Suman cuatro días de ataques israelíes y contraataques iraníes, durante los que se ha mostrado una variedad de tácticas y usos bélicos, y un cada vez mayor saldo destructivo en ambos bandos.
Sin embargo, el escenario parece que aun no se encuentra en su punto más álgido; las capacidades militares de Irán se muestran por goteo y Tel Aviv cuenta con un despliegue dentro de la República Islámica en el contexto de una vasta operación terrorista, además de la fuerza convencional.
En efecto, un portavoz de las Fuerzas Armadas iraníes anunció el inicio de una fase militar "decisiva y calculada" y enfatizó que las "operaciones reales" apenas están comenzando.
El arranque de la Operación Promesa Verdadera III ha mostrado a todo el mundo que las competencias defensivas de Israel son más vulnerables que lo ufanado a través de la propaganda, por lo que la euforia inicial por el éxito del primer ataque se ha desvanecido. La Cúpula de Hierro, su principal sistema antiaéreo, ha sido insuficiente para neutralizar los misiles balísticos que recorren al menos 1 700 kilómetros y atraviesan los cielos de Irak y Líbano hasta múltiples locaciones de la Palestina ocupada.
Por lo menos de cara al público, el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu pretendía llevar a cabo una guerra relámpago que, luego de unos pocos días, se ha visto frustrada de cara a la respuesta iraní; después de haber perdido cabecillas importantes en los sectores militar y científico, Teherán ha sido capaz de restaurar sus estructuras de mando y maniobrar el escenario tanto en defensa como en ataque.
Primera fase de una promesa
Israel, en menos de una semana de conflicto abierto, ha sido blanco de una decena de oleadas contraofensivas, con cientos y cientos de misiles y drones lanzados desde Irán que han destruido puntos neurálgicos militares e industriales, incluidas instalaciones energéticas.
A diferencia de Tel Aviv, Teherán sí ha atacado quirúrgicamente el territorio enemigo pues, en comparación con las grandes cantidades de bajas civiles del primer ataque israelí —con el uso de armas estadounidenses— y de los días sucesivos, apenas se han reportado muertos y muchos menos heridos. Pero las estadísticas en este momento son poco creíbles, en un momento de mucha neblina de la guerra, cuando la propaganda y las operaciones psicológicas forman parte del menú.
El sábado 14 de junio Irán logró impactar la refinería de Haifa y el domingo 15 hizo lo propio contra el centro de investigación del Instituto Weizmann para la Ciencia en Rehovot, cerca de Tel Aviv; los daños todavía no han sido reportados, pero imágenes tanto de uno como del otro muestran la destrucción de buena parte de sus infraestructuras.
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Dicha refinería procesa aproximadamente 10 millones de toneladas de crudo al año, 200 mil barriles al día y suministra 60% del combustible usado por los sectores industrial, de aviación militar y de transporte civil de Israel.
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Por su parte, el mencionado instituto científico forma parte de la infraestructura de seguridad nacional israelí; brinda apoyo tecnológico en los siguientes renglones: inteligencia artificial para el análisis de datos y el guiado en combate, tecnologías de vehículos aéreos no tripulados y sistemas autónomos, herramientas electrónicas avanzadas de seguimiento e interferencia, sistemas de navegación GPS alternativos, protección de códigos militares, comunicación cifrada en entornos hostiles, investigación en energía dirigida y aplicaciones nucleares y desarrollo de tratamientos de campo para soldados heridos.
Asimismo, se reportó un ataque contra la fábrica de armas Rafael Advanced Defense Systems en Haifa el domingo 15, instalación que provee 30% de la tecnología militar de las FDI, entre ellas la misma Cúpula de Hierro, los misiles de precisión antitanque/aeródromo Spike, el interceptor de misiles de alcance medio David's Sling y el sistema antidrones basado en láser Drone Dome.
Videos publicados en canales de Telegram han mostrado, a la vez, cómo los misiles iraníes han destruido sistemas de defensa en zonas residenciales de Tel Aviv y de otras ciudades dentro del Estado de ocupación. Han emergido las acusaciones en redes sociales por parte de ciudadanos israelíes contra las autoridades por poner en riesgo sus vidas, usándolos de escudos humanos —una raya más para su largo historial de crímenes de guerra—.
El mapa arriba mostrado pone en evidencia dónde se encuentra la principal instalación de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), en el centro capitalino, ciudad donde además hay otros edificios militares que han sido objeto de represalias.
Reportes de este lunes 16 de junio confirman que los últimos ataques de Irán, de al menos 100 misiles balísticos, alcanzaron objetivos críticos en Tel Aviv y Haifa —incluida la central eléctrica y el Complejo Químico Bazan, que produce 200 mil barriles de crudo por día—, además de la base aérea de Nevatim en el desierto de Negev y un campamento militar en Galilea.
Esta primera fase de la Operación Promesa Verdadera III ha destruido la ilusión de seguridad de los israelíes, tanto de los decisores como de los ciudadanos. Los ataques de Irán han violado los escudos aéreos israelíes e, incluso, estadounidenses ya que también cuenta con el sistema Thaad (siglas en inglés de Terminal High-Altitude Area Defense), fabricado por Lockheed Martin.
Para esto ha usado misiles hipersónicos Fattah-1, misiles balísticos tácticos Hajj Qassem y misiles balísticos de mediano alcance Emad, Qadr-1 y Kheibar Shekan. También ha desplegado drones Shahed-136, usados en conjunto con misiles.
Con el uso de este armamento, los objetivos iraníes han sido claros: disminuir la capacidad del contrario para el despliegue militar en lo ofensivo y lo defensivo, así como del abastecimiento energético de sus industrias insertas en la infraestructura bélica. El ABC de la guerra que Tel Aviv pensaba no podría aplicarse contra ella.
Terrorismo y crímenes de guerra, otra vez
Atentados con carros bomba, asesinatos en medio de la calle y sabotajes: de esta manera Netanyahu ha avanzado en una agenda terrorista, ya que simplemente las FDI no pueden bombardear Irán como Gaza o Líbano, si bien sus ataques convencionales han logrado impactar el yacimiento de gas natural South Pars —el mayor del mundo— y el yacimiento petrolífero Shahran.
Las autoridades iraníes han informado que células israelíes infiltradas asesinaron a altos funcionarios de inteligencia este fin de semana, además de reportar que Israel tiene drones ocultos en ciudades, que se despliegan desde los tejados de las casas y son activados a distancia; es posible que mucho de este despliegue haya usado de base a Azerbaiyán.
Algunos cazas furtivos F-35 lograron penetrar el cielo iraní, aunque han informado, tanto por canales que reportan desde el terreno como por parte del presidente Masoud Pezeshkian, que han dado de baja a algunos desde tierra.
La seguridad interna iraní ha estado persiguiendo, capturando y neutralizando las células del Mossad desde el comienzo de la Operación Promesa Verdadera III, requisando armamento de todo tipo y desactivando bombas en Teherán —hasta 200 kilos de explosivos—.
La periodista iraní Fereshteh Sadeghi ha descrito "el ejército oculto de Israel dentro de Irán", compuesto por "colaboradores" israelíes, que han estado "lanzando pequeños proyectiles tierra-tierra, drones suicidas y colocando bombas".
"Cuando oímos el sonido de las explosiones nunca oímos el ruido de los aviones sobrevolando porque no hay aviones israelíes en el espacio aéreo iraní. Los cañones antiaéreos apuntan hacia proyectiles, drones o microdrones equipados con potentes explosivos".
También reportó "un ataque similar [que] se produjo en la ciudad santuario de Mashhad, a unos 2 300 km de las tierras ocupadas (Israel). Las instalaciones adyacentes al aeropuerto de la ciudad fueron atacadas. Se puede concluir que no es la Fuerza Aérea israelí, sino sus agentes y colaboradores, los responsables de los ataques".
"Se cree que Israel eligió a sus agentes entre los iraníes, los entrenó y los envió de vuelta en forma de un pequeño ejército profesional —sigue Sadeghi—, y durante años introdujo de contrabando bombas, explosivos y piezas de drones y misiles en Irán, creando células durmientes en todo el país que ahora se han activado".
La escala de las tácticas terroristas es grande debido a las bajas sensibles entre funcionarios militares y científicos, pero el foco se encuentra en el objetivo de cambio de régimen, teniendo en cuenta que se busca, estratégicamente, una sublevación de la población iraní y el derrocamiento del gobierno, el cual no ha funcionado a pesar de los últimos años y décadas de asesinatos selectivos-políticos, terrorismo y caotización mediante revoluciones de color. Las concentraciones para conmemorar el Eid al Ghadir, una de las mayores celebraciones del islam chiíta, entre el sábado 14 y el domingo 15, demostraron que se trata de una estrategia errada.
Además, el enfoque israelí parece haber cambiado: de apuntar con mínimo impacto a instalaciones del programa nuclear —pues no tiene la capacidad armamentística para hacerlo— a la infraestructura industrial y energética de Irán, está mostrando que el cambio de régimen sigue siendo la prioridad para Israel. Netanyahu y su gabinete genocida tal vez piensen que la presión económica podría obligar a Irán, un país sancionado y bloqueado desde hace mucho tiempo, a capitular.
Por otro lado, insiste en destruir instalaciones civiles, junto con ciudadanos, como lo han demostrado los bombardeos a distancia de la emisora oficial Voz de la República Islámica de Irán en Teherán y del hospital al Farabi en Kermanshah. Los crímenes de guerra y de lesa humanidad se acumulan y expanden en su prontuario, con Estados Unidos de cómplice mientras brinde su siempre oportuna cobertura "diplomática", financiera y militar.
Tel Aviv prometió atacar a Irán durante el tiempo que fuera necesario y pidió a la población iraní que derroque la República Islámica. Pero un escenario similar podría manifestarse en Israel si la Operación Promesa Verdadera III continúa al ritmo actual, teniendo en cuenta que desde hace meses peligra la estabilidad política de Netanyahu; así como podría tener el efecto contrario y reforzar el liderazgo de los genocidas.