Yemen, considerado durante mucho tiempo víctima de una agresión externa, está reescribiendo ahora las reglas del combate en Asia Occidental. Al atacar a Israel y a las armadas de Estados Unidos y el Reino Unido con una precisión inquebrantable, Ansar Alá ha acorralado a sus adversarios en una situación imposible de ganar.
Desde el lanzamiento de la Operación Inundación Al Aqsa en octubre de 2023, las fuerzas armadas yemeníes alineadas con Ansar Alá, también denominados Hutíes, se han convertido en una fuerza fundamental en el Eje de la Resistencia por su apoyo inquebrantable a Gaza.
Los ataques casi diarios mediante misiles y aviones no tripulados contra Israel, junto con las interrupciones de las rutas comerciales marítimas vinculadas a los intereses de Tel Aviv, han complicado las estrategias tanto del Estado ocupante como de su patrocinador estadounidense.
En otra audaz demostración de sus nuevas capacidades militares, Yemen ha afirmado recientemente haber derribado un avión F-18 estadounidense y frustrado una ofensiva del país al apuntar al portaaviones USS Harry S. Truman, obligándolo a retirarse a un lugar seguro a más de 1 500 kilómetros de distancia. Esta extraordinaria operación no solo puso de manifiesto la vulnerabilidad de las defensas navales de Estados Unidos, sino también la creciente destreza militar de Sanaa y su implacable desafío.
A la luz de estos acontecimientos, la pregunta sigue en pie: ¿Cómo pueden Israel y Estados Unidos hacer frente al formidable frente abierto por Yemen?
¿Pueden los ataques aéreos disuadir a Yemen?
La coalición estadounidense y británica ha lanzado más de 700 ataques aéreos contra Yemen desde principios de año, supuestamente dirigidos contra depósitos de armas y en represalia por las acciones de las fuerzas yemeníes contra buques de transporte marítimo vinculados a Israel.
A pesar de estas operaciones, las operaciones militares yemeníes no han hecho más que intensificarse, tanto en frecuencia como en potencia de fuego, alcanzando barcos comerciales conectados con Israel, así como el propio territorio ocupado con misiles y aviones no tripulados de fabricación nacional. Esto confirma la ineficacia de la ofensiva aérea occidental para alcanzar los objetivos previstos.
Israel, que se ha apoyado en gran medida en las maniobras de Estados Unidos y Reino Unido para evitar una confrontación directa con las Fuerzas Armadas de Yemen (FAY), ha recurrido recientemente a bombardear la ya debilitada infraestructura civil del país en un intento de salvar las apariencias. Los últimos ataques aéreos israelíes, que ocurrieron el 2 de enero, tuvieron como objetivo varias provincias del país, además del aeropuerto internacional de Saná.
Al comentar los ataques aéreos, el portavoz de Ansar Alá, Mohammad Abdul Salam, declaró: "Si el enemigo sionista piensa que sus crímenes harán que Yemen deje de apoyar a Gaza, está delirando".
A pesar de las crecientes esperanzas entre los adversarios de que las acciones aéreas llevadas a cabo por Estados Unidos e Israel puedan lograr un avance contra Saná, los hechos apuntan hacia la imposibilidad de cualquier impacto significativo: entre 2015 y 2023 Yemen ha sido objeto de más de un cuarto de millón de ataques aéreos documentados por parte de la coalición saudita-emiratí respaldada por Estados Unidos, lo que lo convierte en uno de los países más bombardeados de la historia.
Incluso la idea de arremeter contra los líderes Hutíes mediante ataques aéreos, similares a las operaciones de asesinato contra otros líderes de la resistencia en Asia Occidental, parece igualmente poco práctica.
Yemen no es Siria: Una comparación errónea
La idea de reproducir la guerra civil de Siria en Yemen, con la participación de Arabia Saudita, Estados Unidos y ahora Israel, ha ganado adeptos entre los responsables políticos. El exministro de Defensa israelí Avigdor Lieberman criticó la estrategia de su país, abogando por atacar las instalaciones energéticas que operan bajo la jurisdicción del gobierno de facto de Saná y financiando a las facciones antiHutíes.
Hizo hincapié en la necesidad de colaborar con el gobierno yemení de Adén, reconocido internacionalmente, y declaró: "Los Hutíes deberían preocuparse dentro de Yemen, no con ataques contra Israel".
Del mismo modo, los esfuerzos diplomáticos estadounidenses han tratado de movilizar a los aliados regionales, y funcionarios del país se han reunido con dirigentes yemeníes, saudíes y emiratíes en Riad para debatir estrategias destinadas a debilitar a Ansar Alá.
Los tambores de guerra son ahora constantes. Hamid al Ahmar, destacado dirigente del Partido Islámico, ha anunciado que la caída de los Hutíes es inminente basándose en las experiencias regionales, especialmente en Siria, donde la batalla para derrocar al gobierno fue larga y reñida.
El general de división Sagheer Hamoud Aziz, jefe del ejército yemení leal a la coalición saudí-emiratí, también afirma que Yemen se encamina hacia una lucha para poner fin al dominio "hutí".
Al mismo tiempo, estos acontecimientos coinciden con movilizaciones militares en la costa occidental por parte de las fuerzas leales al gobierno de Adén, apoyadas por Estados Unidos.
En respuesta, numerosas tribus yemeníes han declarado su lealtad a Ansar Alá anunciando la movilización tribal en varias provincias para hacer frente a cualquier agresión contra el país.
A diferencia del anterior gobierno sirio de Bashar al Assad, el movimiento Hutí ha salido de años de guerra más fuerte y cohesionado, desarrollando capacidades militares avanzadas en el campo de batalla, incluso convirtiéndose en el primer actor no estatal en desplegar misiles hipersónicos. Su capacidad para amenazar directamente intereses estadounidenses e israelíes —además de objetivos saudíes y emiratíes— la distingue de la dinámica del conflicto sirio.
Los intentos de provocar luchas internas u organizar ofensivas a gran escala en Yemen corren el riesgo de volverse en su contra ya que Ansar Alá ha demostrado su capacidad para movilizar el apoyo tribal y lanzar contraataques devastadores.
Los esfuerzos por reunir las fuerzas leales al gobierno yemení respaldado por Arabia Saudita, como las dirigidas por Tareq Saleh en la costa occidental, se enfrentan a importantes obstáculos.
La región costera occidental, semejante a un Eje Filadelfia estratégico para Yemen, posee una inmensa importancia.
Su captura podría allanar el camino hacia ofensivas más amplias, pero las posiciones fortificadas de los hutíes y su preparación militar hacen que tales ambiciones sean muy precarias. A diferencia de Damasco, Saná está asegurada por una fuerza popular y aguerrida que ha superado sistemáticamente a sus adversarios.
La perspectiva de Saná sobre la escalada
Para el gobierno de Saná, la creciente implicación de Estados Unidos e Israel representa intentos desesperados de desestabilizar Yemen. Abdul Malik al Houthi, líder de Ansar Alá, rechazó estos esfuerzos calificándolos de "tontos e insensatos", y afirmó que la FAY está plenamente preparada para hacer frente a cualquier escalada.
En un post publicado en X, Hussein al Azzi, una figura política de alto nivel, señaló que regiones claves como Marib se inclinan cada vez más hacia Ansar Alá debido a la corrupción generalizada en las facciones y zonas rivales. Estos cambios indican la posibilidad de que el grupo recupere más territorio con una resistencia mínima.
Las deserciones de las fuerzas alineadas con la coalición complican u más los cálculos estadounidenses e israelíes. Más de 100 soldados y oficiales se han unido recientemente a Ansar Alá, lo que refleja las fracturas internas de la coalición liderada por Occidente.
Mientras tanto, Mohammed Ali al Houthi, jefe del Comité Revolucionario Supremo, advirtió a Arabia Saudita que "contenga a los estadounidenses", amenazando con represalias contra los intereses de Estados Unidos si continuaba la agresión. Afirmó que no habría líneas rojas si la situación empeoraba.
Asimismo, el portavoz de los hutíes, Mohammed al Bukhaiti, respondió a las amenazas de asesinato israelíes advirtiendo de la capacidad de su organización para atentar contra dirigentes estadounidenses, británicos e israelíes.
"Afirmamos a los estadounidenses, a los británicos y a la entidad sionista que nosotros, por nuestra parte, tenemos la capacidad y la audacia de atentar contra dirigentes de Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel, ya sean militares o políticos. Si desean convertir esto en una guerra de asesinatos de líderes, entonces les decimos: bienvenidos sean".
Un Yemen desafiante reconfigura la resistencia
La entrada de Yemen en la guerra contra Israel ha redefinido el equilibrio de poder en la región. A pesar de los incesantes ataques aéreos, los bloqueos económicos y el aislamiento diplomático, Ansar Alá se ha convertido en una fuerza formidable, inflexible en su apoyo a Gaza y su resistencia a la intervención extranjera.
Con cada acción de misiles y drones, Yemen envía un mensaje claro: no cederá a las presiones de las potencias mundiales. A medida en que se intensifican los vientos del conflicto, la resistencia del país sirve como testimonio de su determinación inquebrantable y firme, marcando una nueva pauta para todo el Eje de la Resistencia. Demuestra que las tácticas de resistencia "bien portadas" son ineficaces cuando se lucha contra adversarios despiadados y sin ley como Estados Unidos e Israel.
Forjado durante años de adversidad, Yemen no solo está resistiendo sino que está afirmando su lugar como actor fundamental en el Eje de Resistencia de Asia Occidental, sustituyendo a Siria como Estado árabe integrante de la alianza regional.
Ante el aumento de las agresiones, la fuerza y la determinación de Yemen lo han convertido en una fuerza que ni Israel ni Estados Unidos y sus aliados en la región pueden permitirse subestimar.
Este artículo fue escrito por Mohammed Moqeibel el 7 enero de 2025, publicado en inglés en The Cradle y fue traducido para Misión Verdad por Spoiler.
Mohammed Moqeibel es un escritor, periodista e investigador yemení en asuntos políticos, muy interesado en cuestiones relacionadas con el Sur Global.