Operadores y entidades de peso en el mercado financiero estadounidense publicaron sus proyecciones en los días previos a las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela. Siguiendo presupuestos pragmáticos y de exposición a negocios en Venezuela, este sector centró sus estimaciones en la reelección de Nicolás Maduro, tal como terminó ocurriendo el pasado domingo.
Este posicionamiento se basó en la percepción de que un triunfo del presidente venezolano, en contraposición al candidato de la PUD, Edmundo González Urrutia, ofrecería mayor estabilidad y previsibilidad para las inversiones, en especial en el sector petrolero.
Barclays estimaba que el mercado "está descontando probabilidades de una en cinco de que haya un cambio de gobierno", mientras que Bloomberg informó que BancTrust & Co. estaba organizando un viaje para inversionistas a Venezuela, probablemente con la finalidad de explorar oportunidades de inversión y reestructuración de la deuda bajo una presidencia renovada de Maduro.
Alejandro Grisanti, un economista actualmente socio directo de Econoanalítica y que trabajó para Barclays, afirmaba que "su escenario base ahora es que Maduro mantendrá el poder independientemente del resultado". Aunque puede notarse un sesgo opositor implítico ligado a la narrativa del "fraude", no es menos cierto que Grisanti expresaba el consenso del mercado financiero previo a la elección.
En las opiniones de inversionistas recogidas por Bloomberg y otras agencias y medios especializados, se avizoraba que la posibilidad de una victoria del candidato de la PUD, Edmundo González, podría desencadenar un marco de ingobernabilidad contraproducente para los intereses del sector. En cambio, las proyecciones indicaron que una reelección de Maduro era preferible en vista de la posibilidad de renegociar la deuda externa tras la flexibilización de sanciones y la recuperación económica general del país.
Por otra parte, los operadores del mercado con exposición a títulos y bonos venezolanos consideraron que una eventual reestructuración bajo una administración de Maduro podría incluso ser beneficiosa para los tenedores de bonos, un factor ligado a la idea de estabilidad y autoridad adjudicada al presidente.
Esta expectativa de consenso se expresó en el comportamiento de los bonos venezolanos, tanto los de PDVSA como los soberanos. Bloomberg destacó previo a la elección que:
"Los bonos venezolanos llevan casi siete años en mora y se venden por menos de 20 centavos por dólar. La falta de movimiento en los precios sugiere que el mercado espera que el presidente Nicolás Maduro se mantenga en el poder tras la votación del domingo contra el candidato de la oposición Edmundo González".
A pesar de un leve repunte en los títulos de PDVSA, el mercado de bonos venezolanos se mantuvo estancado antes del 28J, lo que sugería que la apuesta por una reestructuración de la deuda ocurriría en un escenario de improbable cambio de gobierno. La reducción de la brecha entre los títulos de PDVSA y los soberanos, sin un movimiento al alza significativo, también apuntó reforzar esta probabilidad.
Barclays, en línea con esta percepción, estimó que la probabilidad de una transición política tras las elecciones del 28 de julio era de 36%.
Las proyecciones del mercado financiero no dejan de ser interesantes si se parte del principio de que entre estos sectores del gran capital y figuras como María Corina Machado, representantes de una fracción de la clase empresarial venezolana, existen vínculos y solidaridades de clase implícitas. No obstante, la noción de ingobernabilidad asociada a ella y a Edmundo González pesó más que estas simpatías automáticas. Los intereses vieron en Maduro una apuesta mucho más confiable. Y, al final, las urnas el pasado domingo así lo corroboraron.