Tanto las autoridades afganas como los funcionarios estadounidenses quedaron atónitos por el despliegue que culminó con la toma de Kabul, capital de Afganistán, por parte del Talibán. Por ello y tanto más se ha cuestionado la conclusión de dos décadas de ocupación militar de Estados Unidos para construir un ejército local.
Washington aportó unos 89 mil millones de dólares presupuestados para entrenar al ejército afgano. Sin embargo, no fue suficiente para los Talibán tardaran poco más de un mes en socavarlo.
Ha habido conmoción por la falta de resistencia de muchas unidades del ejército afgano. Algunos abandonaron sus puestos y otros llegaron a acuerdos con los Talibán para dejar de luchar y entregar sus armas y equipos.
En algunos casos, dicen funcionarios estadounidenses, los gobernadores provinciales pidieron a las fuerzas de seguridad que se rindieran o escaparan, tal vez para evitar un mayor derramamiento de sangre porque creían que la derrota era inevitable.
A este fracaso financiero-militar de Estados Unidos en Afganistán deben añadírsele lo gastado en los 20 años de guerra y ocupación. El proyecto Costs of War de investigadores de la Universidad de Brown en Rhode Island estima que entre 2001 y 2021 la guerra costó 2,26 billones de dólares. Su estimación incluye la factura de las operaciones en Pakistán, la deuda de guerra y el apoyo proporcionado a los veteranos, que están excluidos de los recuentos oficiales.