Vie. 27 Diciembre 2024 Actualizado Sábado, 14. Diciembre 2024 - 10:42

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Machado pertenece a los mismos que han fundado sus fortunas a partir del empobrecimiento de las mayorías (Foto: Andrea Hernández Briceño / Bloomberg)

Rafael Poleo tiene razón

El periodista Rafael Poleo ha traído a colación de manera constante la forma en que María Corina Machado hace campaña electoral, con las intenciones puestas en elevarse como principal candidata opositora ante las próximas elecciones presidenciales, incluso por encima de cualquier resultado proveniente de las eventuales primarias. La defensa adeca de Poleo no deja de ser una aproximación valiosa, desde el punto de vista de las oposiciones, para resaltar la confección artificiosa de la figura pública que es y representa Machado.

María Corina Machado, precandidata por el movimiento Vente Venezuela para las primarias de la oposición, es la demostración de cómo se fabrica un personaje político en función de la inyección de relato y dinero por parte de las élites.

La ingeniera venezolana lidera las intenciones de voto, según algunas encuestadoras que miden la "popularidad" de quienes se han lanzado como opción de cara al evento electoral opositor, sin embargo hay algunos elementos de análisis a considerar que sirven para exponer grietas no tan nuevas en la construcción del personaje.

Ególatra y mal asesorada

Es algo que ha definido a la precandidata de derecha. Su egolatría y propensión a los tropezones políticos le llevaron a aceptar un cargo de "embajadora alterna" de Panamá en 2014 cuando Ricardo Martinelli era presidente del país centroamericano. En aquella ocasión optó por dicho recurso para intentar hablar contra el gobierno venezolano ante el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), siendo diputada por la oposición.

Además de que la OEA votó contra su intervención, y que al final habló sin cámaras ni periodistas, fue destituida de su cargo —en Venezuela— por actuar en beneficio de intereses extranjeros. Un clásico de traición a la patria. Esto sin ahondar en el vergonzoso final de su aliado Martinelli, cuyo juicio por presunto blanqueo de capitales acaba de iniciar, en uno de los varios procesos abiertos por hechos de corrupción. 

Otro de los episodios de desequilibrio en la toma de decisiones por parte de Machado fue su permanente ataque al Poder Electoral, traducido en una ofensiva contra las elecciones primarias del sector opositor, en las que hoy es precandidata. Su vocación antipolítica, que no es rara en la derecha venezolana, le ha expuesto a la contradicción permanente y, en consecuencia, a la poca confianza por parte de otras facciones de ese sector y del electorado antichavista.

Hay registros de sus poses mediáticas, desde agresiones inventadas hasta fotos electoreras abrazando “viejitas” o disfrazada de indígena. Esto último al mejor estilo de la política tradicional, lo que hace que su permanente arremetida a los partidos políticos del estamento carezca de la más mínima autenticidad.

Aun cuando posa de outsider, tiene 20 años de recorrido en la política venezolana, ha pasado por varias fundaciones y algunas ONG que han sido instrumentos de los planes injerencistas de Estados Unidos. Fue diputada, participó en las primarias opositoras para la candidatura presidencial en 2012 y obtuvo 3,5% de los votos no auditados. De outsider, nada...

En algunos tweets el periodista Rafael Poleo acusa a Machado de "tirar la piedra y esconder la mano" porque al parecer, tanto ella como sus financistas, se han dedicado a desprestigiar (!) y tratar de dividir el partido Acción Democrática (AD). Un tuit de Poleo dice:

En cuanto a su animadversión hacia AD, Poleo la califica de "natural" puesto que Machado "representa a los factores de poder que exprimieron a Venezuela desde el siglo XIX, luego con Castro y Gómez, hasta la Revolución de Octubre, agachándose unos años y cooperando luego con el chavismo", sin explicar mucho esto último.

Vendepatria y neoliberal

Hablando de predestinación: Su esencia mantuana la hace figurar entre la corte de familias que han visto en Venezuela un almacén de recursos baratos en venta, se trata de los mismos que han fundado sus fortunas a partir del empobrecimiento de las mayorías.

La evidencia discursiva de ello es la "promesa" de privatizar la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), entre otros bienes del Estado. Esta oferta se contradice con su esgrimida defensa en 2013 de la Constitución vigente y ha sido criticada hasta por analistas de la misma oposición venezolana. Uno de ellos, Francisco Rodríguez, señaló: "La privatización de PDVSA no haría más que asegurar la transferencia de enormes recursos del Estado a las élites económicas que se posicionarían para adquirirla".

Si de esas élites se trata, recientemente presentó a su equipo económico: un grupo de académicos que han servido en entidades internacionales circunscritas a la doctrina neoliberal. Uno de ellos, Gustavo García, ejerció como principal en la División de Gestión Fiscal en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ha planteado restablecer relaciones con acreedores privados internacionales y organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), El Banco Mundial, el BID y la CAF sin especificar las condiciones en las cuales quedaría la soberanía nacional. Se trata de las mismas instituciones que actualmente mantienen a países como Argentina bajo el flagelo de la deuda y la acumulación descomunal de la renta en manos de unos pocos.

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El equipo económico de María Corina es de corte absolutamente neoliberal (Foto: Notitotal)

Otro miembro de su equipo, Carlos Blanco, de quien Poleo resalta su vínculo con el segundo gobierno del expresidente Carlos Andrés Pérez, promete "reconstruir el Estado", sin embargo, en una misma frase plantea privatizaciones a la vez que habla de "unas Fuerzas Armadas profesionales aptas para cumplir con las tareas de defensa nacional". Esto hace pensar que la noción de Estado que asoma el asesor de Machado pasa por subordinar la Fuerza Armada Nacional Bolivariana al desvalijamiento "profesional" del que fue objeto durante los años 80 y 90 del siglo pasado.

De ese equipo también forma parte el analista financiero Henkel García, quien presenta a Alemania como ejemplo de "macroeconomía estable y un nuevo diseño institucional", cuando se trata de un país ocupado militarmente por Estados Unidos y en franco proceso de desindustrialización en el marco del conflicto ruso-ucraniano provocado por la OTAN.

Como se sabe, Machado juega a dos bandas, entre una posición liberal y la ideología alt-right a la que se ha conectado recientemente. Estimuló una política de agresiones económicas y financieras contra Venezuela a través de "sanciones" ilegales y participó en la campaña internacional que forzó una "emergencia humanitaria" para justificar distintos mecanismos de injerencia extranjera. Ahora promete un "milagro" venezolano buscando rematar a precios de regalo lo que ayudó a dañar. Para ello se acompañó de personajes como el senador republicano Marco Rubio, quien ha sido enfático en que Venezuela y toda América Latina sea un espacio político subordinado a la visión unipolar instrumentada desde Washington.

No hay novedad en Machado, así lo expresa Poleo al decir que "la primera fase fue desacreditar lo que había, para luego introducirnos algo 'nuevo' que más viejo no puede ser". O cuando dice que "lo que importa es qué intereses vas a defender, los del ciudadano común o los de una oligarquía indiferente al sufrimiento humano, que ha colaborado con todas las tiranías". Otra joya:

¿Una "dama de hierro" inexperta?

De su egolatría surge la poca capacidad de esconder su inexperiencia política, y posiblemente gerencial. Tanto en su campaña como en su trayectoria política ha demostrado que su pretendida franqueza deja evidencia de una eventual incapacidad para escuchar o lograr consenso político, aun cuando medios y opinadores digan otra cosa.

Se ha dedicado a fabricar expectativas de una supuesta rebeldía que muestra más irracionalidad que otra cosa. Ofertas como la venta de PDVSA ponen en el imaginario colectivo una interrogante confusa respecto a cómo gobernará a contrapelo de lo usual: la petrolera es convencionalmente un activo para Venezuela, más allá de las dificultades que haya en cuanto a su administración. En este sentido, ni socialdemócratas ni chavistas pueden identificarse con un planteamiento de esa naturaleza.

Su imagen forzada de "dama de hierro" es prefabricada bajo el molde de "fenómeno electoral" del que salió Donald Trump, Jair Bolsonaro y, más recientemente, Javier Milei. Pudiera ser un trabajo duro ese de salirse del statu quo siendo parte del mismo, pero sus asesores están haciéndolo con logros y retos.

Su inexperiencia siempre será un punto en contra, así es percibida y, cómo no, lo deja colar Poleo en sus tuits al decir: "Siempre condenaré los saltos al vacío con candidatos sin experiencia de gobierno ni aval de partido. Bachiller no es doctor, por bonito que hable, y cirujano nuevo es homicida en potencia". También en una frase: "Fue diputada y no dejó ni proyecto de ley, ni discurso memorable".

Aun cuando es larga su trayectoria como opinadora pública no hay en su historial una evidencia de que pueda ejercer un cargo político con siquiera alguna destreza. Tan solo el episodio con el gobierno de Panamá fue un acto apresurado, por no calificarlo de error garrafal no asumido públicamente. Aun más, puede criticar a otros sectores de la oposición porque aquellos sí han asumido riesgos, aunque sea autoproclamándose, e inevitablemente han fracasado.

Uno puede tener distancias con muchos analistas opositores pero, respecto a María Corina Machado, es difícil no coincidir con Rafael Poleo. Esta vez tiene razón.

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