Jue. 02 Mayo 2024 Actualizado 10:23 am

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La vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez junto a altos funcionarios de la Unión Europea (Foto: Cancillería de Venezuela)

Cumbre UE-CELAC: una fotografía (divergente) del momento atlántico

Luego de ocho años, la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) se encontraron en una cumbre que confirmó los cambios que, a nivel global, pero sobre todo a lo interno de ambos bloques —y fundamentalmente en la Celac—, se vienen experimentando.

Si bien suman ya nueve cumbres birregionales desde la primera realizada en Río de Janeiro en 1999, sólo tres han sido en el formato Celac-UE:

  • La de Santiago de 2013, que recoge el interés de fortalecer y profundizar el diálogo y la asociación a ambos lados del Atlántico, sobre temas de interés común expresados en las cumbres anteriores,

  • La de Bruselas 2015, donde, por cierto, se incorpora una tímida —pero importante mención— al nefasto Decreto Obama (numeral 20), que iba a servir de andamiaje para las sucesivas medidas coercitivas que se iban a implementar contra Venezuela, y en las que viene participando Europa; y la recién finalizada

  • Cumbre de Bruselas 2023, atravesada por una serie coyunturas mundiales que condicionó las discusiones del foro y su tan anhelada declaración final...

Lo cierto es que, como quedó en evidencia y más allá de la grandilocuencia de la fraseología tipo "visión compartida", "intereses comunes" o "relación histórica" propia del lenguaje diplomático de la Declaración de la Cumbre de Bruselas 2023, el abordaje que Europa y América Latina y el Caribe (ALyC) tienen del contexto mundial actual es, por lo menos, distinto.

El cómo se piensa la relación comercial birregional, cómo se asume la Operación Militar Especial (OME) en Ucrania y hasta cómo percibe Europa la interacción de ALyC con los nuevos actores internacionales son temas que impiden un relacionamiento a la medida de Europa.

Una relación comercial… neocolonial

Según la CEPAL, en 2022 ingresaron a América Latina y el Caribe 224 mil 579 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED), cifra 55,2% superior a la registrada en 2021. La UE —sin Países Bajos y Luxemburgo— detenta 17% de esa cantidad, superada solamente por Estados Unidos, con 38%, lo que la convierte en el segundo inversor en la región.

Si bien el comercio de bienes birregional muestra una recuperación en 2021, al alcanzar los 239 mil millones de dólares, la cifra es menor a los 250 mil millones de dólares registrados entre 2011 y 2014. Además, un dato que debe llamar a la reflexión es la composición de dicho comercio.

En el lapso 2019-2021 los bienes primarios y las manufacturas basadas en recursos naturales representaron casi tres cuartas partes del valor de las exportaciones regionales, mientras que las manufacturas de tecnología media y alta representaron dos tercios del valor de sus importaciones. En dicho período la región solo obtuvo un superávit comercial con la UE en bienes primarios. Esta realidad nos coloca frente un hecho concreto, como lo es la primarización del comercio de ALyC con Europa.

Llegamos a esta conclusión no solo a partir de los datos sino también cuando analizamos los pronunciamientos de los mismos líderes latino-caribeños, de distinto signo político, durante la Cumbre, desde la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez, quien destacó los desequilibrios existentes entre ambos bloques en cuanto a PIB o a emisión de gases de efecto de invernadero, o del presidente uruguayo Lacalle Pou, quien asumiendo la realidad de esta primarización destaca que América Latina "no es solo eso".

No obstante, especial mención hacemos a los pronunciamientos de los voceros de las dos economías más grandes de la región latino-caribeña, Brasil y México:

  • El presidente Lula en su discurso habló de la necesidad de poner fin "a una división internacional del trabajo que condena a América Latina y el Caribe al abastecimiento de materias primas y mano de obra migrante, mal remunerada y discriminada".

  • Mientras que la Secretaria de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcenas afirmaba que "no podemos ni queremos mantener el paradigma del centro-periferia. Nos negamos a seguir siendo los proveedores de materias primas críticas y mano de obra de baja calificación con peores salarios".

Realizar estos cuestionamientos a las puertas de las firmas de, por un lado, un acuerdo comercial entre la UE-Mercosur en el caso brasileño y, por el otro, de un Acuerdo Global con la Unión Europea, en el caso mexicano, no es poca cosa y es elocuente sobre los cuestionamientos que de este lado del Atlántico se le está realizando a la forma "tradicional" en que Europa concebía/concibe el relacionamiento comercial con AlyC.

Por no destacar, para evitar complejizar aun más, la prepotencia con que la UE —Occidente— mira el resto del planeta, resumible en las declaraciones de Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, cuando cataloga la mayoría del mundo como una "jungla" que puede poner en riesgo la seguridad y valores europeos.

El punto es que el primer (des)encuentro que nos salta a la vista en esta reunión de viejos amigos, como indicara Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, fue la materia comercial; aunque no fue el único.

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Europa y América Latina pactan una nueva agenda de cooperación e inversiones (Foto: CAF)

Ucrania, UE y CELAC

Existió un interés explícito de parte de la UE en traer el debate sobre la OME rusa en Ucrania al seno de la Cumbre y hacer de su discusión un tema central en la cita, cosa que fue denunciada por los representantes de la Celac, con algunas excepciones ya no vergonzosas sino hasta ridículas, como la del presidente chileno Gabriel Boric.

El posicionamiento que la región latino-caribeña aglutinada en la Celac ha tenido sobre la operación rusa en Ucrania se hizo sentir nuevamente en la Cumbre UE-Celac de Bruselas. Posición que, es bueno recordar, no es nueva ni improvisada, como cierta prensa quiere mostrar.

Si bien desde algunos espacios multilaterales y al inicio de la operación muchos países de la región mostraron su condena a Rusia, como en la ONU con la resolución A/ES-11/L.1 de la Asamblea General y en la OEA a través de la Resolución CP/RES. 1195 (2374/22) por la cual se suspende el estatus de Rusia como observador permanente de dicha organización, también es muy cierto que la posición de la región fue diversa, y ha destacado la negativa a acompañar las resoluciones en algunos casos, o la abstención de pronunciarse en otros.

Pero más evidente aun fue la negativa general mostrada ante la solicitud de envío de armas desde ALyC hacia Ucrania que hicieron Estados Unidos y sus socios europeos —o más bien presión— y el rechazo a la solicitud de intervención/participación realizada por el presidente ucraniano en el contexto de la reunión de presidentes de Mercosur de 2022.

No era de extrañar, en este sentido, el posicionamiento de la región —como bloque diverso— al negar la participación de Zelenski en la reunión birregional —solicitada por el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez—, con lo cual se evitó que la cita adquiriese un matiz que no debía: centralizarla en la condena a Rusia.

Es que los temas de ALyC con Europa son otros: migración, inversión, comercio, etcétera, y tras años de ausencia eso debía orientar las discusiones. Así lo expresó Ralph Goncalves, primer ministro de San Vicente y Las Granadinas y presidente pro témpore de la Celac: "Esta cumbre no debe convertirse en otro campo de batalla inútil sobre discursos respecto a esta cuestión [Ucrania], que ha sido y sigue siendo abordada en otros foros más relevantes".

Si bien las posiciones de Cuba, Nicaragua y Venezuela han sido explícitas a la hora de no condenar la OME rusa, es muy cierto también los enfoques de países como Brasil, México, Argentina o Colombia, que no se suman a la narrativa otanista de criminalización rusa —políticas de "sanciones", aislamiento diplomático, confiscación de bienes rusos—, lo cual evidencia nuevamente el nuevo prisma geopolítico que la región va diseñando con sus matices, muy distante de esa hegemonía que durante la década de 1990 Estados Unidos —y Occidente— mantuvieron con respecto a nuestra región.

Aunque la postura en favor de la paz y la solución pacífica fue esgrimida en todo momento por los miembros de la Celac, manifestaciones como las de la italiana Giorgia Meloni, quien pidió que no se confundiera paz con invasión, e incluso la del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, quien solicitó evitar que "Rusia venza (…) porque el multilateralismo y nuestro sistema basado en normas se tambalearían", desentonaron desde el principio en cuanto al ambiente de construcción de consensos que siempre debe privar en este tipo de escenario, el cual se logró saldar con una mención al conflicto que no incluye una condena directa a Rusia.

Inversión a través de la Global Gateway para frenar a China

Considerada como una alternativa a la iniciativa de la Franja y la Ruta china, la Global Gateway es un mecanismo de financiación que pretende movilizar 300 mil millones de euros para 2027 con el fin de desarrollar la infraestructura global y las transiciones verde y digital.

Detrás de la inversión está la promoción de los llamados "valores europeos", la exaltación de los valores democráticos, los soportes no contaminantes, la buena gobernanza y transparencia, las relaciones entre iguales, la seguridad y la catalización de la inversión privada, y destacan que crean alianzas sin generar dependencias.

Organizaciones como Oxfam denuncian que en el caso latinoamericano este financiamiento está diseñado para reproducir desigualdades y perpetuar privilegios ya que la mayor parte de la inversión de Global Gateway irá destinada a proyectos de infraestructuras —y, por tanto, al sector privado— sin que tenga una incidencia real en la reducción de la desigualdad de la región.

A pesar de esto, Ursula Von Der Leyen anunció que "el Equipo Europa invertirá más de 452 mil 027 millones de euros en América Latina y el Caribe a través de nuestro programa Global Gateway", que incluye una lista de más de 130 proyectos para hacer realidad la transición verde y digital justa a ambos lados del Atlántico.

Según la presidenta de la Comisión Europea, la lista ha sido elaborada en estrecha cooperación con la Presidencia española y constituye la base para futuros diálogos con los socios de ALyC. Los proyectos incorporan, por solo citar algunos:

  • Materias primas críticas —como el litio y otros— en la región —Argentina, Chile—, así como con el Club de Materias Primas Críticas para fortalecer las cadenas de suministro sostenibles.

  • Telecomunicaciones en Brasil, Jamaica y Costa Rica.

  • Movilidad en Colombia.

  • Electricidad en Paraguay.

  • Hidrógeno verde en Chile.

Más allá de su capacidad para impulsar la inversión privada, que con la UE siempre ha sido cuestionada, no es extraño que muchos países no quieran aceptar las condiciones que la financiación europea parece exigir. Sobre todo en un contexto mundial cuando muchos países, no sólo China o Estados Unidos, pudieran asumir ese compromiso, como por ejemplo Türkiye, Rusia, Irán y la India con propuestas menos condicionadas que los convierten en financistas más atractivos.

Incluso, la Vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela anunció que algunos proyectos de gas en el estado Monagas, en el oriente del país, serán objeto de financiamiento de este mecanismo que, sin duda, es uno de los grandes logros alcanzados, por lo menos en el papel, en la Cumbre de Bruselas 2023, dato importante ya que recientemente la OFAC emitió una licencia para que las empresas ENI (Italia) y Repsol (España) pudieran operar mediante la explotación de condensados y la exportación de gas con PDVSA.

Declaración final

Se conoció desde el mismo fin de semana que las delegaciones de los distintos países, tanto de la UE como de la Celac, estaban teniendo problemas para consensuar una declaración que recogiera el espíritu de los bloques, y si bien los temas antes expuestos se ventilaron como puntos de desencuentros, al momento de compaginar posturas en una declaración final terminaron de evidenciarse.

La falta de un documento conjunto —posibilidad que estuvo latente hasta el mismo martes— en una reunión como la que tuvo lugar a principios de esta semana en Bruselas es una cuestión importante, especialmente si se considera que los dos bloques no se habían reunido ni discutido temas de interés mutuo en ocho largos años.

Ya no solo era la insistencia de la UE en que los países de la Celac condenaran abiertamente "la invasión rusa" sino, incluso, que querían evitar párrafos como los propuestos por los países del Caribe que hablaban sobre mecanismos de reparaciones por los siglos de esclavitud promovida por la colonización europea, y que la prensa europea llegó a catalogar de rencores históricos.

A esta situación debemos agregar la insistencia en inmiscuirse en temas de política interna de Venezuela sin la solicitud de su delegación —como lo es la convocatoria de elecciones o las medidas administrativas asumidas por órganos del Estado—, haciendo mención directamente en la redacción de un párrafo.

Mas allá de estos desencuentros, que fueron superados casi en su totalidad —solo Nicaragua no firmó la declaración final—, y que son una muestra más de las visiones distintas como se asume la realidad geopolítica actual en los dos lados del Atlántico, se logró consensuar una declaración final "más que razonable", según palabras del presidente Lula.

Dos años para construir consensos

La próxima cumbre birregional se realizará en 2025, cuando la presidencia pro témpore de la Celac la tenga Colombia y la de la UE probablemente esté a cargo de Dinamarca, dos años durante las cuales se podrá sopesar si las diferencias han disminuido o si, por el contrario, las brechas —producto de esa misma transición geopolítica que estamos viviendo— aumentarán con los costos obvios en materia de acuerdos y profundización del relacionamiento.

La evidencia de la cumbre recién finalizada es que el encuentro estuvo empañado por dos visiones contrarias, y a ratos irreconciliables, del mundo y la geopolítica. Esto abona a la idea, no aceptada por algunos pero más que obvia en la realidad, de la pérdida de liderazgo que Europa, siguiendo los pasos de Estados Unidos, están teniendo en la región latino-caribeña.

La situación refleja las complejidades de la geopolítica que atravesamos y la necesidad de los centros de poder occidental de impedir que Rusia y China —pero también otras potencias emergentes— desplieguen sus redes, su manera de percibir y entender el mundo; en definitiva, que ejerzan influencia en esta área tan importante del llamado Sur Global.

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