Sáb. 12 Abril 2025 Actualizado ayer a las 8:46 pm

Llegó el esperado nuevo periodo de guerra comercial promovido por Estados Unidos contra China

Llegó el esperado nuevo periodo de guerra comercial promovido por Estados Unidos contra China (Foto: Reuters / Kevin Lamarque)
Una respuesta estructurada

La contraofensiva de China ante la guerra arancelaria de Trump

Desde el 2 de abril, fecha bautizada por el presidente de Estados Unidos "Día de la liberación", se activó una nueva fase de embestida económica.

Bajo el rótulo de "aranceles recíprocos" se desató una ofensiva que no distingue aliados ni adversarios, y que apunta a redibujar el tablero económico global desde una lógica de emergencia nacional permanente para enfrentar lo que Washington ha calificado como décadas de desequilibrios comerciales estructurales.

La nueva administración estadounidense anunció la medida contra más de 70 países y se estableció una tasa general de 10% sobre todas las importaciones, junto con gravámenes específicos que afectan de forma más severa las principales economías manufactureras del mundo.

Mientras algunos han optado por abrir canales de negociación, otros como China han respondido con medidas equivalentes. El 9 de abril la Casa Blanca anunció que se impondrá un arancel de 104% sobre todas las importaciones procedentes de la potencia asiática, en una escalada sin precedentes.

Beijing aplicó un aumento de 34% en sus aranceles ese mismo día, al recibir la noticia como una provocación directa. El Ministerio de Comercio de la República Popular condenó la decisión calificándola como "un error tras otro error" y advirtió que intensificará sus represalias sobre productos estadounidenses, lo que anticipa una nueva fase de tensión en la guerra comercial entre ambas naciones.

En lo que va de abril el escenario bilateral se ha desarrollado bajo una dinámica de "ojo por ojo", una estrategia de acción-reacción común en las relaciones internacionales, en la que cada parte responde a la medida del otro con reciprocidad. La reciente imposición arancelaria desproporcionada de Trump ha llevado a Beijing a ejercer su derecho legítimo a responder en la misma proporción.

La cronología

Cada declaración de la Casa Blanca genera reacciones y, en ocasiones, ajustes en las políticas comerciales de terceros países. En este contexto, es necesario trazar el curso de las recientes decisiones unilaterales y las respuestas:

Febrero 2025

Inicio de nuevas presiones comerciales:

Trump impuso un arancel de 10% sobre todas las importaciones chinas, justificadas como respuesta a la hipótetica "participación de China" en el tráfico de fentanilo y el "estímulo" a la migración.

Marzo 2025

Aumento a 20%:

La administración estadounidense anunció una segunda tarifa a la República Popular en pocos meses, lo que significa que las importaciones procedentes de ese país ahora se enfrentan a un gravamen de al menos 20%, especialmente en el sector manufacturero.

Abril 2025

2 de abril

Arancel generalizado de 10%:

Trump anunció un arancel de 10% aplicable a todos los socios comerciales de EE.UU., salvo China, que mantuvo tarifas más elevadas desde febrero.

8 de abril

Aranceles de 104% y ofensiva digital:

La Casa Blanca comunicó que los aranceles sobre productos chinos subirían a 104%. Esto incluyó un aumento adicional de 50% en respuesta a la represalia de 34% impuesta por Beijing. Además, se firmó una orden ejecutiva que triplicó los aranceles (90%) sobre mercancías valoradas en menos de 800 dólares, apuntando directamente a plataformas de comercio electrónico como Shein y AliExpress.

9 de abril (mañana)

China responde con contundencia – 84%:

China elevó sus aranceles a productos estadounidenses hasta 84%, al considerar la ofensiva de su contraparte como una "violación grave" de las normas comerciales internacionales y un golpe al sistema multilateral.

9 de abril (tarde)

Trump escala a 125%:

Horas después de la respuesta china, Trump decretó una nueva alza arancelaria, esta vez hasta 125% sobre todas las importaciones chinas, el nivel más alto registrado hasta ahora. La medida entró en vigor de inmediato. Beijing no ofreció señales de retroceso sino que mantuvo una postura firme y desafiante.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lin Jian, rechazó enérgicamente las últimas decisiones de Washington y afirmó que "nunca se aceptará tal intimidación". Reiteró que la soberanía y los intereses de desarrollo del país son innegociables, y advirtió que están preparados para continuar luchando si Estados Unidos insiste en una guerra tributaria.

Mientras tanto, Trump anunció una "pausa" de 90 días en los aranceles recíprocos, excluyendo explícitamente a Beijing. Según explicó en una publicación en Truth Social, esa pausa solo aplicará a los países que no respondieron con represalias, a los cuales se les aplicará una tarifa base de 10%.

En contraste, las tasas contra China seguirán aumentando hasta alcanzar 125%.

¿Qué ha hecho el gobierno de Xi Jinping?

China se muestra como un actor paciente pero determinado. Lejos de improvisar, ha desarrollado durante años capacidades de resistencia frente a una eventual disociación económica.

Según Mao Zhenhua, profesor de economía en la Universidad de Hong Kong y codirector del Instituto de Investigación Económica de la Universidad Renmin: "Trump ha anticipado repetidamente sus planes arancelarios durante la campaña y tras su reelección, por lo que China contaba con planes de contingencia para cualquier eventualidad", explicó el académico.

La nueva respuesta china no es reactiva sino parte de una reconfiguración estructural frente a la presión estadounidense.

Según fuentes del Eurasia Group, el gobierno tiene al menos cinco medidas de respuesta listas para activarse, entre ellas:

  • Suspender la colaboración en iniciativas relacionadas con el fentanilo.
  • Limitar las exportaciones agrícolas estadounidenses.
  • Imponer restricciones a las importaciones de aves de corral de Estados Unidos.
  • Bloquear la venta de servicios estadounidenses en China, como diseño, consultoría, servicios financieros y legales.
  • Iniciar investigaciones sobre las prácticas de propiedad intelectual de empresas estadounidenses.

El enfoque de la República Popular es claro: resistir con proporcionalidad y determinación. Estos planes estratégicos van desde la suspensión de cooperación en temas sensibles hasta restricciones a sectores económicos claves de Estados Unidos.

Estas acciones apuntan no solo al frente comercial sino también a influir en sectores políticamente sensibles dentro del próximo ciclo electoral estadounidense.

En paralelo, el discurso oficial chino ha reforzado su rechazo a la "intimidación económica" de Washington calificando las políticas arancelarias como coercitivas, unilaterales y contrarias a los principios del libre comercio.

Más allá de lo inmediato, la administración de Xi Jinping ha dejado claro que no cederá ante presiones tributarias ni chantajes políticos. En un libro blanco publicado por la Oficina de Información del Consejo de Estado, el gobierno condena las medidas estadounidenses como "coercitivas", "unilaterales" y contrarias a los principios del libre comercio internacional.

Y aunque reconoce el golpe sobre sus industrias exportadoras, también subraya que Estados Unidos ya no ocupa la misma posición en su estructura comercial: las exportaciones chinas hacia ese país representan ahora solo 14,7% del total, frente a 19,2% en 2018.

El coronel superior retirado del Ejército Popular de Liberación (EPL), Zhou Bo, quien ahora es investigador principal del Centro de Seguridad y Estrategia Internacional de la Universidad de Tsinghua, advierte que China ya ha aprendido la lección del primer mandato de Trump.

La desvinculación forzada por Washington no solo ha sido asumida, sino capitalizada: China ha reducido significativamente su dependencia del mercado estadounidense y ha avanzado con paso firme en sectores estratégicos de alta tecnología. Para Zhou, el regreso de Trump no altera el rumbo: "Hemos aprendido de nuestra experiencia anterior, y ahora estamos tomando la iniciativa".

El margen de maniobra es cada vez mayor.

Según Dan Wang, director para China del Eurasia Group, el margen de beneficio del sector exportador de este último oscila actualmente entre 30% y 40%. Esto significa que cualquier arancel superior a 35% impuesto por Estados Unidos eliminaría casi por completo ese margen, haciendo prácticamente irrelevante si el arancel alcanza 70% o, incluso, cifras extremas como 1000%. En sus palabras: "Básicamente impide a China comerciar directamente con Estados Unidos".

Si bien las tasas dificultan el acceso directo al mercado estadounidense, no implican una paralización de las exportaciones. Wang señala que el sector exportador chino ya está adaptándose: busca diversificar mercados y reducir los envíos directos a EE.UU., manteniendo operaciones indirectas y regionales.

En este contexto, mientras el yuan se mantenga relativamente estable frente al dólar, el mayor peso del ajuste recaerá sobre los consumidores estadounidenses, que asumirán precios más altos en lugar de los productores chinos.

Alicia García-Herrero, economista jefa para Asia-Pacífico del banco Natixis, refuerza esta tesis. Desde su perspectiva, el mercado estadounidense ya está virtualmente cerrado para los productos chinos, por lo que el nuevo aumento de 50% anunciado por Trump "no representa una amenaza efectiva".

Más que una herramienta comercial, sostiene, esta medida revela hasta qué punto Estados Unidos busca contener a China frente al resto del mundo, incluso antes de que Beijing tomara represalias.

García-Herrero agrega que el país asiático respondió por dos razones cruciales: fue señalado directamente por Washington y, además, tiene la capacidad de responder.

En este marco, la Casa Blanca aplicó una doble estrategia: por un lado, inició negociaciones para ampliar los plazos de los aranceles a terceros países; por el otro, intensificó la presión sobre China como advertencia a otros actores. Así, más que una medida económica puntual, las tarifas están funcionando como un instrumento de política exterior para disuadir cualquier intento de réplica multilateral, es decir, podría materializarse en una coordinación conjunta de países afectados que les hagan frente a esos gravámenes.

Desde una perspectiva estructural, el profesor Mao subrayó que el déficit comercial estadounidense no se debe al intercambio con China en sí sino a un patrón económico más profundo. "Estados Unidos no tiene déficit porque comercie con China. Estados Unidos utiliza su dólar para intercambiar bienes del extranjero, por lo que siempre enfrentará déficits", afirmó.

En este sentido, cualquier intento de negociación con la administración de Xi, advierte, deberá ir precedido por un reconocimiento y corrección de las causas estructurales del déficit comercial estadounidense, que en 2024 alcanzó los 295 400 millones de dólares en su balanza bilateral con China.

China no busca escalar el conflicto, pero tampoco está dispuesta a retroceder. En el mediano plazo, su apuesta combina tres ejes: contención diplomática, ajustes estructurales internos y expansión de nuevos mercados.

Todo indica que la guerra comercial no terminará en el corto plazo.

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