Vie. 19 Abril 2024 Actualizado ayer a las 6:45 pm

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Fue Hugo Chávez quien ideó los diferentes mecanismos de integración regional ahora rebautizados por Lula da Silva, Gabriel Boric y Gustavo Petro (Foto: Hernán Cano / Sputnik)

Las ideas de Hugo Chávez recicladas por el "nuevo progresismo"

Un fantasma recorre América Latina: las ideas de Hugo Chávez. El "nuevo progresismo" las está tomando como bandera mientras las reclama como propias, invisibilizando el papel de Venezuela en los intentos de integración y soberanía regional durante las últimas dos décadas.

Podemos atestiguarlo con los actuales discursos de Lula da Silva, quien fue protagonista de la "primera ola progresista" en la década del 2000 junto con los presidentes de Venezuela, Argentina (Néstor Kirchner) y Bolivia (Evo Morales). Quizás el líder brasileño pudiera brindar testimonio de los intentos de integración principalmente exacerbados por Chávez, pero no dio el empuje necesario para que la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) tomara un rumbo definitivo hacia la consolidación.

En diciembre de 2007 se firmaron los papeles necesarios para fundar el Banco del Sur y en enero de 2008 el Banco del ALBA. Ambos servirían como vehículos de financiamiento para el desarrollo, sobre todo el primero, bajo el afán integracionista entre los países firmantes, pero todo quedó en la formación de tratados aduaneros.

Brasil, siendo la mayor economía de la región, no aportó el capital necesario al Banco del Sur, que iba a arrancar con 7 mil millones de dólares, erigiéndose como alternativa al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Fondo para la Cuenca del Plata (Fonplata).

Debido a que Brasil tenía su propio banco de fomento, el BNDES, se abstuvo de darle un mayor impulso al Banco del Sur.

Cada país haría su aporte de acuerdo con su capacidad financiera y desarrollo relativo, mientras todos los socios de la entidad financiera regional tendrían equivalente poder de voto y de veto. Una política de consenso entre Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela.

Esta fue una idea promovida con ahínco por Hugo Chávez, que ahora Lula, en el marco de su campaña electoral para retomar la presidencia brasileña, vuelve a enarbolar para evadir la hegemonía tóxica del dólar y sus emisarios financieros, y tiene a otros representantes de aquella "primera ola" secundándolo, aunque ya no participe en política oficial.

Aun más, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil está promoviendo la idea de crear una moneda única en América Latina, una que remite al SUCRE, http://www.bcv.org.ve/system/files/documentos/aspectos_conceptuales_del_sucre_2018.pdf.

Acrónimo de Sistema Unitario de Compensación Regional, el SUCRE es una iniciativa que sirve como unidad de cuenta y de valor, que estaba destinada a suplantar el dólar estadounidense en las transacciones comerciales en la región latinocaribeña, así como en sectores productivos.

El mecanismo asimila al del euro en la Unión Europea. Sin embargo, Brasil nunca participó del proyecto monetario de integración.

Ahora, Lula desea hacer realidad el proyecto de una moneda única regional, pero bajo su propio paraguas, desechando lo ya construido por la ALBA-TCP, es decir, por Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Asimismo, el candidato a la presidencia de Brasil ha hablado de crear un Consejo de Defensa de Sudamérica, sin dar muchas más explicaciones. Otra iniciativa que ya fue emitida por el mismo Chávez a través de la fundación de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR).

Se trataba de la creación de un Consejo de Defensa Suramericano que aplicaría un acuerdo unitario de cooperación en seguridad regional, expandiendo las alas de la multilateralidad y la promoción de la lucha contra el narcotráfico, la pesca ilegal, los tratados de mayor control del mar territorial de los países miembros, el incentivo a favor del intercambio industrial en materia de defensa, con equipos y tecnología entre los integrantes de UNASUR.

Más allá, esta institución tenía todos los fundamentos para constituir una verdadera integración a nivel financiero entre los 12 países fundadores (hoy quedan solo cuatro), con un proyecto de moneda única que sustituiría a las monedas nacionales, constituido por el mismo Banco del Sur.

Acaso Lula pretende, junto con la nueva progresía latinoamericana, apartada de la triada Cuba-Nicaragua-Venezuela, fundar una nueva UNASUR, otro Banco del Sur bajo nueva factura, una moneda regional que deseche los fundamentos originales del SUCRE.

El presidente chileno Gabriel Boric ya había declarado en marzo pasado que UNASUR y la "serie de siglas que ustedes conocen", refiriéndose a la ALBA-TCP y CELAC, "han mostrado que no sirven para unirnos ni para avanzar en la integración", llamando a crear nuevas instituciones regionales de integración.

Por su parte, el candidato a la presidencia de Colombia, Gustavo Petro, también aprueba lo propuesto por Boric, y Lula por mampuesto.

Existe una reticencia a adoptar las instituciones creadas bajo el impulso rector del chavismo por parte de este progresismo de nuevo cuño, aun cuando la fuente de ideas provenga de Hugo Chávez y Venezuela. Es una falacia afirmar, como lo hace Boric, que el signo de CELAC, UNASUR y ALBA-TCP sea el de las afinidades políticas e ideológicas, cuando gobernantes tan disímiles como los de Colombia, Perú y Bolivia, por poner un ejemplo, han estado de acuerdo en el desarrollo de estas entidades de cooperación e integración regionales.

Precisamente, el motor de estas ideas esencialmente bolivarianas está aunado a un afán estatal y ellas no se encuentran supeditadas a lógicas de gobierno, según la agenda de turno. Todo lo contrario. Constituyen una necesidad por alejarse del dominio unipolar de Estados Unidos, de construir una identidad regional común e insertar a la integración continental en una dinámica multipolar en ascenso, con voz propia.

¿No es todo eso lo que les llama a pretender erigir nuevas instituciones?

Sin embargo, y al parecer, el fantasma de las ideas e iniciativas de Hugo Chávez, desde la cuna venezolana, les atormenta de manera inusual. La derecha continental, por su lado, no está sola en dicho sentir.

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