Lun. 02 Diciembre 2024 Actualizado 3:26 pm

MI-17 P.jpg

Un helicóptero MI-17 de fabricación rusa, en servicio en la Fuerza Aérea de Perú. Es parte de los suministros militares de Rusia en varios países de la región (Foto: Fuerza Aérea del Perú)

América Latina no debe involucrarse en el conflicto Rusia-Ucrania

Estados Unidos ha emprendido una estrategia a gran escala en los países integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), instándoles a deshacerse de las armas que adquirieron en la era soviética o en la era de la Federación de Rusia, para enviarlas a beneficio de Ucrania.

Esta operación transcurre en el marco de la guerra proxy de la OTAN contra la Federación, y ha implicado despachos de armamento a Europa del Este sin comparación desde la Segunda Guerra Mundial.

Desde que inició la Operación Militar Especial (OME) rusa, Ucrania ha empleado principalmente armamento que le fue entregado de la era soviética y en tiempos de la Federación (hasta 2014, cuando sobrevino el golpe del Maidán). También se han defendido con arsenal producido por su industria militar.

Asimismo han usado pertrechos entregados por países OTAN de manufactura rusa una vez inició la OME en 2022, esto por su compatibilidad con el armamento ucraniano y congruentes con la pericia de las tropas ucranianas.

Recientemente, Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido y Polonia han cruzado la llamada "barrera psicológica", la cual implica el envío de tanques de diverso tipo para pelear contra Rusia, evocando elementos de la segunda gran guerra.

Sin embargo, la entrega de equipos de infantería mecanizada a Ucrania es señal inequívoca de que Europa ya no cuenta con grandes cantidades de vehículos de combate rusos. Ya fueron entregados a Ucrania y machacados por Rusia. Conviene agregar que Ucrania contaba con más de 2 mil tanques activos al iniciar la OME.

Este importante movimiento de armas rumbo a Ucrania habría vaciado a Europa de los sistema de armas rusos de vieja y reciente data, creando una condición favorable para los fabricantes occidentales, especialmente Estados Unidos. Washington ha prometido sustituir las armas de origen ruso entregadas a Kiev, y entregar a cada país equipos similares de fabricación estadounidense.

Washington toca la puerta a América Latina

La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson, pidió a los países latinoamericanos ceder su equipamiento militar ruso a Ucrania. La generala adelantó que ofrecen reemplazar las armas por equipamiento estadounidense.

En dichas declaraciones, y no de manera accesoria, la alto mando militar fustigó la creciente "influencia" de Rusia y China en la región, enviando un tiro por elevación a los países de la región e instándolos a tomar partido.

Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Nicaragua, Bolivia, Cuba, México y Venezuela son países que poseen armas rusas. Venezuela es el que más posee en la región, con equipos de diversas gamas en los ramos de artillería, infantería, infantería mecanizada, defensa aérea (en todos los niveles), equipos de comunicaciones, sistemas de posicionamiento geográfico y aviación militar.

Con su solicitud, Washington prevé cabildear en su "espacio de influencia" y desplegar en la región el esquema que han aplicado en Europa. Pretenden vaciarla de armas rusas, aislando a Rusia del mercado de armas latinoamericano y garantizando la posición de ventaja de los estadounidenses como principal proveedor de armas.

De manera adicional, promueven una fisura en las relaciones de los países latinoamericanos con Rusia.

El canciller alemán Olaf Scholz tuvo una reciente visita a Argentina, donde el tema fue abordado. En rueda de prensa conjunta, el presidente argentino Alberto Fernández indicó que "Argentina y América Latina no están pensando en enviar armamento a Ucrania ni a ningún otro lugar en conflicto".

Pero las gestiones de Berlín como intermediario de la solicitud de Washington también tuvieron un punto de parada en Brasilia. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva rechazó la solicitud del gobierno de Alemania para hacer un envío de municiones de tanques para que luego estas sean trasladadas a Ucrania.

"Lula dijo que no, argumentando que no vale la pena provocar a los rusos. Brasil mantiene una postura de neutralidad por motivos económicos, rehusándose a participar en las sanciones contra Rusia", informa el medio Sputnik. El mandatario tomó dicha decisión durante una reunión con los jefes de las Fuerzas Armadas de Brasil, así como con el ministro de Defensa, José Múcio.

Por su parte, el presidente colombiano Gustavo Petro aseguró que no enviará armas a Ucrania. Señaló que la Constitución ordena la paz. Es importante resaltar que Colombia es "socio global" de la OTAN, un aliado estratégico no miembro de la organización atlantista.

Petro agregó que el material bélico ruso en manos de Colombia tiene problemas por no contar con servicios (por razones de medidas coercitivas contra Rusia). Dijo que este "quedará como chatarra en Colombia".

"No estamos con ninguno, estamos con la paz, por eso ningún arma será usada en ese conflicto", zanjó.

Por qué América Latina no debe ceder armas rusas a Ucrania

Estados Unidos lidera desde la OTAN una cruzada para propiciar la inseguridad internacional, y pretende colocar a América Latina como un foco acelerante de la inestabilidad prolongada.

En primer lugar, la peligrosa solicitud que Estados Unidos hace a los países latinoamericanos implica que estos participen en el conflicto ruso-ucraniano de manera indirecta.

La OTAN está promoviendo la ampliación del radio de países involucrados en la guerra subsidiaria que libran contra Rusia empleando su largo brazo de influencia y dando forma a una guerra de categoría intercontinental, cuestión que puede agravar las condiciones de seguridad internacional.

En segundo lugar, el aliento al conflicto mediante la entrega de armas a Ucrania solo prolonga la guerra, lo cual implica el alargue de la inestabilidad en las cadenas de energía y materias primas. Esto ha tenido un impacto claro en los precios de los combustibles y, en consecuencia, sobre los sistemas de costos para la producción de alimentos. Este ítem concierne a la región.

Países como Brasil, México y Argentina, con amplio desarrollo de los cultivos mecanizados, cuentan con una demanda muy alta de combustibles y fertilizantes, que en el caso de algunos casos, como Brasil y Argentina, son adquiridos desde Rusia.

Hay razones claras para que estos países no arruinen su relación con La Federación Rusa ni colaboren en la prolongación de la guerra.

En tercer lugar, la solicitud pública de entrega de armas a Ucrania exhibe un rasgo del estilo de imposición y tutelaje típico de Washington, pues demanda a los países en la región latinocaribeña ceder integralmente en sus capacidades de defensa.

Esto no supone únicamente la entrega de parte de su arsenal. En realidad, implica el desplazamiento del armamento ruso de la región.

Han aplicado la vía de las sanciones contra Rusia luego de la OME en Ucrania, con el fin de intentar detener su industria militar. De ahí que hay países (como Colombia) que han admitido las consecuencias de las medidas antirrusas sobre sus sistemas de defensa.

Estados Unidos se impone como suministrador principal y esto implica grandes riesgos para la seguridad de cualquier país. Según datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés), Estados Unidos se mantuvo en 2021 como el mayor proveedor de armamento y formador internacional de fuerzas armadas de América Latina.

El caso más claro señala a Venezuela, país que, por el cambio de orientación de su política de gobierno, no contó con los servicios de la empresa estadounidense Lockheed Martin para los aviones caza F-16 por la sola discrecionalidad de Washington. Desde el año 2003 y hasta el año 2006, el gobierno del presidente Hugo Chávez denunció un "embargo de armas" no declarado y, así, la República Bolivariana adquirió luego los caza Su-30 de fabricación rusa, al considerar que su aviación militar se encontraba en situación vulnerable.

En conclusión, los países de la región deben rehusarse a crear el precedente de que, ante la eventualidad de un conflicto, la OTAN pretenda hacerse de su armamento para conseguir sus objetivos contra alguna nación. Más todavía si ello implica ceder en sus facultades y apresto operacional-militar.

En el marco de una política de seguridad regional, los países latinoamericanos y caribeños más bien deben articularse soberanamente contra las políticas de restricción de los servicios a armamento de manufactura rusa, actuando en beneficio de sus sistemas y no permitir una caída de sus capacidades.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<