Documentos recientemente desclasificados revelan que en un centro de detención secreto de la CIA en Afganistán usaron a un kuwaití como accesorio vivo para enseñar a los aprendices de torturador.
Ammar al-Baluchi, que actualmente tiene 44 años y está recluido en Guantánamo, fue golpeado repetidamente contra una pared mientras estaba desnudo hasta que todos los aprendices recibieron el certificado.
Los aprendices hacían cola para golpear su cabeza contra una pared de madera contrachapada. Según un informe del gobierno estadounidense, las torturas provocaron daños cerebrales en kuwaití que aún está acusado, sin prueba alguna, de participar en los atentados del 11S. “Todos los estudiantes de interrogatorio debían 'amurallar' a Ammar para que [el instructor] pudiera certificarles su capacidad para utilizar la técnica”, dijo un ex estudiante.
“La técnica del “amurallamiento” consistía en colocar los talones del detenido contra una pared de madera contrachapada especialmente diseñada “que tenía flexibilidad” y colocar una toalla enrollada alrededor del cuello del detenido (…) A continuación, los interrogadores agarraban los extremos de la toalla por delante y por debajo de la cara del detenido y lo empujaban hacia atrás contra la pared, sin soltar nunca la toalla", detalla el informe reseñado por The Guardian.
El informe concluyó que las torturas a Baluchi no aportaron ninguna información útil y señalan que la lógica de su detención fue absurda. El prisionero admitió a sus interrogadores/representantes que estaba aterrorizado y mintió para que los agentes de la agencia detuvieran las medidas. Explicó que tenía miedo de decir cualquier “porque no sabía cómo sería recibida”.
Esta y otras actuaciones de Estados Unidos han ido saliendo a la luz desde que el 11S fue usado como pretexto para invadir varios países del Medio Oriente. Irónicamente, acusan a otros países de cometer crímenes de guerra.