La Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo el lunes 23 de marzo que Estados Unidos pronto podría convertirse en el epicentro global de la pandemia del nuevo coronavirus. Al publicarse esta nota, tiene más de 69 mil casos confirmados y poco más mil muertes producto del virus.
Una cifra que probablemente sea imprecisa y no refleje lo que se está viviendo en el terreno, pues Estados Unidos no está empleando el método de despistaje masivo que Corea del Sur implementó con éxito, y que está siendo replicado en Venezuela, con la incorporación de la plataforma del sistema Patria.
Europa sigue siendo la región con el mayor foco de contagio. Los gobiernos europeos, en un esfuerzo por frenar la propagación de la enfermedad, han intensificado las medidas de confinamiento. La pandemia sobrepasó a los sistemas de salud de algunos de sus países, como era de esperarse.
Italia, por ejemplo, tiene una tasa de mortalidad de alrededor de 600 personas fallecidas por día, la más alta del mundo.
La OMS observa una “aceleración muy grande” en el número de casos infectados en Estados Unidos. Así lo informó su portavoz, Margaret Harris, indicando que en 24 horas de nuevos contagios en el mundo (del 22 al 23 de marzo), el 85% de ellos se concentraron en Europa y Estados Unidos, y el 40% específicamente en ese país.
La administración de Donald Trump ha tomado medidas parciales de restricción de la población para contrarrestar los efectos que pudiera tener en unas semanas el crecimiento incontrolable de la pandemia.
La Cámara de Representantes del Congreso, con el apoyo de Trump, aprobó un proyecto de ley que supuestamente proporcionaría hasta dos semanas de licencia remunerada por enfermedad a las personas con contagio confirmado, así como a sus familiares, para que cumplan con el aislamiento social. El resto del país queda eximido de esta medida.
Asimismo, el Senado aprobó una ley con el que se entregaría dinero directamente a familias estadounidenses en el marco de la pandemia. Sin embargo, se otorgó un presupuesto mucho mayor a Wall Street.
Además, el gobierno federal vetó el ingreso de extranjeros procedentes de Europa por un lapso de 30 días. Trump alegó que esta medida se justificaba en el fracaso de la Unión Europea para instalar precauciones contra el coronavirus, a pesar de que su gabinete incurre en el mismo error.
En su último discurso televisado, restó importancia al coronavirus, repitió otra vez que se trataba de “una gripe” y declaró que el país “no estaba diseñado para cerrar”, por lo que se está discutiendo la posibilidad de rebajar las medidas para que no afecte las actividades comerciales del país.
Dijo que los funcionarios han aprendido mucho sobre la pandemia desde los primeros ocho días del programa “15 días para frenar la propagación” de la administración, e insinuó que las nuevas medidas serán más permisivas.
“Perdemos miles y miles de personas al año por la gripe. No cerramos el país (…) Perdemos mucho más que eso en accidentes de automóvil. No llamamos a los fabricantes de coches para decirles ‘dejen de fabricar’”, afirmó el magnate presidente.
Flexibilizar el aislamiento para que las fortunas de las élites estadounidenses no se desequilibren a causa del Covid-19 puede costar millones de enfermos y cientos de miles de muertos, en este último caso, al menos 480 mil estadounidenses podrían morir en un año por la enfermedad en el mejor de los escenarios. Es la estimación que hace el investigador de salud pública de la Universidad de Nebraska, James Lawler.
El rango que proyectan los epidemiólogos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) es mucho más amplio. Suponiendo que la pandemia se extienda todo un año, y asumiendo que el gobierno estadounidense tomará medidas leves, las posibles muertes por el nuevo coronavirus se ubicarían entre 200 mil y 1,7 millones.
Es decir que, en el peor de los escenarios, el número de muertes por la “gripe” sería mayor que el número de estadounidenses que mueren por cáncer o enfermedades cardíacas.
Nueva York es el preludio de lo que será el resto del país en unos días
La retórica despreocupada de la Casa Blanca está comenzando a estallarle en la cara. En varias ciudades, las capacidades de los hospitales están siendo rebasadas y las autoridades locales están tomando acciones por su cuenta.
En Italia mueren más personas por coronavirus que en China. El foco de la enfermedad se encuentra en la ciudad noroccidental de Lombardía. Al otro lado del océano atlántico, Nueva York se está convirtiendo en la Lombardía de Estados Unidos. Los casos de coronavirus aumentan a una velocidad preocupante: hay más de 25 mil infectados confirmados y 218 muertos, la tasa más alta en el país.
El gobernador del estado, Andrew Cuomo, dijo recientemente en una conferencia de prensa que la búsqueda de ventiladores para el tratamiento de los pacientes por parte de la administración Trump ha sido insuficiente. Igualmente, reveló la preocupación por quedar sin capacidades en los hospitales, pues el estado tiene un déficit de 140 mil camas para los casos que esperan, además de falta de personal médico.
Una alarma en la “Gran Manzana” que ya es un hecho en la ciudad de Atlanta. El 24 de marzo, la alcaldesa Keisha Lance Bottoms confirmó que todas las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de la ciudad estaban ocupadas; los pacientes nuevos que ingresen a los hospitales con un cuadro de salud crítico no podrán ser atendidos.
Trump hizo caso omiso a las advertencias de Nueva York, pero el mismo día de las declaraciones de Cuomo, el comité ante la pandemia anunció en la Casa Blanca que la gente que había dejado la ciudad recientemente debía ponerse en cuarentena durante 14 días “para asegurarse de que el virus no se propague a los demás”.
“Lo que le suceda a Nueva York terminará sucediendo a California y al estado de Washington e Illinois; es sólo cuestión de tiempo. Sólo estamos llegando primero”, también acotó el gobernador de Nueva York en su intervención.
La respuesta al Covid-19 se ha dejado en manos de los gobiernos estadales y sólo una quinta parte del país está siguiendo medidas de distanciamiento social. California, Nueva Jersey, Connecticut, Illinois, Luisiana, Ohio, Oregón, Nevada y Pensilvania han emitido sus propias órdenes de cierre y clausura de negocios no esenciales.
Sin embargo, las precauciones de las autoridades regionales siguen siendo ineficaces para el pico de la curva de crecimiento, similar al de Nueva York, que tendrán que asumir en cuestión de días.
Florida es un ejemplo de ello. Hace apenas una semana podía verse a grupos amplios de personas ir de fiesta por las playas de Miami, ignorando las recomendaciones de la OMS de permanecer en las casas. Ahora, muchas de ellas están dando positivo en las pruebas de Covid-19.
Expertos en salud pública y funcionarios locales han presionado al gobernador Ron DeSantis para que emita una orden temporal de cuarentena. “Simplemente no se puede encerrar a nuestra sociedad indefinidamente sin un fin a la vista”, respondió DeSantis en una rueda de prensa el 24 de marzo. “No es sostenible. No es algo que la sociedad aceptaría”.
¿Cuál es el ritmo de crecimiento del estado de Florida? El informe del lunes 23 de marzo arrojó 1 mil 171 personas infectadas con el virus. “Una semana antes había menos de la mitad de esa cantidad”, dice un artículo publicado por Tampa Bay Times.
Capital vs. la supervivencia de la población
Examinando la experiencia de China y Europa, el principal objetivo de cualquier país al enfrentar la pandemia debe ser evitar la rápida propagación del coronavirus para evitar mayores desastres en el sistema de salud.
El interés de proteger a la economía primero no va a permitir que el gobierno de Donald Trump considere el modelo asiático de duros controles de aislamiento y paralización de los sectores no estratégicos del país para el resguardo de la sociedad.
Aunque la semana pasada sugirió un enfoque más drástico para abordar la expansión del coronavirus, el presidente de Estados Unidos ha retomado el discurso de desestimar la gravedad de la pandemia, y con ello ordenar acciones mucho menos agresivas.
Esta actitud coincide con la que tuvo hasta hace poco Reino Unido, pero que abandonó cuando los muertos comenzaron a contarse en centenas. Ahora, el gobierno que dirige Boris Johnson avanza en dirección opuesta, imponiendo un cierre casi total del país.
En cambio, el discurso de varios funcionarios del país se está centrando en convencer a la población de que no hay una solución a la situación de vulnerabilidad a la que está condenada, omitiendo el hecho de que son las decisiones políticas de la Casa Blanca las que están llevando al riesgo de muerte a cientos de miles de personas.
Es mejor sacrificar a la clase trabajadora por la salud financiera de un grupo reducido. Y el primer tributo que ofrece Dan Patrick, vicegobernador de Texas, son los abuelos norteamericanos.
“Volvamos al trabajo. Volvamos a la vida. Hagámoslo con inteligencia (…) Y los que tenemos 70 años o más, nos cuidaremos a nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país”, dijo el republicano en una entrevista para Fox News.
Dejar que la población adulta mayor se exponga a la enfermedad es una propuesta que raya en la eugenesia, pues el 79% de las muertes por coronavirus que están ocurriendo en Estados Unidos corresponden a personas mayores de 65 años.
El rechazo a dicho sector de la población no es una postura nueva entre las voces del neoliberalismo. En 2012, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó un análisis refiriéndose al “riesgo de que la gente viva más de lo esperado” y planteando medidas de recorte de prestaciones y retraso a la edad de jubilación para amortiguar el “costo” que le supondría a gobiernos y empresas.
Si los recursos no pueden dirigirse hacia la prevención de los contagios de coronavirus, mucho menos lo harán al tratamiento de los pacientes confirmados. Según una publicación de la revista TIME, una persona contagiada con Covid-19 puede pagar hasta 34 mil 900 dólares para ser hospitalizado en Estados Unidos.
Desde este enfoque, el negocio de la medicina privada no tiene por qué ser perturbado por una pandemia.
Siguiendo la lógica de Washington, los únicos culpables de la emergencia sanitaria que se extenderá irremediablemente en todo el territorio serán los ciudadanos estadounidenses, por el simple hecho de no contar con suficiente dinero para costearse una correcta atención médica.