Lun. 13 Enero 2025 Actualizado 3:52 pm

Donald Trump promete aumentar la producción de petróleo en Estados Unidos

Donald Trump promete aumentar la producción de petróleo en Estados Unidos (Foto: Getty Images / Bloomberg)
Entre promesas políticas y realidades técnicas

¿Es posible un aumento considerable de la producción petrolera de EE.UU.?

El 6 de enero el presidente estadounidense, Joe Biden, en una de sus últimas acciones gubernamentales anunció una prohibición a nuevas perforaciones de petróleo y gas en alta mar en gran parte de la zona costera de Estados Unidos, específicamente en 625 millones de acres de aguas federales.

Esta decisión, fundamentada en la Ley de Tierras de la Plataforma Continental Exterior de 1953, se envuelve en el pretexto de buscar proteger áreas marinas sensibles como las costas de California, Florida y otras del norte del mar de Bering en Alaska. Biden justificó la medida afirmando que estas perforaciones no son esenciales para cubrir las demandas energéticas del país.

Sin embargo, el presidente electo Donald Trump prometió revocar de inmediato la decisión del presidente saliente. Desde Florida, el republicano aseguró que en su primer día en el cargo eliminará esta prohibición, y señaló su intención de impulsar la producción nacional de petróleo y gas, aspecto central de su política energética.

La administración saliente ha emprendido acciones estratégicas que buscan crear cortocircuitos en nodos de interés económico y energético que dificultan la implementación de la agenda política prometida por Trump.

A pesar del potencial político de las propuestas del próximo presidente, la realidad técnica de aumentar la producción de petróleo plantea interrogantes.

Capacidad de aumento en la producción

Estados Unidos es el mayor productor mundial de crudo, con una producción promedio de un poco más de 12 millones de barriles diarios (b/d). No obstante, ampliar esta capacidad implica obstáculos que complejizan su expansión rápida y directa.

La industria del petróleo de esquisto, que ha sido un pilar del crecimiento energético del país, presenta ventajas y limitaciones. Uno de sus principales rendimientos es que su producción de ciclo corto permite respuestas rápidas a cambios en el mercado, como aumentos en los precios del crudo, lo que otorga flexibilidad para ajustar la producción según la demanda.

Por ejemplo, en el periodo 2017-2019 Estados Unidos logró añadir 3 millones de b/d en tan solo dos años. Más recientemente, entre 2020 y 2023 se sumaron 2 millones de b/d adicionales de esquisto. Pero estas cifras históricas no garantizan que una expansión similar sea viable en el corto plazo debido a varios factores estructurales:

  1. Expectativas de los inversores: en los últimos años, los accionistas han demandado una mayor disciplina de capital priorizando la rentabilidad y el flujo de caja libre sobre el crecimiento agresivo. Este enfoque limita la inversión en nuevas perforaciones, incluso cuando los precios del crudo son altos, lo cual retrasa la capacidad de respuesta de la industria.
  2. Problemas en la cadena de suministro: equipos especializados como plataformas de perforación y bombas hidráulicas ya operan cerca de su capacidad máxima, con tasas de utilización superiores a 90%. Cualquier intento de expansión rápida chocaría con restricciones de disponibilidad, lo que aumenta los costos y complica los plazos de implementación.
  3. Declinación natural de los pozos: los pozos de esquisto tienen tasas de declinación extremadamente altas, lo que significa que su producción inicial se reduce drásticamente en el primer año. Esto obliga a las empresas a perforar constantemente para mantener o aumentar los niveles de producción, lo que encarece las operaciones.
  4. Condiciones del mercado global: las tensiones geopolíticas y los cambios en las dinámicas económicas globales están moldeando las proyecciones de demanda de petróleo. En el caso de China, cuyo mercado es altamente deseado para la industria petrolera, su enfoque en consolidar sectores estratégicos y avanzar hacia una transición energética más sostenible podría estar moderando temporalmente el crecimiento de su demanda de crudo. Según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), se espera que la demanda mundial de petróleo crezca en 1,2 millones de b/d en 2025, cifra que refleja ajustes en función de estas dinámicas de consumo.

En definitiva, si bien Estados Unidos puede contar con la capacidad técnica para incrementar su producción de crudo, esta expansión no es un proceso aislado ni automático. Los factores no solo ralentizan el ritmo de expansión sino que también plantean dudas sobre la viabilidad y sostenibilidad a largo plazo.

Políticas para intentar incrementar la producción petrolera

En cuanto a las políticas que adopte Trump para incrementar la producción petrolera, se pueden vislumbrar ciertas aproximaciones del enfoque que implementará con base en sus discursos:

  1. Reformas en la Agencia de Protección Ambiental (EPA): ajustar regulaciones restrictivas para facilitar las operaciones extractivas, bajo el argumento de fortalecer la independencia energética del país.
  2. Incentivos fiscales: ofrecer deducciones y beneficios fiscales a las empresas que inviertan en exploración y producción, lo que fomenta una expansión acelerada.
  3. Revisión de regalías federales: reducir las tasas aplicadas a la extracción en tierras federales, lo que haría estas áreas más atractivas para las inversiones en el sector.
  4. Alianzas con gobiernos estatales: establecer acuerdos con estados claves para simplificar procesos regulatorios y administrativos, y así crear un entorno más favorable para la expansión de la producción.

No obstante, estas medidas también requerirían un equilibrio entre las demandas de los inversores, que priorizan la rentabilidad sobre la expansión, y las limitaciones logísticas actuales, como la capacidad de la cadena de suministro y la disponibilidad de equipos especializados.

Por otro lado, el crecimiento de la demanda mundial también está en disputa. Mientras que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé un aumento de 950 mil b/d en 2025, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) estima un crecimiento de 1,74 millones de b/d. Estas diferencias reflejan las incertidumbres sobre la recuperación económica y el ritmo de la transición energética hacia fuentes alternativas.

Este contexto subraya que las promesas de revitalización energética enfrentan barreras significativas que van más allá de la voluntad política. Las limitaciones técnicas, económicas y geopolíticas plantean desafíos que podrían frustrar cualquier intento de expansión rápida de la producción petrolera en Estados Unidos.

Dicho esto, Estados Unidos sí tiene capacidad para aumentar su producción de crudo. La verdadera interrogante radica en hasta dónde puede llegar esta ampliación, dadas las complejidades del entorno global y las restricciones internas que determinan el ritmo y, sobre todo, la sostenibilidad de este crecimiento.

¿Es factible que Trump pueda eliminar la medida de Biden?

El entramado legal y administrativo que regula las decisiones presidenciales en política energética convierte el camino hacia la reversión de las medidas de Biden y la promoción de una mayor producción petrolera en un proceso lleno de encrucijadas. Aunque el presidente tiene facultades ejecutivas, ellas están sujetas a un intenso escrutinio judicial y legislativo, cuestión que podría entorpecer las intenciones de implementar su agenda en esta materia.

Una de las principales herramientas a disposición de Trump sería la emisión de la típica orden ejecutiva para revocar la prohibición de nuevas concesiones de perforación en tierras y aguas federales. Sin embargo, precedentes legales como el fallo judicial de 2019, que bloqueó un intento de Trump de revertir protecciones establecidas por Obama en el Ártico, dejan claro que el poder ejecutivo no tiene autoridad unilateral para deshacer protecciones previamente instituidas sin la aprobación del Congreso.

Esto significa que cualquier cambio dependerá en gran medida de la voluntad del legislativo, donde una mayoría republicana en ambas cámaras podría agilizar reformas legales que respalden sus objetivos.

Sin embargo, incluso con apoyo legislativo, las acciones de Trump enfrentarían impugnaciones legales. Organizaciones ambientalistas, gobiernos locales y otros actores con intereses en la protección del medio ambiente probablemente presentarían demandas en tribunales federales, lo que podría retrasar el desarrollo de sus políticas.

En resumen, si bien Trump cuenta con herramientas legales y administrativas para intentar cumplir sus promesas, las restricciones impuestas por precedentes judiciales, barreras regulatorias y la oposición política y social presentan un panorama complejo. Su potencia para avanzar en esta agenda dependerá no solo de su habilidad para movilizar el apoyo del Congreso y la industria, sino también de diseñar estrategias que resistan los inevitables desafíos legales.

En resumen, aunque Estados Unidos tiene las vías para aumentar su producción petrolera, el verdadero desafío radica en hasta dónde podrá llegar. La expansión no es un proceso lineal, sino que depende de factores claves como las restricciones logísticas, las decisiones judiciales y la voluntad del Congreso. Aunque Trump podría revertir algunas de las medidas de Biden, el éxito de su agenda dependerá de cómo maneje estas complejidades y cómo navegue en el intrincado terreno legal y político. El crecimiento en la producción es posible, pero su sostenibilidad y ritmo dependerán de múltiples variables, dentro y fuera del país.

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