Mar. 25 Febrero 2025 Actualizado 3:52 pm

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La disputa geopolítica por el dominio de la IA se intensifica (Foto: Wong Yu Liang)

DeepSeek y el "Momento Ford" de la economía mundial

La AI china surge de otro modelo de desarrollo que está instalando una transición global.

El lanzamiento del modelo de inteligencia artificial de China, DeepSeek, encendió varias alarmas en Washington, Wall Street, Silicon Valley y el Occidente geopolítico. Con el lanzamiento, el "gigante asiático" demostró su capacidad para competir en la frontera de una de las tecnologías centrales del futuro, que está en el corazón de la actual revolución tecno-productiva en curso, con costos y consumo de recursos ridículamente más bajos al de sus competidores estadounidenses.

Ante la conmoción, en los medios anglosajones y en sus distintas repetidoras, numerosos analistas y periodistas comenzaron a hablar del "Momento Sputnik", en referencia al momento en que la Unión Soviética lanzó el primer satélite artificial al espacio, el 4 de octubre de 1957, poniendo en evidencia sus avances en dicha tecnología clave y sus capacidades en la industria aeroespacial, frente a los Estados Unidos. Sin embargo, más que un "Momento Sputnik" nos encontramos en realidad en lo que podríamos denominar un Momento Ford.

Esto es difícil de entender para quienes piensan —de forma equivocada— la transición de poder actual bajo el modelo de Guerra Fría. Pero resulta sencillo si cambiamos la perspectiva y vinculamos la actual transición, aun con sus profundas diferencias, con el proceso que se produce a principios del siglo XX y se encuentra delimitado por el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 y el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945.

Momento Ford

El "Momento Sputnik", todo un símbolo de la capacidad de desarrollo tecnológico de la URSS, se produce en pleno auge de la hegemonía estadounidense o anglo-estadounidense, con los EE.UU. siendo la gran fábrica del mundo, además de centro financiero y comercial. Es decir, la potencia norteamericana era el gran centro económico mundial, que lideraba la mayoría de las tecnologías de vanguardia desplegadas en el sector productivo, en el marco de innovaciones en las relaciones de producción y reproducción social de una particular forma (modelo) de desarrollo.

Así como el "Momento Sputnik" simboliza un punto crítico de la competencia estratégica bipolar durante la Guerra Fría, lo que denominamos el "Momento Ford" expresa otra cosa: simboliza un cambio estructural en el capitalismo mundial, con centro en los Estados Unidos.

El "Momento Ford" no refiere meramente a una empresa que aparece a la vanguardia de la producción de bienes de consumo, masificando lo que hasta ese momento era un bien de lujo, el automóvil. Expresa la emergencia de un conjunto de agentes económicos que revolucionan los procesos productivos, en tanto manifestación avanzada de una formación social en pleno ascenso a centro económico mundial.

Ford revolucionó la industria automotriz, sector de vanguardia a principios del siglo XX. Lo hizo con el desarrollo de la producción en masa —grandes cantidades de productos idénticos de forma estandarizada—, junto con la enorme reducción de los "costos" por la absorción de un conjunto de innovaciones: la cadena de montaje, la organización científica del trabajo (conocido como taylorismo) e importantes transformaciones en relación a la contratación y consumo de la fuerza de trabajo.

El fordismo como fenómeno forma parte, además, del desarrollo del capital multinacional estadounidense, que se expande por el sistema mundial con un conjunto de filiales bajo una nueva forma superior de organización capitalista. En otras palabras, Ford y otras compañías multinacionales, que integran gigantes financieros, significan el despliegue de una nueva forma o “modelo” de producción y acumulación dentro del capitalismo, que se desarrolla en el nuevo gran taller del mundo a partir de principios del siglo XX.

Esta revolución al interior del capitalismo coincide con el inicio de una guerra hegemónica de 30 años —una bisagra entre dos épocas históricas. Al comienzo del proceso Gran Bretaña conservaba, todavía, el control de la moneda global y un inmenso imperio, lubricado por las redes bancarias controladas por la City de Londres. Pero no podía ocultarse su declive. La economía norteamericana era el nuevo gran centro productivo emergente, con un PBI real muy superior al del viejo hegemón, seguida de lejos por Alemania, que carecía de un imperio colonial como el inglés o una escala territorial continental como la estadounidense. Allí se estaban forjando, en su forma más avanzada, las grandes innovaciones organizativas y tecnológicas, tanto económicas como políticas, sobre las cuales se asentaría su hegemonía.

En otras palabras, el "Momento Ford" forma parte del inicio de una transición del sistema mundial marcada por el quiebre de la hegemonía británica, las dos guerras mundiales y una gran transformación capitalista, que tiene en su otro polo como parte del mismo proceso histórico-espacial, la activación de las masas trabajadoras, campesinas de las periferias: la revolución rusa, la revolución china, la liberación nacional de India, los nacionalismos populares democráticos en América Latina, etc.

La gran crisis del capitalismo mundial que se produce en los años 30’ está asociado a este nuevo paradigma tecno-económico y a las fuerzas que desata esta nueva forma o "modelo" de acumulación-producción-desarrollo. Su despliegue se traduce en una enorme "destrucción creativa", al devenir obsoletas las formas anteriores de producción, con sus dos caras: una enorme destrucción de valor, por un lado, y la gestación de nuevas fuerzas productivas, por otro.

Las grandes crisis, como las guerras, son bisagras entre una época histórica y otra, entre una territorialidad y otra.

La irrupción de Deepseek

Lo concreto. DeepSeek fue desarrollada con una inversión de apenas 5,5 millones de dólares, por investigadores, informáticos y desarrolladores chinos. Produce cada token a un costo 27 veces menor que su contraparte estadounidense OpenIA, utilizando mucha menos energía y muchísimos menos componentes para obtener resultados similares.

Además, es de código abierto, por lo que la comunidad global puede acceder, mejorar y adaptar la tecnología. Es decir, cualquier PYME puede, por ejemplo, tomar el código y desarrollarlo en función de sus propias necesidades o incluso vender servicios informáticos, sin necesidad de compartir datos.

El acceso libre de Deepseek suma un elemento totalmente disruptivo en esta tecnología clave de la de la revolución tecnológica. El mismo camino siguieron con sus modelos de IA los gigantes tecnológicos chinos Alibaba y Tencent, que también muestran capacidades de frontera.

Esto significa una profunda democratización tecnológica, lo cual choca de frente y pone en crisis el modelo de Wall Street/Silicon Valley/Pentagon System, centrado en los grandes monopolios tecnológicos (Big Tech), apalancados por un Estado del cual son parte sustancial (incluso cada vez más en el comando directo, sin mediaciones), que otorgan impresionantes retornos financieros. Esto ha impulsado una fenomenal burbuja en el sector, ya que es parte de una fase de financiarización de los Estados Unidos, en donde una inmensa masa de capital ficticio se vuelca con desesperación a los sectores de punta que otorgan ganancias extraordinarias al apropiarse de rentas extraordinarias garantizadas por el establecimiento de monopolios tecnológicos.

La otra cuestión disruptiva que se plantea ahora con Deepseek es la commoditización de los modelos de LLM (modelos lingüísticos grandes) de IA. Por lo que es inevitable pensar cómo ello afecta al "modelo de negocios" de Wall Street/Silicon Valley/Pentagon System.

No resulta casual que apenas irrumpió en el mercado la app china (y aquí la palabra mercado es central para entender otra de las diferencias con el Momento Sputnik) hubo una enorme corrección bursátil que destruyó valor por 600.000 millones de dólares. Igualmente, las cotizaciones luego se recuperaron. No llegó a pincharse la burbuja. Hay, todavía, mucho gas financiero y monetario; aunque nos acercamos cada vez más al estallido. Además, como en el caso de Lehman Brothers, las burbujas suelen pincharse desde adentro.

La paradoja que plantea Deepseek —que ni siquiera es una empresa especializada en modelos de IA sino que hace trading algorítmico— es que hizo de una debilidad su fortaleza: como no podía acceder al hardware más avanzado para entrenar a sus modelos debido al bloqueo tecnológico estadounidense —en el marco de la guerra tecnológica planteada por la potencia del norte para intentar detener del desarrollo de su "rival sistémico"— entonces utilizaron el hardware menos potente, pero haciendo innovaciones críticas en la propia arquitectura del modelo para obtener los mismos resultados que, por ejemplo, OpenAI. En otras palabras, producto de la creatividad para la articulación de innovaciones y conocimiento, obtuvo un desarrollo de frontera con mucho menos dinero, mucho menos equipo (y más "viejos"), y con un modelo que por su arquitectura usa mucho menos energía.

Una vez más, resuena la advertencia de Henry Kissinger: aplicar a China la política de contención militar de la Guerra Fría "es imprudente". Y puede tener un impacto catastrófico. Especialmente para los Estados Unidos.

Ante ello, el Plan de EE.UU. para invertir 500.000 millones de dólares en infraestructura de AI comandado por las Big Tech hace un poco de ruido y lleva a preguntarse en los diferenciales de eficiencia y eficacia. Lo mismo pasa en la guerra en Ucrania entre Rusia y la OTAN si comparamos presupuestos relativos, producción y resultados.

Revolución tecno-productiva y socialismo de mercado

Deepsteek nace en un ecosistema. No sólo muestra las capacidades de China en las tecnologías de vanguardia de la revolución en curso. Al igual que BYD (autos eléctricos), antes Huawei en 5G o el liderazgo de empresas china en las tecnologías vinculadas a la transición energética, simboliza su enrome competitividad, basada en permanentes saltos de productividad y avances en materia tecnológica, con una fuerza de trabajo con grandes destrezas, creatividad, formación y autogestión.

Lo clave, además, es que se produce en el nuevo gran taller industrial del mundo, cuyo producto industrial es casi tres veces el de los EE.UU., constituyéndose en nuevo centro económico emergente. Y lo que se observa de fondo es el despliegue otro modo de producción/acumulación/desarrollo, que sintetiza un conjunto de innovaciones y arreglos organizacionales.

Resulta fundamental entender que DeepSeek o BYD o Huawei, etc., son agentes económicos ligados a un modelo de desarrollo emergente en China —y en cierta medida en el Este asiático. El socialismo de mercado representa otro modo de producción/acumulación/desarrollo. Como explicamos en el libro China en el (des)orden mundial, este “modelo” combina una gran economía de mercado, con la planificación estratégica estatal a un nuevo nivel y grandes conglomerados públicos que están en el corazón de la economía nacional, junto al capilar protagonismo comunitario o local en la base, a partir de una enorme capacidad de descentralización de los procesos de implementación de los grandes lineamientos centrales. Esta combinación contradictoria es fundamental para llevar adelante objetivos de desarrollo de sus fuerzas productivas, a la vez que operar bajo la eficiencia relativa que impone el mercado y el sistema de precios, como también incorporar objetivos de bienestar social relativo.  La influencia programática de la llamada “neoizquierda” a partir del ascenso de Xi Jinping en este último sentido, a partir del impulso de reformas claves. 

En este “modelo” las empresas del sector público representan el 30% del empleo, pero si miramos a nivel de activos, ascienden a 45%, mientras que el sector privado nacional y asociaciones con transnacionales 35% y la combinación público-privada 20%. Además, el concepto de "privado" es un tanto diferente al Occidental, teniendo en cuenta, por ejemplo, la participación dentro de las grandes empresas privadas de comités del Partido Comunista Chino (PCCh).

La mayor parte de ese 30% del empleo que representan las empresas públicas está aglutinado en las 38.400 compañías que controla la Comisión estatal para la supervisión y administración de los activos del Estado (SASAC, por sus siglas en inglés) por medio de 100 grandes conglomerados. SASAC es el centro de comando del sistema industrial chino, clave para entender las innovaciones institucionales que permitieron un salto cualitativo en términos de modelo de desarrollo.

Mientras los Estados de las economías capitalistas centrales no poseen las herramientas suficientes para salir del estancamiento relativo y apelan a una mayor financiarización —en tanto el gran capital financiero es una fuerza dominante en el Estado—, el control nacional de las finanzas le permite a China no solo no perder gran parte del excedente que produce sino tener la capacidad de sostener programas de inversión masiva y planes de desarrollo, como se hizo en la gran recesión de 2008-2009 para mantener el crecimiento. Ello no quiere decir que no tenga sus propios problemas, como la burbuja en el sector inmobiliario. Pero hay una diferencia de gestión clave: mientras en el capitalismo neoliberal la solución se centra en rescatar al gran capital que conduce el Estado (como el rescate de la banca en la crisis de 2008) en detrimento de la sociedad, en China la gestión es completamente diferente y los privados pierden.

Esta conducción del excedente se combina con la capacidad de planificación con el fin aumentar constantemente la productividad, mejorar las condiciones de vida, desplegar enormes planes de infraestructura (que por ejemplo explican por qué China tiene el 50% de las vías de trenes de alta velocidad del mundo), combatir desigualdades sociales y espaciales y desarrollar la ciencia y la tecnología. Resulta inexplicable la aparición de DeepSeek, así como otras empresas de vanguardia, sin los 14 planes quinquenales llevados a cabo hasta el momento o el plan Made in China 2025 puesto en marcha en 2015 para avanzar en términos tecnológicos-productivos en 10 ramas industriales estratégicas.

Como observa en un posteo reciente Luiz Eduardo Melin de la PUC Rio de Brasil (Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro), hay un contraste clave entre el capitalismo neoliberal de Occidente y el socialismo de mercado de China: en las primeras el apoyo gubernamental no tiene otro propósito que favorecer los principales conglomerados privados, ayudándoles en su proceso de acumulación patrimonial. El Estado chino, por el contrario, direcciona su apoyo para objetivos que van más allá de los intereses de uno u otro grupo empresarial. Es decir, la enrome inversión en investigación y desarrollo provista por el Estado no está enfocada en garantizar las superganancias de las empresas y sus dueños, apalancando el proceso de acumulación privado, sino que se enfoca en promover capacidades para que produzcan de forma competitiva, pero con el fin de alcanzar objetivos estratégicos de desarrollo y/o de atender necesidades sociales de forma eficiente y sustentable.

Por otro lado, resulta también clave cómo está organizada la competencia. Si en la perspectiva occidental, bajo la mentalidad de Nueva Guerra Fría, todos los avances de China están en relación a la competencia con los Estados Unidos, hay que comprender que, si bien eso existe, dentro de China la competencia interna tiene un papel fundamental. Y esta competencia es en dos niveles: entre ciudades y provincias (que tienen tamaños de países) en la implementación efectiva de los planes de desarrollo y crecimiento, como también la competencia entre empresas tanto públicas como privadas y mixtas.

En resumen, la planificación estratégica llevada a un nuevo nivel y la conducción de la inversión, que va de la mano con la administración del excedente económico; el lugar central de sector público y la combinación con distintas formas de propiedad (capitalistas y no capitalistas); la forma de organizar una inmensa economía de mercado y la competencia en relación a objetivos de desarrollo; la capacidad de descentralización bajo una conducción central y las fortalezas de las instancias locales; y las destrezas, la formación y las capacidades organizaciones de su fuerza de trabajo, entre otros elementos, son aspectos fundamentales de este modo de producción/acumulación/desarrollo emergente (no exento de importantes contradicciones internas y desafíos en un mundo en guerra).

Por todo esto que se señaló, el momento actual se parece más al Momento Ford, aunque a la vez sea claramente diferente por su características y protagonistas. Nos encontramos en plena transición de poder: quiebre de la hegemonía estadounidense, transformación estructural del sistema mundial (cuyo nuevo centro económico dinámico es el Este y Sur de Asia) y emergencia de nuevos poderes. Y estamos atravesando una nueva revolución tecnológica-productiva —la “cuarta” según la mirada eurocéntrica que sólo cuenta a partir de cuando ellos comenzaron a liderarlas, a fines del siglo XVIII— en la que el socialismo de mercado con características chinas, aún con sus propios problemas, pareciera presentar ventajas competitivas fundamentales.

Veremos si China tiene la capacidad para resistir las iniciativas de contención —propias de la Guerra Mundial Híbrida en curso— que la tienen como foco principal (rival sistémico).


Este artículo fue publicado originalmente en el medio Tektónikos el 25 de febrero de 2025.

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