservando el desarrollo económico sino expandiéndolo. La "crisis" económica de China que mucho pregonan los medios occidentales tanto tiene de indicadores reales —la desaceleración del crecimiento, el riesgo de una burbuja inmobiliaria o restricciones en el empleo de los jóvenes— como se da de bruces contra el hecho de que una de las dos mayores economías mundiales crezca 5% anual. El ensanchamiento del sector social con buena capacidad de consumo y el fortalecimiento del sector de servicios son parte del reaseguramiento de que el desarrollo, aunque en un ritmo menor que el de hace una década, no se detenga y robustezca cada vez más la economía.

A propósito, la salud del desarrollo económico chino no está precisamente desacoplada de la economía estadounidense, lo que es evidente por ejemplo en el mercado de consumo que representa China para una infinidad de marcas de EE.UU., y en las inversiones de capitales de EE.UU. en China, justamente uno de los temas que de algún modo ha nutrido el nacimiento del trumpismo. 

La proyección global

Como primera línea de acción, entonces, China se planta ante una posible agresión económica de Trump fortaleciendo su economía interior. Extremando la prudencia, seguridad significa no depender de terceros en las áreas estratégicas de la vida nacional. China tiene planes firmes para conseguir el autoabastecimiento alimentario, energético y de todo lo que dependa la reproducción de la economía.

Esto no significa, sin embargo, que China esté buscando cortar relaciones con los países que proveen o pueden proveer esos recursos sino, en todo caso, los diferentes grados de autosuficiencia fortalecen su condición para negociar.

Lo cierto es que China viene trabajando tanto en el autosostenimiento como en el fortalecimiento y la creación de cadenas de suministro con otros países, especialmente con aquellos que EE.UU. viene perjudicando de diferentes maneras, desde el ataque directo a través de un conflicto bélico, hasta la indiferencia.

El trabajo de China en el plano internacional, tanto a través de las relaciones binacionales, pero sobre todo a través de la promoción y creación de asociaciones multilaterales en las que es protagonista, ha implicado un impulso gigante, especialmente desde que Trump declarara la guerra comercial en su primera administración. En aquel momento China ya había lanzado su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), que comenzó siendo un proyecto nacional para conectarse con los países vecinos, hasta convertirse en la matriz de las relaciones internacionales chinas, en la forma de una propuesta abierta. 

También comenzó a hablar de democracia internacional y además la BRI comenzó a hacer propuestas, desplegar estrategias e invertir recursos en diferentes conglomerados, bloques y redes establecidas desde antes o surgidas en estos años. Con India, Irán, Kazajistán, Kirgüistán, Pakistán, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán opera en la Organización de la Cooperación de Shanghái —otros 11 países se sumaron en calidad de "observadores" o "socios de diálogo"—, con 20 Estados de la cuenca del Pacífico trabaja en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), con los países de Asia Central tiene una relación específica, es socio externo y protagonista de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), fue una de las creadoras de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) en la que participan 15 naciones.

Intenta articular con América Latina mediante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac, que reúne 33 países) —por cierto mucho más que lo que procuran los países de América Latina y el Caribe—. El profuso desarrollo en el continente africano se institucionalizó en el Foro para la Cooperación entre China y África (Focac), que integra 53 países de África. Fue profundizando y consolidando la relación con Rusia. Su articulación con los países petroleros registra una apuesta decisiva, evidenciada en hechos como la paz que logró su diplomacia entre Irán y Arabia Saudita y en su relación con Arabia Saudita, su principal proveedor de petróleo —lo que no debería ser ajeno al sorpresivo abandono del petrodólar por parte del país árabe—, además de con otros reinos del golfo Pérsico y con países musulmanes como Türkiye, entre varios más.

El liderazgo que va tomando China en materia de cambio climático, especialmente en lo que hace a energías renovables, también consolida alianzas internacionales. El año pasado dedicó 273 mil millones de dólares a energía limpia, seguida de Europa, que gastó cerca de la mitad de esa cifra, y un tercio de la inversión mundial en energías renovables proviene de China, que a la vez aumentó su capacidad eólica 66% en 2023.

China presenta la proyección internacional superactiva que viene forjando a una gran velocidad y de modo incesante, predicando una retórica que augura el beneficio económico como campo fecundo para el surgimiento de la paz —siendo la paz, a su vez, el mejor escenario para la cooperación económica—. En ese relato, el "Sueño chino" se proyecta hacia las demás naciones como Comunidad de Destino Compartido para la humanidad, basada en la multilateralidad, la democracia, la no injerencia en asuntos internos de otros y el desarrollo inclusivo como producto de la cooperación. 

La sabiduría de El Arte de la Guerra vuelve a aparecer, insistiendo en que la mejor estrategia para ganar posiciones no es la confrontación. Mediaron apenas nueve días entre la victoria del Trump que quiere a China fuera de su "patio trasero" y la inauguración, con Xi Jinping, en Perú, del megapuerto de Chancay, iniciativa de China que no solo anuncia que no se retirará de la región sino que empotra un nodo destinado a reconfigurar su comercio con América Latina.

El diario New York Times admitió que "mientras Estados Unidos hace una transición de Biden a Trump, los presidentes y primeros ministros de todo el mundo están buscando estabilidad, particularmente en lo que respecta a China". El diario cita a John Delury, historiador de la China moderna: "Los líderes europeos mirarán a Xi con una actitud de 'ahora tienes que dar un paso al frente'".

De cara a Trump, en definitiva, China ha potenciado su dimensión, en un doble movimiento de consolidar los factores internos y expandiendo y solidificando su gravitación planetaria.


Este artículo fue publicado originalmente en el medio Tektónikos el 15 de enero de 2024.

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