En los últimos meses hemos sido testigos de un aumento en las tensiones comerciales, políticas y diplomáticas entre Estados Unidos y la República Popular China.
Esta gran confrontación geopolítica, estimulada por Donald Trump una vez instalado en la Casa Blanca, ha tenido uno de sus últimos episodios en la Región Administrativa Especial de Hong Kong, epicentro de un movimiento separatista y anti-chino que ha contado con el apoyo político de EEUU antes y después de su salto a la palestra.
Hace pocos días, el Senado de EEUU promulgó una ley que da pie a la aplicación de sanciones unilaterales contra altos funcionarios chinos como respuesta a los preparativos de la ley de seguridad para Hong Kong, por parte del Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular (el legislativo chino).
Con este instrumento legal, el gobierno de la República Popular aspira contener el ciclo de violencia desbordada que han protagonizado líderes separatistas financiados por Occidente, permitiendo así el retorno a la estabilidad de Hong Kong y la garantía del principio “Un país, dos sistemas”, paradigma central de la unidad nacional del gigante asiático.
China ha respondido con fuerza a las medidas ilegales y de interferencia que ha promovido Washington, anunciando la restricción de visados contra ciudadanos y funcionarios estadounidenses que cometan actos de interferencia sobre la situación actual en Hong Kong.
Así, la tensión entre ambas potencias ha subido un escalón más y las contramedidas de China anuncian que la paciencia se está agotando tras el intrusivo comportamiento de Washington.
Pero por debajo de esta confrontación diplomática están ocurriendo movimientos aún más decisivos. Lo que no está a simple vista suele ser, casi siempre, lo más importante.
Aunque China mantiene activos extranjeros y grandes inversiones denominadas en dólares (se estima que 2 billones en total), líderes económicos del gigante asiático apuestan por una reconfiguración frente a la incertidumbre del dólar: denominar esos activos en renminbi (nombre oficial del yuan) como parte de la estrategia de internacionalización de la divisa china.
Recientemente Fang Xinghai, vicepresidente de la Comisión Reguladora de Valores de China, ha afirmado que las instituciones económicas se están preparando para “desconectarse” del sistema tradicional de pago en dólares, ya que a medida que crecen las tensiones, estas plataformas pueden ser utilizadas como un arma política y económica para perjudicar a China.
Por otro lado, Tang Jianwei, analista jefe del Centro de Investigación Financiera BoCom en una importante institución financiera nacional, advierte que China debe superar las barreras del sistema SWIFT con el objetivo de masificar el yuan, una medida que ya se viene tomando desde el año 2015 con la creación del Sistema de Pagos Internacionales de China (CIPS) y que ahora ha tomado mayor importancia, dado que EEUU no dudará en cortar el acceso de China al SWIFT en el marco de una escalada por la situación en Hong Kong.
Jianwei ve con precaución el lanzamiento de la criptomoneda Libra de Facebook, ya que podría sustituir al dólar como moneda de reserva mundial en un plazo difícil de estimar, toda vez que la megacorporación se enfrenta a reguladores y leyes nacionales para apalancar su ambicioso proyecto.
Como respuesta a estos reacomodos en la economía mundial, la semana pasada China concluyó con éxito el desarrollo de su yuan digital, emitida por el Banco Popular de China.
La nueva criptomoneda nacional se inserta en un novedoso mecanismo de pago electrónico basado en la tecnología blockchain para transar divisas convencionales y otros criptoactivos.
Según reporta BoxMining, el objetivo de esta moneda virtual consiste en “aumentar la circulación del renminbi y [su] alcance internacional, con la esperanza de que el renminbi [se convierta] en una moneda global como el dólar estadounidense”.
El lanzamiento del criptoactivo y del nuevo sistema de pagos representa un desafío para la supremacía del dólar estadounidense, y ya ha comenzado su primera etapa de funcionamiento en grandes ciudades de China.
Sobre esto Cao Yin, un líder de la industria de Blockchain en China, señaló que con el nuevo sistema se creará una alternativa internacional al SWIFT, impidiendo que Washington pueda imponer sanciones unilaterales con el objetivo de perjudicar económicamente a los participantes en la plataforma.
Estas iniciativas para reducir la hegemonía política del dólar estadounidense representan una clave central del conflicto geopolítico actual:
“La confrontación geopolítica de las potencias mundiales se basa principalmente en la rivalidad económica, y aquí todos los métodos, como vemos, son buenos. Los países perciben las amenazas de sanciones, incluidas las desconexiones de los sistemas de pago internacionales. Algunos se ven obligados a esperar que se ablanden sus posiciones, mientras que otros, por el contrario, están tomando medidas para garantizar la independencia en caso de fuerza mayor”, indicó el experto financiero Mikhail Zeltser al periódico ruso VZGLYAD.
En medio de la contención de la pandemia de Covid-19, China ha pisado el acelerador en crear una alternativa financiera independiente de Occidente, en vista de que el conflicto con EEUU muy seguramente se agudizará en el corto y mediano plazo a raíz de las tensiones por Hong Kong.
Washington ha utilizado el dólar y las sanciones unilaterales como armas de guerra contra países rivales. No obstante, al tiempo que hace un uso excesivo de esta herramienta, también va cavando la tumba de la supremacía del dólar: los países que están en la mira de la guerra económica de Washington plantean alternativas financieras y nuevos mecanismos que debiliten el principal recurso de poder del Imperio estadounidense. El billete verde.
Una señal más de que el final del dominio mundial de EEUU está cerca.